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El circo trumpiniano sobre Jerusalén, o The Jewish Apprentice

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Bovino de la familia
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Trump y Jerusalén: el trasfondo de la decisión
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Michael Knigge
09.12.2017


Muchas voces críticas cuestionan la decisión de Donald Trump de reconocer Jerusalén como capital de Israel y trasladar allí la embajada de EE.UU. Dos expertos opinan para DW sobre el trasfondo de la cuestión.

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El coro de críticas hacia la decisión de Donald Trump de reconocer Jerusalén como capital de Israel y el plan de trasladar la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén arreció en todo el mundo desde su anuncio el pasado miércoles (06.12.2017). El Consejo de Seguridad de la ONU mantuvo una reunión extraordinaria al respecto ayer viernes (08.12.2017) en Nueva York y hubo protestas de musulmanes en numerosas partes del mundo. Cinco países europeos, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Suecia e Italia, realizaron un comunicado conjunto tras la sesión de la ONU, en el que calificaron la decisión de trasladar la embajada de "inútil en cuanto a las perspectivas de paz en la región”.

Hace dos días, una improvisada consulta realizada por el New York Times a recientes embajadores estadounidenses en Israel arrojaba que nueve de un total de once estaba en desacuerdo con la decisión de Trump. En Estados Unidos, más de cien académicos judíos suscribieron una petición oponiéndose a ella. La pregunta que emerge de todo esto es por qué la administración Trump ha decidido precisamente ahora cambiar décadas de política estadounidense hacia Jerusalén.

Un guiño a los votantes protestantes

Martin Indyk, antiguo enviado especial para las negociaciones palestino-israelíes, asegura que la lógica de la decisión de Trump se explica fácilmente mirando a la política interior estadounidense: "Es un guiño a sus votantes protestantes, pura y simplemente”, dice Indyk. Steven Spiegel, director del Centro para el Desarrollo del Cercano Oriente de la Universidad de California en Los Ángeles, coincide en que complacer a los votantes conservadores ha sido un elemento clave en esta decisión.

Durante la campaña presidencial, Trump prometió repetidamente reconocer Jerusalén como capital de Israel y trasladar la embajada. Ahora cumple con una de sus promesas de campaña con relativa facilidad, después de tener que pelear por otras victorias legislativas, a pesar del control republicano en las dos cámaras de representación política del país.

Promesa de fácil cumplimiento

Al contrario que otras de sus promesas electorales, como la derogación del plan de salud "Obamacare” y la implantación del veto migratorio, reconocer Jerusalén como capital de Israel es algo sencillo, que puede llevarse a cabo solo con la acción presidencial. Pero hay otro factor, no de índole política, que explica la decisión de Trump. Según Steven Spiegel, no se trata necesariamente de "una mala idea”: "Cambiar las cosas, llevar a cabo una idea mejor. Pero no será así, sobre todo si no se reconoce Jerusalén Este como capital palestina”, dice.

Avivar el conflicto

Ambos expertos están en desacuerdo tanto con la decisión de Trump como en la forma de llevarla a cabo, especialmente porque consideran que obstaculizará la política estadounidense hacia Cercano Oriente, una de las pocas regiones donde, según Spiegel, la política de Trump había sido recibida de forma bastante positiva hasta este momento.

"Realmente parecía que las cosas estaban mejor", dice Spiegel a Deutsche Welle. "A Obama no se lo miraba en general con buenos ojos y parece que Trump ha sacado partido de ello. Allí no está tan mal considerado como en otros lugares. Esta decisión viene a confundirlo todo”. Martin Indyk, por su parte, considera que el traslado de la embajada de Jerusalén choca con la estrategia general de Trump hacia Cercano Oriente. "Se ha tratado de conciliar con su estrategia pacificadora, pero esta decisión es demasiado desequilibrada como para apaciguar el enfado palestino”, argumenta. Para Spiegel, se trata de un "serio golpe” al proceso de paz en Cercano Oriente y dañará la imagen de Washington en la región y más allá. "Es algo simbólico, sobre todo porque el traslado de la embajada tardará años en hacerse”, dice Indyk. "Pero los símbolos avivan el conflicto en Cercano Oriente”, concluye.


