BobBelmont
Bovino maduro
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Un mito mesopotámico bastante ocmplejo y difícil de hayar, es posible que mucha gente no lo conosca. Espero sus comentarios, y peticiones, espero uqe les guste.
Disfrutenlo.
Repito, los mitos mesopotámicos son extensos y complejos. Datan del segundo o del tercer milenio a.C. y sufrieron las transformaciones propias de una región tan conflictiva como desarrollada. La mitología babilónica, sumeria y acadia comparten leyendas y dioses, epopeyas y héroes. Uno de éstas nos narra una historia que tiene como protagonista a una divinidad lunar, la diosa del amor, el sexo y la guerra: el descenso de Ishtar a los infiernos.
Existen varias versiones del mito, sumerio, acadio o babilónico, pero ambas versiones comienzan con la muerte del amante de Ishtar (Inanna para los sumerios), llamado Tammuz por algunos y Dumuzi por otros, dios de la primavera o un simple pastor mortal.
Tammuz murió durante una cacería en un desafortunado encuentro con un jabalí (otros dicen que fue asesinado), y Ereshkigal, diosa del infierno y hermana de Ishtar, hizo transportar sus restos a sus dominios antes de que ésta pudiese saberlo. Ahogada en la ira y el dolor, Ishtar decidió descender al inframundo para reunirse con su amado, una idea que a la diosa infernal no le cayó muy bien, por lo que permitió la entrada de su hermana Ishtar con la condición de dejar una ofrenda en cada una de las siete puertas del tiempo.
En la primera puerta el demonio guardián obligó a la diosa a entregar sus sandalias, consideradas símbolo de la voluntad. En la segunda puerta, debió dejar sus joyas, lo que equivalía a entregar el ego. En la tercera puerta, entregó sus ropas, que supone entregar la propia mente. En la cuarta, los cuencos dorados que cubrían sus pechos, que significaba entregar su sexualidad. En la quinta puerta, dejó su collar, éxtasis de la Iluminación. En la sexta puerta, sus pendientes, y con ellos su magia. Y finalmente, en la séptima puerta, Ishtar se despojó de su corona de mil pétalos, que simbolizaba la divinidad.
Una vez completamente desnuda, Ishtar pudo entrar en la Eternidad y rescatar a su amado, pero Ereshkigal se arrepintió de haberle permitido el acceso y le prohibió la salida. Mientras tanto, en la tierra, la ausencia de Ishtar se sentía, las personas no se casaban y no nacían niños, por lo que los demás dioses tuvieron que intimar a Ereshkigal para que permitiese el regreso de la diosa del amor y la fertilidad. Una vez que hubo recuperado todas sus pertenencias, Ishtar regresó junto con su marido y el mundo de los mortales volvió a la normalidad.
Otra versión nos cuenta que la ambiciosa diosa, ya desnuda ante el trono de Ereshkigal, intentó ocuparlo, pero los siete jueces del mundo de los muertos le quitaron la vida y colgaron su inerte cuerpo de un gancho. La muerte de la diosa significó también la muerte de la naturaleza, pero luego fue rescatada. En el mito del descenso de Ishtar a los infiernos, simboliza el ciclo de las estaciones y se asemeja a los mitos griegos de Perséfone y Deméter, y de Afrodita y Adonis.
Disfrutenlo.
Repito, los mitos mesopotámicos son extensos y complejos. Datan del segundo o del tercer milenio a.C. y sufrieron las transformaciones propias de una región tan conflictiva como desarrollada. La mitología babilónica, sumeria y acadia comparten leyendas y dioses, epopeyas y héroes. Uno de éstas nos narra una historia que tiene como protagonista a una divinidad lunar, la diosa del amor, el sexo y la guerra: el descenso de Ishtar a los infiernos.
Existen varias versiones del mito, sumerio, acadio o babilónico, pero ambas versiones comienzan con la muerte del amante de Ishtar (Inanna para los sumerios), llamado Tammuz por algunos y Dumuzi por otros, dios de la primavera o un simple pastor mortal.
Tammuz murió durante una cacería en un desafortunado encuentro con un jabalí (otros dicen que fue asesinado), y Ereshkigal, diosa del infierno y hermana de Ishtar, hizo transportar sus restos a sus dominios antes de que ésta pudiese saberlo. Ahogada en la ira y el dolor, Ishtar decidió descender al inframundo para reunirse con su amado, una idea que a la diosa infernal no le cayó muy bien, por lo que permitió la entrada de su hermana Ishtar con la condición de dejar una ofrenda en cada una de las siete puertas del tiempo.
En la primera puerta el demonio guardián obligó a la diosa a entregar sus sandalias, consideradas símbolo de la voluntad. En la segunda puerta, debió dejar sus joyas, lo que equivalía a entregar el ego. En la tercera puerta, entregó sus ropas, que supone entregar la propia mente. En la cuarta, los cuencos dorados que cubrían sus pechos, que significaba entregar su sexualidad. En la quinta puerta, dejó su collar, éxtasis de la Iluminación. En la sexta puerta, sus pendientes, y con ellos su magia. Y finalmente, en la séptima puerta, Ishtar se despojó de su corona de mil pétalos, que simbolizaba la divinidad.
Una vez completamente desnuda, Ishtar pudo entrar en la Eternidad y rescatar a su amado, pero Ereshkigal se arrepintió de haberle permitido el acceso y le prohibió la salida. Mientras tanto, en la tierra, la ausencia de Ishtar se sentía, las personas no se casaban y no nacían niños, por lo que los demás dioses tuvieron que intimar a Ereshkigal para que permitiese el regreso de la diosa del amor y la fertilidad. Una vez que hubo recuperado todas sus pertenencias, Ishtar regresó junto con su marido y el mundo de los mortales volvió a la normalidad.
Otra versión nos cuenta que la ambiciosa diosa, ya desnuda ante el trono de Ereshkigal, intentó ocuparlo, pero los siete jueces del mundo de los muertos le quitaron la vida y colgaron su inerte cuerpo de un gancho. La muerte de la diosa significó también la muerte de la naturaleza, pero luego fue rescatada. En el mito del descenso de Ishtar a los infiernos, simboliza el ciclo de las estaciones y se asemeja a los mitos griegos de Perséfone y Deméter, y de Afrodita y Adonis.