jack_kugel
Bovino maduro
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Pasaron unos días y volví a ir al club al estar ya recuperada de los piercing y de la paliza que me propinaron Mario y sus dos amigos cuando me follaron salvajemente. Por cierto su dos amigos me pagaron lo que me prometieron, pero Mario no lo hizo, me dijo que ya iba en lo que me daba todos los meses.
El primer día que fui me encontré con Marta en la sauna. A pesar de estar ya embarazada de casi 7 meses, seguía acudiendo al club para practicar los ejercicios que le recomendó su médico y facilitar el parto.
Nos dimos dos besos, como estábamos desnudas me vio todo el cuerpo, y me dijo que estaba magnífica que se me veía más delgada y que le gustaban mucho todos mis nuevos piercing y el tatuaje sobre mi trasero.
Entonces la comenté que Mario quería que nos acompañara a Palma una semana de vacaciones, aunque le advertí que si lo hacía el degenerado de Mario haría con ella lo que le diera la gana a pesar de estar embarazada.
Ella me contestó que estaba muy pesada por el embarazo y que no sabría que decirle a su marido, porque habían acordado que no se irían de vacaciones por su embarazo. Le contesté que no se preocupara que Mario después del todo era ginecólogo y que le contara a su marido que iba con una amiga a descansar, que si quería que me lo presentara.
Al final conseguí convencerla y al salir del club por la tarde a última hora, nos fuimos a un bar cerca de su casa donde paraba normalmente su marido.
Allí estaba él, nos presentó, era un tipo de unos 45 años, bastante gordo, no me extraña que Marta estuviera colada por Mario. Su marido que se llamaba Juan, se quedó prendado por mí. No había más que verle, le dijo a su mujer que no sabía que tuviera amigas tan jóvenes y modernas. Como acababa de salir del club y era verano, llevaba unos vaqueros azul claro, marcando la hendidura de mi sexo y un top rojo sin sujetador marcando mis 95 de pecho.
Su mujer le contó que le gustaría venirse conmigo una semana a Palma, que estaríamos con mis padres y que le vendría bien para relajarse al final del embarazo.
El me miraba embobado todo el cuerpo, los tatuajes y sobre todo el piercing de la lengua, yo empecé a sobarle por todos lados, diciéndole que la dejara venir, y claro nos dijo que si. Desde luego el efecto de mi cuerpo en los hombres era y es demoledor.
Al día siguiente en el club, le dije a Marta que Mario quería que ella cumpliera una serie de normas durante el viaje, y que si no las cumplía no podría venir. Me contestó que haría lo que fuera. Las normas eran:
Primero que se pusiera también piercing, pero que como con el embarazo no podría en los pezones y el clítoris que tendría que hacerlo en la lengua y el ombligo, y que además quería que se pusiera un tatuaje sobre el trasero como el mío.
Me contestó que si pero que como se lo explicaría a su marido. La dije que le contara que tenía un ataque de celos por como me miró el día anterior cuando nos presentó, y que notó que le gustaban mis piercing y tatuajes y que por eso se los puso.
Segundo que vistiera ignorando su embarazo, es decir, que mientras durara la semana usara la misma ropa que antes de estar embarazada, nada de ropa premama, incluidos los bikinis.
Me contestó que había engordado 10 Kg. y que no sabía si le valdría. Le contesté que si le valdría, pero que todo el tiempo tendría que ir con la barriga fuera porque sólo podría ponerse Tops y que las faldas y pantalones se los tendría que abrochar por debajo de la tripa. Que en definitiva Mario quería que fuera montando el numerito por donde pasara, porque le excitaba que una mujer madura embarazada llamara la atención de esa forma.
Me dijo que le daría mucha vergüenza pero que lo haría.
Cuando salimos del club, la llevé al sitio donde me anillaron y tatuaron a mí. El chico alucinaba con que una mujer madura y embarazada, quisiera hacerse aquello.
Se quedó sólo en bragas en la camilla. Para tatuarle una rosa igual que la mía en la espalda lo pasó mal porque con la barriga no se podía poner boca a bajo teniendo que estar de lado.
Los piercing de la lengua y el ombligo eran iguales que los míos, se quejó del dolor pero aguantó. El chico dijo que le daba mucho morbo verla embarazada con los adornos que la había puesto.
Por último le pedí al chico que la pusiera otro piercing en la nariz, le puso uno que quedaba como una bolita metálica en una aleta de la nariz.
Yo me puse muy cachonda, al verla con los piercing a su edad, y casi desnuda con su cuerpo tan cambiado por el embarazo. Además llevaba un par de meses sin hacerlo con una mujer.
Marta tenía una barriga tal, que ella misma ya no podía verse su sexo depilado, las tetas las tenía más caídas y más grandes, con los pezones como dilatados, y el trasero más grande. La cara como más ancha y los labios mas gruesos.
Después le dije a Marta que Mario me había pedido que me hiciera unas rastas para llevarlas en Palma ya que no tendríamos mucho tiempo para ir a la peluquería. Así que también se las podía hacer ella porque a Mario le gustaría.
Para los que no lo sepáis las rastas son los peinados típicos de los jamaicanos, es decir, quería que me peinara al estilo Bob Marley como las Africanas. Que le daba morbo porque parecería mas guarra todavía.
Así que nos fuimos a una peluquería especializada que está por la Gran Vía. Como Mario no quería unas rastas definitivas, nos hicieron unas que duraban unos 15 días.
Al querer que duraran 15 días nos tuvieron que enredar y coser el pelo a trenzas utilizando hilos de nylon, tratando luego las trenzas con una especie de silicona o cera caliente que las moldeaba, y que luego al enfriarse y solidificarse nos dejó el pelo con las típicas trenzas a lo Afro.
Después de dos horas me dejaron el pelo como el que lucía Bo Derek en la famosa película la mujer 10. Nos dijeron que para mantenerlo simplemente retiráramos el exceso de agua con una toalla después de ducharnos o bañarnos en la playa o piscina, y que nos agregáramos un poco de una cera que nos dieron al término de cada lavado. Que no usáramos Champúes que el cuero cabelludo por si mismo se limpiaría sólo.
Las rastas nos daban un aspecto más juvenil, sobre todo a Marta, y aunque no teníamos muy claro si podríamos estar sin lavarnos la cabeza sin champú tanto tiempo la verdad es que iba a resultar muy cómodo.
Estaba tan cachonda que me llevé a Marta a casa para hacerla el amor, aprovechando que Mario tenía partida de cartas con los amigos y llegaría tarde.
Al llegar, nos desnudamos en la habitación y nos quedamos desnudas mirándonos y tocando nuestros cuerpos que tanto habían cambiado en pocos meses.
Me dijo que le gustaban los piercing y el tatuaje porque le daban un toque perverso y la hacían parecer más joven, y que cuando tuviera a la niña, se pondría el resto para quedar igual que yo.
Mientras nos mirábamos, me comentó que tenía envidia de mi cuerpo que los siete meses de embarazo habían hecho mella en ella, se sentía pesada, gorda, nada ágil, y poco erótica, le daba cierta vergüenza que Mario la viese así. Estaba confusa y nerviosa.
Yo mientras tanto le tocaba los pechos y la decía que estaba preciosa, y que la tenía envidia porque Mario la había hecho un hijo y que a mí sólo me quería para follar y que por eso me esterilizó.
La llevé a la cama y empecé a chuparle los pezones como si fuera su bebé, no conseguí que saliera leche, todavía era pronto.
Después fui bajando hacia su depilada vagina. Estaba muy dilatada por el embarazo, a simple vista se la veían los labios menores. Empecé a lamérsela muy dulcemente, mientras con una mano tiraba de su clítoris. Ella gemía de placer rogándome que siguiera, me dijo que su marido no la tocaba desde el tercer mes de embarazo y que estaba muy salida.
Cogí un vibrador de unos 20 cm y se lo metí por el culo mientras le lamía el coño, ella estaba en éxtasis, y yo cachóndisima porque nunca lo había hecho con un embarazada.
Como no podíamos hacer un 69 por su tripa y yo quería disfrutar, cuando ya se corrió un par de veces, le saqué el vibrador del culo, y yo me puse uno de correas doble por cada lado, así yo también gozaría.
La puse a 4 patas y empecé a follarla por el coño con fuerza, me dijo que la hacía daño y la contesté que se fuera preparando para el viaje a Palma que Mario no tendría piedad de ella.
A la vez que la follaba el coño la metí el vibrador por el culo, le costaba bastante entrar en esa posición, y me rogó que no se lo metiera que estaba toda llena, entre el embarazo y mi follada por el coño no podía aguantar con el culo ocupado también. Yo no hice ni caso y se lo metí mas adentro dio un grito, pero al final aguantó.
Cuando nos corrimos empecé a besarla en la boca, mientras nuestros piercing chocaban en nuestras lenguas. A ella le dolía porque lo tenía muy reciente. Luego me encendí un cigarro y le ofrecí uno. Ella dijo que había dejado de fumar durante el embarazo a pesar de que antes fumaba un paquete diario, entonces la contesté que por uno no pasaba nada, además la comenté que Mario la obligaría a fumar.
Después del cigarro se vistió se cogió el coche y se fue a casa, desde luego su maridito iba a flipar con los piercing, el tatuaje y el peinado a lo Afro.
Pasaron los días, y cuando quedaban sólo un par de días para irnos a Palma, Mario me dijo que quería comprobar mi peso y medidas en la consulta y que fuera al día siguiente al medio día. Que además quería que conociera a alguien.
Esos 15 días los pasé fatal para perder los 3 kilos que me faltaban, hice mucho ejercicio para quemar calorías, comí todavía menos, manteniéndome a base de batidos vitaminados y agua en desayuno y cena, tomando sólo una ensalada para comer.