Fuente
 
Opinión: ¿De quién son las ideas de Trump sobre Jerusalén?

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Armin Langer
10.12.2017



El presidente de EE.UU. no responde a los intereses de los judíos en su propio país, sino que actúa con la "bendición" de los fundamentalistas cristianos, opina Armin Langer.

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El grupo de poder liberal-sionista "J Street” llevó a cabo en 2014 una encuesta entre los judíos estadounidenses sobre la cuestión de Israel y Palestina. El resultado fue que el 80 por ciento de los judíos de Estados Unidos apoyaban una solución de dos Estados, mientras que el 72 por ciento estaban de acuerdo con que Jerusalén Este fuese la capital de un Estado palestino independiente junto a un Israel soberano.

Un panorama parecido dibujaron las pesquisas de la organización conservadora-sionista Comité Judío Americano (CJA), que quiso saber la posición de los judíos del país norteamericano sobre un hipotético traslado de la embajada estadounidense a Jerusalén: de acuerdo con los datos de esta encuesta realizada en 2017, únicamente el 16 por ciento apoya esta medida. El 44 por ciento rechaza absolutamente el traslado y el 36 por ciento la aceptaría solo más adelante, si la paz reinase entre Israel y Palestina.

Con entre cinco y seis millones de miembros, la comunidad judía de EE.UU. es la mayor del mundo. Según numerosas estadísticas, la cifra incluso supera la de judíos en Israel. Son personas de ideología liberal y votantes tradicionales del Partido Demócrata: en 2016 el 71 por ciento de los judíos votaron por Hillary Clinton, mientras que Obama se llevó en 2008 el apoyo del 78 por ciento de los judíos del país.

Los judíos estadounidenses están preocupados

El mensaje de los judíos estadounidenses habla por sí solo: aunque consideren que Jerusalen es la capital espiritual del judaísmo, creen que todavía no ha llegado el momento de proclamarla capital del Estado israelí, pues ello solo agravaría el conflicto. La Unión del Judaísmo Reformista, la mayor organización religiosa judía del mundo, hizo público el día del anuncio de Donald Trump un comunicado de prensa en el que expresó su preocupación por este giro, pues la medida "temporalmente inoportuna” de la Casa Blanca "solo socavará el proceso de paz y agravará el conflicto”.

A pesar de sus críticas, Trump se ha dirigido a los judíos en muchos discursos y se ha presentado como el defensor de sus intereses. En su alocución durante un congreso del lobbysionista conservador Comité Estadounidense-Israelí de Asuntos Públicos, el mandatario subrayó que Jerusalén es "la capital eterna del pueblo judío” y que él actúa por encargo de los judíos. También se mostró entusiasmado por el hecho de que su hija Ivanka estuviera embarazada de un "bebé judío”. Y que el bebé también se alegraría de que Jerusalén fuese la capital de Israel. Pero el presidente estadounidense no hablaba en nombre de la mayoría de judíos del país, sino con el aplauso de los evangélicos, los fundamentalistas cristianos.

También los principales líderes del cristianismo han condenado el traslado de la embajada a Jerusalén. Tanto el papa Francisco como las comunidades cristianas ortodoxas de Jerusalén desaconsejaron al presidente tomar esta medida. No así la mayoría de los evangélicos: a pesar de las diferentes corrientes existentes dentro de este fundamentalismo cristiano protestante, hay un punto en el que están de acuerdo. Quieren provocar el caos en Israel y Palestina para así llevar la batalla final, el apocalipsis, a Jerusalén.

