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Descubren nuevo ancestro humano - In your (creacionist) face 2.0
Varios huesos fosilizados de dos individuos pertenecientes a una nueva especie de homínido llamado Australopitecus sediba fueron localizados en una cueva de Malapa. Crédito: Brett Elfo, cortesía de Lee Berger y la Universidad de Witwatersrand.
Una nueva especie de homínido llamado Australopithecus sediba de dos millones de años de antigüedad fue localizado en una cueva de Sudáfrica y podría ser el ancestro de las primeras especies Homo, lo que arrojará luz sobre la evolución humana.
De acuerdo con un artículo que será publicado mañana en la revista Science, de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, se descubrieron partes de dos esqueletos de homínidos que caminaban de forma vertical y que podrían responder algunas preguntas clave sobre el origen del ser humano.
Los fósiles de entre 1.95 y 1.78 millones de años de antigüedad permitieron la reconstrucción de las características físicas de esta nueva especie de Australopithecus así como el antiguo entorno en el que vivió y murió, que indican que la transición de los primeros homínidos al género Homo ocurrió en etapas muy lentas.
Los fósiles tienen una estructura ósea similar a la de la especie Homo más antigua, parecidos a un Australopithecus, como la famosa “Lucy”, sin embargo, de cuerdo con Lee Berger, de la Universidad Witwatersrand de Sudáfrica y autor principal del descubrimiento, aún no es posible establecer la relación de proximidad evolutiva de Austalopithecus sediba con otras especies asignadas al Homo primitivo.
Entre las partes localizadas se incluyen la mayor parte de un cráneo, pelvis, tobillo, clavícula, mandíbula y dientes. El tamaño de su cerebro tenía entre 420 y 450 centímetros cúbicos. Crédito: Brett Elfo, cortesía de Lee Berger y la Universidad de Witwatersrand.
Algunos científicos creen que el género humano Homo evolucionó a partir del Australopithecus hace poco más de dos millones de años, pero esta hipótesis ha sido ampliamente debatida por otros expertos que proponen una evolución a partir del género Kenyanthropus.
Antes de este descubrimiento, los investigadores podían acomodar fácilmente el registro completo de fósiles candidatos para ser el origen del género Homo, no obstante, con este descubrimiento y con la riqueza de fósiles que se han recobrado, la situación ha cambiado y se ha vuelto más compleja, pero los paleontólogos creen que esta nueva especie podría eventualmente aclarar el debate y ayudar a revelar a nuestros ancestros directos.
“Podemos concluir que esta nueva especie comparte más características derivadas con el Homo primitivo que con cualquier otra especie australopiteca conocida y, por tanto, es un candidato a ser el ancestro del género o un grupo hermano de un ancestro cercano que persistió durante cierto tiempo tras la primera aparición de Homo”, señala Berger.
El entorno en el que vivió sediba era en varias maneras similar al entorno actual: llanuras cubiertas de pasto, transeccionados por valles boscosos y con más vegetación. Crédito: Cortesía de Paul Dirks.
Al analizar los rasgos físicos y las características únicas de la pelvis y los dientes, los investigadores concluyeron que se trata de formas compartidas con especies antiguas de Homo, por lo que sugieren que la nueva es descendiente del Australopithecus africanus; tiene brazos largos como un mono, manos de gran alcance, una pelvis muy avanzada y piernas largas, que les permitían andar erguido a trancos; fue el inicio de una nueva forma de moverse más eficiente en términos de energía y más rápido como un ser humano.
Los homínidos u homíninos son una familia taxonómica a la que pertenecen el ser humano (Homo sapiens), los simios (orangutanes, gorilas, chimpancés y bonobos), los neandertales y ancestros como el Homo erectus, con la característica de la locomoción bípeda y cerebros grandes.
La investigación inició en 2008 en una cueva llamada Malapa en un sitio protegido por ser Patrimonio de la Humanidad en Sudáfrica, a 40 kilómetros de Johannesburgo. Berger junto con un equipo de 60 investigadores de Estados Unidos, Suiza y Australia, descubrió los dos esqueletos parciales que incluyen la mayor parte de un cráneo, pelvis y tobillo de dos Australopithecus sediba –una hembra adulta y un macho joven o niño– que fueron encontrados juntos y muy bien conservados.
