Ah la muerte... no es un tema sencillo como ir a echarse un par de polvos con la mujer o la novia.
Es cierto, hay que vivir el presente, el asunto es que para muchos el presente ya es una muerte inminente, y muchos ya están muertos en vida. Podemos hablar mucho acerca de lo conscientes que somos de nuestra propia muerte pero en realidad vivimos como si fuéramos eternos, porque si en verdad tomásemos consciencia de nuestra muerte nos volveríamos locos, cuando algún familiar o amigo fallece, sentimos que la Parca es algo distante, ajeno, como si nunca fuera a pasarnos a nosotros. Muchos se consuelan con mundos ultraterrenos, paraísos creados ad hoc por las religiones, otros olvidan o tratan de olvidar su muerte fornicando, bebiendo, pasando el tiempo en cualquier actividad, sin embargo la muerte está siempre presente, en todo momento estamos muriendo, célula a célula, vamos decayendo, volviéndonos viejos, esa es la necesidad inevitable de todo lo vivo. Nada tiene sentido por sí mismo, somos nosotros los que le damos sentido a la vida y a las cosas. Entonces, ¿debemos rechazar la muerte?, por supuesto que no, debemos aceptarla y abrazarla, es parte de este mundo, todo nace y perece, nada es eterno, sin la muerte no hay cambio, no hay renovación, no hay nacimiento.
Los cadáveres alimentan a las nuevas criaturas por venir.