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Es un relato que encontre en la red, a ver si les gusta, un poco largo, pero creo que vale la pena
Cali: Bety la probó
Será cosa de tres años cuando un compañero de trabajo me prestó un dvd con una película porno. Esa noche, le pregunté a Bety, mi esposa, si quería ver el dvd. Me preguntó sobre el tema de la película. Le respondí que lo único que sabía es que era erótica. Ella dijo que era buena idea pues seguramente esa noche tendríamos sexo. Nos preparamos a dormir y puse el dvd. Yo sabía que esa noche tendríamos una sesión de sexo alocada, ya que una vez caliente, Bety coge como desesperada. Ya tenemos 17 años de casados. Ella, aunque no es la supermodelo, es atractiva, blanca, un poco más alta que yo, de pelo corto lacio castaño, por su rigurosa dieta se mantiene en buena forma, a pesar de los dos hijos que tenemos. Yo, no soy el galanazo que digamos, soy moreno, bajo de estatura y con un poco de pancita, como el promedio de los mexicanos. Desde que éramos novios supe lo caliente que era Bety. Con sólo besar su cuello, ella empezaba a retorcerse y no había como quitarle lo caliente hasta darle una buena cogida. Yo fui su primer y único hombre…..hasta hace poco tiempo.
La película trataba sobre una jovencita ‘inexperta’ en el sexo. En las escenas iniciales ella se masturba con un consolador, después tiene relaciones con un hombre mucho mayor que ella, luego tiene relaciones con una mujer que se supone es su tía. Casi al final de la película, la chica observa a su tía cogiendo con dos tipos y después los mismos tipos se cogen a ella. Fuimos comentando sobre los actores y la película. Lo primero que nos llamó la atención fue el hermoso cuerpo y cara de la chica, la actriz principal. Nos resultó difícil entender que una mujer tan guapa hiciera ese tipo de películas por dinero, siendo hermosa podría conseguirse un hombre rico, por lo tanto debería hacerlo por placer. En fin, cuando vimos la escena de la chica masturbándose, la pregunta que nos hicimos fue si su orgasmo sería verdadero o fingido. No pudimos contestarla. Yo le pregunté que sentiría si ella estuviera haciendo lo mismo que la chica de la película. Bety me dijo que nunca había usado algo como eso, por lo tanto, desconocía que se sentiría. En la escena donde la actriz tiene relaciones con la supuesta tía, le pregunté a Bety si ella aceptaría tener relaciones con una mujer. Ella respondió un rotundo no. Cuando los dos tipos se disponen a cogerse a la tía de la chica, Bety fue de sorpresa en sorpresa. La primera sorpresa para mi esposa fue precisamente eso, los dos tipos. Me dijo que nunca había pensado siquiera que una mujer se pusiera a coger con dos hombres. También la impresionó el tamaño de las vergas de los tipos. Y es que la mía es digamos de medidas normales - ¡Que cosotas tienen esos tipos!- dijo asombrada. Viendo su reacción, le pregunté:
Bety, tu tan caliente que eres, si no te gustan las relaciones con otra mujer, ¿Dejarías que te cogieran entre dos hombres?
Ella se quedó pensativa unos segundos. Después respondió:
Bueno soy muy caliente, pero no es para tanto.
Su respuesta no explicitó una negación. Ya no comenté nada. Desde ese momento la idea de que me cogiera a Bety junto con otro más, empezó a rondar en mi mente. Seguimos viendo la película. Ella veía con atención la película, hizo más comentarios hasta la escena donde la chica era penetrada por detrás, hincada, mientras le mamaba el palo al otro tipo. El tipo que estaba enfrente de ella, eyaculó en la boca de la chica. La cantidad de semen era abundante, la chica hacia el intento de tragar los más que podía. Eso también impresionó a Bety,
¡Que bruto! ¡Cuanta leche le esta tirando! – Sin duda que la escena le había afectado, su voz se escucho muy cachonda y respiración era rápida.
¿Eso si te gustaría? – le pregunté, pues ella nunca había querido tragar mi semen.
¿Qué cosa? – me respondió con otra pregunta.
¡Eso? – le dije sin especificar.
No ¡Como crees! – respondió – ¡Es muy grande! ¡No cabría en mi boca!
No, me refiero a tragarte toda esa leche. Así como lo hace la chica.
¡Menos! – respondió muy rápido - ¡Tú sabes que no me gusta!
Deberías de probar la leche…..a lo mejor te gusta….
Ella ya no contestó, estaba atenta a la película. Metió su mano por debajo de mi truza buscando mi palo. Lo encontró completamente parado. Sin más, lo comenzó a masturbar lentamente, sin dejar de ver la película. El segundo tipo en la película, colocó su miembro cerca de la boca de la chica, ella lo masturbaba y metía la cabeza del miembro en su boca. La actriz realmente parecía disfrutarlo. El tipo también la inundó de leche. Bety no pudo contener su asombro.
¡Que bárbara! ¡le debe gustar mucho la leche a la cabrona!
¿Ya ves? – le dije – deberías de probarla.
¡Hay no! – respondió Bety – tu no avientas tanta.
Ya no dijo nada. Inmediatamente dirigió su boca a mi miembro comenzando a darme una mamada fenomenal. Sin duda que la película la había calentado, estaba muy cachonda, de una forma diferente a otras veces. Ella se hincó perpendicular a mi cadera, levantando sus nalgas. Por su posición, le pude meter fácilmente un dedo en su vagina mientras ella continuaba chupando verga. Su orgasmo se presentó de repente. Lo supe porque aumento la fuerza de la mamada y su cuerpo se retorcía. Eso provocó que yo eyaculara. El primer chorro de semen fue dentro de su boca. Ella sacó mi miembro de su boca, pero no lo despegó de su cara. Era evidente que quería sentir el esperma sobre su rostro. Al terminar ella voltió su cara hacia mi. Era la primera vez que la veía con tanta leche en su cara, inclusive tenía semen escurriéndole en los labios. Ella sonrió muy pícara y dijo que no había estado nada mal. -¿Ya ves? y tu que no querías probarla- le dije. Después de esa película, cuando hacíamos el amor, con frecuencia eyaculaba sobre su boca o cara, pero ella no tragaba el semen. Bety me dijo que le gustaba sentir la leche caliente golpeándole el rostro.
Pasaron algunos meses hasta que le comuniqué que tendría que ausentarme de la casa. La empresa donde laboro, me envió a un seminario a Monterrey. Mi estancia allá sería de tres meses. Ella que confesó que lamentaba tener que aguantar tanto tiempo sin coger. Le dije que cuando llegara repondríamos el tiempo perdido. El día siguiente en mi trabajo, al confirmar mi asistencia al seminario, recordé las palabras de Bety. Se me ocurrió que podía comprarle un consolador. Esa noche le hice mi propuesta a mi mujer. Ella dijo que no era necesario, que esperaría hasta mi regreso. Yo insistí. Ella se negaba pues nunca había utilizado algo parecido. Le recordé a la chica de la película del dvd que me prestaron. Le dije que podía masturbarse igual que ella. Ella continúo negándose. Ya no insistí, porque finalmente yo por mi cuenta decidí comprarlo, si lo usaba o no, ya sería decisión de ella. Fui a un sexshop de la Zona Rosa a comprar el aparato. Había de muchas formas, colores y tamaños. Compré uno en forma de pene de tamaño regular.
Viajé a Monterrey. Por la noche hablé por teléfono con Bety. Platicamos sobre el viaje, el hotel donde me hospedé, y cosas por el estilo. Antes de despedirme, le pedí que buscara en el buró de la cama. Ahí encontraría algo que podría hacer más llevadero este tiempo sin sexo. Ella me respondió sorprendida por la compra que hice. Me recriminó haber gastado en algo que no iba a usar. Yo simplemente le dije que si lo usaba o no, sería decisión suya. Las demás veces que hablamos por teléfono ya no volvimos a tocar el tema. La noche antes de regresar, ella me dijo que estaba ansiosa por verme. No pude resistir la curiosidad y le pregunté si había utilizado el consolador. Solo me dijo que en cuanto llegara me platicaría sobre el asunto.