En esta cueva se muestra el lugar donde fueron localizados los restos fosilizados de los homínidos, que quedaron en una trampa de sedimentos y lodo, en la parte inferior de la cueva. Crédito: Cortesía de Paul Dirks.
Los fósiles fueron localizados dentro de la cueva entre los restos articulados de un tigre dientes de sable, un antílope, una hiena, ratones, conejos, un gato salvaje, un perro salvaje y un caballo, en un suelo de sedimento calcificado tan duro como el concreto que indica que la sincronización de su muerte estaba estrechamente vinculada en lo que parece haber sido un pequeño lago o piscina de lodo subterránea dentro de la cueva. Los análisis sugieren que pudieron morir al mismo tiempo o con horas, días o semanas de diferencia.
“Se estima que medían cerca de 1.27 metros, aunque el joven pudo haber sido un poco más alto. La hembra pesó probablemente 33 kilogramos y el varón cerca de 27 kilogramos a la hora de su muerte”, informa Berger. “El tamaño del cerebro del joven tenía entre 420 y 450 centímetros cúbicos, que es pequeño si se compara con el cerebro humano que tiene entre 1200 y 1600 centímetros cúbicos, pero la forma del cerebro parece ser más avanzada que la de los australopitecinos”.
El joven o niño tenía alrededor de 10 a 13 años y ella probablemente pudo haber tenido 30 años, comparados con el desarrollo humano actual. Los restos fueron datados con una combinación de uranio-plomo y técnicas paleomagnéticas por laboratorios independientes en Berna y Melbourne.
Los huesos se sobrepusieron en la posición anatómica aproximada sobre una ilustración del esqueleto de sediba que muestra brazos largos como un mono, manos de gran alcance, pelvis avanzada y piernas largas. El primero (MH1) perteneció a un joven macho de entre 10 y 13 años, y la hembra (MH2) pesó probablemente 33 kilogramos y tenía alrededor de 30 años. Crédito: Science.
“Yo creo que este es un buen candidato para ser la especie transitoria entre el hombre-mono africano Australopithecus africanus y el Homo habilis u otros ancestros directos del Homo erectus, como el niño de Turkana, el hombre de Java o el hombre de Pekín”, expresa Berger.
Este hallazgo demuestra que la transición evolutiva de ancestros con cuerpos pequeños que quizá vivían más en los árboles, a bípedos con cuerpos más grandes y con zancadas completas ocurrió a pasos graduales. “Estos fósiles nos dan un vistazo extraordinariamente detallado de un nuevo capítulo de la evolución humana y proveen una ventana a un periodo crítico cuando los homínidos hicieron el cambio de una vida en los árboles a una vida en el suelo”, afirma el investigador sudafricano.
Cueva originaria
En un artículo por separado incluido en el mismo número de Science, Paul Dirks y colegas analizaron el sistema de cuevas de Malapa, dataron los depósitos de fósiles y describieron el entorno geológico y ecológico en el que Australopithecus sediba habría vivido hace dos millones de años.
La cueva de Malapa está compuesta por un complejo sistema de niveles subterráneos en la fractura de la superficie de la tierra. Los fósiles fueron localizados en el lugar señalado como Malapa site. Crédito: Science.
Varios huesos fosilizados de dos individuos pertenecientes a una nueva especie de homínido llamado Australopitecus sediba fueron localizados en una cueva de Malapa. Crédito: Brett Elfo, cortesía de Lee Berger y la Universidad de Witwatersrand.
Una nueva especie de homínido llamado Australopithecus sediba de dos millones de años de antigüedad fue localizado en una cueva de Sudáfrica y podría ser el ancestro de las primeras especies Homo, lo que arrojará luz sobre la evolución humana.
De acuerdo con un artículo que será publicado mañana en la revista Science, de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, se descubrieron partes de dos esqueletos de homínidos que caminaban de forma vertical y que podrían responder algunas preguntas clave sobre el origen del ser humano.
Los fósiles de entre 1.95 y 1.78 millones de años de antigüedad permitieron la reconstrucción de las características físicas de esta nueva especie de Australopithecus así como el antiguo entorno en el que vivió y murió, que indican que la transición de los primeros homínidos al género Homo ocurrió en etapas muy lentas.
