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Bovino de la familia
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Texto: José Ignacio De Alba y Alberto Nájar.
Fotos: Arturo Contreras y Fernando Santillán
3 de Octubre 2017
El sismo del 19 de septiembre dañó más de 3 mil 500 construcciones en la Ciudad de México. Buena parte de los edificios derrumbados estaban en las zonas más cotizadas de la capital, que en los últimos años han tenido una explosiva ola inmobiliaria. Para algunos expertos, el proceso de gentrificación de la metrópoli empieza a cobrar las cuentas pendientes
Hace apenas dos semanas la mayoría de los camiones de carga que transitaban por la colonia Del Valle, en la delegación Benito Juárez, eran de empresas constructoras de los edificios y centros comerciales que llegaron en avalancha en los últimos 5 años. Hoy, después del sismo de 7.1 grados Richter, los únicos camiones que se ven transitar por las calles del sur de la Ciudad de México llevan escombros de inmuebles que se derrumbaron el 19 de septiembre.
Óscar Isidro Calzada, ingeniero civil con maestría en geo-hidrología, dice que no es fortuito. Lo explica con un esquema simple: los edificios de la ciudad están construidos sobre grava, lodo y agua (“hay que recordar que la ciudad está sobre lo que fuera un lago”). Pero ese no es el problema, sino que las nuevas edificaciones, cada vez más altas, secan los depósitos el agua del subsuelo al hacer las excavaciones profundas que los basamentos de estos edificios requieren. Pero el agua que se drena de la cimentación deja volando –sólo con la arcilla y la grava- a los edificios vecinos, que no fueron construidos con las mismas cimentaciones profundas.
“El edificio queda dolido, se zangolotea con un temblor y se va pa’abajo”, resume el ingeniero Calzada.
Al espacio que se le drenó el agua se le llama cono de batimiento y puede dejar edificios débiles en un perímetro de dos kilómetros de distancia de la nueva construcción, explica Calzada, quien piensa que ese pudo haber sido el caso del edificio de seis piso en la calle Patricio Sainz, de la colonia Del Valle, que se sumió 3 metros bajo tierra y desapareció su primer piso.
“¿De qué manera el suelo se va a comprimir tres metros?”, se pregunta el ingeniero. Luego sigue con la explicación: “A las torres de edificios no les pasa nada, porque esas se fueron hasta los 50 metros para poner los pilotes y empezar a construir (…) sólo las edificaciones con pilotes sobrevivieron”.
Patricio Sainz, Colonia Del Valle
Calzada habla la cantidad de nuevas construcciones que están a lo largo de la Avenida Insurgentes: casi uno nuevo por cada manzana. Entonces pone en la mesa una hipótesis que podría explicar por qué se derrumbaron edificios y casas en áreas que no habían sido afectadas por otros sismos, colonias como Del Valle, Narvarte o Portales, que con la explosión inmobiliaria de los últimos años se convirtieron en zonas altamente cotizadas y que se consideraban seguras por el tipo de suelo donde se asientan: la corrupción. “Aquí te das cuenta de las cadenas de corrupción de todo”, dice.
Pie Página recorrió los inmuebles derrumbados en la delegación Benito Juárez y constató que la cantidad de inmuebles en construcción cercanos a edificios dañados o destruidos. Y peor aún, un día después del sismo, cuando aún se hacían trabajos de rescates de personas atrapadas entre los escombros, cuadrillas de albañiles aún trabajaban en edificaciones cercanas a los derrumbes.
En la esquina de Eugenia y División del Norte, por ejemplo, hay una construcción con letreros de precaución en los que se lee “EXCAVACIÓN PROFUNDA”. En esta misma esquina se inició el acordonamiento del área donde dos edificios cayeron tras el sismo en la colonia Del Valle, al sur de la ciudad. A menos de un kilómetro de los edificios derrumbados hay, al menos, 4 construcciones de edificios de departamentos.
También en la calle Miguel Lauren 1407 hay un edifico de 5 pisos daño y desalojado por peligro de que se derrumbe, junto al inmueble de 5 pisos hay un desarrollo en construcción. En la calle Dakota número 21, en la colonia Nápoles, el único edificio desalojado por daños está junto a la excavación de otro edificio.
El patrón se repite en prácticamente todos los inmuebles recorridos.
Responsabilidades compartidas
En los últimos 5 años, en Paseo de la Reforma se han inaugurado y construido 6 de los edificios más altos del país: Diana Reforma con 168 metros; Torre Reforma de 246 metros; Torre Bancomer con 235 metros; Torre Reforma Latino de 196 metros; sin contar la Torre Mayor inaugurada en 2003 de 225 metros; y Chapultepec Uno que apenas está en construcción que medirá de 241 metros de altura. La mayoría de los edificios son corporativos de oficinas de compañías como AT&T, Bancomer, AON, Gamesa y Banorte.
Estos edificios están a poco más de un kilómetro de la colonia Hipódromo Condesa, otra de las zonas más afectadas por el sismo. Esta colonia llena de restaurantes y bares ahora luce llena de acopios y albergues. Los departamentos que habían tenido una de las plusvalías más altas de la ciudad, donde las compras de propiedades se hacían en dólares, hoy está llena de edificios inhabitables y derrumbados. Según el jefe delegacional de Cuauhtémoc, Ricardo Monreal, hay un registro de 28 edificios derrumbados y 24 en riesgo de caerse.
“La nuevas construcciones tienen nuevas tecnologías que les ayuda a sobrepasar los sismos, pero el problema son las viejas construcciones que están alrededor, a esas son a las que les partieron el queso”, dice en entrevista la diputada constituyente de la Ciudad de México, Mayela Delgadillo.
La diputada dice que el problema no sólo es de las inmobiliarias, también del gobierno capitalino que se ha dejado cooptar. “Seduvi, Protección civil, las delegaciones deben tener los atlas de riesgo y también el instituto para la seguridad de las construcciones. Y las delegaciones deberían de estar verificando qué es lo que se está haciendo en sus territorios”, dice.
Nicolás San Juan, Colonia Del Valle
Pero no lo hacen. Ni siquiera lo piensan. “Es que estos políticos no tienen visión de futuro y en esta dinámica [...] las políticas que se están haciendo no son a largo plazo entonces tú puedes hacer lo que quieras mientras no te truene la bronca a ti”, dice Delgadillo, quien encabezó la lucha contra un parque y centro comercial que el gobierno de la Ciudad de México quería construir en Chapultepec, además de la instalación de parquímetros y la lucha en contra del Metrobús en el corredor Reforma. Ella ejemplifica la relación que hay entre las empresas inmobiliarias y el gobierno de Mancera con el caso de Felipe de Jesús Serrano, quien encabeza la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda, el hombre encargado de la urbanización de la ciudad llegó al sector público después de trabajar en el sector inmobiliario.
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