Llegué a la casa en la noche. Mis hijos y esposa se pusieron felices de mi regreso. Cenamos y nos fuimos a dormir. Ya tenía ganas de estar con mi mujer. Tan pronto entramos a nuestra habitación comenzamos a besarnos. Yo le besé el cuello a Bety, sabiendo que ahí es su punto débil. Ella se retorcía con los besos y movía su cabeza para dejar despejado su cuello. Su mano fue directamente a mi palo. Yo paré de momento y comencé a quitarle la ropa. En un dos por tres, ya estábamos desnudos. Nos recostamos en la cama y seguimos besándonos. Ella no dejaba de masturbar lentamente mi palo. Yo le pregunté al oido:
¿Ya la extrañabas? – dije refiriéndome a mi verga.
¡Mucho! – me contestó con una voz muy excitada– me urge tenerla dentro…después de tantos días sin coger...
¿No usaste el consolador que te compré?
¡Pero no es lo mismo! – me dijo. Su respuesta me confirmó que sí lo uso.
Ella ya no habló, se subió encima de mí cabalgándome y se introdujo mi palo. Nos pegamos una cogida tremenda. La noté más caliente que otras veces. Sus gemidos eran más fuertes y sus movimientos muy bruscos. El clímax le llegó rápido. A los pocos segundos, cuando comencé a gemir, anunciando mi eyaculación, ella se bajó de mí e inmediatamente puso mi miembro cerca de su rostro. Masturbó mi palo muy fuerte haciendo que mi leche saliera con mucha presión estrellándose en su cara. Bety abrió su boca para que entraran los espermas ahí. Los tragó. Fue la primera vez en casi 18 años de casados que Bety probaba la leche. Cuando ya no tiré nada de leche, Bety se metió mi miembro en su boca, succionando la cabeza suavemente. ¡Que placer sentí! Mi mujer nunca me había hecho esto. Imaginé que tan ansiosa debería de estar después de un periodo largo sin coger.
Bety dejó caer su cuerpo en la cama, con su respiración todavía agitada. Con su mano removía el semen de su cara y lo llevaba a su boca. Me sorprendió que se tragara el semen. Me acerqué a su oido y le dije que se notaba que le urgía ser cogida.
¡Sí! – me respondió– ya te extrañaba mucho mi amor.
Se nota, mira que rica mamada me diste – le dije contento.
¡Ay mi amor! ¡Ya quería sentir tu leche en mi cara!
¿Y eso?
¡Ay mi vida! – sonrió con picardía- usé el aparato que me compraste….
¿Y eso que? – despertó mi curiosidad.
Es que hizo venirme muchas veces, pero nada más eso….
¿De veras lo usaste?
Sí, no aguanté las ganas de probarlo….. me gustó. Pero no estabas para que te vinieras en mí, yo quería sentir que me aventaras leche…., y ya viste, ahora hasta me comí tu semen.
¡Eres muy caliente Bety!
Yo tenía una curiosidad enorme por saber los detalles de cómo había utilizado el consolador. Le pregunté cuando empezó a usarlo. Ella me dijo que como a los dos meses de mi ausencia comenzó a sentir deseos de coger y se animó a probar el consolador. Que no estaba segura de usarlo por completo por lo que se masturbó por encima de la panty. Me dijo que las vibraciones del aparato eran mucho mejor que su dedo, por lo que lo siguió usándolo. Mientras ella me platicaba yo me excité de una forma inusual. Me imaginaba a Bety masturbándose y me ponía más caliente. Le insistí que continuara contándome. Yo le respondía monosílabos para no interrumpirla. Me dijo que una noche, apenas hace dos semanas, estaba tan caliente que se quitó la pantaleta para masturbarse, cuando se estaba viniendo, no pudo resistir las ganas de sentir algo dentro de su vagina y se penetró con el consolador. Que eso le había provocado un orgasmo tremendo. A partir de ahí lo repitió varias noches. Siempre tenía uno o dos orgasmos pero que se quedaba con las ganas de sentir que se vinieran dentro de ella o sobre su cuerpo. - ¿Por eso te tragaste el semen? – le pregunté tratando de adivinar su acción.
¡Sí! Me dieron unas ganas tremendas de sentirme inundada de leche. Jamás imaginé que fuera a gustarme el aparatito ese -continúo Bety contándome – lo único malo es que cuando lo ponía en mi boca era muy diferente al tuyo que es de verdad.
¿Cómo? ¿También te lo metías en la boca? – la interrumpí.
Lo ponía para mojarlo con saliva y me lo metiera fácilmente – ella notó que mi morbo aumentaba por saber lo que hizo.
¿Y lo mamabas? – pregunté muy intrigado.
¿Quieres ver cómo? – me dijo Bety, era evidente que ya estaba caliente otra vez.
¡Sí! Muéstrame como…..
Ella giró y estiró un poco su cuerpo para alcanzar el buró de la cama. Sacó el aparato y volvió a su posición junto a mí. Me preguntó si de veras quería ver cómo había usado el consolador. Le dije que sí que hiciera exactamente lo mismo que cuando yo no estaba. Ella se dio cuenta de mi curiosidad y se dispuso a complacerme. Con cierta lentitud giró su cuerpo para quedar acostada completamente. Levantó sus rodillas y abrió sus piernas un poco. Mientras me miraba con picardía, puso el aparato en su boca. Lo metió un poco para llenarlo de saliva. Por la forma en pene del consolador, parecía que estaba chupando una verga de verdad. Verla así me dio un morbo especial. ¿Y te imaginabas que era de verdad? – le pregunté. Ella contestó moviendo su cabeza, dando una respuesta afirmativa. Tenía la mitad dentro de su boca y lo chupó un poco más. Lo sacó escurriendo saliva. Encendió el vibrador y comenzó a acariciar su concha con el consolador. Su mirada cambió al contacto de su clítoris con el aparato. Ya estaba muy caliente otra vez. Comenzó a girar lentamente su cadera, acoplándose al movimiento de su mano con el aparato. Mi verga estaba parada completamente, no sabía yo si cogerme a Bety u observarla. Decidí mirarla. Bety tallaba el consolador sobre su concha y hacía intentos por introducirlo en su vagina. Con su otra mano separó sus labios vaginales y con facilidad se metió la mitad del consolador. Cada vez metía un poco más, hasta que logró meterlo todo. El consolador aunque era de tamaño normal, era un poco más grande que mi verga, sobre todo más grueso. Ya no aguanté, comencé a masturbarme, imaginaba que otro tipo se estaba cogiendo a mi mujer. Bety por su lado, ya estaba gimiendo y moviendo la cadera al ritmo que se clavaba en consolador. Era evidente que Bety disfrutaba esa verga de plástico.
Me hinqué, justo arriba de sus hombros quedando la cabeza de Bety entre mis rodillas, mi palo estaba tan erecto que se pegaba a mi abdomen. Con la punta de mis dedos sobre la base de mi verga la bajé para acercarla a su boca. En cuanto Bety la vio, levantó la cabeza para alcanzar mi palo e introducirlo en su boca. Lo empezó a mamar con desesperación. Su cuerpo se retorcía y se metía y sacaba el consolador muy rápido. Yo veía claramente como se introducía todo el consolador. Puse saliva a la punta de mis dedos y los froté sobre su clítoris. Le llegó su orgasmo muy intenso. Se sacó mi verga de la boca para literalmente gritar por su venida. Con su mano libre tomó mi palo y lo masturbó a la misma velocidad con que se estaba clavando la verga de plástico. Tardó viniéndose y yo disfrutando la chaqueta que me estaba haciendo. Ella me habló fuerte y repentinamente:
¡Échamelos! ¡Échamelos en mi cara! ¡Échamelos rápido!