Además los diuréticos y laxantes que me recetó Mario, me hacían perder muchos líquidos y me quedé muy débil y encima no sabía si habría perdido los 3 kilos porque a Mario le valía lo que pesara en la balanza de su consulta.
Según la balanza de casa, había perdido 3,5 kilos, pero a mi la ropa me quedaba igual, por el tratamiento hormonal no bajaba casi medidas de cadera y pantalones y faldas como eran muy bajos para dejar ver las gomas de las bragas se ajustaban en la cadera y no en la cintura que era donde baje medidas, y como de pecho no podía bajar al ser de silicona, sujetadores, blusas, etc., me quedaban igual.
Al día siguiente fui al medio día a la consulta, vestida con una minifalda blanca muy ajustada a mitad de muslo, con unas bragas rojas para que se transparentaran y un top blanco, también muy ajustado que me permitía no usar sostén, marcando mis oscuros pezones. Me puse también unas sandalias de 12 cm de tacón.
Estaba nerviosa porque no sabía a quien quería Mario que conociera y como me imaginaba lo peor, me esnifé un par de rayas de coca antes de salir, para darme fuerzas.
Llegué a la consulta que por cierto está dentro de una clínica privada, y le conté a la enfermera que era la compañera de Mario y que me esperaba. Me sonrió y me contestó que me estaban esperando.
Entré con ella en la consulta, y Mario estaba con un hombre de unos 50 años, con pelo blanco pero se notaba que se cuidaba ya que estaba delgado. Se llamaba Paco.
Cuando entré con la enfermera, Mario nos presentó, le dijo a la enfermera que me fuera desnudando, yo a esas alturas ya había perdido la vergüenza de desnudarme delante de la gente. La enfermera se reía mientras le daba la ropa.
Mario y Paco estaban mirando toda la colección de fotos que tenía Mario de mí desde el primer día que entré en su consulta, hasta ahora.
El tal Paco no se lo creía, le preguntaba ¿pero como que esta mujer es la misma que esta otra y sólo han pasado 11 meses?, Mario se reía y decía que yo era su obra maestra, que nunca había conseguido un cambio mental y físico tan brutal en una mujer en tan poco tiempo. Le contó que me había divorciado, dejando a mi marido y mi hijo por él, que dejé un trabajo como jefa de auditoría en una auditora muy importante por el puterío y que era muy sumisa que siempre hacía todo lo que me decía.
Después de la charla me levantó, me puso de pie, me pesó y empezó a tomarme las medidas, yo estaba muy nerviosa, pero empezó a reírse y me dijo que lo había conseguido.
Luego me indicó que empezara a mostrar mi cuerpo a Paco, empezando por mi coño por lo que separé mis labios descubriéndole mi clítoris adornado con el piercing. Luego me puse en el suelo a 4 patas y me abrí el culo con las manos para que pudiera ver mi entrada anal.
Mientras tanto Mario hablaba con Paco diciéndole:
Fíjate Paco que obra de arte, he conseguido que pese lo mismo ahora que cuando la conocí, pero en aquella época era un palo, y ahora es todo curvas, miento ahora pesa un kilo mas, pero ese peso es de las tetas de silicona.
En septiembre 54 Kg. con 75-45-75.
En Enero 66 Kg con 95-65-78.
En Junio.62 Kg. 92-63-95.
En agosto 55 Kg. 91-58-95.
No está nada mal para su 1,72 m de estatura.
Además si la miras bien es igualita a la chica Wonderbra, esta que tiene las piernas más largas del mundo. Si tío es cierto, ¿Cómo lo has conseguido?. Con un tratamiento de hormonas, 7 operaciones de cirugía estética y dietas de engorde y adelgazamiento brutales todo, en sólo 11 meses. Ahora para aguantar ese peso tiene que hacer una dieta salvaje, cuando hace un año comía de todo y era su peso normal.
Ha quedado tan estilizada como una modelo, en todo, marcándosele incluso las costillas y omóplatos, salvo en tetas y caderas que son como las de las actrices porno.
Después de eso, le dijo a la enfermera que me pusiera un enema, y que me hiciera beber dos litros de agua, y que sin dejarme orinar la volviera a llevar a la consulta, pasada una hora después de beber el agua.
Ya me había puesto un enema otra vez y lo pasé fatal, me metió el tubo de plástico por el ano, y me insufló el agua dentro, a los 15 minutos con ella delante, me dejó evacuar, todo el agua y mis excrementos.
Luego me hizo beber los dos litros de agua de golpe, me costó Dios y ayuda, ya que mi estómago se había reducido mucho por la dieta que me hacía llevar Mario.
Me dejó en una habitación, una hora, en la que me di cuenta que además de convertirme en la puta de Mario, me había convertido en una especie de experimento clínico. A la hora me llevó de nuevo con Mario y el tal Paco a la consulta, me quedé de rodillas en el centro y la enfermera se fue.
Les dije que me dejaran orinar, que no aguantaba más (entre los 2 litros de agua y los diuréticos que me hizo tomar Mario, iba a reventar) pero me dijeron que me callara.
Paco empezó a tocarme y mirarme los piercing y los tatuajes, diciéndole a Mario que me había adornado con mucho gusto, sin caer en la vulgaridad. Aunque las rastas a lo Afro si dijo que me daban un toque vulgar.
Mario le contestó que según el gusto de con quien me acostara me los podría quitar todos salvo el del clítoris que necesitaba una cizalla. Se entretuvo especialmente en el del clítoris, dándome tironcitos del aro que me ponían a mil, y que el peinado no era definitivo que quería que lo llevara así unas semanas pero que luego me lo podría cambiar.
Les pedí que me dejaran orinar otra vez, pero se negaron, y les dije que al menos me dejaran fumar que llevaba 2 horas sin hacerlo. Mario me propinó un bofetón en los morros, diciéndome que me callara, que era hora de follar.
Se bajaron los pantalones y Mario me ordenó que le mostrara a Paco todas mis habilidades. Se la cogí y empecé a mamársela. La polla de paco mediría unos 18 cm, pero era muy gruesa, casi no podía metérmela en la boca.
Estábamos en el suelo, Paco con las piernas abiertas delante de mi cara mientras se la mamaba, y Carlos metiéndomela por el culo sin contemplaciones.
Yo me estaba empleando en serio con Paco, y le hice lo que Tai le hizo a Mario. Empecé a lamerle el ano, metiendo mi lengua hasta donde llegaba y luego mientras le lamía los huevos y le mamaba la polla, le metía los dedos en el culo. Yo no sabía si me daría un bofetón o le gustaría pero finalmente le gustó.
Era la primera vez que lo hacía, y me costó bastante meterle los dedos por el culo, se veía que ese agujero no lo usaba mucho, las mujeres lo tenemos más laxo.
Mientras tanto Mario me daba por el culo como si quisiera sacarme la polla por la boca, dándome azotes bastante fuertes en el trasero con las palmas de sus manos.
Yo en todo momento estuve mirando a Paco a los ojos, y le enseñaba el piercing de la lengua siempre que podía para excitarle todavía mas.
Primero se corrió Paco en mi boca, yo me tragué todo su espeso semen y mientras Mario me seguía dando por el culo, me aseguré de limpiarle lo mejor posible la polla.
Al cabo de unos minutos lo hizo Mario dentro de mis inmaculados intestinos por el efecto del enema, quedando luego semen rebosando de mi ano. Yo me estaba orinando y ya no podía aguantar mas.
Después de limpiarle la polla a Mario con mi boca, les supliqué que me dejaran orinar que me lo iba a hacer encima, que haría todo lo que quisieran pero que me dejaran orinar.
Mario se sonrió, llamó a la enfermera y le dijo que le trajera una palangana de las limpiadoras. Al entrar la enfermera se me quedó mirando como quien mira a una puta y me puso la palangana al lado.
La enfermera se fue, y Mario me dijo que si tenía ganas de mear que lo hiciera en la palangana de plástico.
Le dije que con ellos delante me daba mucha vergüenza, y me contestó que o lo hacía así o no meaba, le miré como suplicando que me dejara ir al baño, pero le daba igual, así que mientras ellos se reían, me puse en cuclillas como las perritas, Mario me dijo que abriera bien las piernas cosa que hice todo lo que pude, y encima de la palangana empecé a orinar.
Estuve por lo menos un par de minutos y la llené hasta el borde, ellos se reían y decían que parecía mentira que desde un tripa tan estrecha pudiera salir tanto líquido, y que era muy bonito el brillo de mi piercing del clítoris provocado por el pis.
Fue realmente humillante, y mas si tenemos en cuenta que Mario lo tenía planeado desde el principio cuando me hizo beber los 2 litros de agua.
Con el numerito se pusieron cachondos, y se empalmaron de nuevo, entonces me tumbaron en el suelo y empezaron a hacerse una cubana con mis tetas. Se iban turnando, y después me pusieron a 4 patas pero justo debajo de mi cabeza pusieron la palangana con mi pis, estaba llena hasta el borde.
Después empezaron a alternarse, metiéndomela en el culo o coño, pero eso sí me metían la cara en el pis empujándome la cabeza dentro de la palangana, yo pensaba que me ahogaba.
Simultáneamente me daban azotes en el trasero y me insultaban, llamándome puta, zorra, guarra, y cosas así. Se me saltaban las lágrimas por el dolor que provocaban los azotes y la humillación.
Tardaron mucho en correrse, ya que era la segunda vez y encima se alternaban. A pesar de la situación yo tuve bastantes orgasmos, probablemente me excitaba toda la humillación a que me estaban sometiendo.