Los fósiles tienen una estructura ósea similar a la de la especie Homo más antigua, parecidos a un Australopithecus, como la famosa “Lucy”, sin embargo, de cuerdo con Lee Berger, de la Universidad Witwatersrand de Sudáfrica y autor principal del descubrimiento, aún no es posible establecer la relación de proximidad evolutiva de Austalopithecus sediba con otras especies asignadas al Homo primitivo.
Entre las partes localizadas se incluyen la mayor parte de un cráneo, pelvis, tobillo, clavícula, mandíbula y dientes. El tamaño de su cerebro tenía entre 420 y 450 centímetros cúbicos. Crédito: Brett Elfo, cortesía de Lee Berger y la Universidad de Witwatersrand.
Algunos científicos creen que el género humano Homo evolucionó a partir del Australopithecus hace poco más de dos millones de años, pero esta hipótesis ha sido ampliamente debatida por otros expertos que proponen una evolución a partir del género Kenyanthropus.
Antes de este descubrimiento, los investigadores podían acomodar fácilmente el registro completo de fósiles candidatos para ser el origen del género Homo, no obstante, con este descubrimiento y con la riqueza de fósiles que se han recobrado, la situación ha cambiado y se ha vuelto más compleja, pero los paleontólogos creen que esta nueva especie podría eventualmente aclarar el debate y ayudar a revelar a nuestros ancestros directos.
“Podemos concluir que esta nueva especie comparte más características derivadas con el Homo primitivo que con cualquier otra especie australopiteca conocida y, por tanto, es un candidato a ser el ancestro del género o un grupo hermano de un ancestro cercano que persistió durante cierto tiempo tras la primera aparición de Homo”, señala Berger.
El entorno en el que vivió sediba era en varias maneras similar al entorno actual: llanuras cubiertas de pasto, transeccionados por valles boscosos y con más vegetación. Crédito: Cortesía de Paul Dirks.
Los homínidos u homíninos son una familia taxonómica a la que pertenecen el ser humano (Homo sapiens), los simios (orangutanes, gorilas, chimpancés y bonobos), los neandertales y ancestros como el Homo erectus, con la característica de la locomoción bípeda y cerebros grandes.
La investigación inició en 2008 en una cueva llamada Malapa en un sitio protegido por ser Patrimonio de la Humanidad en Sudáfrica, a 40 kilómetros de Johannesburgo. Berger junto con un equipo de 60 investigadores de Estados Unidos, Suiza y Australia, descubrió los dos esqueletos parciales que incluyen la mayor parte de un cráneo, pelvis y tobillo de dos Australopithecus sediba –una hembra adulta y un macho joven o niño– que fueron encontrados juntos y muy bien conservados.
En esta cueva se muestra el lugar donde fueron localizados los restos fosilizados de los homínidos, que quedaron en una trampa de sedimentos y lodo, en la parte inferior de la cueva. Crédito: Cortesía de Paul Dirks.
“Se estima que medían cerca de 1.27 metros, aunque el joven pudo haber sido un poco más alto. La hembra pesó probablemente 33 kilogramos y el varón cerca de 27 kilogramos a la hora de su muerte”, informa Berger. “El tamaño del cerebro del joven tenía entre 420 y 450 centímetros cúbicos, que es pequeño si se compara con el cerebro humano que tiene entre 1200 y 1600 centímetros cúbicos, pero la forma del cerebro parece ser más avanzada que la de los australopitecinos”.
El joven o niño tenía alrededor de 10 a 13 años y ella probablemente pudo haber tenido 30 años, comparados con el desarrollo humano actual. Los restos fueron datados con una combinación de uranio-plomo y técnicas paleomagnéticas por laboratorios independientes en Berna y Melbourne.
Los huesos se sobrepusieron en la posición anatómica aproximada sobre una ilustración del esqueleto de sediba que muestra brazos largos como un mono, manos de gran alcance, pelvis avanzada y piernas largas. El primero (MH1) perteneció a un joven macho de entre 10 y 13 años, y la hembra (MH2) pesó probablemente 33 kilogramos y tenía alrededor de 30 años. Crédito: Science.
Este hallazgo demuestra que la transición evolutiva de ancestros con cuerpos pequeños que quizá vivían más en los árboles, a bípedos con cuerpos más grandes y con zancadas completas ocurrió a pasos graduales. “Estos fósiles nos dan un vistazo extraordinariamente detallado de un nuevo capítulo de la evolución humana y proveen una ventana a un periodo crítico cuando los homínidos hicieron el cambio de una vida en los árboles a una vida en el suelo”, afirma el investigador sudafricano.