¿Quieres la leche mi vida? – le pregunté casi sin poder hablar por la buena masturbada que me daba.
¡Sí! ¡La quiero ya en mi boca! – me suplicó - ¡Quiero sentirme llena de leche!
Mi verga estaba durísima, yo quería echarle mis espermas en su cara como ella pedía, sin embargo, por la eyaculación anterior, estaba tardando en venirme. Bety siguió mamando con ganas, y seguía metiéndose el consolador en su conchita. Mi eyaculación se presentó de repente, no tuve tiempo de avisarle. El primer chorro de semen fue dentro de su boca. Ella inmediatamente sacó mi verga de su boca y continuó masturbándola tratando que los otros chisguetes de esperma cayeran sobre su cara. Ella dio un grito y apretó sus piernas con todo el consolador dentro de su vagina, era evidente que tenía otro orgasmo. Mi semen continuaba cayendo sobre su cara, cuello y pecho. Los últimos chorros sobre su frente y pelo. Me sorprendí por la cantidad abundante de leche que le tiré. Yo mismo exprimí mi palo para que salieran las últimas gotas de semen. Bety se metió la cabeza de mi verga en la boca y le dio unas suaves chupadas hasta que quedó semierecta. ¡Esto fue que más me gustó! ¡Que me la mamara después de venirme, sentí muy chingón!
Ella sonreía de forma especial, demostrándome como había disfrutado mi venida sobre su cara. Me recosté junto a ella, me acerqué y le susurré al oido:
¿Te gustó mi venida en tu boca?
¡Sí! ¡Mucho! – respondió con su voz aun agitada.
¿Te imaginas como sería si dos vergas se vinieran en tu cara? – le pregunté en tono muy cachondo.
¿Qué quieres decir con eso? – me dijo con sus ojos abiertos en señal de asombro.
Te acuerdas del dvd que me prestaron donde dos tipos se cogen a la chica y terminan en su cara, ¿imagina que sentirías que te hicieran lo mismo?
¿Pero, cómo tú me dices eso? – seguía sin salir de su asombro - ¿Por qué me lo dices?
Nada más te digo que te imagines…..- ni yo mismo entendía porque le había mencionado esto.
Decidí no hablar más, la verdad que el hecho de imaginar eso era algo que encendía mi morbo. Los días después de mi llegada seguimos cogiendo casi a diario. Unas veces me venía dentro de ella, otras en su cara y pecho, pero siempre cuando Bety se encontraba ya bien caliente, echaba mano de su consolador. Le gustaba que yo la pusiera de ‘perrito’ penetrándola desde atrás mientras ella ponía el aparato vibrando sobre su clítoris. A veces mi palo sentía las vibraciones del consolador y me di cuenta porque le gustaba a Bety usarlo. En una ocasión, mientras estábamos de ésta manera, yo la dejé hincada y me puse acostado transversalmente a ella con mi palo bien parado. Bety sin pensarlo comenzó a mamarlo mientras seguía frotando el vibrador en su conchita. Al cabo de unos momentos, sus movimientos se hicieron un poco más rápidos, me di cuenta que se metía y sacaba la verga de plástico de su vagina. Sacó mi miembro de su boca para gemir por su orgasmo. Mientras se venía, masturbaba mi palo y tenía todo el consolador dentro de su conchita.
¿Te estas viniendo? – le pregunté para confirmarlo
¡S.ss….ss..sí! – respondió con trabajo.
¿Te esta haciendo venirte la verga de hule? – Bety contestó sí moviendo su cabeza - ¡Imagina como te vendrías si fuera otra verga de verdad!
Cuando terminé de decirlo, Bety pegó un alarido y su cuerpo se arqueó.
¡Mama mi verga mientras otro de coge! – le dije.
Ella no dijo nada, simplemente obedeció. Por la forma como movía su cuerpo y mamaba mi palo, sin duda se estaba viniendo. Tuvo un orgasmo muy largo. Imaginar que ella estuviera gozando con dos vergas me provocó la eyaculación. La cantidad de semen que aventé le provocó tos a Bety pero no impidió que siguiera masturbando mi palo. Terminamos. Aunque mis espermas quedaron en su boca y cara, la mayoría quedaron sobre mi pubis y abdomen.
¡Que bruto! ¡Cuanta leche! – dijo Bety mientras esparcía con su mano mi semen en mi abdomen.
¿Te imaginas si te hubiéramos aventado leche dos vergas? – le dije sin pensarlo.
¿Por qué me dices eso? – me dijo en voz baja – tú sabes que eso no puede ser.
¿No te gustaría que te aventáramos leche entre dos?
¡Ay ya cállate! no lo digas ni de broma……no se me vaya a antojar de a de veras.
¿Si te gustaría? – le pregunte emocionado esperando que me dijera que sí.
No lo se… a lo mejor…-luego corrigió- No, creo que lo no haría.
Bety me preguntó por otra cosa con la intención de cambiar la platica Ahí supe que verla mamando otro palo sería posible. Desde ese día, cada vez que cogíamos y Bety usaba el consolador, fingíamos que era la verga de otro hombre. Bety, de esa forma, alcanzaba unos orgasmos tremendos. Una noche después de coger, ella me preguntó por qué insistía en decirle que imaginara que se la cogía otro cabrón. Le respondí que a mi me calentaba esa situación y que también me había dado cuenta que ella se venía mucho cuando se lo mencionaba.
¿Y no te molesta la idea de que otro hombre me coja? – me dijo Bety muy seria.
No – le respondí- porque no es cierto, es solo es un juego.
Pero me lo dices como si desearas eso….como si de verdad otro me estuviera cogiendo….
Entonces, ¿Sí te imaginas que otro te esta cogiendo? – la interrumpí.
Sí…digo no – corrigió de inmediato- bueno… tu sabes que nada más he estado contigo.
¿No te gustaría probar otro miembro de verdad?
No… yo quisiera eso… pa’eso estas tú….. pa’cogerme – dijo titubeante
Bueno que no te coja, nada más que lo masturbes – le propuse.
¿Serías capaz de permitirlo? – me preguntó sorprendida.
Sólo una vez y si yo estoy presente…..
¡Ay no! Creo que yo no sería capaz de hacerlo…..
En eso sonó el teléfono e interrumpimos nuestra plática. Ya no volvimos al tema, pero yo ya sabía que pronto mi imaginación sería realidad.
Tiempo después hubo un taller de capacitación en la empresa donde trabajo para entrenarnos sobre el nuevo programa de computación para inventarios. Vinieron compañeros de Querétaro, Puebla, Tabasco y Veracruz. El taller fue por tres semanas. José Luis, el de Tabasco, fue el único que se quedó en la capital los fines de semana. Los otros por la cercanía de sus ciudades se iban el viernes en la tarde y regresaban en lunes muy temprano. Todos los días comíamos juntos, entable amistad con todos ellos. El segundo fin de semana invité a José Luis a visitar La Lagunilla, pues el me dijo que no conocía la ciudad de México. Nos acompaño Bety. Mientras visitamos zócalo y sitios cercanos, nos enteramos que era casado, con tres hijos y que era la primera vez que se separaba de su esposa en los 14 años de casados. Después de recorrer las colonias del centro, ya cerca de la noche, lo dejamos en su hotel. Tan pronto lo dejamos, Bety me comenzó a decir lo bien que la pasamos ese día. Después dijo que se veía que José Luis era buen tipo. El es moreno, delgado, con pelo ondulado y bigote recortado, más o menos de mi edad y estatura. Justo antes de llegar a casa, al bajar del coche me preguntó:
¿Qué crees que haga esa noche en el hotel solito sin su esposa?
No’mas imaginate – le respondí- …… ¿no te gustaría estar ahí para ayudarlo?
