salem##
Bovino de la familia
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El diablito del Cerro de San Miguel
Hace muchos años ya que en Atlixco se acostumbra realizar año con año la celebración del día de San Miguel durante el último domingo de septiembre. Subir al cerro de San Miguel y participar de las fiestas en honor al santo era uno de los momentos que más disfrutaba el cura Uribe, quien se encargaba de llevar todos los años, la figura del diablo, recordando a la población lo importante que era evitar los pecados y jamás dejarse tentar por este maligno ser.
Un año como cualquier otro, el cura se dispuso a dirigirse muy temprano a la Sacristía de la Iglesia de San Francisco y tomar la figura para después llevarla a la celebración. Al encontrarse de frente con el diablo de madera, pudo observar como algunos extraños dibujos marcaban la espalda de la figura.
Molesto, pensando que podía tratarse de una broma de mal gusto, tomó a la figura y la llevó hasta el cerro, cubriéndole la espalda con un manto para evitar que otros vieran aquellas marcas.
Al terminar la feria y después de un día de intenso júbilo para el pueblo, el cura Uribe tomó en sus manos al diablo, para colocarlo de nuevo en la Sacristía. El camino, de por sí ya pesado, se hacía cada vez más, la figura parecía pesar toneladas y los brazos le eran ya muy torpes para cargar tal peso. Los últimos pasos, ya con el diablo a rastras, fueron los peores para el sacerdote, quien con sus últimas fuerzas puso la figura en su sitio, con el frente hacia la pared, como siempre lo hacía.
Cerrando con llave y candado, se retiró a sus aposentos para al fin descansar de aquel día tan ajetreado. La mañana siguiente, cuando esperaba poder descubrir quien había dañado la imagen del diablo, súbitamente se levantó de la cama al ver en sus sueños aquel diablo con su mirada penetrante y sus labios sangrando, dirigirse hacia su lecho para terminar con su vida.
El rostro del cura palideció por completo cuando al incorporarse tuvo frente a él, justo en la repisa de su cuarto, la figura de aquel ser que lucía monstruoso y que ahora tenía más dibujos no sólo en la espalda sino en todo el cuerpo.
Mientras recordaba que nadie excepto él tenía llaves de la Sacristía y de su habitación, el aliento le faltaba y su corazón latía con extrema rapidez. Recuperando su valentía, corrió hasta la repisa, tomando al diablo con un paño blanco y se dirigió al sótano, donde lo arrojó al vacío y nunca supo más de él.
Espero les guste el relato, no olviden dejar sus comentarios :vientos:
Hace muchos años ya que en Atlixco se acostumbra realizar año con año la celebración del día de San Miguel durante el último domingo de septiembre. Subir al cerro de San Miguel y participar de las fiestas en honor al santo era uno de los momentos que más disfrutaba el cura Uribe, quien se encargaba de llevar todos los años, la figura del diablo, recordando a la población lo importante que era evitar los pecados y jamás dejarse tentar por este maligno ser.
Un año como cualquier otro, el cura se dispuso a dirigirse muy temprano a la Sacristía de la Iglesia de San Francisco y tomar la figura para después llevarla a la celebración. Al encontrarse de frente con el diablo de madera, pudo observar como algunos extraños dibujos marcaban la espalda de la figura.
Molesto, pensando que podía tratarse de una broma de mal gusto, tomó a la figura y la llevó hasta el cerro, cubriéndole la espalda con un manto para evitar que otros vieran aquellas marcas.
Al terminar la feria y después de un día de intenso júbilo para el pueblo, el cura Uribe tomó en sus manos al diablo, para colocarlo de nuevo en la Sacristía. El camino, de por sí ya pesado, se hacía cada vez más, la figura parecía pesar toneladas y los brazos le eran ya muy torpes para cargar tal peso. Los últimos pasos, ya con el diablo a rastras, fueron los peores para el sacerdote, quien con sus últimas fuerzas puso la figura en su sitio, con el frente hacia la pared, como siempre lo hacía.
Cerrando con llave y candado, se retiró a sus aposentos para al fin descansar de aquel día tan ajetreado. La mañana siguiente, cuando esperaba poder descubrir quien había dañado la imagen del diablo, súbitamente se levantó de la cama al ver en sus sueños aquel diablo con su mirada penetrante y sus labios sangrando, dirigirse hacia su lecho para terminar con su vida.
El rostro del cura palideció por completo cuando al incorporarse tuvo frente a él, justo en la repisa de su cuarto, la figura de aquel ser que lucía monstruoso y que ahora tenía más dibujos no sólo en la espalda sino en todo el cuerpo.
Mientras recordaba que nadie excepto él tenía llaves de la Sacristía y de su habitación, el aliento le faltaba y su corazón latía con extrema rapidez. Recuperando su valentía, corrió hasta la repisa, tomando al diablo con un paño blanco y se dirigió al sótano, donde lo arrojó al vacío y nunca supo más de él.
Espero les guste el relato, no olviden dejar sus comentarios :vientos: