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[FONT="]Continuación de: EL T A T U A J E
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[FONT="]Después de la experiencia que tuvo Claudia con el chavo tatuador, se volvió más salvaje en la intimidad. Si antes eran 4 veces mínima que hacíamos el amor, ahora me comenzó a exigir al menos 6 días a la semana, dejándome descansar tan solo los domingos, lo que aprovechaba para dormir y por la tarde mirar por televisión el resumen deportivo de Acción por el Canal de las Estrellas. Esta exigencia sexual me llevó a abandonar por un tiempo la masturbación solitaria que en ocasiones realizaba buscando fotos en la Internet, principalmente de chicas como Ann Angel, Tiffany Teen o Alison Angel.[/FONT]
[FONT="]El sacrificio bien valía la pena, pues como dije anteriormente, Claudia es hermosísima, con un cuerpazo descomunal. El tema de los swingers no lo volvimos a tocar, solo nos concentrábamos en nosotros dos, aunque tengo que confesar que a veces la notaba aburrida. [/FONT]
[FONT="]Un día ella estaba en Internet, revisando una revista de farándula que mostraba unos modelos masculinos muy atractivos. Había un link a la página de esos modelos; era una página de scorts. Comenzó a ver las fotos de hombres desnudos y se fue animando a seguir fisgoneando. Luego emergió otra ventana de una página porno donde mostraba orgías y lo más común en este tipo de páginas es ver a dos hombres con una mujer y empezó a imaginarse la cantidad de sensaciones que se podrían sentir. Desde aquella noche, se aficionó a la búsqueda de parejas y tríos teniendo sexo.[/FONT]
[FONT="]Todo esto lo supe posteriormente, pues yo me dedicaba a trabajar en un negocio de bienes raíces, y en esos momentos no imaginaba lo que mi mujer miraba a solas, pues le quedaba mucho tiempo libre debido a que no trabajaba.[/FONT]
[FONT="]Lógicamente, todo esto la excitaba y cuando yo regresaba ella trataba de complacerme dándome sexo oral, pero yo también me encontraba agotado físicamente por exceso de trabajo y de sexo diario con ella. Sin embargo ella era como insaciable, y mientras yo me dormía ella se quedaba masturbando hasta la 1 o 2 de la mañana. [/FONT]
[FONT="]Claudia comenzó a buscar en Google páginas swinger, con la firme idea que eso era lo que nuestra relación necesitaba, Al hacer una búsqueda aparecieron cantidad de páginas, algunas de simple porno, pero otras que mostraban cómo el hecho de tener sexo con otra persona, fuera de la pareja, no necesariamente es promiscuidad o libertinaje. “Los seres humanos somos poligámicos por naturaleza, pero es nuestra corteza cerebral exterior la que nos induce a la fidelidad”, decían algunos textos. Ella quería revivir el sexo perdido, el sexo loco y desenfrenado, quería sentir otra vez un pene ajeno, otra piel. Ahora estaba el problema de cómo contármelo a mí, sin que con ello acabara de deteriorar la relación.[/FONT]
[FONT="]Entonces Claudia se dio cuenta que debía actuar con inteligencia, pues contármelo directamente no era la solución ideal; era mejor buscar una forma de incitarme y que yo me interesara en el swinger, tal como ella ya lo estaba, de tal forma que la idea no pareciera de ella. Sus deseos inconfesables estaban a punto de salir a la luz.[/FONT]
[FONT="]Así fue que creó un correo ficticio como si fuera el webmaster de un reconocido servidor de correo electrónico y empezó a recomendarme que visitara tal o cual página de swinger, también programó su correo para que le avisara si el destinatario había recibido el mensaje y lo había abierto. De igual forma configuró el explorador para que cada vez que yo abriera Internet en nuestra casa ingresara directamente a la galería fotográfica de una página swinger. Compró la revista que trataba en varias formas el tema swinger y las dejaba marcadas en artículos cercanos al que le interesaba de tal forma que cuando yo las leyera, pudiera leer el artículo que a ella de interesaba. [/FONT]
[FONT="]Cabe decir que no es que yo estuviera reacio a estas aventuras, pues como recordarán yo mismo había propiciado su encuentro sexual con un joven de 18 años, que se la cogío mientras le tatuaba cerca de las nalgas. Pero en ese momento estábamos viviendo problemas de comunicación derivados del stress, lo cual a ella la intimidaba para confesarme su curiosidad para estar con otros hombres estando yo presente.[/FONT]
[FONT="]Una noche, cuando Claudia vio que prendí la computadora, fingió que tenía que sacar al perro a esa hora. Dejó la puerta sin asegurar y salió. Ella ya había revisado previamente el historial de las páginas visitadas y sabía que yo aprovechaba cuando estaba solo para ingresar a las páginas que le había recomendado. Esperó afuera con el perro, lo amarró en una reja cercana y entró a la casa sin hacer ruido. Cuando la vi no tuve tiempo de cerrar las ventanas del explorador, así que aprovechó a preguntarme de nuevo: ¿Qué te parece eso?” Le contesté que era un mundo excitante, mientras me sonrojaba un poco.[/FONT]
[FONT="]– Y a ti, ¿qué te parece? – Pues, como interesante y excitante, me contestó. Un poco más confiado, seguí abriendo otras ventanas en presencia de Claudia. Entonces, me preguntó, refiriéndose a las fotografías que estábamos viendo: – “¿Te gustaría hacer algo de eso?”. Le respondí que siempre me había excitado ver a dos mujeres teniendo sexo.[/FONT]
[FONT="]Antes de poder hablar o decir algo, ella dijo: – A mí me gusta esta foto. Y señaló una, en donde una mujer estaba siendo penetrada en posición de perrito, mientras le hacía oral a otro hombre que estaba frente a ella. Respondí que esa era la segunda que más me gustaba y entonces, sin más preámbulos, le solté la pregunta: – ¿Estarías dispuesta a un intercambio de parejas? Ella contestó: – Pues me da como vergüenza, pero estaría dispuesta si tú estás presente.[/FONT]
[FONT="]Esta respuesta me excitó y esa noche tuvimos un sexo delicioso, el mejor en mucho tiempo. El pobre perro seguía afuera y solo lo recuperamos después de una hora. El pobre estaba empapado. Es increíble ver cómo, por el solo hecho de hablar de nuestras fantasías, de lo que estaríamos y no estaríamos dispuestos a hacer, nuestra relación mejoró en un doscientos por ciento.[/FONT]
[FONT="]Empecé a regresar a casa mucho más temprano y visitábamos la página y el video Chat donde nos masturbábamos con otras parejas, hasta que una de ellas nos invitó a su casa. Fuimos, tensos y miedosos, pero ellos tenían experiencia y en menos de lo que canta un gallo… estábamos desnudos en la cama. Claudia, con una soberana verga dentro de su vagina y yo con una rubia de grandes pechos cabalgando sobre mí. Esa noche, los dueños de casa, atentos a la fantasía de Claudia, llamaron a tres amigos y ella quedó atrapada entre sus cuerpos, saciando sus apetitos sexuales. Nunca había imaginado que ella pudiera tener tanto sexo, que su vagina resistiera tantas vergas, tanta penetración y, sobre todo, que se volvería adicta a eso que llaman la doble penetración, es decir dos vergas al mismo tiempo, una por el ano, otra por la vagina y luego ambas por la vagina, dándole la sensación de estar llena.
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unzadita: