dito de best
Bovino adicto
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- 8 May 2008
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Bueno pues celebrando el nuevo diseño del foro les dejo esta historia que como siempre me encontre en la web. Creditos a su autor
Hace algunos días estaba jugando God of War: Ascension en línea, estaba en modo único de 1 jugador contra la máquina, pero curiosamente después de vencer la etapa recibí una solicitud de amistad de un tal Dalmad que decía lo siguiente “Juegas muy bien, ¿podemos ser amigos?”.
Me pareció extraño, ya que estaba jugando solo en aquel momento, pero supuse que la persona había jugado conmigo en otra ocasión y hasta hoy recibí la invitación. Acepté la solicitud del tal Dalmad y me disponía a volver a mi juego cuando recibí una invitación del grupo de Dalmad. Acepté y comenzamos el juego, al principio éramos él y yo contra otras dos personas, modestia aparte me desempeño bastante bien en ese juego, juego como nadie y casi siempre les gano a todo, pero por supuesto que están los adictos hardcore a los que resulta increíble ver jugar, apenas te mueves y estás muerto. Creí que Dalmad era uno de esos, el destrozaba a los adversarios como si no necesitara de mi ayuda, juntos derrotamos a pares de viciosos que eran imbatibles, y fue fácil, siempre muy fácil, el tal Dalmad era una máquina de destrucción.
Entonces inicié una conversación con él, pues hasta entonces habíamos estado callados.
– ¿Y dices que yo juego bien? Eres el tipo más adicto que he visto hasta ahora, juegas fenomenal amigo.
– ¡También tú eres muy bueno! Pero yo prefiero que me digas amiga o incluso Dalmad.
Su respuesta me hizo reír a carcajadas y encontrar todo aún más sorprendente, pues Dalmad no era un hombre sino una mujer, de voz suave y linda que haría que cualquier nerd gamer comenzará con un ataque se seducción. Por supuesto que tuve ese instinto, pero ya soy un tipo bastante experto en esos aspectos, estábamos allí para jugar después de todo.
Seguimos en silencio durante dos partidas más hasta que, para mi alegría, escuche su voz suave nuevamente.
– ¿Quieres jugar Diablo 3, sí?
– ¿Pero, cómo sabes que tengo ese juego?
– Cuestión de suerte, algo me decía que lo tenías.
Acepté y comenzamos a jugar Diablo, este juego, para quien no lo conoce, te hace perder horas y horas sin que te des cuenta, y en la compañías de Dalmad las horas pasaron todavía más rápido. En medio de la partida comenzamos a conversar mucho sobre varios temas, juegos, animes, películas, gustos musicales, deportes, etc. Nuestros gustos se acoplaban de una forma sorprendente, lo que generó muchas risas y momentos agradables en los que uno parecía muy atraído por la personalidad del otro.
De repente, en medio de una misión y de una conversación agradable Dalmad dijo que tenía que salir, y se fue así sin más, ni siquiera me dio tiempo a despedirme. Bueno, mire al reloj y eran las tres de la madrugada. Desconecté todo y me fui a dormir.
El día siguiente transcurrió normal en el trabajo, pese al sueño por haberme ido a dormir tan tarde. No podía sacarme a Dalmad de la cabeza, su voz, su risa y sus gustos, todo venía a mi mente de una forma cada vez más frecuente, y así me quedé, pensando y maldiciendo por no haberle pedido su Skype, Facebook o al menos un correo electrónico de contacto.
Al llegar a casa pronto entré a la psn, y para mi alegría, antes de que pudiera saludarla pude escuchar su voz.
– Hola, te extrañé, ¿podemos seguir jugando?
– Que bueno verte aquí Dalmad, que idiota fui ayer, ni siquiera te pregunté tu nombre o edad, preferí hablar de otros temas.
– Mi nombre por ahora es Dalmad si no te importa, si nos hacemos amigos más próximos como yo pretendo que sea, entonces, te daré mi nombre real ¿de acuerdo? Y mi edad es 20 años. ¡Ah! Y no tengo novio, sé que no me lo preguntaste pero después de nuestra charla de ayer creo que debes saberlo.
No puedo expresar lo que sentí en aquel momento, me dijo todo aquello de forma tan dulce y sensual, que su voz parecía susurrarme al oído.
Comenzamos a jugar Diablo 3 simplemente por jugar, pues nuestra concentración estaba enfocada en nuestros asuntos que se hacían más y más interesantes e incluso picantes. Me dijo que no tenía hijos, que era bonita y que vivía en la misma ciudad que yo. En el momento en que la charla se dirigía a una invitación para conocernos, ella cortó el tema.
