Cuernabecerro
Bovino adicto
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- 21 Feb 2010
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- #1
Resulta muy común en el trabajo encontrarse con personas que piensan diferente, o…muy diferente a ti.
Que siempre contrapuntean tus puntos de vista, tus opiniones, tus propuestas, en fin, todo lo que venga de ti. En resumen: Aparentemente les caes muy mal.
Ese era mi caso con mi colega y antagonista: La “Licenciada Melo” Como es de suponerse, su apellido se prestaba a miles de bromas, en corto por supuesto.
Ambos representábamos la eterna disputa laboral entre el área comercial, a mi cargo y el área administrativa, a cargo de ella. Lo que representaba frecuentes enfrentamientos en cualquier momento y no se diga en las juntas de los Lunes; Eran auténticos choques de trenes, en donde regularmente, repartíamos victorias; Honestamente, cuando ella ganaba, era como una patada en “salva sea la parte” e inmediatamente comenzaba a idear la forma de rehacerme y contraatacar.
Por el contrario, cuando yo lograba obtener la aprobación de la Dirección, podía sentir su mirada de rencor, debajo de sus anteojos de pasta café, y notaba como sus mejillas morenas se encendían.
Paula Melo: Era una mujer promedio podría decirse. 28 años, (4 más que yo), 1.65 aproximadamente de estatura, cabello negro ondulado que constantemente le caía en el rostro, su piel era morena clara, ojos cafés, disimulados por sus inseparables anteojos, su nariz pequeña y respingada, boca chiquita y un poco más gruesa de lo normal, poco maquillaje que daba una agradable frescura a su rostro. Su cuerpo no era de modelo, pero sabía sacarle provecho, según yo. Se vestía de una manera provocativa pero discreta, sus blusas regularmente eran ceñidas al cuerpo con apertura en el nacimiento de sus no tan grandes pero bien formados senos, dejando ver con claridad la unión entre ambos, usaba cadenas con dijes que terminaban descansando ahí precisamente, llamando la atención, cosa que, personalmente, me provoca agradables reacciones... Sus faldas no eran cortas, tampoco largas unos diez centímetros arriba de las rodillas, mostrando un lindo par de piernas realzadas por sus medias en un tono más claro que daban una muy agradable vista, siempre con zapatos de tacón muy alto, que le ayudaban a lucir más alta, a dar forma a sus pantorrillas y a resaltar sus pequeñas y redondas nalgas. Además, tengo que aceptar que es una mujer muy inteligente, disciplinada y muy competitiva. Apasionada…
Yo no sabía cuál era la causa de su aparente odio hacia mí, bueno, en realidad parecía ser contra todo el género masculino, no tenía buena relación laboral con ningún hombre, aunque, era más evidente cuando se trataba de mi. Sin embargo con las mujeres era muy cordial, lo que hacía que más de un pre juicioso... Como yo, la etiquetáramos como lesbiana.
Contradictoriamente, nuestra interacción era muy frecuente por nuestra actividad, además, ambos llegábamos muy puntuales y éramos los últimos en salir día tras día.
Jamás pensé en tener “algo” con ella, aún consciente de que podría ser una mujer muy apetecible, si la viera con otros ojos.
Cierto Lunes, al llegar me encontré con que las escaleras del edificio estaban cerradas por mantenimiento, a pesar de que mi oficina se encontraba en el 8º piso, me gustaba subir a pié por salud y para evitar aglomeraciones.
No teniendo opción, fui al elevador del “sótano 2” y subimos un par de personas, siguiente nivel “sótano 1” subieron 3 más, entre ellas la Licenciada Melo quien ni se percató de mi presencia ahí, yo iba arrinconado sabiendo que sería de los últimos en bajar. Planta Baja: Un mundo de gente queriendo subir, por supuesto que el elevador se atascó quedando literalmente como sardinas; Un tacón se incrustó en mi pié, era de la Licenciada Melo, quien fue aventada literalmente hacia atrás con el ingreso de más gente, al retirarlo, perdió el equilibrio tirando unas tarjetas, por cortesía natural intenté agacharme a levantarlas, pero, era imposible con tanta gente, como pudo, se agachó a levantarlas. Esa imagen ha permanecido en mi mente desde entonces, ella, en cuclillas, levantando sus tarjetas y su cara, pegada a mi pelvis, impulsada por las nalgas de una pasajera del elevador; Involuntariamente, en mi entrepierna, fue creciendo un bulto aceleradamente, cosa que realmente me incomodó, aunque, sería mentir decir que no disfruté verla así, y sentir el cálido roce de su mejilla contra mi sexo, cada vez mas erguido por cierto, cosa que no debió pasar inadvertida para ella.