No seas cabrón- me respondió riendo al momento que abrió la puerta del carro y salió.
Esa noche mientras cogíamos empecé a insinuar que el consolador era la verga de José Luis. Bety no dijo nada, pero se alocó. No había duda que se imaginaba que José Luis se la estaba cogiendo. Me vine sobre su cara, ya había terminado de venirme y Bety me masturbó tratando de sacar más leche. ¿Quieres mas leche?- le pregunté. Ella movió su cabeza respondiendo que sí. Ya no salió más. Bety tenía la cara con espermas, pero mostraba satisfacción.
Mira como quedé- dijo Bety refiriéndose a su cara.
Y eso que querías más – le comenté - ¿Te imaginas si masturbaras a José Luis y te los echara?
Ya vas a empezar…. ¿No te importaría eso?
No si yo estoy presente, ya te lo dije.
¿En serio?
Claro solo por curiosidad….
¿A que te refieres? – dijo con tono cachondo.
Ahora que esta bien ‘cargado’ porque no ha cogido debe aventar mucha leche y me gustaría verte toda llena.
¿De verdad te gustaría verme así? – me preguntó Bety esperando una respuesta afirmativa.
La verdad sí ¿A ti no te gustaría masturbar otra verga?
¡Ay! no se que decirte…….a lo mejor sí…..por curiosidad, como dices.
Ya esta – este era mi chance- le voy a decir a José Luis….
A José Luuuiiiiiissssss pero casi ni lo conocemos…….-fingió sorpresa, yo sabía que le había gustado él.
¡Por eso! El se va a ir la próxima semana, así no habrá ningún problema.
¿Y crees que él acepte?
Tú no te preocupes, yo me encargo de eso.
Desde ese momento me puse a pensar como convencería a José Luis. Aunque imaginaba que cualquier cabrón aceptaría que le hicieran una chaqueta, lo difícil era decirle que sería mi mujer y que yo estaría presente.
El siguiente lunes, después de comer, platiqué con José Luis de diferentes cosas. Hablamos de cómo extrañaba a sus hijos, y su mujer desde luego. Le dije que yo lo entendía porque había estado en la misma situación. Para el miércoles me atreví a preguntarle si no se había conseguido a alguna mujer para ‘desahogarse’. Me dijo que no, pero que ganas no le faltaban porque ya sentía que ‘las palabras le salían solas’. Incluso me dijo que alguien del hotel le había dado una tarjeta de damas de compañía. Yo le dije que podía ayudarle, pero que tenía que prometerme tres cosas. Él escuchaba con atención todo lo que le decía.
¿Cuáles cosas? – me preguntó.
La primera – le respondí- es que tienes que ser discreto y no revelar jamás quien te ha ayudado. La segunda es que tú debes de hacer el mismo favor en alguna ocasión – le dije muy serio – eso es lo que yo estoy haciendo. Ya me ayudaron de esta forma y ahora regreso la ayuda – esto último por supuesto que era mentira, pero fue lo único que se me ocurrió.
¿Y la tercera? – me preguntó mostrando interés por la propuesta.
Que yo debo estar ahí.
¿Y eso? ¿Por qué? – dijo frunciendo las cejas
Es que te voy a ayudar con Bety, mi mujer – le dije directamente.
José Luis parecía no creer lo que le había dicho. Yo le aclaré que por eso estaría ahí. No salía de su asombro. Me propuso que porque no mejor contratar a una profesional. Yo le dije que esas habían sido las condiciones que me pusieron, que yo había aceptado.
Así no puedo aceptar – dijo José Luis.
¿Qué? ¿no te gusta Bety?
No es eso, ella es muy atractiva, sino que no estoy seguro que yo pueda hacer lo mismo después.
Eso lo decidirás posteriormente–le dije para convencerlo- así me sucedió a mi. Yo pensé lo mismo que tu……
¿Y Bety esta de acuerdo?
Ya lo hemos platicado hace tiempo – otra mentira – y sí….sí esta de acuerdo.
Finalmente aceptó, no sin antes advertirle que probablemente nada más sería una masturbación y que tenía que venirse donde Bety le dijera. Quedamos de vernos esa noche en su hotel.
En cuanto llegué a la casa se lo dije a Bety. Ella reaccionó con preocupación y dijo que se estaba arrepintiendo. La animé decidiéndole que era la oportunidad esperada y cosas por el estilo. Le preocupaba que pensara José Luis que ella se prestara para masturbarlo. Yo le eché un resto de rollo hasta que la convencí. Además le dije que también me masturbaría a mí, para que se sintiera en confianza. ¿A los dos? – dijo sorprendida. Le respondí que de eso se trataba, que los dos nos tendríamos que venir sobre su cara. ¿Nada más la masturbación, verdad? – Aclaró. Sí nada más- le confirmé.
Por la noche, Bety salió del baño para vestirse. Ya tenía los pezones erectos. Esa era señal de que estaba excitada. Se vistió con lencería negra fina: brassier transparente y tanga de hilo dental; blusa roja; saco y falda negros. Yo también me sentía muy excitado. En el trayecto al hotel casi no hablamos, por la emoción, o respondíamos monosílabos. En el hotel, pasamos directamente al elevador, yo conocía el número de habitación. Me acerqué a Bety y le dije al oido: lo vas a disfrutar mucho. Luego le besé su cuello. Ella se retorció, como de costumbre. Yo aproveché para meter mi mano por debajo de su falda y tocarle su conchita. ¡Madre mía! ¡Su panty estaba mojadísima!
Esperate – me dijo – sino me vas a hacer terminar aquí.
Mi palo se puso a punto de reventar. Dejé de tocarle. Le di un beso en la boca, ella me correspondió. Fue como si selláramos nuestro pacto y estuviéramos dispuestos a disfrutar la noche.
Tan pronto tocamos la puerta, esta se abrió. José Luis nos esperaba con su bata de dormir. Pasamos al cuarto y nos pusimos cómodos. Bety y yo nos quitamos el saco y los dejamos sobre la cama. Los tres nos sentamos en el sofá, Bety en medio, yo a la izquierda de ella. Había una botella de whisky en la mesa de centro. Él nos invitó un trago, luego otro. Hablábamos de diferentes cosas. Se sentía un ambiente raro. Todos nos encontrábamos nerviosos. Nadie tomaba la iniciativa.
Empezamos cuando quieran…eh - supuse que yo era quien debía hablar.
¿Dónde? – secundó José Luis.
Aquí mismo – le respondí esperando la aprobación de Bety.
Sí, aquí está bien – dijo ella.
José Luis asintió. Recargó su espalda al sofá y estiró sus piernas. Desabrochó su bata, bajó el pantalón de su pijama, y quedó expuesto su miembro flácido. No pude evitar compararlo con el mío. Era ligeramente más grande que el mío y de color muy oscuro. Bety volteó a verme esperando mi permiso. Con la mirada le dije adelante. Temblorosa, quien sabe si por los nervios o por lo caliente, ella tomó el miembro con la mano derecha. Lo comenzó a masturbar despacio. El pito de José Luis no reaccionaba. Bety lo tomó un poco más fuerte sin éxito.
No se que pasa – dijo José Luis.
Acomódate mejor – le dije a Bety, para que estuviera en mejor posición.