– ¿No crees que son tristes los juegos en los que las personas matan demonios, zombis, entre otros seres infernales?
– Jajajaja, los adoro. Siempre juego a que soy un cazador de zombis.
– Estoy hablando en serio, me gustan mucho esos juegos, pero sería más interesante si cambiaran esos seres por humanos, ¿no crees?
Reí sin gracia y me quedé sin una respuesta, “que conversación tan extraña” pensé, pero no importa, después de todo creo que existen aún más juegos en los que matamos humanos que seres infernales, pero tiene poca importancia, pues en el fondo todo es igual, no son más que juegos.
– Dalmad, ¿Qué piensas de las personas que continúan su conversación en Skype o Facebook? ¿Te puedo agregar?
– ¡Sería perfecto!
La agregué a ambos y pude notar dos cosas curiosas. Su Facebook estaba repleto de imágenes de personas muertas y pentagramas místicos, y su Skype tenía una foto extraña, muy tenebrosa y que parecía ser una persona con una sonrisa aterradora, pero prácticamente apenas se dibujaba una silueta.
Al principio no quise hablar de eso, simplemente retomé el tema donde me detuvo sobre nuestro encuentro, y ella me dijo que nos podíamos encontrar al día siguiente.
– Podemos ir al cine a ver una película de terror ya que a ambos nos gusta el tema, ¿qué te parece Dalmad?
– Tendremos una noche mucho mejor que eso, te lo aseguro.
Con esa respuesta la charla tomó un camino erótico y nos mantuvimos ahí durante horas, hasta que decidió mostrarme los sitios que le gustaban. Eran incontables sitios webs de personas muertas, torturas, videos de supuestos terroristas, etc.
– Dalmad, discúlpame, me gustan mucho los sitios sobre lo paranormal, y cosas del género, pero odio ver personas muertas y videos como ese que me acabas de mostrar.
– Pero te gustará.
– Estoy seguro que no.
– Demonios, me tengo que ir.
Y una vez más se fue sin darme tiempo a una despedida, me pareció extraño pero comencé a acostumbrarme. Vi el reloj y eran las tres de la mañana, curioso que siempre se fuera a esa hora.
Hace algunos días estaba jugando God of War: Ascension en línea, estaba en modo único de 1 jugador contra la máquina, pero curiosamente después de vencer la etapa recibí una solicitud de amistad de un tal Dalmad que decía lo siguiente “Juegas muy bien, ¿podemos ser amigos?”.
Me pareció extraño, ya que estaba jugando solo en aquel momento, pero supuse que la persona había jugado conmigo en otra ocasión y hasta hoy recibí la invitación. Acepté la solicitud del tal Dalmad y me disponía a volver a mi juego cuando recibí una invitación del grupo de Dalmad. Acepté y comenzamos el juego, al principio éramos él y yo contra otras dos personas, modestia aparte me desempeño bastante bien en ese juego, juego como nadie y casi siempre les gano a todo, pero por supuesto que están los adictos hardcore a los que resulta increíble ver jugar, apenas te mueves y estás muerto. Creí que Dalmad era uno de esos, el destrozaba a los adversarios como si no necesitara de mi ayuda, juntos derrotamos a pares de viciosos que eran imbatibles, y fue fácil, siempre muy fácil, el tal Dalmad era una máquina de destrucción.
Entonces inicié una conversación con él, pues hasta entonces habíamos estado callados.
– ¿Y dices que yo juego bien? Eres el tipo más adicto que he visto hasta ahora, juegas fenomenal amigo.
– ¡También tú eres muy bueno! Pero yo prefiero que me digas amiga o incluso Dalmad.
Su respuesta me hizo reír a carcajadas y encontrar todo aún más sorprendente, pues Dalmad no era un hombre sino una mujer, de voz suave y linda que haría que cualquier nerd gamer comenzará con un ataque se seducción. Por supuesto que tuve ese instinto, pero ya soy un tipo bastante experto en esos aspectos, estábamos allí para jugar después de todo.
Seguimos en silencio durante dos partidas más hasta que, para mi alegría, escuche su voz suave nuevamente.
– ¿Quieres jugar Diablo 3, sí?
– ¿Pero, cómo sabes que tengo ese juego?
– Cuestión de suerte, algo me decía que lo tenías.