De reojo vi como alzó su mirada buscando en mi rostro alguna expresión seguramente, fingí no verla… Por fin termino de juntar sus tarjetas y con dificultad se puso en pié al tiempo que parábamos en el piso 1; Bajó una persona y subieron dos más, quedó de frente a mi totalmente pegada, su cabeza a la altura de mi barbilla, sus senos oprimidos contra mis costillas brindándome una deliciosa y tibia sensación, su pubis ineludiblemente embonó con mi totalmente erecto pene. Cerré mis ojos disfrutando en silencio, intentando no demostrar el placer que me producía, (ahora sé, dicho por quienes me conocen, que me es imposible, disfrazar mis emociones).
Su mano rozaba mi nalga al sostenerse del barandal, la temperatura en nuestros cuerpos aumentaba, su cálida respiración se estrellaba en mi cuello, despertándome un delicioso hormigueo, su aliento a menta llegó hasta mí, su mirada buscaba la mía y yo la evitaba.
Piso 2, El muelleo del elevador al detenerse produjo en sabroso efecto de “acomodo” en nuestros cuerpos que arrancó un leve jadeo en ella quien apenada recargó su cabeza en mi hombro, sentí el impulso de acariciarla y tomarla por la cintura para apretarla mas contra mi…. Me contuve… Reinició el ascenso con esa inevitable sensación de vacío en el estómago, involuntariamente moví mi pelvis hacia arriba sintiendo con claridad su calidez, ella volteó bruscamente y nuestras miradas ahora si se encontraron, intenté hacer una mueca con los ojos y torciendo los labios en señal de que no podía evitarlo, el brillo de sus ojos era una extraña mezcla de odio y deseo.
Su pelvis se apretó aún más contra mi miembro, producto del movimiento del personal que se preparaba para bajar; Mi firmeza se “incrustaba” dentro de lo posible en su tibieza produciéndome ese placentero cosquilleo en la parte baja de mis testículos; Ella cerró sus ojos, seguramente también experimentaba una sensación similar, podría apostar que comenzaba a humedecerse…
Que siempre contrapuntean tus puntos de vista, tus opiniones, tus propuestas, en fin, todo lo que venga de ti. En resumen: Aparentemente les caes muy mal.
Ese era mi caso con mi colega y antagonista: La “Licenciada Melo” Como es de suponerse, su apellido se prestaba a miles de bromas, en corto por supuesto.
Ambos representábamos la eterna disputa laboral entre el área comercial, a mi cargo y el área administrativa, a cargo de ella. Lo que representaba frecuentes enfrentamientos en cualquier momento y no se diga en las juntas de los Lunes; Eran auténticos choques de trenes, en donde regularmente, repartíamos victorias; Honestamente, cuando ella ganaba, era como una patada en “salva sea la parte” e inmediatamente comenzaba a idear la forma de rehacerme y contraatacar.
Por el contrario, cuando yo lograba obtener la aprobación de la Dirección, podía sentir su mirada de rencor, debajo de sus anteojos de pasta café, y notaba como sus mejillas morenas se encendían.
Paula Melo: Era una mujer promedio podría decirse. 28 años, (4 más que yo), 1.65 aproximadamente de estatura, cabello negro ondulado que constantemente le caía en el rostro, su piel era morena clara, ojos cafés, disimulados por sus inseparables anteojos, su nariz pequeña y respingada, boca chiquita y un poco más gruesa de lo normal, poco maquillaje que daba una agradable frescura a su rostro. Su cuerpo no era de modelo, pero sabía sacarle provecho, según yo. Se vestía de una manera provocativa pero discreta, sus blusas regularmente eran ceñidas al cuerpo con apertura en el nacimiento de sus no tan grandes pero bien formados senos, dejando ver con claridad la unión entre ambos, usaba cadenas con dijes que terminaban descansando ahí precisamente, llamando la atención, cosa que, personalmente, me provoca agradables reacciones... Sus faldas no eran cortas, tampoco largas unos diez centímetros arriba de las rodillas, mostrando un lindo par de piernas realzadas por sus medias en un tono más claro que daban una muy agradable vista, siempre con zapatos de tacón muy alto, que le ayudaban a lucir más alta, a dar forma a sus pantorrillas y a resaltar sus pequeñas y redondas nalgas. Además, tengo que aceptar que es una mujer muy inteligente, disciplinada y muy competitiva. Apasionada…
Yo no sabía cuál era la causa de su aparente odio hacia mí, bueno, en realidad parecía ser contra todo el género masculino, no tenía buena relación laboral con ningún hombre, aunque, era más evidente cuando se trataba de mi. Sin embargo con las mujeres era muy cordial, lo que hacía que más de un pre juicioso... Como yo, la etiquetáramos como lesbiana.
