jarochilandio
Bovino de la familia
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Eileen Truax
Reportaje especial
proceso.com.mx
1 Febrero, 2017
Según algunos cálculos, fueron 5 millones de mujeres las que el sábado 21 marcharon en varias ciudades de Estados Unidos para gritar su repudio a Donald Trump, un día después de que éste asumiera como el presidente 45 de ese país. Las razones: el desprecio del republicano (hecho público desde hace tiempo) hacia las mujeres, los inmigrantes, los discapacitados, los derechos civiles, la ecología… La instancia que organizó la protesta, Women’s March, no se va a quedar sólo con esa demostración y ya anunció más medidas de presión contra el entrante gobierno.
LOS ÁNGELES (Proceso).- La tercera semana de noviembre de 2016, días después de que Donald Trump ganara las elecciones en Estados Unidos, Juana Martínez-Neal entró a Facebook y se encontró con una invitación: un grupo de mujeres se organizaba para convocar a una marcha en Washington al día siguiente de la toma de posesión.
La idea la entusiasmó: llevaba días pensando en una manera de manifestar su desacuerdo con las políticas del presidente electo, pero siendo mamá de tres niños le resultaba complicado viajar desde Arizona a la capital del país. Entonces decidió buscar una alternativa en su ciudad. Lanzó una convocatoria y 40 días después, ante sus sorprendidos ojos, 30 mil personas marchaban por el centro de Phoenix.
La Marcha de las Mujeres se celebró el sábado 21, un día después de la toma de posesión de Trump como presidente número 45 de Estados Unidos. Coordinada desde Washington por cuatro mujeres activistas –Carmen Pérez, Tamika D. Mallory, Linda Sarsour y Bob Bland– y un Comité Nacional, tuvo como objetivo presentar una plataforma en la que confluyeran la necesidad de poner fin a la violencia, la defensa de los derechos reproductivos, laborales, civiles, de la comunidad LGBTQIA, de los inmigrantes, de las personas discapacitadas y por la justicia ambiental.
Miles de organizaciones activistas en estas áreas participaron en marchas por todo el país.
“Creemos que los derechos de las mujeres son derechos humanos, y que los derechos humanos son derechos de las mujeres”, señala el comité en un manifiesto publicado en su página web, citando la conocida frase de Hillary Clinton en el foro de las Naciones Unidas en Beijing en 1995, cuando la excandidata era primera dama de Estados Unidos. “Debemos crear una sociedad en la que las mujeres –incluidas las negras, nativas, pobres, inmigrantes, discapacitadas, musulmanas, lesbianas, queer y trans– sean libres y tengan la posibilidad de cuidar y alimentar a sus familias, cualquiera que sea su conformación, en espacios saludables y seguros, libres de impedimentos estructurales”.
Paola Mendoza es la directora artística del Comité Nacional de la Women’s March. Originaria de Colombia, es cineasta, vive en Nueva York, ha pasado la mayor parte de su vida en Estados Unidos y ha dedicado gran parte de su trabajo documental a hablar sobre inmigrantes. Cuando se enteró del proyecto a través de Carmen Pérez, supo que tenía que participar.
–Me senté a hablar con ella, quería saber cómo ayudar, porque yo tengo experiencia creando alianzas y mucho de mi trabajo es sobre inmigración. Empezamos a conectar con organizaciones establecidas y con organizaciones de inmigración, y a crear una lista de artistas y celebridades para invitarlos a venir y a marchar. De Los Ángeles convoqué a 150 personas. Y una parte adicional de mi trabajo fue organizar el programa de oradores, además de curar el diseño de arte. Lo hicimos todo en dos meses –dice orgullosa.
De acuerdo con las cifras finales de Women’s March, se registraron marchas en más de 600 ciudades en Estados Unidos, siendo las más numerosas las de Washington, con 1 millón de personas; Los Ángeles, con 750 mil; Nueva York, con 500 mil y Chicago, con 250 mil, y un total de 5 millones en todo el país.
Un conteo realizado por un profesor de la Universidad de Connecticut, publicado por la revista The Atlantic, dio por resultado entre 470 mil y 680 mil participantes en Washington y una participación total de entre 3.6 y 4.6 millones de personas a escala nacional.
“Jamás había marchado”
El día que Juana Martínez-Neal –peruana de 45 años, con 22 viviendo en Estados Unidos– decidió que buscaría marchar en Phoenix, pensaba hacerlo sumándose a alguien que ya estuviera organizando algo, pero vio que aún no había nada. Puso un mensaje en Facebook, y la noche del 20 de diciembre, un mes antes de la toma de posesión, Kristy King, Eva Burch y ella empezaron a planear la marcha.
