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Con ganas de ser cogida en la playa(parte 1)

lianjie

Becerro
Desde
22 Ene 2010
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35
Cuando me hizo la propuesta no me lo podía creer, sería la primer vez que viajaríamos juntos tan lejos y el destino que escogió resultaba inmejorable, la playa. Teníamos ya dos años de novios y muchas aventuras de por medio, pero nunca habíamos salido de vacaciones, solo pequeños paseos a lugares cercanos por lo que su idea me pareció increíble.

Aquella noche previa al viaje no pude dormir, como toda chica me dediqué a repasar, mental y físicamente todo lo necesario, tanto los pendientes que había que resolver antes de irnos, como lo que había que incluir en el equipaje, sería el viaje más perfecto que realizaríamos Néstor y yo.

Tanto ajetreo me dejó rendida por lo que decidí tomar un baño para poder descansar y no pasarla mal durante el trayecto, eran por lo menos 6 horas de camino la que nos esperaban, me sentó bastante bien sentir el agua caliente sobre mis hombros y mis senos, sobre mi cara; tras lavarme el cabello, comencé a pasar la barra de jabón por mi abdomen, era una caricia bastante placentera, seguí enjabonando ascendentemente mi cuerpo, mis dos pechos grandes, mis brazos, mi cuello, después mi mano comenzó a bajar hasta mis muslos, mis rodillas, mis pies, mi cola y por ultimo mi concha, pero al pasar la mano por esa zona noté algo en lo que no había reparado, mi conejito estaba bastante peludito.

Busqué en el mueble del baño un rastrillo y no encontré, me agaché para hacerlo en la parte de abajo de la repisa y al agacharme, una ventisca de aire invadió mi concha erizando los vellitos de mis brazos, no pude evitar sonreír por lo cómico de la situación. Finalmente lo encontré, con la barra de jabón volví a untarme bastante espuma en mi vagina hasta dejarla completamente blanca y resbalosa, coloqué mi pierna derecha sobre el escusado y comencé a pasar la navaja por mi monte, daba jaloncitos cada que se llevaba buena parte de mi pelambrera que iba a parar al lavamanos, cuando hube retirado todo el vello del área del bikini, se me ocurrió continuar para darle una sorpresa a Néstor, así que comencé a podar toda mi almeja hasta dejarla como la de una adolescente, lisa, rosada y hambrienta. El solo pensar en su reacción me hizo mojarme toda, deslicé un dedo por entre mis labios vaginales, estaban babosos y calientes, lo pase fugazmente varias veces y hasta después de ese momento noté el frío que pegaba fuerte en mis pezones que comenzaron a erectarse, mi clítoris vibraba causándome espasmos que hacían brincar involuntariamente mi pierna sobre el escusado, me mordí la boca y cerré los ojos abandonándome a mi disfrute, no sé si jamás me sucedió o era por lo depilado de mi vagina que se hizo más evidente, pero mi pucha estaba totalmente mojada, empapada como si alguien le hubiera dado un beso, las mejillas se me calentaron y los pezones me daban unos toquecitos, todo al mismo tiempo, sentí delicioso y comencé a correrme en medio de unos gritos ahogados que se escucharon ecos en mi cuarto de baño, cogí un poco de papel con el que me limpie mis jugos que ya comenzaban a escurrir por la raja de mi cola y me fui a dormir plácidamente.

En la maleta llevaba lo indispensable, ustedes saben, tres pares de zapatos, unos altos, otros de piso pero bastante coquetos y otros tipo sandalia, unos jeans, dos vestidos, uno de noche y otro para veranear, tres blusas y los dos trajes de baño que tenía, un bra aparte del que vestía, así como las tangas más diminutas y provocativas con las que contaba mi guardarropa, todo lo necesario para nuestros dos días en el mar. De todo ese equipaje lo que más ocupaba mi pensamiento era justo eso, las tangas, no podía esperar a ponérmelas para Néstor y ver sus ansias por quitármelas sobre todo después de descubrir que tenía la raja completamente pelada.

El viaje fue normal, mi novio y yo nos la pasamos tonteando disfrutando del paisaje, de estar por primera vez juntos en esos lugares, besándonos en ratos, viendo la película del bus en otros y dormitando algunas ocasiones; la verdadera diversión llegó cuando arribamos al puerto de Veracruz, el calor sofocante sobre nuestros cuerpos que obviamente vestían prendas nada acordes a ese clima por lo que se nos pegaban como una segunda, gruesa e incómoda piel, pero todo era placentero estando juntos.