Primero se corrió Paco en mi culo, y luego Mario en el coño. Cuando me dejaron Mario me dijo que se las limpiara con la boca, pero me dio un clinex para que me limpiara la cara de meados y no ensuciarles.
Cuando les limpie las pollas, Mario llamó a la enfermera, y le dijo que me llevara a un a baño a que me duchara.
Mientras venía, se pusieron a hablar entre ellos. Su charla fue mas o menos así:
Paco: Desde luego Mario, la puta además de estar buenísima, acepta todo, es sumisa y maneja los tres agujeros como nadie. Es todavía mejor que Ana cuando la conocí. Esta me haría ganar mucha pasta, además las españolas están muy cotizadas.
Mario: Además es capaz de hacer penetraciones triples, con tres tíos a la vez, en los tres agujeros. Toma este DVD, están grabadas sus folladas en casa de Ana, aquí y en mi casa. Ya verás lo guarra que es.
Paco: Pues tío cuando te canses de ella, pásamela ya que llegaré a un acuerdo con ella para que trabaje para mí.
Paco: Te pagaría una buena cantidad por ella, por cierto ¿está sana?.
Mario: Sí, es una mujer que no ha cometido ningún exceso hasta hace un año, la obligo a hacer aeróbic todos los días, y salvo fumar, alguna raya de coca, y algunas copas, se puede decir que lo está. Ya te la venderé cuando me canse de follármela. Además es joven, el mes que viene cumplirá 29 años, luego le quedarían unos 5 o 6 de rendir al máximo nivel.
Después el tal Paco me puso de pie y empezó a tocarme el trasero, tetas, coño, vientre, como queriendo comprobar mi estado. Me abrió la boca y se puso a mirarme los dientes.
Le dijo a Mario que me faltaban todas las muelas del final. Mario empezó a reírse y le dijo que me obligó a sacarme 8 muelas como a las modelos, para tener la cara estilizada, y para que me entraran las pollas hasta la garganta. Paco se quedó impresionado de mi devoción por Mario.
Hablaban de mi como si fuera una mercancía, sin importarles para nada mi opinión o sentimientos, quizás era lógico, porque ya no era más que una puta y yo lo tenía asumido, y no dije una palabra. Estaba claro además que Mario nunca sintió nada por mí, y que cuando se cansara me entregaría a Paco o a cualquier otro.
Mario había doblegado mi personalidad hasta tal punto que yo ya no sabía hacer nada por iniciativa propia, mas que ir de compras y follar, y me sentía indefensa si no le tenía cerca para protegerme.
Era consciente que ya no podría vivir sin la protección de un macho, ya fuera Mario, Paco o cualquier otro, porque tenía que mantener un ritmo de vida muy alto y ya sólo era capaz para ganarme la vida de follar con quien me dijeran.
Además mi creciente adicción a la coca que disminuyó mi capacidad para razonar con reflejos, y que Mario decidiese todo por mí, como lo que debía comer, como comportarme delante de los demás, que me pusiera en ridículo con gente delante llamándome ignorante, tonta, estúpida, torpe, etc., me quitó toda capacidad para tomar decisiones o llevar una conversación con alguien por simple que fuera, por miedo al ridículo o a que pensaran que era tonta, y eso que hacía unos meses en mi trabajo como auditora era capaz de dirigir un equipo de 50 personas.
Al poco rato, cuando llegó la enfermera a la consulta, la dijo: Acompaña a la guarra esta a que se limpie tiene un aspecto asqueroso. La verdad es que mi pinta era grotesca:
Mi melena rubia ceniza, empapada de meados, todo el maquillaje corrido por el pis, restos de semen en mis labios, e hilos de semen saliendo de mi coño y culo, era difícil caer mas bajo.
Me duché y cuando volví a la consulta Paco ya no estaba. Mario me dio la ropa, me vestí y nos fuimos a comer a un restaurante.
Me dijo que ya podía dejar los diuréticos y laxantes, y que podía volver a comer como ante de estos 15 días, con dieta estricta, para mantener el peso.
El tratamiento hormonal me lo quitaría en septiembre, porque ya el cambio de mi metabolismo sería irreversible, y que bebiera poco alcohol que me haría ganar peso, que si quería colocarme que tomara coca, que me quería con ese cuerpo en Palma.
Cuando terminamos de comer nos fuimos a casa, y le dijimos a Tai que preparara las maletas para el viaje con Marta a Palma.
De esposa ejemplar a puta de lujo 17 de 20
Al día siguiente nos íbamos a Palma pero como a Mario le surgió un emergencia de una paciente que iba a parir, dijo que el cogería un vuelo por la tarde y que yo me podía ir por la mañana con Marta.
Antes de ir a buscar a Marta para ir al aeropuerto, llamé a Ana por el móvil, para que me contara quien era el tal Paco, el que me había follado en la consulta, y que la conocía a ella ya que la nombró cuando hablaba con Mario.
Se puso muy contenta de que la llamara, le conté lo del día anterior, y me contó que Paco tenía 3 chalets en lo mejor de Madrid con putas de alto nivel, que ofrecían sus servicios allí o donde quisiera el cliente en cuestión. Me contó que ella trabajaba para él y que era el clásico chulo putas, aunque pagaba bien a sus chicas.
Entonces me quedaron claras muchas cosas, sobre todo lo que Mario haría conmigo en cuanto se cansara de mí.
Luego llamé a Marta, la dije que iría a buscarla con un taxi y que Mario se reuniría con nosotras en Palma. Además la dije que desde que saliera de casa ya tendría que vestir con la barriga fuera, así que la indiqué que se pusiera unos vaqueros y un top, y que toda la ropa que llevara, fuera de la que usara antes del embarazo.
Mientras iba en el taxi a su casa, pensaba en que algunos veranos había veraneado con mi familia en Palma, alquilábamos un apartamento y pasábamos allí el mes de vacaciones, aunque era difícil, sólo quedaba que me los encontrara allí.
En fin cuando llegué a su casa sin bajarme del taxi la llamé por el móvil para decir a Marta que bajara.
Cuando bajó fue impresionante, llevaba una minifalda vaquera abrochada justo por debajo de su barriga, y un top también de tela vaquera. Se veía que llevaba sujetador, ya que las tiras negras del mismo se le veían por los hombros.
Era un auténtico espectáculo verla con toda la tripa al aire con un piercing que coronaba su ombligo, no me extraña que el portero de su casa que la ayudaba a llevar las maletas no la quitara ojo sobre todo del tatuaje sobre su trasero. Por no hablar de la pinta que tenía con las rastas. Yo al ser mas joven no llamaba tanto la atención, pero que una mujer de 40 años llevara el pelo como una negra jamaicana chocaba bastante.
Yo iba con unos pantalones blancos de licra muy ajustados, que transparentaban mi tanga azul celeste y un polo rojo sin mangas por encima del ombligo, sin sujetador porque en verano me daba calor, por lo que se marcaban todos los pezones en el polo, y se me movían las tetas al caminar.
Al portero casi le da algo al verme, y en el camino al aeropuerto el taxista no nos quitaba ojo. Le dije a Marta que no llevaba tacones y me contestó que con el embarazo estaba muy pesada y que le costaba mucho caminar con ellos.
La contesté que Mario siempre nos quería con ellos, así que en el aeropuerto la obligué a comprarse 3 pares de 12 cm, con tacón de aguja y de los que acaban por la parte de los dedos en punta y le tiré todos los suyos planos.
Ver a una embarazada de 7 meses con esos tacones es un numerito, por el contoneo al caminar, además del auténtico suplicio que es para ella utilizarlos.
Cuando llegamos fuimos al hotel que estaba en Andraitx un pueblo turístico muy cerca de Palma de Mallorca, con puerto marítimo y playa. Un verano lo pasé allí con mis padres.
Al día siguiente por la tarde llegó Mario nosotras le esperábamos en la piscina del hotel, tomando el sol.
El me había elegido todos los bikinis que debía usar, siempre sin la parte de arriba, siendo en todos la de abajo un tanga diminuto, que consistía en un triangulito que me tapaba sólo labios vaginales y clítoris, lo demás era una tira por el culo que no se veía que se unía al triangulito por los lados de las caderas con unos cordones que de lejos no se veían. Si me miraban por detrás parecía que iba desnuda.
Cuando llegó se cabreó con Marta porque llevaba la parte de arriba, y le dijo que mal empezaba que se la quitara. Ella se la quitó, y aparecieron sus tetas medio caídas por el embarazo y la edad. La gente que había en la piscina se la quedó mirando. Miró la besó en la boca y empezó a recorrerla la barriga y las tetas con sus manos.
En definitiva esto fue lo que pasó.
Mario: Vaya Marta ya veo que nuestro viaje e Tenerife dio sus frutos, que será niño o niña.
Marta: Un niña.
Mario: Veo que te has adornado el cuerpo con algún que otro piercing y tatuaje.
Marta: Si Sonia me dijo que te gustaba.
Después de un rato tomando el sol.
Mario: Marta no te veo fumar y tu antes lo hacías.
Marta: Es que lo he dejado por el embarazo.
Mario: A mi tu embarazo me importa 2 cojones, vete ahora mismo a la barra del bar y cómprate un paquete de tabaco que no sea light, y te vienes ya fumando, que me da morbo ver a una tía preñada fumar uno detrás de otro, que la niña se vaya acostumbrando.
Marta: Como quieras.
La pobre Marta se fue sólo cubierta con su tanga a comprar tabaco, y le dijo a un camarero que se lo encendiera. Las señoras mayores de la piscina la miraban con desprecio, y a las chicas jóvenes se las oía decir que parecía mentira con la edad que tenía.