–Teníamos que hacerlo todo muy rápido, pero la ventaja es que encontramos gente muy competente. Kristy es profesora de ciencia política en una universidad de Arizona, Eva es enfermera y sus papás son abogados; actúa eficientemente en situaciones de respuesta rápida y es muy buena para hablar. Y yo soy ilustradora y autora de libros infantiles. Mi trabajo se enfoca en la diversidad, expongo la cultura latina a la gente que no está normalmente acostumbrada a verla, porque la mayoría de los autores son blancos, no gente de color. Las tres hemos encontrado afinidad, nos complementamos.
Lo que siguió fue coordinarse con la marcha central en Washington, que a su vez ya se encontraba rebasada; así se crearon coordinaciones estatales. Se abrió un grupo de Facebook para los organizadores, donde podían hacer preguntas. Se abrió también un grupo en la plataforma de mensajes Slack, para compartir archivos, y se coordinaron llamadas semanales para hacer preguntas y compartir
información.
–El mayor obstáculo fue obtener el apoyo de las organizaciones ya establecidas. Cada vez que intentábamos hablar con ellos, desde el Partido Demócrata en Arizona, hasta los grupos que apoyan mujeres en la política, era difícil que nos devolvieran las llamadas o nos pusieran atención. Espero que se hayan dado cuenta ahora de que se equivocaron –dice, riendo, Juana, al recordar el éxito que tuvo la marcha.
Cuando el equipo empezó a dar entrevistas a los medios, Juana decidió ser conservadora: dijo que si llegaban mil personas, la marcha sería un éxito. Conforme se acercaba la fecha subió la cifra: 2 mil, 4 mil. La mañana del sábado 21 su página mostraba a 13 mil personas registradas. Al final, los números oficiales cerraron en 30 mil.
–El momento en el que me di cuenta de cuántos éramos fue cuando empezamos a marchar. Pasaron 15 minutos y la gente no podía dar un paso. Después vimos las imágenes desde el helicóptero en las noticias –recuerda emocionada.
Para Juana tiene un significado especial el que un acto así haya ocurrido en Arizona, un estado con una tradición de voto republicano y activos grupos antiinmigrantes, incluidos los seguidores del alguacil Joe Arpaio.
–Estamos ansiosas de seguir trabajando. Yo jamás había marchado, jamás había ido a un evento de este tipo. Arizona es un estado que por tradición es rojo (color de los republicanos), pero sé que hay mucha gente que no está de acuerdo con las ideas de Trump. Han tenido que estar en la marcha para darse cuenta de que no están solos, de que en el estado y en la ciudad no todo es acerca de Trump.
[CONTINUA EN LA SIGUIENTE ENTRADA]
Reportaje especial
proceso.com.mx
1 Febrero, 2017
Según algunos cálculos, fueron 5 millones de mujeres las que el sábado 21 marcharon en varias ciudades de Estados Unidos para gritar su repudio a Donald Trump, un día después de que éste asumiera como el presidente 45 de ese país. Las razones: el desprecio del republicano (hecho público desde hace tiempo) hacia las mujeres, los inmigrantes, los discapacitados, los derechos civiles, la ecología… La instancia que organizó la protesta, Women’s March, no se va a quedar sólo con esa demostración y ya anunció más medidas de presión contra el entrante gobierno.
LOS ÁNGELES (Proceso).- La tercera semana de noviembre de 2016, días después de que Donald Trump ganara las elecciones en Estados Unidos, Juana Martínez-Neal entró a Facebook y se encontró con una invitación: un grupo de mujeres se organizaba para convocar a una marcha en Washington al día siguiente de la toma de posesión.
La idea la entusiasmó: llevaba días pensando en una manera de manifestar su desacuerdo con las políticas del presidente electo, pero siendo mamá de tres niños le resultaba complicado viajar desde Arizona a la capital del país. Entonces decidió buscar una alternativa en su ciudad. Lanzó una convocatoria y 40 días después, ante sus sorprendidos ojos, 30 mil personas marchaban por el centro de Phoenix.
La Marcha de las Mujeres se celebró el sábado 21, un día después de la toma de posesión de Trump como presidente número 45 de Estados Unidos. Coordinada desde Washington por cuatro mujeres activistas –Carmen Pérez, Tamika D. Mallory, Linda Sarsour y Bob Bland– y un Comité Nacional, tuvo como objetivo presentar una plataforma en la que confluyeran la necesidad de poner fin a la violencia, la defensa de los derechos reproductivos, laborales, civiles, de la comunidad LGBTQIA, de los inmigrantes, de las personas discapacitadas y por la justicia ambiental.
Miles de organizaciones activistas en estas áreas participaron en marchas por todo el país.
“Creemos que los derechos de las mujeres son derechos humanos, y que los derechos humanos son derechos de las mujeres”, señala el comité en un manifiesto publicado en su página web, citando la conocida frase de Hillary Clinton en el foro de las Naciones Unidas en Beijing en 1995, cuando la excandidata era primera dama de Estados Unidos. “Debemos crear una sociedad en la que las mujeres –incluidas las negras, nativas, pobres, inmigrantes, discapacitadas, musulmanas, lesbianas, queer y trans– sean libres y tengan la posibilidad de cuidar y alimentar a sus familias, cualquiera que sea su conformación, en espacios saludables y seguros, libres de impedimentos estructurales”.