No tardamos mucho en encontrar hotel, era pequeño pero económico y agradable, además de que estaba apenas a unos pasos de la playa, de inmediato nos instalamos, Néstor se recostó en la cama rendido por la caminata y yo me dispuse a guardar las cosas en los cajones del tocador, me distraje tanto en ello que en el momento en que voltee me sorprendió ver la verga de mi novio bamboleándose, sus nalgas firmes y su espalda inmensa. “Me voy a bañar, siento que estoy sudando por todos lados”, me dijo cogiendo una toalla y dirigiéndose al baño, sin pensarlo comencé a arrancarme la ropa mientras lo seguía, entré cuando se estaba enjabonando el cabello, tenía los ojos cerrados con la cara bajo el chorro de agua, lo miré por un instante antes de acercarme, nunca sentí atracción por los hombres musculosos, los atletas, mi gusto iba más encaminado a los chicos de apariencia ruda, descuidada, sin importar si eran gordos o flacos, pero cómo me encantaba ahora su cuerpo firme, sus piernas duras y gruesas, sus brazos marcados, sus nalgas redondas y duras y perdón que lo repita, pero la espalda, esa espalda que parecía que podía cargar al mundo sobre sí.

Me abracé bien fuerte a él en cuanto lo tuve a mi alcance aplastando mis tetas y pegando mi cara a ese espaldón, mis manos las coloqué sobre su pecho, “está bien rica el agua ¿verdad?” me dijo, pero yo no podía pensar en más nada en ese momento, comencé a besar su cuerpo mientras mis manos acariciaban sus pezones, él se dejó hacer, fui recorriendo cada centímetro, su abdomen que sin estar marcado era firme y duro, sus caderas huesudas, su verga ya parada que aprisioné con firmeza ante un leve gemido suyo, tenía esa mano llena, llena de él, de su virilidad como en breve esperaba tener mi panochita que pegaba a sus nalgas como si yo fuera él y quisiera penetrarle, de ser físicamente posible, creo que lo haría. Mi otra mano amasaban esa buena cola que tenía mi novio al tiempo que comencé a pajearlo, lentamente descubría la cabeza de esa tripa caliente y la volvía a cubrir, cuando bajaba, lo hacía hasta tocar sus huevos peludos con la yema de mis dedos, después cambié la posición de tal forma que pude seguírsela meneando sin soltarle las bolas. Él trataba de tocar mi concha, le gustaba meterme los dedos y jugar con mi clítoris, pero esta vez no lo dejé, me apreté a su cuerpo impidiéndoselo, entonces me agarraba el culito, me abría las nalgas de una forma desesperada, salvaje, dolorosa y rica. Pero era un obstinado, sin saber cómo lo hizo, logró colar un dedo hasta mi mojado coño, cuando lo sintió, cuando notó la ausencia de vello no conté con las fuerzas necesarias para contenerlo, de inmediato se giró con la cara de sorpresa como la de un niño “¿te depilaste toda?” “sí, ¿te gusta?” le dije conteniendo mis tetas con un brazo y abriéndome los labios de mi panochita (he de decir que heredé de mi madre un tremendo panochón, de labios gorditos y prominentes, tanto que he llegado a pensar que sería capaz de albergar más de un solo miembro en mi interior a la vez), como endemoniado, Néstor se lanzó a chuparme los pezones de mis tetas y a penetrarme con sus dedos, yo sentí delicioso aunque lo hizo brusco, en ratos dejaba de mamar mis tetas para asomarse a mi concha como incrédulo de su esplendor, podía verla toda, completa, incluso su interior cuando abría lo suficiente con sus dedos “ya métemela papi”, le dije y de inmediato me volteó de espaldas a él tomándome de los hombros, me aprisionó contra la pared fría del baño, el agua todavía caía sobre nuestros cuerpos, con su mano condujo su pito directo a mis entrañas ¡Dios! Sólo recordarlo me vuelve a poner jariosa, sin permitirme despegarme de la pared comenzó a embestirme fuerte y profundo, de inmediato sentí mi orgasmo, tengo una conexión tan fuerte con él que suelo correrme sin necesitar de mucho, como intuyéndolo, su verga comenzó a convulsionarse en mi interior y a arrojar chorros calientes de esperma que mi concha exprimió en su totalidad, cuando salió sentí que se llevaba consigo mi alma, parte de mi vida, cuando lo único que salía de mi era un espeso cumulo de leche que escurrió por mi pierna, cayó al piso y arrastrado por el agua se fue por la coladera.
CONTINUARA…
 
Muy bueno... por fin alguien que se esmera con la redacción y escribe correctamente y no como si estubiese mandando mensajes con el celular.

Igual me hubiese gustado mas detalles especialmente en la descripcion.
 
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