Acepté y comenzamos a jugar Diablo, este juego, para quien no lo conoce, te hace perder horas y horas sin que te des cuenta, y en la compañías de Dalmad las horas pasaron todavía más rápido. En medio de la partida comenzamos a conversar mucho sobre varios temas, juegos, animes, películas, gustos musicales, deportes, etc. Nuestros gustos se acoplaban de una forma sorprendente, lo que generó muchas risas y momentos agradables en los que uno parecía muy atraído por la personalidad del otro.
De repente, en medio de una misión y de una conversación agradable Dalmad dijo que tenía que salir, y se fue así sin más, ni siquiera me dio tiempo a despedirme. Bueno, mire al reloj y eran las tres de la madrugada. Desconecté todo y me fui a dormir.
El día siguiente transcurrió normal en el trabajo, pese al sueño por haberme ido a dormir tan tarde. No podía sacarme a Dalmad de la cabeza, su voz, su risa y sus gustos, todo venía a mi mente de una forma cada vez más frecuente, y así me quedé, pensando y maldiciendo por no haberle pedido su Skype, Facebook o al menos un correo electrónico de contacto.
Al llegar a casa pronto entré a la psn, y para mi alegría, antes de que pudiera saludarla pude escuchar su voz.
– Hola, te extrañé, ¿podemos seguir jugando?
– Que bueno verte aquí Dalmad, que idiota fui ayer, ni siquiera te pregunté tu nombre o edad, preferí hablar de otros temas.
– Mi nombre por ahora es Dalmad si no te importa, si nos hacemos amigos más próximos como yo pretendo que sea, entonces, te daré mi nombre real ¿de acuerdo? Y mi edad es 20 años. ¡Ah! Y no tengo novio, sé que no me lo preguntaste pero después de nuestra charla de ayer creo que debes saberlo.
No puedo expresar lo que sentí en aquel momento, me dijo todo aquello de forma tan dulce y sensual, que su voz parecía susurrarme al oído.
Comenzamos a jugar Diablo 3 simplemente por jugar, pues nuestra concentración estaba enfocada en nuestros asuntos que se hacían más y más interesantes e incluso picantes. Me dijo que no tenía hijos, que era bonita y que vivía en la misma ciudad que yo. En el momento en que la charla se dirigía a una invitación para conocernos, ella cortó el tema.
– ¿No crees que son tristes los juegos en los que las personas matan demonios, zombis, entre otros seres infernales?
– Jajajaja, los adoro. Siempre juego a que soy un cazador de zombis.
– Estoy hablando en serio, me gustan mucho esos juegos, pero sería más interesante si cambiaran esos seres por humanos, ¿no crees?
Reí sin gracia y me quedé sin una respuesta, “que conversación tan extraña” pensé, pero no importa, después de todo creo que existen aún más juegos en los que matamos humanos que seres infernales, pero tiene poca importancia, pues en el fondo todo es igual, no son más que juegos.
– Dalmad, ¿Qué piensas de las personas que continúan su conversación en Skype o Facebook? ¿Te puedo agregar?
– ¡Sería perfecto!
La agregué a ambos y pude notar dos cosas curiosas. Su Facebook estaba repleto de imágenes de personas muertas y pentagramas místicos, y su Skype tenía una foto extraña, muy tenebrosa y que parecía ser una persona con una sonrisa aterradora, pero prácticamente apenas se dibujaba una silueta.
Al principio no quise hablar de eso, simplemente retomé el tema donde me detuvo sobre nuestro encuentro, y ella me dijo que nos podíamos encontrar al día siguiente.
– Podemos ir al cine a ver una película de terror ya que a ambos nos gusta el tema, ¿qué te parece Dalmad?
– Tendremos una noche mucho mejor que eso, te lo aseguro.
Con esa respuesta la charla tomó un camino erótico y nos mantuvimos ahí durante horas, hasta que decidió mostrarme los sitios que le gustaban. Eran incontables sitios webs de personas muertas, torturas, videos de supuestos terroristas, etc.
– Dalmad, discúlpame, me gustan mucho los sitios sobre lo paranormal, y cosas del género, pero odio ver personas muertas y videos como ese que me acabas de mostrar.
– Pero te gustará.
– Estoy seguro que no.
– Demonios, me tengo que ir.
Y una vez más se fue sin darme tiempo a una despedida, me pareció extraño pero comencé a acostumbrarme. Vi el reloj y eran las tres de la mañana, curioso que siempre se fuera a esa hora.