Cuando anochecía, nos subimos a la habitación del hotel, Mario sólo dejó que nos pusiéramos unas camisetas para cubrirnos las tetas, y se aseguró de mojarlas para que se marcaran bien.
Nos dijo que le gustaba como quedaba nuestro cabello con las rastas y nos preguntó que como lo llevábamos.
Le contestamos que era muy cómodo ya que nunca teníamos que peinarnos ni ir a la peluquería, sólo nos mojábamos el pelo con agua en la ducha o en la playa y lo secábamos un poco con una toalla y nos echábamos una cera para mantener la rastas aunque eso sí, le contamos que era bastante antihigiénico porque no nos podíamos lavar la cabeza con champú y que nos picaba. Por eso nos rascábamos cada dos por tres.
Nos contestó que había leído sobre el tema y que eso era el primer mes que luego la cabeza ya se acostumbraba a que la limpiáramos sólo con agua y que no hacía falta usar champú.
En el hotel, ellos se inscribieron como marido y mujer, en una habitación y yo sola en otra. Dejé las cosas en la mía y me metí con ellos en la suya.
Mario estaba cachondo por la que había montado en la piscina y por lo entregada que estaba Marta.
Marta estaba nerviosa, ya que no había visto a Mario durante los últimos meses. Los siete meses de embarazo habían hecho mella, en su cuerpo cosa que la hacía sentir insegura, se sentía pesada, gorda, nada ágil, poco erótica, le daba cierta vergüenza que su Mario la viese con el cuerpo así. Estaba confusa y nerviosa. Cuando llegué a la habitación se estaba fumando un cigarro mientras Mario meaba en el baño.
Cuando salió Mario del bañó esto fue lo que pasó:
Mario le dijo a Marta que se pusiera de pie y que se quitara el tanga, porque quería verla desnuda.
Ella se sentía morir, la misma vergüenza que había sentido la primera vez que se había desnudado ante él se incrementaba ahora por la vergüenza de mostrarle su cuerpo desnudo del todo.
Desnúdate, su voz era ahora más severa, ella comenzó a desnudarse mientras un rubor subía a su cara e intentaba ocultar, inconscientemente, su cuerpo.
Mario Sintió deseos de besarla, echarla encima de la cama. Aunque fuera ginecólogo sentía un profundo deseo por tocar su vientre, y las formas producidas por el embarazo que el había provocado en una mujer madura y casada.
Su excitación le hizo tener una erección como hacia tiempo que no veía en Mario. Marta intentaba esconder su cuerpo y se ruborizaba, aquello le gustó, supongo que por su personalidad dominante.
A continuación la ordenó que colocase sus brazos en la espalda. Después jugó con sus dedos dentro de su boca. La lengua de ella reaccionó como meses antes en el viaje a Tenerife, lamiendo y chupando aquellos dedos. El no podía dejar de mirar sus pechos, con sus manos comenzó a acariciarlos lentamente, rozando la piel, estirando suavemente los pezones. Ella gemía.
Ella seguía nerviosa. No se sentía capaz de complacer a Mario con ese cuerpo.
No la dejó pensar y la ordenó que le quitara el bañador. Ella comenzó a desnudar su cuerpo usando su boca, él se dejaba hacer, mientras ella besaba cada milímetro de piel que descubría. Deseaba aquel cuerpo y deseaba complacerlo. Lo oía susurrarle y aquello le hacía sentirse bien aunque la gustaba mas cuando su voz se hacia firme y autoritaria.
No sabía cuando y como la tomaría. El estaba completamente excitado, ella beso su sexo, lamiéndolo lentamente, lo oyó gemir y eso hizo que comenzase a lamer y a besarlo con más intensidad.
Poco a poco iba olvidando cualquier reparo, duda o indecisión, él siempre conseguía ponerla así.
Cerró primero sus ojos al sentir su lengua, su boca chupándole lentamente, después los abrió mirándole fijamente a la cara. Aguantó un poco más, pero después la hizo apartarse y tirando de un collar que llevaba en el cuello, la llevó al baño. La hizo sentarse y que se pusiera a mear.
Marta se puso colorada de vergüenza y bajo la cabeza. Le daba mucha vergüenza, pero al mismo tiempo hacía que se sintiese totalmente desnuda, expuesta, y entregada.
A todo esto yo me estaba masturbando viendo todas las escenas.
Volvió a sentir la misma sensación mientras notaba el placer de orinar. Después el hizo que se levantase, la ayudo a inclinarse y me obligó a mí a limpiar su sexo con mi lengua lentamente, de las gotitas de orina que pudieran quedar. Le gustaba vernos indefensas, ofreciéndole la complicidad de algo tan íntimo.
Haciendo que se notase hasta que punto éramos suyas. Después comenzó a acariciar y a meter los dedos en su coño. Ella se aguantaba con las manos en la bañera mientras él usaba sus dedos, primero lentamente, después rápido, después lentamente.
Jadeaba, el sentir la mano de Mario en su intimidad, y al limpiarla yo con mi lengua se había excitado de una forma brutal. Notarlo ahora jugar con su sexo, le hacía cerrar los ojos y sentía temblar todo su cuerpo. Luego empezó a acariciar su clítoris. Sentía unas ganas terribles de correrse. Hacia tiempo que no jodía con un hombre y ahora todas las sensaciones eran mayores.
Entonces Mario paró. Noté en la cara de Marta su desolación.
A continuación la hizo que se arrodillase y ponerse a cuatro patas todavía en el baño, y tirándola del pelo la llevó en esa postura lentamente a la habitación. Al gatear se notaba lo pesado de su cuerpo, su embarazo, pero ahora lo sentía excitante, se sentía como su perrita preñada.
Aquel día, caminando lentamente a 4 patas y sintiendo su vientre tenso, su sexo mojado y ardiendo, deseaba más que nunca entregarse a Mario.
Yo me estaba poniendo tan cachonda como Mario. Estaba preciosa. Notaba como ella se movía lentamente. La veía disfrutar, su cara antes de vergüenza, ahora estaba radiante con una sonrisa de complicidad y de placer. Al llegar al cuarto la hizo sentarse sobre sus talones.
La acarició en su cara mientras jugaba con su pelo, con sus pechos, con su vientre. Sus manos no paraban mientras miraba sus ojos y su sonrisa. Ella sentía sus manos paseándose por su cuerpo, acariciando, palpando, pellizcando, le gustaba sentirlas en sus pezones y en su tensa piel del vientre.
Estaba deseando notarlo dentro de sus agujeros, follándola fuerte, chuparlo, hacer todo lo que él quisiera. Confiaba totalmente en él. El la dijo que pusiera sus brazos detrás de la espalda para empezar a masajear sus tetas, Le gustaba como estaban. En esa postura a pesar del embarazo, estaban firmes y tensas. Ella temblaba mientras notaba los dedos de Mario pellizcando sus pezones.
Mario se incorporó y con Marta sentada sobre sus talones, le metió su verga en la boca, y la dijo que empezara a mamársela despacio, ayudándose de las manos. Ella tenía que hacer grandes esfuerzos para mantener el equilibrio por el embarazo. Empezó a meterse los cojones en la boca, chupándolos y luego fue ascendiendo hasta el glande.
Al empezar a mamársela le hizo daño con el piercing de la lengua, Mario dio un grito y la propinó una hostia que provocó que Marta se cayera al suelo de espaldas. Yo la incorporé, mientras sangraba por el labio.
La limpie la sangre con un clinex, entonces Mario la dijo que como volviera a hacerlo la sacaba la niña del vientre a patadas. Ella se puso a llorar y le contestó que desde que se hizo el piercing en la lengua no había mamado ninguna polla y le faltaba práctica.
Yo intenté tranquilizar a Mario, y empece a chuparle la polla y a enseñar a Marta como debía hacerlo para no lastimarle el miembro. Después siguió ella y enseguida cogió como debía poner la lengua para no hacerle daño.
Cuando Mario estaba a punto de correrse la ayudó a incorporarse e hizo que se pusiese sobre la cama. Se echó en ella y la coloco sobre él de un golpe.
Ella, tuvo un poco de miedo pensaba en su niña, pero nuevamente al sentir las caricias, los tironcitos en los pezones, en el clítoris y del piercing de su ombligo, la hicieron olvidar todo y concentrarse en el placer. Notó como el se echaba y como la hacía sentarse sobre su miembro. Lo notó duro y latente y un jadeo profundo salió de su boca al sentir como la penetraba. Lo sentía dentro de ella, caliente, su cuerpo quería moverse, y el la dijo que lo hiciera rápido que quería ver como se follaba mientras la agarraba por los pezones.
Ella no podía aguantar más y tuvo un orgasmo, comenzó a moverse como si le pasara una corriente eléctrica mientras notaba como su niña se movía en su interior y las manos de Mario jugaban con su cuerpo, estirando y apretando sus pezones una y otra vez.
Al poco tiempo Mario se corrió abundantemente dentro del sexo de Marta, y se dirigió a ella cariñosamente, llamándola buena perrita.
Cuando ambos se repusieron Mario me ordenó que les limpiara.
Primero limpié la polla de Mario, y luego la vagina de Marta, que además estaba encharcada de sus propios flujos. Mientras ellos se reponían fumando un cigarro, yo me empleaba en el trabajo de limpieza.
Tiene gracia a Mario siempre le gustó poner motes a sus chicas, e igual que a mí me llamaba cariñosamente zorrita, incluso delante de gente, desde aquel día cuando se dirigía a Marta la llamaba perrita.
Mario al final fue bueno conmigo, y le dijo a la perrita que me lamiera el sexo hasta que me corriera. Marta hizo un buen trabajo, con su lengua y dedo, y debido a lo cachonda que estaba lo consiguió enseguida.
