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No es una de las mejores facetas del ser humano y su tratamiento ha quedado restringido a publicaciones especializadas de antropología o medicina, y al cine de terror; sin embargo, sabemos que la antropofagia, el gusto por la carne humana –o su consumo a disgusto– ha estado presente en la dieta de nuestros ancestros y también en la de grupos humanos modernos. El consumo de carne humana ha ido desde el mero gusto de la carne, pasando por el consumo ritual y mágico, hasta usos terapéuticos, y es precisamente de este último, del canibalismo en la medicina, te invito a que lo veas.
El canibalismo en la medicina EXISTIÓ y es escalofriante
En varias culturas, como las de pueblos de Nueva Guinea, las islas del Pacífico, o en pueblos de filiación caribe, estuvo presente la idea de que devorar ciertos órganos o partes del cuerpo de tus amigos podía fortalecerte y hacerte heredar atributos del otro; lo que es menos sabido es que la creencia en las propiedades curativas gracias al consumo del cuerpo de otra persona también estuvo presente en muchas naciones y culturas de la Edad Media europea.
Esta creencia podría explicar por qué eran tan comunes los saqueos de tumbas, que hasta hace poco tiempo se atribuían exclusivamente a la búsqueda de prendas valiosas o para el estudio clandestino de la anatomía humana. Pedazos de carne y huesos humanos eran parte de ungüentos y medicinas que generalmente se tomaban de cuerpos momificados (como los que todavía se siguen encontrando en las zonas de turberas) o en su defecto, de cementerios desprotegidos.
Otra costumbre, atribuida a los países germánicos, era la de beber la sangre de personas ejecutadas. Los verdugos vendían la sangre de sus víctimas y se recomendaba beberla fresca, aunque también se podía conservar en forma de mermelada o ungüento, y se supone que servía para mejorar la circulación. Siguiendo esta lógica, se recomendaba el consumo de fragmentos de cráneo humano, diluidos en alcohol, para aliviar los dolores de cabeza, y de testículos para incrementar la potencia sexual.
Quizás recuerdes también que muchas momias egipcias, antes de llegar a los museos, iban a parar a mano de boticarios y farmaceutas, que usaban sus partes como ingredientes en distintos medicamentos.
Estas prácticas de canibalismo en la medicina fueron desapareciendo a partir del siglo XVIII (aunque el uso de las momias llegó hasta principios del siglo XX), y hay quienes consideran que la práctica actual de transfusiones y trasplantes de órganos tiene algo de canibalismo, aunque lo razonable sería hablar de antropofagia cuando el otro humano entra por la boca.
El canibalismo en la medicina EXISTIÓ y es escalofriante
En varias culturas, como las de pueblos de Nueva Guinea, las islas del Pacífico, o en pueblos de filiación caribe, estuvo presente la idea de que devorar ciertos órganos o partes del cuerpo de tus amigos podía fortalecerte y hacerte heredar atributos del otro; lo que es menos sabido es que la creencia en las propiedades curativas gracias al consumo del cuerpo de otra persona también estuvo presente en muchas naciones y culturas de la Edad Media europea.
Esta creencia podría explicar por qué eran tan comunes los saqueos de tumbas, que hasta hace poco tiempo se atribuían exclusivamente a la búsqueda de prendas valiosas o para el estudio clandestino de la anatomía humana. Pedazos de carne y huesos humanos eran parte de ungüentos y medicinas que generalmente se tomaban de cuerpos momificados (como los que todavía se siguen encontrando en las zonas de turberas) o en su defecto, de cementerios desprotegidos.
Otra costumbre, atribuida a los países germánicos, era la de beber la sangre de personas ejecutadas. Los verdugos vendían la sangre de sus víctimas y se recomendaba beberla fresca, aunque también se podía conservar en forma de mermelada o ungüento, y se supone que servía para mejorar la circulación. Siguiendo esta lógica, se recomendaba el consumo de fragmentos de cráneo humano, diluidos en alcohol, para aliviar los dolores de cabeza, y de testículos para incrementar la potencia sexual.
Quizás recuerdes también que muchas momias egipcias, antes de llegar a los museos, iban a parar a mano de boticarios y farmaceutas, que usaban sus partes como ingredientes en distintos medicamentos.
Estas prácticas de canibalismo en la medicina fueron desapareciendo a partir del siglo XVIII (aunque el uso de las momias llegó hasta principios del siglo XX), y hay quienes consideran que la práctica actual de transfusiones y trasplantes de órganos tiene algo de canibalismo, aunque lo razonable sería hablar de antropofagia cuando el otro humano entra por la boca.