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Chile y la crisis del sistema de pensiones

jarochilandio

Bovino de la familia
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Evan Romero-Castillo ( dpa/ EFE/Reuters/epd/DIW )
dw.com
26.07.2016


Las manifestaciones contra el sistema de pensiones vigente en Chile alcanzaron su punto más alto este 24 de julio y nada sugiere que las protestas vayan a amainar. El reto del Gobierno: reformar el sistema de cotización.

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Michelle Bachelet, la primera mujer en asumir la jefatura del Gobierno chileno (2006-2010), abandonó ese cargo con un índice de respaldo ciudadano de 84 por ciento y fue reelegida para el período 2014-2018 con más del 62 por ciento de los votos. Pero su segundo mandato se ha visto empañado desde el principio por protestas que no amainan y que amenazan con jugar un papel importante en la campaña previa a los próximos comicios presidenciales. Como muestra, un botón: las manifestaciones contra el sistema de pensiones vigente.

Este domingo (24.7.2016), bajo el lema “¡Por pensiones dignas, Chile sale a la calle!”, alrededor de 100.000 personas marcharon en Santiago y otras 650.000 lo hicieron en más de cuarenta ciudades para quejarse por la flagrante diferencia entre los beneficios económicos que reciben los trabajadores jubilados de las Asociaciones de Fondos Previsionales (AFP) y las ganancias percibidas por los propietarios de estas empresas. Chile es uno de los pocos países del mundo donde la administración de las cotizaciones está completamente privatizada.

Convocados por el colectivo “¡No más AFP!”, los manifestantes exigieron la abolición de este sistema privado, que sume a millones de personas en la pobreza cuando llegan a la tercera edad, y demandaron la creación de otro de carácter estatal, sin fines de lucro y financiado por los trabajadores, por los empleadores y por el Fisco. El pasado 21 de julio, varios diputados de la Nueva Mayoría –la coalición de Gobierno de centroizquierda que encabeza Bachelet– incluyeron ese planteamiento en su proyecto de reforma constitucional.

“No existen soluciones mágicas”

Sin embargo, el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, dejó claro este lunes (25.7.2016) que la sustitución del sistema de cotización privado por uno público no resolverá por sí sola todos los problemas de los jubilados. Con un déficit fiscal cercano al 3 por ciento del Producto Interno Bruto, el país sudamericano no tiene los recursos necesarios para elevar las pensiones más bajas. “No existen soluciones mágicas”, acotó Valdés, consciente de que sus declaraciones no caerían bien entre los autoproclamados “indignados de Chile”.

Las AFP entraron en funcionamiento hace 35 años con la promesa de mejorar las pensiones que ofrecía el Instituto de Normalización Previsional (INP), hoy llamado Instituto de Previsión Social (IPS) y todavía activo. Pero el antiguo sistema de reparto para las Fuerzas Armadas, la Policía y otras instituciones afines, que disfrutan de altas pensiones, se dejó intacto. Los cotizantes del sistema privado cobran pensiones equivalentes a un tercio o a la mitad de los ingresos que recibían durante su vida laboral.

En promedio, un trabajador de Chile que gana 600.000 pesos (unos 888 dólares), y que trabajó desde los 22 años hasta los 65, en el caso de los hombres, recibe una jubilación mensual de 204.000 pesos (unos 302 dólares). El salario mínimo en este país es de 250.000 pesos (unos 370 dólares), lo que en una pensión se transformaría en 85.000 pesos (unos 125 dólares), que en opinión de los manifestantes alcanzaría apenas para comprar medicamentos y algunos litros de combustible, y pagar las cuentas de la electricidad y el agua.

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La presidenta de Chile, Michelle Bachelet.

¿Un sistema “perfectible”?

Los portavoces de las AFP –un sexteto de compañías que maneja más de 160.000 millones de dólares en activos– critican la idea de estatizar el sistema de cotizaciones tachándola de “populista” y advirtiendo que constituirá un retroceso hacia el sistema de reparto que existía en Chile antes de 1981, cuando el dictador Augusto Pinochet (1973-1990) creó este régimen de administración de pensiones. A juicio de las AFP, el sistema vigente es “perfectible”; sólo hace falta elevar los aportes de los cotizantes y la edad de retiro.

“Pagar las pensiones a señoras de sesenta años es un acto galante que nos cuesta muy caro”, sostuvo recientemente Francisco Pérez Mackenna, expresidente de la Asociación de Administradoras de Fondos de Pensiones, al defender las propuestas de aumentar la edad en que los trabajadores pueden jubilarse –que es de 60 años para las mujeres y 65 para los hombres– y de incrementar sus cotizaciones –actualmente del 10 por ciento de sus sueldos– mediante cuentas de ahorro voluntario en las mismas administradoras.