Paola Mendoza es la directora artística del Comité Nacional de la Women’s March. Originaria de Colombia, es cineasta, vive en Nueva York, ha pasado la mayor parte de su vida en Estados Unidos y ha dedicado gran parte de su trabajo documental a hablar sobre inmigrantes. Cuando se enteró del proyecto a través de Carmen Pérez, supo que tenía que participar.
–Me senté a hablar con ella, quería saber cómo ayudar, porque yo tengo experiencia creando alianzas y mucho de mi trabajo es sobre inmigración. Empezamos a conectar con organizaciones establecidas y con organizaciones de inmigración, y a crear una lista de artistas y celebridades para invitarlos a venir y a marchar. De Los Ángeles convoqué a 150 personas. Y una parte adicional de mi trabajo fue organizar el programa de oradores, además de curar el diseño de arte. Lo hicimos todo en dos meses –dice orgullosa.
De acuerdo con las cifras finales de Women’s March, se registraron marchas en más de 600 ciudades en Estados Unidos, siendo las más numerosas las de Washington, con 1 millón de personas; Los Ángeles, con 750 mil; Nueva York, con 500 mil y Chicago, con 250 mil, y un total de 5 millones en todo el país.
Un conteo realizado por un profesor de la Universidad de Connecticut, publicado por la revista The Atlantic, dio por resultado entre 470 mil y 680 mil participantes en Washington y una participación total de entre 3.6 y 4.6 millones de personas a escala nacional.
“Jamás había marchado”
El día que Juana Martínez-Neal –peruana de 45 años, con 22 viviendo en Estados Unidos– decidió que buscaría marchar en Phoenix, pensaba hacerlo sumándose a alguien que ya estuviera organizando algo, pero vio que aún no había nada. Puso un mensaje en Facebook, y la noche del 20 de diciembre, un mes antes de la toma de posesión, Kristy King, Eva Burch y ella empezaron a planear la marcha.
–Teníamos que hacerlo todo muy rápido, pero la ventaja es que encontramos gente muy competente. Kristy es profesora de ciencia política en una universidad de Arizona, Eva es enfermera y sus papás son abogados; actúa eficientemente en situaciones de respuesta rápida y es muy buena para hablar. Y yo soy ilustradora y autora de libros infantiles. Mi trabajo se enfoca en la diversidad, expongo la cultura latina a la gente que no está normalmente acostumbrada a verla, porque la mayoría de los autores son blancos, no gente de color. Las tres hemos encontrado afinidad, nos complementamos.
Lo que siguió fue coordinarse con la marcha central en Washington, que a su vez ya se encontraba rebasada; así se crearon coordinaciones estatales. Se abrió un grupo de Facebook para los organizadores, donde podían hacer preguntas. Se abrió también un grupo en la plataforma de mensajes Slack, para compartir archivos, y se coordinaron llamadas semanales para hacer preguntas y compartir
información.
–El mayor obstáculo fue obtener el apoyo de las organizaciones ya establecidas. Cada vez que intentábamos hablar con ellos, desde el Partido Demócrata en Arizona, hasta los grupos que apoyan mujeres en la política, era difícil que nos devolvieran las llamadas o nos pusieran atención. Espero que se hayan dado cuenta ahora de que se equivocaron –dice, riendo, Juana, al recordar el éxito que tuvo la marcha.
Cuando el equipo empezó a dar entrevistas a los medios, Juana decidió ser conservadora: dijo que si llegaban mil personas, la marcha sería un éxito. Conforme se acercaba la fecha subió la cifra: 2 mil, 4 mil. La mañana del sábado 21 su página mostraba a 13 mil personas registradas. Al final, los números oficiales cerraron en 30 mil.
–El momento en el que me di cuenta de cuántos éramos fue cuando empezamos a marchar. Pasaron 15 minutos y la gente no podía dar un paso. Después vimos las imágenes desde el helicóptero en las noticias –recuerda emocionada.
Para Juana tiene un significado especial el que un acto así haya ocurrido en Arizona, un estado con una tradición de voto republicano y activos grupos antiinmigrantes, incluidos los seguidores del alguacil Joe Arpaio.
–Estamos ansiosas de seguir trabajando. Yo jamás había marchado, jamás había ido a un evento de este tipo. Arizona es un estado que por tradición es rojo (color de los republicanos), pero sé que hay mucha gente que no está de acuerdo con las ideas de Trump. Han tenido que estar en la marcha para darse cuenta de que no están solos, de que en el estado y en la ciudad no todo es acerca de Trump.
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