Luego nos quedamos dormidos en la misma cama, mientras yo pensaba que qué nos tendría Mario preparado para el día siguiente.
Continuará.
Se agradecen comentarios.
El primer día que fui me encontré con Marta en la sauna. A pesar de estar ya embarazada de casi 7 meses, seguía acudiendo al club para practicar los ejercicios que le recomendó su médico y facilitar el parto.
Nos dimos dos besos, como estábamos desnudas me vio todo el cuerpo, y me dijo que estaba magnífica que se me veía más delgada y que le gustaban mucho todos mis nuevos piercing y el tatuaje sobre mi trasero.
Entonces la comenté que Mario quería que nos acompañara a Palma una semana de vacaciones, aunque le advertí que si lo hacía el degenerado de Mario haría con ella lo que le diera la gana a pesar de estar embarazada.
Ella me contestó que estaba muy pesada por el embarazo y que no sabría que decirle a su marido, porque habían acordado que no se irían de vacaciones por su embarazo. Le contesté que no se preocupara que Mario después del todo era ginecólogo y que le contara a su marido que iba con una amiga a descansar, que si quería que me lo presentara.
Al final conseguí convencerla y al salir del club por la tarde a última hora, nos fuimos a un bar cerca de su casa donde paraba normalmente su marido.
Allí estaba él, nos presentó, era un tipo de unos 45 años, bastante gordo, no me extraña que Marta estuviera colada por Mario. Su marido que se llamaba Juan, se quedó prendado por mí. No había más que verle, le dijo a su mujer que no sabía que tuviera amigas tan jóvenes y modernas. Como acababa de salir del club y era verano, llevaba unos vaqueros azul claro, marcando la hendidura de mi sexo y un top rojo sin sujetador marcando mis 95 de pecho.
Su mujer le contó que le gustaría venirse conmigo una semana a Palma, que estaríamos con mis padres y que le vendría bien para relajarse al final del embarazo.
El me miraba embobado todo el cuerpo, los tatuajes y sobre todo el piercing de la lengua, yo empecé a sobarle por todos lados, diciéndole que la dejara venir, y claro nos dijo que si. Desde luego el efecto de mi cuerpo en los hombres era y es demoledor.
Al día siguiente en el club, le dije a Marta que Mario quería que ella cumpliera una serie de normas durante el viaje, y que si no las cumplía no podría venir. Me contestó que haría lo que fuera. Las normas eran:
Primero que se pusiera también piercing, pero que como con el embarazo no podría en los pezones y el clítoris que tendría que hacerlo en la lengua y el ombligo, y que además quería que se pusiera un tatuaje sobre el trasero como el mío.
Me contestó que si pero que como se lo explicaría a su marido. La dije que le contara que tenía un ataque de celos por como me miró el día anterior cuando nos presentó, y que notó que le gustaban mis piercing y tatuajes y que por eso se los puso.
Segundo que vistiera ignorando su embarazo, es decir, que mientras durara la semana usara la misma ropa que antes de estar embarazada, nada de ropa premama, incluidos los bikinis.
Me contestó que había engordado 10 Kg. y que no sabía si le valdría. Le contesté que si le valdría, pero que todo el tiempo tendría que ir con la barriga fuera porque sólo podría ponerse Tops y que las faldas y pantalones se los tendría que abrochar por debajo de la tripa. Que en definitiva Mario quería que fuera montando el numerito por donde pasara, porque le excitaba que una mujer madura embarazada llamara la atención de esa forma.
Me dijo que le daría mucha vergüenza pero que lo haría.
Cuando salimos del club, la llevé al sitio donde me anillaron y tatuaron a mí. El chico alucinaba con que una mujer madura y embarazada, quisiera hacerse aquello.
Se quedó sólo en bragas en la camilla. Para tatuarle una rosa igual que la mía en la espalda lo pasó mal porque con la barriga no se podía poner boca a bajo teniendo que estar de lado.
Los piercing de la lengua y el ombligo eran iguales que los míos, se quejó del dolor pero aguantó. El chico dijo que le daba mucho morbo verla embarazada con los adornos que la había puesto.
Por último le pedí al chico que la pusiera otro piercing en la nariz, le puso uno que quedaba como una bolita metálica en una aleta de la nariz.
Yo me puse muy cachonda, al verla con los piercing a su edad, y casi desnuda con su cuerpo tan cambiado por el embarazo. Además llevaba un par de meses sin hacerlo con una mujer.
Marta tenía una barriga tal, que ella misma ya no podía verse su sexo depilado, las tetas las tenía más caídas y más grandes, con los pezones como dilatados, y el trasero más grande. La cara como más ancha y los labios mas gruesos.
Después le dije a Marta que Mario me había pedido que me hiciera unas rastas para llevarlas en Palma ya que no tendríamos mucho tiempo para ir a la peluquería. Así que también se las podía hacer ella porque a Mario le gustaría.
Para los que no lo sepáis las rastas son los peinados típicos de los jamaicanos, es decir, quería que me peinara al estilo Bob Marley como las Africanas. Que le daba morbo porque parecería mas guarra todavía.
Así que nos fuimos a una peluquería especializada que está por la Gran Vía. Como Mario no quería unas rastas definitivas, nos hicieron unas que duraban unos 15 días.
Al querer que duraran 15 días nos tuvieron que enredar y coser el pelo a trenzas utilizando hilos de nylon, tratando luego las trenzas con una especie de silicona o cera caliente que las moldeaba, y que luego al enfriarse y solidificarse nos dejó el pelo con las típicas trenzas a lo Afro.
Después de dos horas me dejaron el pelo como el que lucía Bo Derek en la famosa película la mujer 10. Nos dijeron que para mantenerlo simplemente retiráramos el exceso de agua con una toalla después de ducharnos o bañarnos en la playa o piscina, y que nos agregáramos un poco de una cera que nos dieron al término de cada lavado. Que no usáramos Champúes que el cuero cabelludo por si mismo se limpiaría sólo.
Las rastas nos daban un aspecto más juvenil, sobre todo a Marta, y aunque no teníamos muy claro si podríamos estar sin lavarnos la cabeza sin champú tanto tiempo la verdad es que iba a resultar muy cómodo.
Estaba tan cachonda que me llevé a Marta a casa para hacerla el amor, aprovechando que Mario tenía partida de cartas con los amigos y llegaría tarde.
Al llegar, nos desnudamos en la habitación y nos quedamos desnudas mirándonos y tocando nuestros cuerpos que tanto habían cambiado en pocos meses.
Me dijo que le gustaban los piercing y el tatuaje porque le daban un toque perverso y la hacían parecer más joven, y que cuando tuviera a la niña, se pondría el resto para quedar igual que yo.
Mientras nos mirábamos, me comentó que tenía envidia de mi cuerpo que los siete meses de embarazo habían hecho mella en ella, se sentía pesada, gorda, nada ágil, y poco erótica, le daba cierta vergüenza que Mario la viese así. Estaba confusa y nerviosa.
Yo mientras tanto le tocaba los pechos y la decía que estaba preciosa, y que la tenía envidia porque Mario la había hecho un hijo y que a mí sólo me quería para follar y que por eso me esterilizó.
La llevé a la cama y empecé a chuparle los pezones como si fuera su bebé, no conseguí que saliera leche, todavía era pronto.
Después fui bajando hacia su depilada vagina. Estaba muy dilatada por el embarazo, a simple vista se la veían los labios menores. Empecé a lamérsela muy dulcemente, mientras con una mano tiraba de su clítoris. Ella gemía de placer rogándome que siguiera, me dijo que su marido no la tocaba desde el tercer mes de embarazo y que estaba muy salida.
Cogí un vibrador de unos 20 cm y se lo metí por el culo mientras le lamía el coño, ella estaba en éxtasis, y yo cachóndisima porque nunca lo había hecho con un embarazada.
Como no podíamos hacer un 69 por su tripa y yo quería disfrutar, cuando ya se corrió un par de veces, le saqué el vibrador del culo, y yo me puse uno de correas doble por cada lado, así yo también gozaría.
La puse a 4 patas y empecé a follarla por el coño con fuerza, me dijo que la hacía daño y la contesté que se fuera preparando para el viaje a Palma que Mario no tendría piedad de ella.
A la vez que la follaba el coño la metí el vibrador por el culo, le costaba bastante entrar en esa posición, y me rogó que no se lo metiera que estaba toda llena, entre el embarazo y mi follada por el coño no podía aguantar con el culo ocupado también. Yo no hice ni caso y se lo metí mas adentro dio un grito, pero al final aguantó.
Cuando nos corrimos empecé a besarla en la boca, mientras nuestros piercing chocaban en nuestras lenguas. A ella le dolía porque lo tenía muy reciente. Luego me encendí un cigarro y le ofrecí uno. Ella dijo que había dejado de fumar durante el embarazo a pesar de que antes fumaba un paquete diario, entonces la contesté que por uno no pasaba nada, además la comenté que Mario la obligaría a fumar.
Después del cigarro se vistió se cogió el coche y se fue a casa, desde luego su maridito iba a flipar con los piercing, el tatuaje y el peinado a lo Afro.
Pasaron los días, y cuando quedaban sólo un par de días para irnos a Palma, Mario me dijo que quería comprobar mi peso y medidas en la consulta y que fuera al día siguiente al medio día. Que además quería que conociera a alguien.
Esos 15 días los pasé fatal para perder los 3 kilos que me faltaban, hice mucho ejercicio para quemar calorías, comí todavía menos, manteniéndome a base de batidos vitaminados y agua en desayuno y cena, tomando sólo una ensalada para comer.