Los evangélicos son los mayores sionistas

La mayor organización sionista del mundo procede del rincón evangélico. Se trata de Cristianos Unidos por Israel, con más de dos millones de miembros. Sus grandes donantes apoyan proyectos que dibujan una imagen muy positiva del Estado de Israel para lograr que cada vez más judíos se muden allí. De acuerdo con su teología, todos los judíos del mundo deben reunirse en la tierra de Israel, antes de que el Mesías pueda venir. Y, cuando eso pase, se convertirán todos al cristianismo. Una idea religiosa que puede interpretarse como antijudía, pues al fin y al cabo no solo no defiende una diáspora judía libre, sino que tampoco reconoce el judaísmo como una verdadera religión; más bien como una comunidad de creyentes anticuada que será superada a través de una conversión.

El conflicto de Oriente Próximo a menudo se simplifica al ser presentado como una disputa entre judíos y musulmanes. En este sentido, la decisión de Trump sobre Jerusalén va contra la mayoría de los judíos en su propio país. El presidente de Estados Unidos solo quería satisfacer a su electorado evangélico fundamentalista. Es por ello que no debería subestimarse la influencia de grupos inclinados al apocalipsis en las relaciones internacionales.


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Yo incluiría algo que, dada la poca información acerca de su formación religiosa (sobre todo de los fundamentos que abraza al respecto) del adorado yerno del Trompudo, Jared Kushner, podría agregarle leña al fuego. Se sabe que es de padres judíos, y que, evidentemente su formación, no sólo religiosa, sino también social y académica es judía. Pero, al igual que sucede con todas la religiones, hay diversas tendencias dentro del judaísmo. Kushner es de la tendencia denominada judaísmo ortodoxo moderno. Hasta ahí, diríamos que "todo bien". Sin embargo, lo que me causa ruido es que mientras era estudiante de Harvard, apoyo a la casa de Chabad ó Jabad del campus. ¿Qué es el Jabad? Jabad-Lubavitch, también conocida como Chabad, Habad o Lubavitch, es una organización judía jasídica cuya sede central se encuentra en el barrio de Crown Heights, en Brooklyn, en la ciudad de Nueva York. Jabad-Lubavitch fue fundada por el rabino (Rebe) Schneur Zalman de Liadí (1745 - 1812). En la actualidad la escuela se adhiere a las enseñanzas del rabino (Rebe) Menachem Mendel Schneerson y afirma contar con más de 200,000 adeptos y casi 2,000 instituciones en todo el mundo. Y aquí es donde empieza lo tortuoso del asunto. Resulta que a fines de la década de 1980, el Rebe Menachem Mendel Schneerson pidió a sus seguidores que se involucraran en actividades de divulgación con el propósito de provocar la Era Mesiánica Judía. Las declaraciones sobre el avance de la era mesiánica fueron un factor que condujo a la controversia en torno a las creencias mesiánicas de algunos miembros del movimiento. Algunos jasidim de Jabad, llamados mashichistas, "aún no han aceptado el fallecimiento del Rebe" e incluso después de su muerte lo consideran el "Rey viviente" y el "Moisés de la generación". ¡Sí! el Rebe Menachem Mendel Schneerson se las ingenió, como todo buen vivales, para hacer creer a sus seguidores que él era el mismísimo Mesías que los judíos habían estado esperando... ¡desde hace ya 20 siglos! Me pregunto yo si no es que el yernito adorado del Trampas, quien abiertamente ha apoyado al Jabad, ha intervenido para que su suegrito, ese vejete temperamental, promueva su figura en el seno del Jabad, para lograr ya sea ser un influyente miembro de los adoradores del Rebe Menachem Mendel Schneerson (EL REPRESENTANTE y portavoz del "Rey viviente" ó "Moisés de la generación") o, ¿porqué no? ser él justamente quien tome el lugar del Rebe Menachem Mendel Schneerson. Como siempre decimos en este corral: piensa mal... ¡y acertarás!
 
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