Bety giró un poco su cuerpo, se inclinó un poco hacia él, dejando su rodilla derecha sobre el sofá y su pierna izquierda apoyada en el piso. Yo me senté sobre la mesa de centro para no perder detalle. Siguió intentando, pero no pasaba nada. - Por qué no lo acaricias con las dos manos- le dije a Bety. Ella puso los dedos y la palma de su mano izquierda por debajo de los huevos de José Luis, sobándoselos suavemente, la derecha seguía subiendo y bajando del miembro. Al cabo de unos momentos, el pito apenas y se engruesó un poco. –Quitate la blusa – le dije a Bety – haber si le estimula. Ella obedeció. Los pezones de Bety se veían completamente erectos a través de la fina tela del sostén. El efecto en José Luis fue notorio. Le creció el palo, aunque no estaba completamente parado. Bety siguió con su tarea. Yo me paré junto a ella y le desabroché el brassier. Bety no chistó nada, ayudó para que el sostén saliera de sus brazos. El efecto sobre José Luis fue evidente. Su verga se puso más erecta y de buen tamaño. Me recordó al consolador de Bety, pero de color más oscuro. Ella se emocionó, empezó a masturbarlo rápido y con fuerza. – Despacio, despacio – suplicó José Luis. Bety disminuyó su velocidad. Lo hacia lento pero firme. – Usa tus dos manos – pidió él, quien abrió sus piernas e hizo su cuerpo hacia atrás. Bety así lo hizo, una mano subía y bajaba, la otra masajeaba en círculos los testículos. Yo estaba ardiendo de caliente por ver a mi mujer masturbando a otro cabrón. Ella tenía los ojos cerrados, su respiración agitada se oía claramente. José Luis tenía su mano sobre el antebrazo de ella, guiando la velocidad de la chaqueta. Sobé mi verga sobre mi pantalón, estaba bien tiesa. Estiré mis brazos para acariciar una teta de Bety y su muslo. Mi mano derecha se deslizó por debajo de la falda hasta alcanzar su tanga. ¡Su concha estaba empapada! Al sentir mi caricia, Bety arqueó su cintura hacia abajo y levantó más su cola. Mis dedos se resbalaban sobre su sexo fácilmente. Le desabroché la falda a Bety y se la bajé, ella terminó de quitársela, regresando a la misma postura. Yo le di varios besos sobre sus costillas a Bety, desde su cintura hasta su axila. El cuerpo de Bety se retorció, y empezó a subir y bajar su mano sobre la verga de José Luis de manera rítmica. – ¿La tiene muy dura? – le pregunté a Bety. – Sí….y grande – respondió ella.
Al escuchar esto José Luis, estiró su mano para agarrar el otro seno de Bety. Ella no dijo nada, solo jadeó suavemente. Esto fue lo más que pude aguantar. Tuve unas ganas tremendas de cogerme a Bety. Con velocidad increíble me quité los pantalones y truza. Fui atrás de Bety, hice a un lado la tira de su tanga y le metí todo mi garrote. Ella dio un pequeño grito placentero. Me la estaba cogiendo con fuerza, ella no soltaba el palo de José Luis. Cada vez le daba el empellón más fuerte. En una de esas, se la empujé tan fuerte que el cuerpo de Bety cayó sobre el sofá, quedando su cabeza sobre el abdomen de José Luis. Bety volteó su rostro hacia la verga de él. Quedó a escasos centímetros del palo. Bety cogió los testículos de José Luis haciendo un anillo con sus dedos pulgar e índice sobre la base del miembro. Entendí que quería ver de cerca esa verga bien parada. Acercó su boca y le dio unos lengüetazos en la punta. Yo seguía cogiéndomela con una desesperación que nunca había sentido. Ella se incorporó, desde atrás donde yo estaba, se adivinaba que su cara debería estar exactamente arriba del miembro de José Luis. Él estiró sus dos brazos colocando sus manos sobre la nuca de Bety, forzándola a bajar su cabeza. Ella no se resistió, bajó su cabeza y luego otro poco más. Luego su cabeza subía y bajaba, era claro que se la estaba mamando a José Luis. - ¡Que bien la mamas Bety! – dijo José Luis. Yo se la metí con más ganas. A los pocos segundos mi verga pudo sentir las contracciones de la vagina de Bety ¡Se estaba viniendo! Su cuerpo se retorcía hacia un lado y otro. Su cabeza también subía y bajaba a más velocidad. En eso, José Luis pegó un alarido, Bety bajó su cabeza lo más que pudo y movía su cabeza hacia un lado y otro. José Luis pegó otro alarido, supuse que él se estaba viniendo dentro de la boca de ella. Ya no aguanté más, me quedé inmóvil por la eyaculación que me provocó esta situación. No quise sacársela a Bety, me vine dentro de ella. Quedé inmóvil, ella se encargaba de moverse y exprimirme el palo con sus contracciones vaginales. Bety dio un gritó y su cuerpo se sacudió con los espasmos finales de su orgasmo. Ella quedó aparentemente tranquila, quieta. Retiré mi verga semierecta de su vagina, escurriendo mucho semen. Me senté en el sofá. Bety tenía su cola todavía arriba, podía ver su culo y concha cubiertos con líquido viscoso y la tira de la tanga mal acomodada. Un hilo de semen escurrió de sus labios vaginales que se extendió rápidamente por la parte interior de su muslo. Bety se levantó para sentarse junto a mí. Con su mano se estaba quitando el semen alrededor de su boca. Sorprendida me dijo: - ¡Me tragué toda la leche! José Luis, quien seguía semi-acostado en el sofá con una cara de realmente haber disfrutado su corrida, no decía nada. Bety echó sus brazos alrededor de mi cuello y me dijo susurrando al oido: ¡Todavía estoy muy caliente cariño!
Yo procedí a besar su cuello. Ella se retorció gimiendo suavemente, su mano tomó mi semierecto miembro. Lo masturbó con firmeza. Lo puso completamente erecto en muy poco tiempo. - ¡Mámalo! – le dije. Bety se hincó sobre el sofá e inmediatamente llevando su boca a mí palo. Lo mamaba con ganas, nunca había yo sentido que lo mamara de esa manera. José Luis desnudo se acercó a nosotros, su miembro ya se encontraba casi erecto totalmente. Él tocó el hombro de Bety para llamar su atención. Ella voltió a verle y estiró su mano para alcanzar su verga y masturbarlo. Cuando sintió que estaba completamente parada, agarró mi palo con su mano izquierda y llevó su boca a la verga de José Luis. Así estuvo alternándose, masturbando a uno, mientras se lo mamaba al otro. Bety comenzó a mover su cadera hacía arriba y abajo, en señal de que quería ser penetrada. De repente ella se levantó. Se puso delante de mí dándome la espalda, abrió sus piernas e hizo a un lado su tanga. Se dejó caer sobre mi palo, yo la tomé de su cintura para guiarla. Entró hasta el fondo. Ella recargó su espalda sobre mi pecho y empezó a mover su cadera en círculos. Yo le besé su espalda y cuello, ella se movía más rico. José Luis se puso a besarle y mamarle sus pechos. Bety comenzó a gemir fuerte. Ella tomó con sus manos la cabeza de José Luis a la altura de sus oídos. Yo pensé que iba a retirarla, pero no. Ella lo fue llevando hacia el centro de su pecho, luego a su abdomen, y más abajo. José Luis se hincó en medio de nosotros. Bety abrió sus piernas lo más que pudo para darle acceso a la cara de José Luis. Quería sentir su boca en su sexo mientras yo la penetraba. ¡Ahí! ¡Ahí! – dijo ella, supuse que le chupaba el clítoris. Él se puso como loco comiéndole su conchita. La base de mi verga sintió varias veces los lengüetazos de José Luis. Ahora Bety no gemía, gritaba y gritaba: ¡Me vengo! ¡Me vengo! Se movía tanto que yo puse mis manos sobre sus caderas y las empujaba hacia mi verga para que no se saliera. Nunca había escuchado gritar así a Bety. Después de su tremendo orgasmo, ella quedó respirando muy agitada. Yo seguía moviendo mi cadera pues quería venirme otra vez. En eso José Luis se puso de pie y habló: – ¡Yo también te quiero coger!
¡Siéntate! – le respondió Bety.