Además los diuréticos y laxantes que me recetó Mario, me hacían perder muchos líquidos y me quedé muy débil y encima no sabía si habría perdido los 3 kilos porque a Mario le valía lo que pesara en la balanza de su consulta.
Según la balanza de casa, había perdido 3,5 kilos, pero a mi la ropa me quedaba igual, por el tratamiento hormonal no bajaba casi medidas de cadera y pantalones y faldas como eran muy bajos para dejar ver las gomas de las bragas se ajustaban en la cadera y no en la cintura que era donde baje medidas, y como de pecho no podía bajar al ser de silicona, sujetadores, blusas, etc., me quedaban igual.
Al día siguiente fui al medio día a la consulta, vestida con una minifalda blanca muy ajustada a mitad de muslo, con unas bragas rojas para que se transparentaran y un top blanco, también muy ajustado que me permitía no usar sostén, marcando mis oscuros pezones. Me puse también unas sandalias de 12 cm de tacón.
Estaba nerviosa porque no sabía a quien quería Mario que conociera y como me imaginaba lo peor, me esnifé un par de rayas de coca antes de salir, para darme fuerzas.
Llegué a la consulta que por cierto está dentro de una clínica privada, y le conté a la enfermera que era la compañera de Mario y que me esperaba. Me sonrió y me contestó que me estaban esperando.
Entré con ella en la consulta, y Mario estaba con un hombre de unos 50 años, con pelo blanco pero se notaba que se cuidaba ya que estaba delgado. Se llamaba Paco.
Cuando entré con la enfermera, Mario nos presentó, le dijo a la enfermera que me fuera desnudando, yo a esas alturas ya había perdido la vergüenza de desnudarme delante de la gente. La enfermera se reía mientras le daba la ropa.
Mario y Paco estaban mirando toda la colección de fotos que tenía Mario de mí desde el primer día que entré en su consulta, hasta ahora.
El tal Paco no se lo creía, le preguntaba ¿pero como que esta mujer es la misma que esta otra y sólo han pasado 11 meses?, Mario se reía y decía que yo era su obra maestra, que nunca había conseguido un cambio mental y físico tan brutal en una mujer en tan poco tiempo. Le contó que me había divorciado, dejando a mi marido y mi hijo por él, que dejé un trabajo como jefa de auditoría en una auditora muy importante por el puterío y que era muy sumisa que siempre hacía todo lo que me decía.
Después de la charla me levantó, me puso de pie, me pesó y empezó a tomarme las medidas, yo estaba muy nerviosa, pero empezó a reírse y me dijo que lo había conseguido.
Luego me indicó que empezara a mostrar mi cuerpo a Paco, empezando por mi coño por lo que separé mis labios descubriéndole mi clítoris adornado con el piercing. Luego me puse en el suelo a 4 patas y me abrí el culo con las manos para que pudiera ver mi entrada anal.
Mientras tanto Mario hablaba con Paco diciéndole:
Fíjate Paco que obra de arte, he conseguido que pese lo mismo ahora que cuando la conocí, pero en aquella época era un palo, y ahora es todo curvas, miento ahora pesa un kilo mas, pero ese peso es de las tetas de silicona.
En septiembre 54 Kg. con 75-45-75.
En Enero 66 Kg con 95-65-78.
En Junio.62 Kg. 92-63-95.
En agosto 55 Kg. 91-58-95.
No está nada mal para su 1,72 m de estatura.
Además si la miras bien es igualita a la chica Wonderbra, esta que tiene las piernas más largas del mundo. Si tío es cierto, ¿Cómo lo has conseguido?. Con un tratamiento de hormonas, 7 operaciones de cirugía estética y dietas de engorde y adelgazamiento brutales todo, en sólo 11 meses. Ahora para aguantar ese peso tiene que hacer una dieta salvaje, cuando hace un año comía de todo y era su peso normal.
Ha quedado tan estilizada como una modelo, en todo, marcándosele incluso las costillas y omóplatos, salvo en tetas y caderas que son como las de las actrices porno.
Después de eso, le dijo a la enfermera que me pusiera un enema, y que me hiciera beber dos litros de agua, y que sin dejarme orinar la volviera a llevar a la consulta, pasada una hora después de beber el agua.
Ya me había puesto un enema otra vez y lo pasé fatal, me metió el tubo de plástico por el ano, y me insufló el agua dentro, a los 15 minutos con ella delante, me dejó evacuar, todo el agua y mis excrementos.
Luego me hizo beber los dos litros de agua de golpe, me costó Dios y ayuda, ya que mi estómago se había reducido mucho por la dieta que me hacía llevar Mario.
Me dejó en una habitación, una hora, en la que me di cuenta que además de convertirme en la puta de Mario, me había convertido en una especie de experimento clínico. A la hora me llevó de nuevo con Mario y el tal Paco a la consulta, me quedé de rodillas en el centro y la enfermera se fue.
Les dije que me dejaran orinar, que no aguantaba más (entre los 2 litros de agua y los diuréticos que me hizo tomar Mario, iba a reventar) pero me dijeron que me callara.
Paco empezó a tocarme y mirarme los piercing y los tatuajes, diciéndole a Mario que me había adornado con mucho gusto, sin caer en la vulgaridad. Aunque las rastas a lo Afro si dijo que me daban un toque vulgar.
Mario le contestó que según el gusto de con quien me acostara me los podría quitar todos salvo el del clítoris que necesitaba una cizalla. Se entretuvo especialmente en el del clítoris, dándome tironcitos del aro que me ponían a mil, y que el peinado no era definitivo que quería que lo llevara así unas semanas pero que luego me lo podría cambiar.
Les pedí que me dejaran orinar otra vez, pero se negaron, y les dije que al menos me dejaran fumar que llevaba 2 horas sin hacerlo. Mario me propinó un bofetón en los morros, diciéndome que me callara, que era hora de follar.
Se bajaron los pantalones y Mario me ordenó que le mostrara a Paco todas mis habilidades. Se la cogí y empecé a mamársela. La polla de paco mediría unos 18 cm, pero era muy gruesa, casi no podía metérmela en la boca.
Estábamos en el suelo, Paco con las piernas abiertas delante de mi cara mientras se la mamaba, y Carlos metiéndomela por el culo sin contemplaciones.
Yo me estaba empleando en serio con Paco, y le hice lo que Tai le hizo a Mario. Empecé a lamerle el ano, metiendo mi lengua hasta donde llegaba y luego mientras le lamía los huevos y le mamaba la polla, le metía los dedos en el culo. Yo no sabía si me daría un bofetón o le gustaría pero finalmente le gustó.
Era la primera vez que lo hacía, y me costó bastante meterle los dedos por el culo, se veía que ese agujero no lo usaba mucho, las mujeres lo tenemos más laxo.
Mientras tanto Mario me daba por el culo como si quisiera sacarme la polla por la boca, dándome azotes bastante fuertes en el trasero con las palmas de sus manos.
Yo en todo momento estuve mirando a Paco a los ojos, y le enseñaba el piercing de la lengua siempre que podía para excitarle todavía mas.
Primero se corrió Paco en mi boca, yo me tragué todo su espeso semen y mientras Mario me seguía dando por el culo, me aseguré de limpiarle lo mejor posible la polla.
Al cabo de unos minutos lo hizo Mario dentro de mis inmaculados intestinos por el efecto del enema, quedando luego semen rebosando de mi ano. Yo me estaba orinando y ya no podía aguantar mas.
Después de limpiarle la polla a Mario con mi boca, les supliqué que me dejaran orinar que me lo iba a hacer encima, que haría todo lo que quisieran pero que me dejaran orinar.
Mario se sonrió, llamó a la enfermera y le dijo que le trajera una palangana de las limpiadoras. Al entrar la enfermera se me quedó mirando como quien mira a una puta y me puso la palangana al lado.
La enfermera se fue, y Mario me dijo que si tenía ganas de mear que lo hiciera en la palangana de plástico.
Le dije que con ellos delante me daba mucha vergüenza, y me contestó que o lo hacía así o no meaba, le miré como suplicando que me dejara ir al baño, pero le daba igual, así que mientras ellos se reían, me puse en cuclillas como las perritas, Mario me dijo que abriera bien las piernas cosa que hice todo lo que pude, y encima de la palangana empecé a orinar.
Estuve por lo menos un par de minutos y la llené hasta el borde, ellos se reían y decían que parecía mentira que desde un tripa tan estrecha pudiera salir tanto líquido, y que era muy bonito el brillo de mi piercing del clítoris provocado por el pis.
Fue realmente humillante, y mas si tenemos en cuenta que Mario lo tenía planeado desde el principio cuando me hizo beber los 2 litros de agua.
Con el numerito se pusieron cachondos, y se empalmaron de nuevo, entonces me tumbaron en el suelo y empezaron a hacerse una cubana con mis tetas. Se iban turnando, y después me pusieron a 4 patas pero justo debajo de mi cabeza pusieron la palangana con mi pis, estaba llena hasta el borde.
Después empezaron a alternarse, metiéndomela en el culo o coño, pero eso sí me metían la cara en el pis empujándome la cabeza dentro de la palangana, yo pensaba que me ahogaba.
Simultáneamente me daban azotes en el trasero y me insultaban, llamándome puta, zorra, guarra, y cosas así. Se me saltaban las lágrimas por el dolor que provocaban los azotes y la humillación.
Tardaron mucho en correrse, ya que era la segunda vez y encima se alternaban. A pesar de la situación yo tuve bastantes orgasmos, probablemente me excitaba toda la humillación a que me estaban sometiendo.
Primero se corrió Paco en mi culo, y luego Mario en el coño. Cuando me dejaron Mario me dijo que se las limpiara con la boca, pero me dio un clinex para que me limpiara la cara de meados y no ensuciarles.