La Federación Internacional de Administradoras de Fondos de Pensiones (FIAP) está de acuerdo con las AFP de Chile. Según Guillermo Arthur, presidente de esa asociación, las pensiones en América Latina están “amenazadas” por dos variables fundamentales: el aumento de la esperanza de vida de la población y la caída de los tipos de interés. Su sugerencia: promover planes de ahorro previsional voluntario, como los implementados en Alemania desde principios de siglo: las llamadas “pensiones Rürup” o “pensiones Riester” (por los nombres de sus impulsores).

Las mejores prácticas

Pero, ¿tiene sentido experimentar con estos planes de ahorro en Chile cuando en Alemania han sido recibidos tan tibiamente? En 2011, cuando los diferentes productos asociados a las “pensiones Riester” cumplieron diez años, Gert G. Wagner, entonces presidente de la junta directiva del Instituto Alemán para la Investigación Económica (DIW), de Berlín, publicó un comentario titulado “Buenas intenciones mal ejecutadas”, en el que señalaba las virtudes del modelo sueco comparándolo con el germano.

A ojos de Wagner, las “pensiones Riester” no eran ventajosas para quienes ganaban poco y carecían de educación superior; esas pensiones ofrecían demasiada variedad de productos y su calidad, que dejaba mucho que desear, no era auditada suficientemente por las autoridades. Sólo un 40 por ciento de aquellos con derecho a recibir ayudas del Estado alemán con miras a firmar un contrato y ahorrar para sus “pensiones Riester” se sintieron persuadidos de hacerlo.

En abril de 2016, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) anunció en Uruguay la puesta en marcha de un proyecto –la Red PLAC– cuya meta es promover en América Latina y el Caribe las mejores prácticas de otras regiones en materia de administración de cotizaciones. Chile es uno de los trece países que participa en esa red desde el principio. Aún está por verse de qué le ha servido.


Fuente


¡OJO! Y el gobierno mexicano prácticamente copió este modelo chileno de pensiones para implantar el nuevo modelo vigente desde 2007. La única diferencia fue que, en el caso de los trabajadores al servicio del estado, en México sí se le permitió a los trabajadores que ya estaban contratados decidir si quedarse en el "viejo" modelo, ó entrarle al "nuevo". Las aseguradoras (y los funcionarios del gobierno también; hubo -y hay- una muy jugosa "comisión" por permitirle a las aseguradoras jinetear el dinero ajeno) hicieron una intensa campaña por intentar convencer a todos los trabajadores de las "bondades" del "nuevo" sistema, y que se mudaran a él. Para quienes gozábamos ya de cierta antigüedad, simplemente los números, por más "flores" que les pusieran, no cuadraban, y sin andar en ejercicios de malabarismo preferimos la mayoría acogernos a la opción de quedarnos en el "viejo" sistema. Ahí, mal que bien, al menos los números eran medianamente claros, y sabías de qué iría tu historia al jubilarte. El problema fue para todos los que iniciaron contratación a partir de que la nueva ley entró en vigencia, ya que para ellos NO HAY OPCIÓN: es el "nuevo" sistema y san-se-acabó. La crisis (yo me atrevería a llamarla FRACASO) del modelo chileno debería encender las alarmas en México, por lo que mencioné justo al iniciar mi comentario. Más debería serlo, porque ahora las AFP chilenas (las mexicanas se llaman Afores) están proponiendo... ¡"aumentar la edad en que los trabajadores pueden jubilarse –que es de 60 años para las mujeres y 65 para los hombres– y de incrementar sus cotizaciones"! Y es que Mr. Francisco Pérez Mackenna, expresidente de la Asociación de Administradoras de Fondos de Pensiones, considera que... ¡“Pagar las pensiones a señoras de sesenta años es un acto galante que nos cuesta muy caro”! ¡Hágame usted el favor! Claro, cómo él vive "a lo grande" de jinetear dinero ajeno, pues le importa muy poco que esas señoras se hayan estado matando durante 30-35 años... ¡para mantenerlo! ¡Que lo sigan manteniendo por más tiempo! ¿Así, o más cínico? No duden que las insaciables Afores en México quieran muy pronto tomarle la palabra a las AFP chilenas (¡son su fuente de inspiración!). Lo que llama la atención es que en Chile el modelo esté colapsando, cuando la cotización que el patrón entera a la AFP es actualmente del 10% del sueldo del trabajador. ¿Tan malas serán para invertir en la bolsa? ¿O será que sus dueños son extremadamente voraces y gastan a manos llenas el dinero que administran? En México eso sucedió con los bancos en tiempos de López Portillo... y por ello las generaciones actuales (y varias más) están pagando el tristemente célebre "rescate" de los bancos, a través del conocido Fobaproa. Para la reflexión.
 
