Artículo publicado originalmente en http://filos.mx/ firmado por Sergio Casolco.


A nivel nacional e internacional, resulta inaudito ver cómo la respuesta oficial ante la caída de la producción, de las exportaciones y del consumo, haya sido el aumento de impuestos precisamente en la producción y en el consumo; suena un tanto ilógico y, seamos objetivos, queridos lectores: cualquier economía se fundamenta en la producción y el consumo.
El sistema es muy simple: cuando se inicia el proceso productivo se precisa de empleados, esto genera empleos, los empleados obtienen una remuneración por su trabajo y sacan al mercado un producto, este producto es consumido por otros individuos que pueden o no ser trabajadores, reiniciando la cadena.
Simple, en verdad. Éste es el fundamento de cualquier economía y lo que se ha aprendido a lo largo de los años es que esta cadena debe tener la menor cantidad de obstáculos para que las cosas funcionen y las economías puedan desarrollarse satisfactoriamente.
Sin embargo, el gobierno mexicano se ha empeñado en ponerle trabas a esta cadena, no sólo grava 16% de impuesto al valor agregado, además cobra 30% de impuesto por trabajar, es decir, en términos estrictos un empleado pierde 46% de su salario solo en impuestos al consumo y a la producción, ¡46%!
Estamos en el tercer mes de 2010, la situación económica del país, dicen los ‘expertos’ de los Pinos, va mejorando; las estimaciones apuntan a un crecimiento de cerca de 4%, que aunque pareciera una buena expectativa para el año, no lo es.
No lo es porque la inflación estimada es de 4.83%, por lo que el crecimiento estimado (aún si se lograra), no alcanzará para que la cadena productiva se acelere lo suficiente como para cubrir el aumento a los precios. Y es que es preocupante que en los dos primeros meses del año la inflación haya aumentado 0.58%, es decir, todo se volvió más caro.
Y vaya que no es de sorprender este aumento, cuando el consumo se gravó un 1% más para quedar en 16%, y el impuesto a la producción aumentó para estar en 30%; eso aunado al ajuste tarifario de la gasolina y el gas LP, sin olvidar el impuesto especial a las telecomunicación y la innumerable lista de aumentos en alimentos y demás productos y servicios que dichos ‘ajustes’ han provocado. Pero no todo es malo, ya que en 2010 el aumento al salario fue de cerca de 5%, unas cuantas décimas por arriba del nivel estimado de inflación para este año.
Pero dirán algunos neoliberales derechistas –más cualquier adjetivo que usted, estimado lector, agregue- que peco de izquierdoso comunista falto de fe en las decisiones gubernamentales –más cualquier adjetivo que sea de su predilección-, que estos aumentos son benéficos y necesarios, que servirán para subsanar problemas fiscales, la construcción de obras públicas y el combate contra el crimen organizado.
Sea cual sea su posición política, la estrategia económica no parece congruente con la realidad económica del país.
Si ésta es la estrategia para acabar con la condición de pobreza –entendida en términos económicos- que sufren poco más de 50 millones de mexicanos, omite algunos detalles importantes: la reactivación del mercado interno, el fomento a la producción y a la creación de empleos, el fomento al consumo, así como el fortalecimiento de la industria nacional.
Todo indica que las acciones tomadas sólo fomentarán el crecimiento del desempleo, la pobreza y la informalidad, lo que repercute de forma directa en el desarrollo económico. Además de ser un factor importante a considerar en problemas de tipo social como la marginación y la violencia.
Viéndolo fríamente, puede que la estrategia gubernamental sea contra los pobres y no precisamente contra su condición de pobreza. Tal vez en el gobierno crean que acabando con los pobres se acaba la pobreza, tomando como fundamento ideológico el dicho popular que reza: ¡muerto el perro se acabo la rabia!
Como sea que fuere, todo esto quedará en el olvido en unos cuantos meses: la inflación, los salarios bajos, el poco crecimiento económico, la inseguridad, las artimañas y engaños políticas y demás problemas nacionales no le importarán a nadie, ni al gobierno ni a los ciudadanos, ya que nuestra atención estará en Sudáfrica, esperando que la selección nacional de fútbol ponga en alto el nombre de México.
¡Bendito sea el fútbol! Por ser el opio de una sociedad indiferente, atrasada y conservadora como la nuestra, donde la ‘izquierda’ y la ‘derecha’ juegan a hacer alianzas contra el ‘centro’ para obtener un poco de poder y donde los ciudadanos creen que con marchas, plantones, consignas y peticiones absurdas se arreglan las cosas.
Y las ideas que cambian al mundo ¿Dónde están?
PS: La revista Forbes ha colocado a Carlos Slim Helú como el hombre más rico del mundo con una fortuna de 53 500 millones de dólares. Interesante cantidad de dinero en un país con más de 50 millones de pobres.
Con información de:
Forbes.com
La Jornada en línea
El Universal.com
Banco de México