Cuando les limpie las pollas, Mario llamó a la enfermera, y le dijo que me llevara a un a baño a que me duchara.
Mientras venía, se pusieron a hablar entre ellos. Su charla fue mas o menos así:
Paco: Desde luego Mario, la puta además de estar buenísima, acepta todo, es sumisa y maneja los tres agujeros como nadie. Es todavía mejor que Ana cuando la conocí. Esta me haría ganar mucha pasta, además las españolas están muy cotizadas.
Mario: Además es capaz de hacer penetraciones triples, con tres tíos a la vez, en los tres agujeros. Toma este DVD, están grabadas sus folladas en casa de Ana, aquí y en mi casa. Ya verás lo guarra que es.
Paco: Pues tío cuando te canses de ella, pásamela ya que llegaré a un acuerdo con ella para que trabaje para mí.
Paco: Te pagaría una buena cantidad por ella, por cierto ¿está sana?.
Mario: Sí, es una mujer que no ha cometido ningún exceso hasta hace un año, la obligo a hacer aeróbic todos los días, y salvo fumar, alguna raya de coca, y algunas copas, se puede decir que lo está. Ya te la venderé cuando me canse de follármela. Además es joven, el mes que viene cumplirá 29 años, luego le quedarían unos 5 o 6 de rendir al máximo nivel.
Después el tal Paco me puso de pie y empezó a tocarme el trasero, tetas, coño, vientre, como queriendo comprobar mi estado. Me abrió la boca y se puso a mirarme los dientes.
Le dijo a Mario que me faltaban todas las muelas del final. Mario empezó a reírse y le dijo que me obligó a sacarme 8 muelas como a las modelos, para tener la cara estilizada, y para que me entraran las pollas hasta la garganta. Paco se quedó impresionado de mi devoción por Mario.
Hablaban de mi como si fuera una mercancía, sin importarles para nada mi opinión o sentimientos, quizás era lógico, porque ya no era más que una puta y yo lo tenía asumido, y no dije una palabra. Estaba claro además que Mario nunca sintió nada por mí, y que cuando se cansara me entregaría a Paco o a cualquier otro.
Mario había doblegado mi personalidad hasta tal punto que yo ya no sabía hacer nada por iniciativa propia, mas que ir de compras y follar, y me sentía indefensa si no le tenía cerca para protegerme.
Era consciente que ya no podría vivir sin la protección de un macho, ya fuera Mario, Paco o cualquier otro, porque tenía que mantener un ritmo de vida muy alto y ya sólo era capaz para ganarme la vida de follar con quien me dijeran.
Además mi creciente adicción a la coca que disminuyó mi capacidad para razonar con reflejos, y que Mario decidiese todo por mí, como lo que debía comer, como comportarme delante de los demás, que me pusiera en ridículo con gente delante llamándome ignorante, tonta, estúpida, torpe, etc., me quitó toda capacidad para tomar decisiones o llevar una conversación con alguien por simple que fuera, por miedo al ridículo o a que pensaran que era tonta, y eso que hacía unos meses en mi trabajo como auditora era capaz de dirigir un equipo de 50 personas.
Al poco rato, cuando llegó la enfermera a la consulta, la dijo: Acompaña a la guarra esta a que se limpie tiene un aspecto asqueroso. La verdad es que mi pinta era grotesca:
Mi melena rubia ceniza, empapada de meados, todo el maquillaje corrido por el pis, restos de semen en mis labios, e hilos de semen saliendo de mi coño y culo, era difícil caer mas bajo.
Me duché y cuando volví a la consulta Paco ya no estaba. Mario me dio la ropa, me vestí y nos fuimos a comer a un restaurante.
Me dijo que ya podía dejar los diuréticos y laxantes, y que podía volver a comer como ante de estos 15 días, con dieta estricta, para mantener el peso.
El tratamiento hormonal me lo quitaría en septiembre, porque ya el cambio de mi metabolismo sería irreversible, y que bebiera poco alcohol que me haría ganar peso, que si quería colocarme que tomara coca, que me quería con ese cuerpo en Palma.
Cuando terminamos de comer nos fuimos a casa, y le dijimos a Tai que preparara las maletas para el viaje con Marta a Palma.
De esposa ejemplar a puta de lujo 17 de 20
Al día siguiente nos íbamos a Palma pero como a Mario le surgió un emergencia de una paciente que iba a parir, dijo que el cogería un vuelo por la tarde y que yo me podía ir por la mañana con Marta.
Antes de ir a buscar a Marta para ir al aeropuerto, llamé a Ana por el móvil, para que me contara quien era el tal Paco, el que me había follado en la consulta, y que la conocía a ella ya que la nombró cuando hablaba con Mario.
Se puso muy contenta de que la llamara, le conté lo del día anterior, y me contó que Paco tenía 3 chalets en lo mejor de Madrid con putas de alto nivel, que ofrecían sus servicios allí o donde quisiera el cliente en cuestión. Me contó que ella trabajaba para él y que era el clásico chulo putas, aunque pagaba bien a sus chicas.
Entonces me quedaron claras muchas cosas, sobre todo lo que Mario haría conmigo en cuanto se cansara de mí.
Luego llamé a Marta, la dije que iría a buscarla con un taxi y que Mario se reuniría con nosotras en Palma. Además la dije que desde que saliera de casa ya tendría que vestir con la barriga fuera, así que la indiqué que se pusiera unos vaqueros y un top, y que toda la ropa que llevara, fuera de la que usara antes del embarazo.
Mientras iba en el taxi a su casa, pensaba en que algunos veranos había veraneado con mi familia en Palma, alquilábamos un apartamento y pasábamos allí el mes de vacaciones, aunque era difícil, sólo quedaba que me los encontrara allí.
En fin cuando llegué a su casa sin bajarme del taxi la llamé por el móvil para decir a Marta que bajara.
Cuando bajó fue impresionante, llevaba una minifalda vaquera abrochada justo por debajo de su barriga, y un top también de tela vaquera. Se veía que llevaba sujetador, ya que las tiras negras del mismo se le veían por los hombros.
Era un auténtico espectáculo verla con toda la tripa al aire con un piercing que coronaba su ombligo, no me extraña que el portero de su casa que la ayudaba a llevar las maletas no la quitara ojo sobre todo del tatuaje sobre su trasero. Por no hablar de la pinta que tenía con las rastas. Yo al ser mas joven no llamaba tanto la atención, pero que una mujer de 40 años llevara el pelo como una negra jamaicana chocaba bastante.
Yo iba con unos pantalones blancos de licra muy ajustados, que transparentaban mi tanga azul celeste y un polo rojo sin mangas por encima del ombligo, sin sujetador porque en verano me daba calor, por lo que se marcaban todos los pezones en el polo, y se me movían las tetas al caminar.
Al portero casi le da algo al verme, y en el camino al aeropuerto el taxista no nos quitaba ojo. Le dije a Marta que no llevaba tacones y me contestó que con el embarazo estaba muy pesada y que le costaba mucho caminar con ellos.
La contesté que Mario siempre nos quería con ellos, así que en el aeropuerto la obligué a comprarse 3 pares de 12 cm, con tacón de aguja y de los que acaban por la parte de los dedos en punta y le tiré todos los suyos planos.
Ver a una embarazada de 7 meses con esos tacones es un numerito, por el contoneo al caminar, además del auténtico suplicio que es para ella utilizarlos.
Cuando llegamos fuimos al hotel que estaba en Andraitx un pueblo turístico muy cerca de Palma de Mallorca, con puerto marítimo y playa. Un verano lo pasé allí con mis padres.
Al día siguiente por la tarde llegó Mario nosotras le esperábamos en la piscina del hotel, tomando el sol.
El me había elegido todos los bikinis que debía usar, siempre sin la parte de arriba, siendo en todos la de abajo un tanga diminuto, que consistía en un triangulito que me tapaba sólo labios vaginales y clítoris, lo demás era una tira por el culo que no se veía que se unía al triangulito por los lados de las caderas con unos cordones que de lejos no se veían. Si me miraban por detrás parecía que iba desnuda.
Cuando llegó se cabreó con Marta porque llevaba la parte de arriba, y le dijo que mal empezaba que se la quitara. Ella se la quitó, y aparecieron sus tetas medio caídas por el embarazo y la edad. La gente que había en la piscina se la quedó mirando. Miró la besó en la boca y empezó a recorrerla la barriga y las tetas con sus manos.
En definitiva esto fue lo que pasó.
Mario: Vaya Marta ya veo que nuestro viaje e Tenerife dio sus frutos, que será niño o niña.
Marta: Un niña.
Mario: Veo que te has adornado el cuerpo con algún que otro piercing y tatuaje.
Marta: Si Sonia me dijo que te gustaba.
Después de un rato tomando el sol.
Mario: Marta no te veo fumar y tu antes lo hacías.
Marta: Es que lo he dejado por el embarazo.
Mario: A mi tu embarazo me importa 2 cojones, vete ahora mismo a la barra del bar y cómprate un paquete de tabaco que no sea light, y te vienes ya fumando, que me da morbo ver a una tía preñada fumar uno detrás de otro, que la niña se vaya acostumbrando.
Marta: Como quieras.
La pobre Marta se fue sólo cubierta con su tanga a comprar tabaco, y le dijo a un camarero que se lo encendiera. Las señoras mayores de la piscina la miraban con desprecio, y a las chicas jóvenes se las oía decir que parecía mentira con la edad que tenía.
Cuando anochecía, nos subimos a la habitación del hotel, Mario sólo dejó que nos pusiéramos unas camisetas para cubrirnos las tetas, y se aseguró de mojarlas para que se marcaran bien.