Él obedeció inmediatamente, se sentó a mi lado derecho en la misma posición que yo. Bety se puso de pie, se sacó la tanga y se hincó frente a José Luis. La boca de Bety se fue directa al miembro de José Luis. - ¡Quiero ponértela durísima! – dijo Bety. Ella inició una mamada de película. Tomó con su mano la base de la verga y la masturbaba con movimientos cortos, mientras con su boca y lengua le daban atención especial a la punta. Yo me quede mirándole absorto. Estaba masturbándome y disfrutando viendo como Bety se la mamaba a José Luis. - ¡Ya está! ¡Ya está! – dijo José Luis desesperado. Bety se paró, puso la rodilla derecha en el sofá, al lado de la cadera de José Luis. Su pie izquierdo quedó momentáneamente del otro lado. Con su mano apuntaló la verga de él y dejó caer su cuerpo clavándosela toda. Bety comenzó a cabalgar a José Luis con entusiasmo. Cada vez que caía daba un pequeño grito de placer. José Luis, teniéndola de frente, tomó sus muslos con las manos para apoyarse mientras su boca buscaba una de las tetas de Bety. Yo fui a sentarme a la mesa de centro, para tenerlos frente a mí. ¡Que bruta! ¡Como se la clavaba Bety! Se impulsaba para arriba hasta casi sacarse por completo la verga y se dejaba caer, luego hacía su cadera hacia delante y atrás con fuerza. Los músculos de sus piernas y alrededor de su sexo se veían tensos apretando el palo de José Luis. Bety repetía una y otra vez estos movimientos. Yo me hipnoticé por el bamboleo de sus nalgas y la forma de cómo su vagina se clavaba la verga de José Luis. Ya no escuchaba los gritos de Bety, tenía la vista fija en la forma espectacular de cómo se la cogían. Por supuesto que me estaba masturbando muy fuerte. José Luis apoyó sus manos en las nalgas de Bety, acompañando todos sus movimientos. Yo quería participar con ellos pero no sabía como. Me acerqué a Bety, a besarle y morderle suavemente su cuello. Ella no paraba de gemir. - ¿Lo estas disfrutando? – le dije al oido. -¡Mucho! – respondió jadeante. Yo puse mi mano sobre su cintura y la bajé buscando su concha. Con las yemas de mis dedos sentía como entraba y salía la verga de José Luis. De esta forma toqué el culito de Bety. Ella reclamó:
¡¿Qué me haces?! - retiré mi mano rápidamente.
¡Síguele! ¡No quites tu mano! – me suplicó Bety- ¡Que se siente muy rico! ¡Síguele!
Entendí que le gustaba la sensación de mis dedos sobre su agujerito trasero. Le seguí sobando su culito. Ella empezó una serie de quejidos en señal de que se acercaba su orgasmo. Poco a poco mi dedo medio se fue abriendo paso en su agujero, cuando tuvo casi la mitad adentro, dio un alarido tremendo y su cuerpo comenzó a temblar. ¡Se estaba viniendo! Quería hablar pero no podía, solo se escuchaban una especie de gruñidos y quejidos. Tardo un buen tiempo viniéndose. Cuando su cuerpo dejo de temblar, -¡Me vengo!- gritó José Luis. Bety se separó de él diciéndole: ¡échamelos en la cara!
Apenas y le dio tiempo a Bety de sentarse y a José Luis ponerse de pie, cuando el chorro de semen salió. Cayó sobre el cabello arriba de la frente de ella, el siguiente sobre su nariz, luego vinieron muchos que cayeron sobre su rostro. José Luis se seguía masturbando y la leche saliendo. Yo no pude más, ver como le tiraban los espermas sobre la cara a Bety, me provocó tanto que también me vine. Desde luego que también los tiré sobre su rostro. Como estaba de lado a ella, el primer chorro le cayó cerca de la oreja. Los espermas salían con mucha fuerza, resbalaban de las mejillas a su hombro y pecho. Ella voltió su cara hacia mi palo, los siguientes chisguetes cayeron en su cara. Ella tenía una mano sobándose la concha, su cuerpo se sacudía y ella sollozaba placenteramente, seguramente tenía otro orgasmo. Me vine muchísimo, a pesar de que minutos antes ya me había venido. Bety se sentó en el sofá exhausta. Con su mano embarraba el semen en su cara, cuello y pecho. Con su dedo medio levantó un poco de semen y lo llevó a su boca. Chupó su dedo varias veces, todas después de juntar semen.
José Luis y yo también nos sentamos en el sofá. Poco después Bety fue al baño a limpiarse. José Luis aprovechó para agradecerme la noche. Según él, no se imaginaba que fuera a ser así – la verdad que ni yo lo pensé tampoco – y que estaba considerando pagar el favor con otro cabrón, aunque no estaba seguro de su mujer aceptara.
Tienes que encontrar la forma de convencerla – le dije – ya ves, Bety no quería y mira como lo disfrutó.
¿Y tú, como te sientes? – me preguntó con curiosidad.
Pues…..siento que devolví el favor que me hicieron – no me atreví a decirle la verdad, ni manifestarle que yo también disfruté mucho ver a mi mujer cogida por él.
En el coche de regreso a casa, le pregunté a Bety si tenía alguna opinión. Ella dijo que jamás se imaginó venirse tanto como esta noche. Estuve interesado en saber más detalles.
¿Qué fue lo más que te gustó?
¡Todo! – respondió ella – bueno…….cuando metiste tu dedo en mi colita….fue lo que más me gustó…...
¿Qué te lo metiera en el ano? – le pregunté un poco asombrado.
Bueno….tener tu dedo y el miembro de José Luis adentro....los dos al mismo tiempo…
¿Te animarías a intentarlo otra vez?
¡Quizás! – respondió sonriendo.
Tuvimos otras experiencias, fueron sugerencias de Bety. Las contaré después. Espero que les haya gustado ésta.
La película trataba sobre una jovencita ‘inexperta’ en el sexo. En las escenas iniciales ella se masturba con un consolador, después tiene relaciones con un hombre mucho mayor que ella, luego tiene relaciones con una mujer que se supone es su tía. Casi al final de la película, la chica observa a su tía cogiendo con dos tipos y después los mismos tipos se cogen a ella. Fuimos comentando sobre los actores y la película. Lo primero que nos llamó la atención fue el hermoso cuerpo y cara de la chica, la actriz principal. Nos resultó difícil entender que una mujer tan guapa hiciera ese tipo de películas por dinero, siendo hermosa podría conseguirse un hombre rico, por lo tanto debería hacerlo por placer. En fin, cuando vimos la escena de la chica masturbándose, la pregunta que nos hicimos fue si su orgasmo sería verdadero o fingido. No pudimos contestarla. Yo le pregunté que sentiría si ella estuviera haciendo lo mismo que la chica de la película. Bety me dijo que nunca había usado algo como eso, por lo tanto, desconocía que se sentiría. En la escena donde la actriz tiene relaciones con la supuesta tía, le pregunté a Bety si ella aceptaría tener relaciones con una mujer. Ella respondió un rotundo no. Cuando los dos tipos se disponen a cogerse a la tía de la chica, Bety fue de sorpresa en sorpresa. La primera sorpresa para mi esposa fue precisamente eso, los dos tipos. Me dijo que nunca había pensado siquiera que una mujer se pusiera a coger con dos hombres. También la impresionó el tamaño de las vergas de los tipos. Y es que la mía es digamos de medidas normales - ¡Que cosotas tienen esos tipos!- dijo asombrada. Viendo su reacción, le pregunté:
Bety, tu tan caliente que eres, si no te gustan las relaciones con otra mujer, ¿Dejarías que te cogieran entre dos hombres?
Ella se quedó pensativa unos segundos. Después respondió:
Bueno soy muy caliente, pero no es para tanto.