Contradictoriamente, nuestra interacción era muy frecuente por nuestra actividad, además, ambos llegábamos muy puntuales y éramos los últimos en salir día tras día.
Jamás pensé en tener “algo” con ella, aún consciente de que podría ser una mujer muy apetecible, si la viera con otros ojos.
Cierto Lunes, al llegar me encontré con que las escaleras del edificio estaban cerradas por mantenimiento, a pesar de que mi oficina se encontraba en el 8º piso, me gustaba subir a pié por salud y para evitar aglomeraciones.
No teniendo opción, fui al elevador del “sótano 2” y subimos un par de personas, siguiente nivel “sótano 1” subieron 3 más, entre ellas la Licenciada Melo quien ni se percató de mi presencia ahí, yo iba arrinconado sabiendo que sería de los últimos en bajar. Planta Baja: Un mundo de gente queriendo subir, por supuesto que el elevador se atascó quedando literalmente como sardinas; Un tacón se incrustó en mi pié, era de la Licenciada Melo, quien fue aventada literalmente hacia atrás con el ingreso de más gente, al retirarlo, perdió el equilibrio tirando unas tarjetas, por cortesía natural intenté agacharme a levantarlas, pero, era imposible con tanta gente, como pudo, se agachó a levantarlas. Esa imagen ha permanecido en mi mente desde entonces, ella, en cuclillas, levantando sus tarjetas y su cara, pegada a mi pelvis, impulsada por las nalgas de una pasajera del elevador; Involuntariamente, en mi entrepierna, fue creciendo un bulto aceleradamente, cosa que realmente me incomodó, aunque, sería mentir decir que no disfruté verla así, y sentir el cálido roce de su mejilla contra mi sexo, cada vez mas erguido por cierto, cosa que no debió pasar inadvertida para ella.
De reojo vi como alzó su mirada buscando en mi rostro alguna expresión seguramente, fingí no verla… Por fin termino de juntar sus tarjetas y con dificultad se puso en pié al tiempo que parábamos en el piso 1; Bajó una persona y subieron dos más, quedó de frente a mi totalmente pegada, su cabeza a la altura de mi barbilla, sus senos oprimidos contra mis costillas brindándome una deliciosa y tibia sensación, su pubis ineludiblemente embonó con mi totalmente erecto pene. Cerré mis ojos disfrutando en silencio, intentando no demostrar el placer que me producía, (ahora sé, dicho por quienes me conocen, que me es imposible, disfrazar mis emociones).
Su mano rozaba mi nalga al sostenerse del barandal, la temperatura en nuestros cuerpos aumentaba, su cálida respiración se estrellaba en mi cuello, despertándome un delicioso hormigueo, su aliento a menta llegó hasta mí, su mirada buscaba la mía y yo la evitaba.
Piso 2, El muelleo del elevador al detenerse produjo en sabroso efecto de “acomodo” en nuestros cuerpos que arrancó un leve jadeo en ella quien apenada recargó su cabeza en mi hombro, sentí el impulso de acariciarla y tomarla por la cintura para apretarla mas contra mi…. Me contuve… Reinició el ascenso con esa inevitable sensación de vacío en el estómago, involuntariamente moví mi pelvis hacia arriba sintiendo con claridad su calidez, ella volteó bruscamente y nuestras miradas ahora si se encontraron, intenté hacer una mueca con los ojos y torciendo los labios en señal de que no podía evitarlo, el brillo de sus ojos era una extraña mezcla de odio y deseo.
Su pelvis se apretó aún más contra mi miembro, producto del movimiento del personal que se preparaba para bajar; Mi firmeza se “incrustaba” dentro de lo posible en su tibieza produciéndome ese placentero cosquilleo en la parte baja de mis testículos; Ella cerró sus ojos, seguramente también experimentaba una sensación similar, podría apostar que comenzaba a humedecerse…