Pensiones: “No habrá reformas radicales en Chile”

Evan Romero-Castillo (ERS)
dw.com
27.07.2016


Deutsche Welle habló con Cristóbal Rovira Kaltwasser, de la Universidad Diego Portales, con sede en Santiago, sobre la historia y el posible desenlace del conflicto en torno al sistema privado de pensiones en Chile.

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El Palacio de La Moneda, sede de la presidencia de Chile.

Las deficiencias de los sistemas de pensiones y la sostenibilidad de los mismos, de cara al aumento de la expectativa de vida de la población, es objeto de intensos debates en muchos países, no solamente en Chile, donde entre medio millón y un millón de personas marcharon en diversas ciudades para protestar contra las Asociaciones de Fondos Previsionales (AFP), las empresas privadas que administran el dinero de los cotizantes. Lo que hace del chileno un sistema de capitalización individual singular es la historia de su origen.

Chile es una de las naciones latinoamericanas que con mayor celeridad implementó la reforma neoliberal del Estado en los años ochenta. Los tres pilares de ese proceso se erigieron en los ámbitos de la educación, la salud y las pensiones con su privatización, impuesta por la cúpula política de la época. El fenómeno que se registra en Chile desde mediados del decenio pasado apunta en dirección contraria: se trata de la politización de la desigualdad generada por aquellos cambios, aplicados a la fuerza durante la dictadura de Augusto Pinochet.

Los actores sociales que hoy presionan desde abajo claman por que se desmonte o se modifiquen las reformas de hace tres décadas, que tuvieron algunas secuelas positivas para la economía nacional y también otras nefastas para la población chilena. El crecimiento económico del país no se ha detenido; su problema es cada vez menos el índice de pobreza y cada vez más la desigualdad entre pobres y ricos. Así lo explica, en entrevista con DW, Cristóbal Rovira Kaltwasser, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Diego Portales, con sede en Santiago, e investigador invitado del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA).

Deutsche Welle: ¿Por qué se intensifica ahora el rechazo hacia un sistema de pensiones que ya tiene 35 años en marcha?

Cristóbal Rovira Kaltwasser: Las primeras personas que empezaron a cotizar bajo ese sistema comenzaron a recibir sus pensiones hace poco. El Estado prometió que el sistema sería la panacea al evitarle déficits al Estado y garantizarle grandes cantidades de dinero a los cotizantes. Después de todo, las cotizaciones serían invertidas con miras a producir ganancias. Hoy día vemos que el grueso de los jubilados recibe pensiones sumamente bajas, en muchos casos equivalentes o menores al sueldo mínimo. Eso las hace poco sostenibles a largo plazo.

¿Qué se hizo en el pasado y qué se propone ahora para evitar el empobrecimiento sostenido de los jubilados?

En Chile se hizo una pequeña reforma para ofrecerle una pensión mínima –equivalente a 200 euros al mes, aproximadamente– a quienes nunca cotizaron o cotizaron muy poco. En el debate actual se están planteando las siguientes alternativas: la opción radical es eliminar por completo las Asociaciones de Fondos Previsionales (AFP) y regresar a un sistema solidario controlado por el Estado, similar al sistema de pensiones socialdemócrata europeo. La opción conservadora es mantener y optimizar el mecanismo de las AFP.

Una de las cosas que se pueden hacer para mejorar el funcionamiento de las AFP es fomentar la competencia entre las seis que existen en Chile. De ahí que se hable de crear una AFP estatal que, al cobrar comisiones más bajas, obligue a las privadas a bajar las suyas. No creo que esta idea llegue a implementarse este año, pero va a estar en la agenda de discusión. También se ha exigido que se regule más severamente la actuación de las AFP: los parámetros que aplican a la hora de cobrar y en qué sectores pueden o no invertir, por ejemplo.

El Ejecutivo chileno creó una comisión, bautizada Comisión Bravo en alusión al economista que la dirige: David Bravo. Este recopiló datos y analizó información sobre el funcionamiento de los sistemas de pensiones en otros países del mundo, y luego le explicó al Gobierno qué aspectos del sistema de pensiones chileno deben modificarse o no. Bravo mencionó, por ejemplo, la necesidad de elevar progresivamente la edad a partir de la cual los ciudadanos pueden jubilarse y aumentar los aportes de los empleadores a las cotizaciones.