Nos dijo que le gustaba como quedaba nuestro cabello con las rastas y nos preguntó que como lo llevábamos.
Le contestamos que era muy cómodo ya que nunca teníamos que peinarnos ni ir a la peluquería, sólo nos mojábamos el pelo con agua en la ducha o en la playa y lo secábamos un poco con una toalla y nos echábamos una cera para mantener la rastas aunque eso sí, le contamos que era bastante antihigiénico porque no nos podíamos lavar la cabeza con champú y que nos picaba. Por eso nos rascábamos cada dos por tres.
Nos contestó que había leído sobre el tema y que eso era el primer mes que luego la cabeza ya se acostumbraba a que la limpiáramos sólo con agua y que no hacía falta usar champú.
En el hotel, ellos se inscribieron como marido y mujer, en una habitación y yo sola en otra. Dejé las cosas en la mía y me metí con ellos en la suya.
Mario estaba cachondo por la que había montado en la piscina y por lo entregada que estaba Marta.
Marta estaba nerviosa, ya que no había visto a Mario durante los últimos meses. Los siete meses de embarazo habían hecho mella, en su cuerpo cosa que la hacía sentir insegura, se sentía pesada, gorda, nada ágil, poco erótica, le daba cierta vergüenza que su Mario la viese con el cuerpo así. Estaba confusa y nerviosa. Cuando llegué a la habitación se estaba fumando un cigarro mientras Mario meaba en el baño.
Cuando salió Mario del bañó esto fue lo que pasó:
Mario le dijo a Marta que se pusiera de pie y que se quitara el tanga, porque quería verla desnuda.
Ella se sentía morir, la misma vergüenza que había sentido la primera vez que se había desnudado ante él se incrementaba ahora por la vergüenza de mostrarle su cuerpo desnudo del todo.
Desnúdate, su voz era ahora más severa, ella comenzó a desnudarse mientras un rubor subía a su cara e intentaba ocultar, inconscientemente, su cuerpo.
Mario Sintió deseos de besarla, echarla encima de la cama. Aunque fuera ginecólogo sentía un profundo deseo por tocar su vientre, y las formas producidas por el embarazo que el había provocado en una mujer madura y casada.
Su excitación le hizo tener una erección como hacia tiempo que no veía en Mario. Marta intentaba esconder su cuerpo y se ruborizaba, aquello le gustó, supongo que por su personalidad dominante.
A continuación la ordenó que colocase sus brazos en la espalda. Después jugó con sus dedos dentro de su boca. La lengua de ella reaccionó como meses antes en el viaje a Tenerife, lamiendo y chupando aquellos dedos. El no podía dejar de mirar sus pechos, con sus manos comenzó a acariciarlos lentamente, rozando la piel, estirando suavemente los pezones. Ella gemía.
Ella seguía nerviosa. No se sentía capaz de complacer a Mario con ese cuerpo.
No la dejó pensar y la ordenó que le quitara el bañador. Ella comenzó a desnudar su cuerpo usando su boca, él se dejaba hacer, mientras ella besaba cada milímetro de piel que descubría. Deseaba aquel cuerpo y deseaba complacerlo. Lo oía susurrarle y aquello le hacía sentirse bien aunque la gustaba mas cuando su voz se hacia firme y autoritaria.
No sabía cuando y como la tomaría. El estaba completamente excitado, ella beso su sexo, lamiéndolo lentamente, lo oyó gemir y eso hizo que comenzase a lamer y a besarlo con más intensidad.
Poco a poco iba olvidando cualquier reparo, duda o indecisión, él siempre conseguía ponerla así.
Cerró primero sus ojos al sentir su lengua, su boca chupándole lentamente, después los abrió mirándole fijamente a la cara. Aguantó un poco más, pero después la hizo apartarse y tirando de un collar que llevaba en el cuello, la llevó al baño. La hizo sentarse y que se pusiera a mear.
Marta se puso colorada de vergüenza y bajo la cabeza. Le daba mucha vergüenza, pero al mismo tiempo hacía que se sintiese totalmente desnuda, expuesta, y entregada.
A todo esto yo me estaba masturbando viendo todas las escenas.
Volvió a sentir la misma sensación mientras notaba el placer de orinar. Después el hizo que se levantase, la ayudo a inclinarse y me obligó a mí a limpiar su sexo con mi lengua lentamente, de las gotitas de orina que pudieran quedar. Le gustaba vernos indefensas, ofreciéndole la complicidad de algo tan íntimo.
Haciendo que se notase hasta que punto éramos suyas. Después comenzó a acariciar y a meter los dedos en su coño. Ella se aguantaba con las manos en la bañera mientras él usaba sus dedos, primero lentamente, después rápido, después lentamente.
Jadeaba, el sentir la mano de Mario en su intimidad, y al limpiarla yo con mi lengua se había excitado de una forma brutal. Notarlo ahora jugar con su sexo, le hacía cerrar los ojos y sentía temblar todo su cuerpo. Luego empezó a acariciar su clítoris. Sentía unas ganas terribles de correrse. Hacia tiempo que no jodía con un hombre y ahora todas las sensaciones eran mayores.
Entonces Mario paró. Noté en la cara de Marta su desolación.
A continuación la hizo que se arrodillase y ponerse a cuatro patas todavía en el baño, y tirándola del pelo la llevó en esa postura lentamente a la habitación. Al gatear se notaba lo pesado de su cuerpo, su embarazo, pero ahora lo sentía excitante, se sentía como su perrita preñada.
Aquel día, caminando lentamente a 4 patas y sintiendo su vientre tenso, su sexo mojado y ardiendo, deseaba más que nunca entregarse a Mario.
Yo me estaba poniendo tan cachonda como Mario. Estaba preciosa. Notaba como ella se movía lentamente. La veía disfrutar, su cara antes de vergüenza, ahora estaba radiante con una sonrisa de complicidad y de placer. Al llegar al cuarto la hizo sentarse sobre sus talones.
La acarició en su cara mientras jugaba con su pelo, con sus pechos, con su vientre. Sus manos no paraban mientras miraba sus ojos y su sonrisa. Ella sentía sus manos paseándose por su cuerpo, acariciando, palpando, pellizcando, le gustaba sentirlas en sus pezones y en su tensa piel del vientre.
Estaba deseando notarlo dentro de sus agujeros, follándola fuerte, chuparlo, hacer todo lo que él quisiera. Confiaba totalmente en él. El la dijo que pusiera sus brazos detrás de la espalda para empezar a masajear sus tetas, Le gustaba como estaban. En esa postura a pesar del embarazo, estaban firmes y tensas. Ella temblaba mientras notaba los dedos de Mario pellizcando sus pezones.
Mario se incorporó y con Marta sentada sobre sus talones, le metió su verga en la boca, y la dijo que empezara a mamársela despacio, ayudándose de las manos. Ella tenía que hacer grandes esfuerzos para mantener el equilibrio por el embarazo. Empezó a meterse los cojones en la boca, chupándolos y luego fue ascendiendo hasta el glande.
Al empezar a mamársela le hizo daño con el piercing de la lengua, Mario dio un grito y la propinó una hostia que provocó que Marta se cayera al suelo de espaldas. Yo la incorporé, mientras sangraba por el labio.
La limpie la sangre con un clinex, entonces Mario la dijo que como volviera a hacerlo la sacaba la niña del vientre a patadas. Ella se puso a llorar y le contestó que desde que se hizo el piercing en la lengua no había mamado ninguna polla y le faltaba práctica.
Yo intenté tranquilizar a Mario, y empece a chuparle la polla y a enseñar a Marta como debía hacerlo para no lastimarle el miembro. Después siguió ella y enseguida cogió como debía poner la lengua para no hacerle daño.
Cuando Mario estaba a punto de correrse la ayudó a incorporarse e hizo que se pusiese sobre la cama. Se echó en ella y la coloco sobre él de un golpe.
Ella, tuvo un poco de miedo pensaba en su niña, pero nuevamente al sentir las caricias, los tironcitos en los pezones, en el clítoris y del piercing de su ombligo, la hicieron olvidar todo y concentrarse en el placer. Notó como el se echaba y como la hacía sentarse sobre su miembro. Lo notó duro y latente y un jadeo profundo salió de su boca al sentir como la penetraba. Lo sentía dentro de ella, caliente, su cuerpo quería moverse, y el la dijo que lo hiciera rápido que quería ver como se follaba mientras la agarraba por los pezones.
Ella no podía aguantar más y tuvo un orgasmo, comenzó a moverse como si le pasara una corriente eléctrica mientras notaba como su niña se movía en su interior y las manos de Mario jugaban con su cuerpo, estirando y apretando sus pezones una y otra vez.
Al poco tiempo Mario se corrió abundantemente dentro del sexo de Marta, y se dirigió a ella cariñosamente, llamándola buena perrita.
Cuando ambos se repusieron Mario me ordenó que les limpiara.
Primero limpié la polla de Mario, y luego la vagina de Marta, que además estaba encharcada de sus propios flujos. Mientras ellos se reponían fumando un cigarro, yo me empleaba en el trabajo de limpieza.
Tiene gracia a Mario siempre le gustó poner motes a sus chicas, e igual que a mí me llamaba cariñosamente zorrita, incluso delante de gente, desde aquel día cuando se dirigía a Marta la llamaba perrita.
Mario al final fue bueno conmigo, y le dijo a la perrita que me lamiera el sexo hasta que me corriera. Marta hizo un buen trabajo, con su lengua y dedo, y debido a lo cachonda que estaba lo consiguió enseguida.
Luego nos quedamos dormidos en la misma cama, mientras yo pensaba que qué nos tendría Mario preparado para el día siguiente.
Continuará.
Se agradecen comentarios.