jarochilandio
Bovino de la familia
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Con información de Connectas
04/02/2018
Brasil, México, Colombia, Venezuela Paraguay y Costa Rica este año van a las urnas y este es el panorama.
AFP/GETTY IMAGES
La gente protesta para rechazar la corrupción y contra el presidente dominicano Danilo Medina por supuestamente obstruir la justicia en el escándalo de sobornos de la constructora brasileña Odebrecht, en la entrada de la planta de carbón Punta Catalina en Bani, el único trabajo llevado a cabo por la empresa en el país, el 20 de agosto de 2017. AFP PHOTO / Erika SANTELICES
La lucha contra la corrupción se empieza a esgrimir como uno de los discursos más protuberantes en los seis países que este año tienen elección presidencial. Una bandera que corre el riesgo de convertirse en una bomba incendiaria que debilite las instituciones, abra espacio a nuevos populismos y termine socavando aún más la democracia.
El caso Odebrecht es como si hubiera estallado una poderosa bomba atómica en Brasil que aún mantiene sus efectos devastadores en la región. Uno de sus impactos más notorios es la forma como afectó la credibilidad y la confianza en los políticos. Desde 2016 que estalló el escándalo, es como si todos los días se supiera de un nuevo pago, un nuevo fraude, un nuevo implicado. El factor común: la participación de políticos en todo el entramado. De ahí que no es raro que anunciar el cese del flagelo se haya vuelto una forma para atraer más a los electores en los seis países que tienen elecciones presidenciales este año, Brasil, México, Colombia, Venezuela Paraguay y Costa Rica.
Agitar esta bandera obviamente busca atraer a los desencantados del sistema, que en la región es un volumen alto de personas y cuya participación podría inclinar de manera sustancial la balanza. El riesgo es que en muchos casos blandir ese discurso pasa por que el candidato asegure que todo está perdido y que él o ella son la única salvación. Lo primero con un efecto aún más devastador en la confianza sobre lo público y lo segundo impulsando nuevos caudillismos, algo que le ha hecho mucho daño a la región.
NELSON ALMEIDA VIA GETTY IMAGES
El expresidente brasileño Luis Inácio Lula da Silva llora durante una misa celebrada en el primer aniversario de la muerte de la exprimera dama Marisa Leticia, en Sao Bernardo do Campo, a 25 km de Sao Paulo, Brasil el 3 de febrero de 2017.
El caso más difícil de leer es el del mismo Brasil. Allí Lula Da Silva es el protagonista de la campaña electoral de este año. Precisamente él, cuyos mandatos presidenciales coinciden con la confección y detonación de la bomba de Odebrecht. Inmerso en procesos judiciales acusado de ser partícipe del entramado de corrupción, y con una condena que se amplió de nueva a doce años de prisión por corrupción, mantiene un respaldo popular que lo tiene encabezando la intención de voto en este país.
Lula alega su inocencia, aduce que hay falta de pruebas y que todo es un entramado político corrupto en su contra. Las condenas judiciales, han exacerbado el deseo de Lula de volver por tercera vez a la presidencia y caldeado los ánimos de sus seguidores, en un país que cada vez se divide más y que enfrenta un incierto futuro político.
GUILLERMO ARIAS VIA GETTY IMAGES
Andrés Manuel López Obrador aparece en una manifestación en Tijuana el 30 de enero de 2018.
En México, el segundo país más grande de la región, la bandera anticorrupción la blandea Andrés Manuel López Obrador, quien desde la izquierda ha sido candidato presidencial en dos periodos anteriores.
Su discurso en contra del PRI, el partido político que por más tiempo ha tenido el control del país y del que hace parte el actual presidente Enrique Peña Nieto, pasa por evidenciar los múltiples escándalos en que este último ha estado involucrado. Que van desde el escándalo de los conflictos de interés entorno a la construcción de su residencia familiar auspiciada por un poderoso contratista del Estado hasta sus supuestas relaciones directas con los principales protagonistas del caso Odebrecht, que en ese país aún no tiene significativos avances judiciales. López Obrador ha fortalecido su popularidad al asegurar que ese dinero de la corrupción sería la clave para mejorar los servicios públicos. Sus detractores no dejan de señalar que hay cierto populismo en sus promesas.
AFP VIA GETTY IMAGES
El aspirante presidencial de Colombia, Sergio Fajardo, saluda a sus seguidores en Popayán, departamento de Cauca, Colombia, el 27 de noviembre de 2009.
En Colombia, los debates políticos para la definición de los candidatos presidenciales han estado a la par de la llamada Consulta Anticorrupción que busca llevar a las urnas medidas como reducir el sueldo a los congresistas, cárcel a los corruptos, contratación transparente obligatoria en todo el país, presupuestos públicos con participación ciudadana, rendición de cuentas de su asistencia, votación y gestión, hacer públicos los ingresos injustificados y un máximo de tres periodos en contrataciones públicas.
Esta bandera ha impulsado a los grupos políticos que buscan formar una coalición entorno al candidato Sergio Fajardo, cuya imagen se ha fortalecido en la medida en que las revelaciones de los casos de corrupción, salpican a personas de los movimientos más tradicionales o con más poder que el suyo. El país, marcado por unos acuerdos de paz que intentan aplicarse desde 2016, ha estado sacudido además del escándalo de las constructoras brasileñas, por el del llamado Cártel de la Toga, que tiene tras la rejas al exfiscal anticorrupción y que ahora es el primer delator de magistrados de las más altas Cortes de Justicia que aceptaban sobornos para amañar fallos judiciales.
EUROPA PRESS VIA GETTY IMAGES
El rey Juan Carlos de España (i) recibe al presidente de Paraguay elegido a Horacio Cortes (d) en el palacio de Zarzuela el 24 de junio de 2013 en Madrid, España.
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