Su respuesta no explicitó una negación. Ya no comenté nada. Desde ese momento la idea de que me cogiera a Bety junto con otro más, empezó a rondar en mi mente. Seguimos viendo la película. Ella veía con atención la película, hizo más comentarios hasta la escena donde la chica era penetrada por detrás, hincada, mientras le mamaba el palo al otro tipo. El tipo que estaba enfrente de ella, eyaculó en la boca de la chica. La cantidad de semen era abundante, la chica hacia el intento de tragar los más que podía. Eso también impresionó a Bety,
¡Que bruto! ¡Cuanta leche le esta tirando! – Sin duda que la escena le había afectado, su voz se escucho muy cachonda y respiración era rápida.
¿Eso si te gustaría? – le pregunté, pues ella nunca había querido tragar mi semen.
¿Qué cosa? – me respondió con otra pregunta.
¡Eso? – le dije sin especificar.
No ¡Como crees! – respondió – ¡Es muy grande! ¡No cabría en mi boca!
No, me refiero a tragarte toda esa leche. Así como lo hace la chica.
¡Menos! – respondió muy rápido - ¡Tú sabes que no me gusta!
Deberías de probar la leche…..a lo mejor te gusta….
Ella ya no contestó, estaba atenta a la película. Metió su mano por debajo de mi truza buscando mi palo. Lo encontró completamente parado. Sin más, lo comenzó a masturbar lentamente, sin dejar de ver la película. El segundo tipo en la película, colocó su miembro cerca de la boca de la chica, ella lo masturbaba y metía la cabeza del miembro en su boca. La actriz realmente parecía disfrutarlo. El tipo también la inundó de leche. Bety no pudo contener su asombro.
¡Que bárbara! ¡le debe gustar mucho la leche a la cabrona!
¿Ya ves? – le dije – deberías de probarla.
¡Hay no! – respondió Bety – tu no avientas tanta.
Ya no dijo nada. Inmediatamente dirigió su boca a mi miembro comenzando a darme una mamada fenomenal. Sin duda que la película la había calentado, estaba muy cachonda, de una forma diferente a otras veces. Ella se hincó perpendicular a mi cadera, levantando sus nalgas. Por su posición, le pude meter fácilmente un dedo en su vagina mientras ella continuaba chupando verga. Su orgasmo se presentó de repente. Lo supe porque aumento la fuerza de la mamada y su cuerpo se retorcía. Eso provocó que yo eyaculara. El primer chorro de semen fue dentro de su boca. Ella sacó mi miembro de su boca, pero no lo despegó de su cara. Era evidente que quería sentir el esperma sobre su rostro. Al terminar ella voltió su cara hacia mi. Era la primera vez que la veía con tanta leche en su cara, inclusive tenía semen escurriéndole en los labios. Ella sonrió muy pícara y dijo que no había estado nada mal. -¿Ya ves? y tu que no querías probarla- le dije. Después de esa película, cuando hacíamos el amor, con frecuencia eyaculaba sobre su boca o cara, pero ella no tragaba el semen. Bety me dijo que le gustaba sentir la leche caliente golpeándole el rostro.
Pasaron algunos meses hasta que le comuniqué que tendría que ausentarme de la casa. La empresa donde laboro, me envió a un seminario a Monterrey. Mi estancia allá sería de tres meses. Ella que confesó que lamentaba tener que aguantar tanto tiempo sin coger. Le dije que cuando llegara repondríamos el tiempo perdido. El día siguiente en mi trabajo, al confirmar mi asistencia al seminario, recordé las palabras de Bety. Se me ocurrió que podía comprarle un consolador. Esa noche le hice mi propuesta a mi mujer. Ella dijo que no era necesario, que esperaría hasta mi regreso. Yo insistí. Ella se negaba pues nunca había utilizado algo parecido. Le recordé a la chica de la película del dvd que me prestaron. Le dije que podía masturbarse igual que ella. Ella continúo negándose. Ya no insistí, porque finalmente yo por mi cuenta decidí comprarlo, si lo usaba o no, ya sería decisión de ella. Fui a un sexshop de la Zona Rosa a comprar el aparato. Había de muchas formas, colores y tamaños. Compré uno en forma de pene de tamaño regular.
Viajé a Monterrey. Por la noche hablé por teléfono con Bety. Platicamos sobre el viaje, el hotel donde me hospedé, y cosas por el estilo. Antes de despedirme, le pedí que buscara en el buró de la cama. Ahí encontraría algo que podría hacer más llevadero este tiempo sin sexo. Ella me respondió sorprendida por la compra que hice. Me recriminó haber gastado en algo que no iba a usar. Yo simplemente le dije que si lo usaba o no, sería decisión suya. Las demás veces que hablamos por teléfono ya no volvimos a tocar el tema. La noche antes de regresar, ella me dijo que estaba ansiosa por verme. No pude resistir la curiosidad y le pregunté si había utilizado el consolador. Solo me dijo que en cuanto llegara me platicaría sobre el asunto.
Llegué a la casa en la noche. Mis hijos y esposa se pusieron felices de mi regreso. Cenamos y nos fuimos a dormir. Ya tenía ganas de estar con mi mujer. Tan pronto entramos a nuestra habitación comenzamos a besarnos. Yo le besé el cuello a Bety, sabiendo que ahí es su punto débil. Ella se retorcía con los besos y movía su cabeza para dejar despejado su cuello. Su mano fue directamente a mi palo. Yo paré de momento y comencé a quitarle la ropa. En un dos por tres, ya estábamos desnudos. Nos recostamos en la cama y seguimos besándonos. Ella no dejaba de masturbar lentamente mi palo. Yo le pregunté al oido:
¿Ya la extrañabas? – dije refiriéndome a mi verga.
¡Mucho! – me contestó con una voz muy excitada– me urge tenerla dentro…después de tantos días sin coger...
¿No usaste el consolador que te compré?
¡Pero no es lo mismo! – me dijo. Su respuesta me confirmó que sí lo uso.
Ella ya no habló, se subió encima de mí cabalgándome y se introdujo mi palo. Nos pegamos una cogida tremenda. La noté más caliente que otras veces. Sus gemidos eran más fuertes y sus movimientos muy bruscos. El clímax le llegó rápido. A los pocos segundos, cuando comencé a gemir, anunciando mi eyaculación, ella se bajó de mí e inmediatamente puso mi miembro cerca de su rostro. Masturbó mi palo muy fuerte haciendo que mi leche saliera con mucha presión estrellándose en su cara. Bety abrió su boca para que entraran los espermas ahí. Los tragó. Fue la primera vez en casi 18 años de casados que Bety probaba la leche. Cuando ya no tiré nada de leche, Bety se metió mi miembro en su boca, succionando la cabeza suavemente. ¡Que placer sentí! Mi mujer nunca me había hecho esto. Imaginé que tan ansiosa debería de estar después de un periodo largo sin coger.
Bety dejó caer su cuerpo en la cama, con su respiración todavía agitada. Con su mano removía el semen de su cara y lo llevaba a su boca. Me sorprendió que se tragara el semen. Me acerqué a su oido y le dije que se notaba que le urgía ser cogida.
¡Sí! – me respondió– ya te extrañaba mucho mi amor.
Se nota, mira que rica mamada me diste – le dije contento.
¡Ay mi amor! ¡Ya quería sentir tu leche en mi cara!
¿Y eso?
¡Ay mi vida! – sonrió con picardía- usé el aparato que me compraste….
¿Y eso que? – despertó mi curiosidad.
Es que hizo venirme muchas veces, pero nada más eso….
¿De veras lo usaste?
Sí, no aguanté las ganas de probarlo….. me gustó. Pero no estabas para que te vinieras en mí, yo quería sentir que me aventaras leche…., y ya viste, ahora hasta me comí tu semen.
¡Eres muy caliente Bety!