La Federación Internacional de Administradoras de Fondos de Pensiones (FIAP) recomendó promover planes de ahorro previsional voluntario, como los implementados en Alemania desde principios de siglo: las llamadas “pensiones Rürup” o “pensiones Riester”…

Esos planes ya se aplicaron en Chile y creo que llevan ese mismo nombre: Ahorro Previsional Voluntario (APV). La “gracia” de los planes de APV es que cobran comisiones relativamente bajas. El problema es que el sector de la población chilena que tiene suficiente dinero al final de mes para pagar un APV –la clase media y la media-alta– es muy pequeño; el grueso de la sociedad tiende a cobrar sueldos muy bajos y a estar muy endeudado. Dada la estructura social de Chile, los APV no son la solución para el problema de las pensiones.

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Rovira Kaltwasser: “El problema de Chile es cada vez menos los
índices de pobreza y cada vez más la desigualdad entre pobres y ricos”.


A sus ojos, ¿cuál de estas propuestas tiene mayor probabilidad de ser implementada?

Las presiones que ejerce la sociedad civil para que la reforma del sistema de pensiones tenga lugar están siendo procesadas por el sistema político; pero los interesados en mantener el status quo son muy fuertes. El retorno al sistema de reparto previo a 1981 no tiene posibilidad alguna de consumarse. Los cambios que se harán serán puntuales, no sistémicos. Las AFP seguirán en pie y su funcionamiento será ‘optimizado' mediante una mayor injerencia del Estado y otras medidas como las que describí anteriormente.

Las AFP fueron muy astutas al incluir a políticos activos en sus directorios, cuyos cargos son muy bien pagados. Muchos de esos políticos son miembros de la Nueva Mayoría, la coalición de Gobierno que encabeza la presidenta Michelle Bachelet. Eso deja en evidencia el conflicto de intereses prevalente. Los políticos que forman parte del directorio de las AFP no van a tener incentivo alguno para hacerle grandes modificaciones al sistema y mucho menos para promover la desaparición de las AFP.

Además, la Nueva Mayoría es una alianza heterogénea; sus integrantes van desde comunistas hasta demócrata cristianos. Sus posiciones comunes son mínimas. Hasta marzo de 2018, cuando termina el mandato de Bachelet, no habrá reformas radicales. Después, cuando entre en vigor el nuevo sistema electoral –que propiciará una mayor diversidad en el Parlamento–, podrían emerger nuevos tipos de alianzas… Aún así, me cuesta imaginar que esas nuevas coaliciones obtengan la cantidad de votos suficiente como para desmontar el sistema privado de pensiones y fundar uno cien por ciento estatal.


Fuente.


Reitero lo dicho: el modelo mexicano una copia al carbón del chileno (éste mucho más antiguo). Vaya, hasta en eso de "Las AFP fueron muy astutas al incluir a políticos activos en sus directorios, cuyos cargos son muy bien pagados", algo que en México... ¡ni se da! Ánimo a los trabajadores mexicanos para cuando, como los chilenos, "el destino los alcance" y se den plena cuenta de que, como sucedió en el caso chileno, tras cotizar bajo ese sistema comiencen a recibir sus pensiones y, contrariamente a la panacea que el estado mexicano prometió, garantizándoles grandes cantidades de dinero a los cotizantes, resulte que reciban pensiones sumamente bajas, en muchos casos equivalentes o menores al sueldo mínimo. Los únicos que habrán ganado mucho dinero (dinero a manos llenas), serán los dueños de las Afores (y, por supuesto, los políticos asociadas a ellas). ¿Será que soy muy mal pensado?
 
Me ganaste el comentario, claro que recuerdo... (obvio ya estoy viejo), que fue en los 90's cuando vino la reforma del sistema de pensiones copiando el sistema chileno...

...como todo en esta vida , no hay dia que no llegue ni fecha que no se cumpla... se estan quejando los primeros jubilados del sistema de afores en chile y se han dado cuenta que fueron una falacia... es imposible mantenerse con los ahorros en una inversión tan baja que no supera la inflación... y la culpa es de uno por no ahorrar más...


Bueno espero que estén poniendo atención y vean que de una pensión nadie va ha poder sobrevivir, hay que buscar otras fuentes de inversión para que en un futuro el dinero trabaje para nosotros... y no soñar con llegar a los 60 y echar la fiaca...
 
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