Cueva originaria
En un artículo por separado incluido en el mismo número de Science, Paul Dirks y colegas analizaron el sistema de cuevas de Malapa, dataron los depósitos de fósiles y describieron el entorno geológico y ecológico en el que Australopithecus sediba habría vivido hace dos millones de años.
La cueva de Malapa está compuesta por un complejo sistema de niveles subterráneos en la fractura de la superficie de la tierra. Los fósiles fueron localizados en el lugar señalado como Malapa site. Crédito: Science.
“Creemos que el entorno en el que vivió sediba era en varias maneras similar al entorno actual”, dice Dirks, de la Universidad James Cook de Australia. “Por ejemplo, uno predominantemente con llanuras cubiertas de pasto, transeccionados por valles boscosos, con más vegetación. Sin embargo, los ríos fluyeron en diferentes direcciones y el paisaje no estaba estático, sino que cambiaba todo el tiempo”.
Las cuevas de Malapa no están distribuidas al azar, sino que se encuentran a lo largo de zonas de fractura de la superficie que cruzan el paisaje y en su mayoría están compuestas de cuarzo, sílex, dolomita, y peloides.
“Los fósiles están juntos en un estado casi-articulado en los restos sedimentarios de un sistema de cuevas profundamente erosionado”, señala Dirks. “Fueron enterrados por un simple flujo de escombros que indica que el momento de sus muertes fue cercano y ocurrió poco antes de que el flujo de escombro y lodo los arrastrara a su lugar de entierro”.
Localización del sitio de Malapa en el valle del Grootvleispruit, a 40 kilómetros de Johannesburgo, muestra las formaciones geológicas de las cuevas. Crédito: Science.
Los investigadores identificaron los fósiles de al menos otras 25 especies de animales lo que sugiere que las cuevas de Malapa tenían 10 metros de profundidad cuando los fósiles de Australopithecus sediba fueron depositados, y también sugieren que la cueva podría haber actuado como una trampa mortal de lodo para animales que buscaban agua.
“Una explicación posible de su entrada a la cueva podría ser que necesitaban agua”, explica Dirks. “Quizá al momento de su muerte, el área en la que vivían experimentaba una severa sequía. Los animales podrían haber olido el agua, haberse aventurado muy adentro y caído en pozos escondidos en la oscuridad absoluta, o se perdieron y murieron”.
El nombre “sediba” significa “fuente” o “manantial” en la lengua Sotho, una de las 11 lenguas oficiales en Sudáfrica, por lo que los investigadores creen que es lo más apropiado para los nuevos fósiles que aportarán información abundante sobre nuestro origen humano, y a modo de celebración del hallazgo, se ha invitado a los niños de Sudáfrica a que nombren el esqueleto juvenil.
FUENTE
Las cuevas de Malapa no están distribuidas al azar, sino que se encuentran a lo largo de zonas de fractura de la superficie que cruzan el paisaje y en su mayoría están compuestas de cuarzo, sílex, dolomita, y peloides.
“Los fósiles están juntos en un estado casi-articulado en los restos sedimentarios de un sistema de cuevas profundamente erosionado”, señala Dirks. “Fueron enterrados por un simple flujo de escombros que indica que el momento de sus muertes fue cercano y ocurrió poco antes de que el flujo de escombro y lodo los arrastrara a su lugar de entierro”.
Localización del sitio de Malapa en el valle del Grootvleispruit, a 40 kilómetros de Johannesburgo, muestra las formaciones geológicas de las cuevas. Crédito: Science.
“Una explicación posible de su entrada a la cueva podría ser que necesitaban agua”, explica Dirks. “Quizá al momento de su muerte, el área en la que vivían experimentaba una severa sequía. Los animales podrían haber olido el agua, haberse aventurado muy adentro y caído en pozos escondidos en la oscuridad absoluta, o se perdieron y murieron”.
El nombre “sediba” significa “fuente” o “manantial” en la lengua Sotho, una de las 11 lenguas oficiales en Sudáfrica, por lo que los investigadores creen que es lo más apropiado para los nuevos fósiles que aportarán información abundante sobre nuestro origen humano, y a modo de celebración del hallazgo, se ha invitado a los niños de Sudáfrica a que nombren el esqueleto juvenil.
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