Yo tenía una curiosidad enorme por saber los detalles de cómo había utilizado el consolador. Le pregunté cuando empezó a usarlo. Ella me dijo que como a los dos meses de mi ausencia comenzó a sentir deseos de coger y se animó a probar el consolador. Que no estaba segura de usarlo por completo por lo que se masturbó por encima de la panty. Me dijo que las vibraciones del aparato eran mucho mejor que su dedo, por lo que lo siguió usándolo. Mientras ella me platicaba yo me excité de una forma inusual. Me imaginaba a Bety masturbándose y me ponía más caliente. Le insistí que continuara contándome. Yo le respondía monosílabos para no interrumpirla. Me dijo que una noche, apenas hace dos semanas, estaba tan caliente que se quitó la pantaleta para masturbarse, cuando se estaba viniendo, no pudo resistir las ganas de sentir algo dentro de su vagina y se penetró con el consolador. Que eso le había provocado un orgasmo tremendo. A partir de ahí lo repitió varias noches. Siempre tenía uno o dos orgasmos pero que se quedaba con las ganas de sentir que se vinieran dentro de ella o sobre su cuerpo. - ¿Por eso te tragaste el semen? – le pregunté tratando de adivinar su acción.
¡Sí! Me dieron unas ganas tremendas de sentirme inundada de leche. Jamás imaginé que fuera a gustarme el aparatito ese -continúo Bety contándome – lo único malo es que cuando lo ponía en mi boca era muy diferente al tuyo que es de verdad.
¿Cómo? ¿También te lo metías en la boca? – la interrumpí.
Lo ponía para mojarlo con saliva y me lo metiera fácilmente – ella notó que mi morbo aumentaba por saber lo que hizo.
¿Y lo mamabas? – pregunté muy intrigado.
¿Quieres ver cómo? – me dijo Bety, era evidente que ya estaba caliente otra vez.
¡Sí! Muéstrame como…..
Ella giró y estiró un poco su cuerpo para alcanzar el buró de la cama. Sacó el aparato y volvió a su posición junto a mí. Me preguntó si de veras quería ver cómo había usado el consolador. Le dije que sí que hiciera exactamente lo mismo que cuando yo no estaba. Ella se dio cuenta de mi curiosidad y se dispuso a complacerme. Con cierta lentitud giró su cuerpo para quedar acostada completamente. Levantó sus rodillas y abrió sus piernas un poco. Mientras me miraba con picardía, puso el aparato en su boca. Lo metió un poco para llenarlo de saliva. Por la forma en pene del consolador, parecía que estaba chupando una verga de verdad. Verla así me dio un morbo especial. ¿Y te imaginabas que era de verdad? – le pregunté. Ella contestó moviendo su cabeza, dando una respuesta afirmativa. Tenía la mitad dentro de su boca y lo chupó un poco más. Lo sacó escurriendo saliva. Encendió el vibrador y comenzó a acariciar su concha con el consolador. Su mirada cambió al contacto de su clítoris con el aparato. Ya estaba muy caliente otra vez. Comenzó a girar lentamente su cadera, acoplándose al movimiento de su mano con el aparato. Mi verga estaba parada completamente, no sabía yo si cogerme a Bety u observarla. Decidí mirarla. Bety tallaba el consolador sobre su concha y hacía intentos por introducirlo en su vagina. Con su otra mano separó sus labios vaginales y con facilidad se metió la mitad del consolador. Cada vez metía un poco más, hasta que logró meterlo todo. El consolador aunque era de tamaño normal, era un poco más grande que mi verga, sobre todo más grueso. Ya no aguanté, comencé a masturbarme, imaginaba que otro tipo se estaba cogiendo a mi mujer. Bety por su lado, ya estaba gimiendo y moviendo la cadera al ritmo que se clavaba en consolador. Era evidente que Bety disfrutaba esa verga de plástico.
Me hinqué, justo arriba de sus hombros quedando la cabeza de Bety entre mis rodillas, mi palo estaba tan erecto que se pegaba a mi abdomen. Con la punta de mis dedos sobre la base de mi verga la bajé para acercarla a su boca. En cuanto Bety la vio, levantó la cabeza para alcanzar mi palo e introducirlo en su boca. Lo empezó a mamar con desesperación. Su cuerpo se retorcía y se metía y sacaba el consolador muy rápido. Yo veía claramente como se introducía todo el consolador. Puse saliva a la punta de mis dedos y los froté sobre su clítoris. Le llegó su orgasmo muy intenso. Se sacó mi verga de la boca para literalmente gritar por su venida. Con su mano libre tomó mi palo y lo masturbó a la misma velocidad con que se estaba clavando la verga de plástico. Tardó viniéndose y yo disfrutando la chaqueta que me estaba haciendo. Ella me habló fuerte y repentinamente:
¡Échamelos! ¡Échamelos en mi cara! ¡Échamelos rápido!
¿Quieres la leche mi vida? – le pregunté casi sin poder hablar por la buena masturbada que me daba.
¡Sí! ¡La quiero ya en mi boca! – me suplicó - ¡Quiero sentirme llena de leche!
Mi verga estaba durísima, yo quería echarle mis espermas en su cara como ella pedía, sin embargo, por la eyaculación anterior, estaba tardando en venirme. Bety siguió mamando con ganas, y seguía metiéndose el consolador en su conchita. Mi eyaculación se presentó de repente, no tuve tiempo de avisarle. El primer chorro de semen fue dentro de su boca. Ella inmediatamente sacó mi verga de su boca y continuó masturbándola tratando que los otros chisguetes de esperma cayeran sobre su cara. Ella dio un grito y apretó sus piernas con todo el consolador dentro de su vagina, era evidente que tenía otro orgasmo. Mi semen continuaba cayendo sobre su cara, cuello y pecho. Los últimos chorros sobre su frente y pelo. Me sorprendí por la cantidad abundante de leche que le tiré. Yo mismo exprimí mi palo para que salieran las últimas gotas de semen. Bety se metió la cabeza de mi verga en la boca y le dio unas suaves chupadas hasta que quedó semierecta. ¡Esto fue que más me gustó! ¡Que me la mamara después de venirme, sentí muy chingón!
Ella sonreía de forma especial, demostrándome como había disfrutado mi venida sobre su cara. Me recosté junto a ella, me acerqué y le susurré al oido:
¿Te gustó mi venida en tu boca?
¡Sí! ¡Mucho! – respondió con su voz aun agitada.
¿Te imaginas como sería si dos vergas se vinieran en tu cara? – le pregunté en tono muy cachondo.
¿Qué quieres decir con eso? – me dijo con sus ojos abiertos en señal de asombro.
Te acuerdas del dvd que me prestaron donde dos tipos se cogen a la chica y terminan en su cara, ¿imagina que sentirías que te hicieran lo mismo?
¿Pero, cómo tú me dices eso? – seguía sin salir de su asombro - ¿Por qué me lo dices?
Nada más te digo que te imagines…..- ni yo mismo entendía porque le había mencionado esto.
Decidí no hablar más, la verdad que el hecho de imaginar eso era algo que encendía mi morbo. Los días después de mi llegada seguimos cogiendo casi a diario. Unas veces me venía dentro de ella, otras en su cara y pecho, pero siempre cuando Bety se encontraba ya bien caliente, echaba mano de su consolador. Le gustaba que yo la pusiera de ‘perrito’ penetrándola desde atrás mientras ella ponía el aparato vibrando sobre su clítoris. A veces mi palo sentía las vibraciones del consolador y me di cuenta porque le gustaba a Bety usarlo. En una ocasión, mientras estábamos de ésta manera, yo la dejé hincada y me puse acostado transversalmente a ella con mi palo bien parado. Bety sin pensarlo comenzó a mamarlo mientras seguía frotando el vibrador en su conchita. Al cabo de unos momentos, sus movimientos se hicieron un poco más rápidos, me di cuenta que se metía y sacaba la verga de plástico de su vagina. Sacó mi miembro de su boca para gemir por su orgasmo. Mientras se venía, masturbaba mi palo y tenía todo el consolador dentro de su conchita.
¿Te estas viniendo? – le pregunté para confirmarlo
¡S.ss….ss..sí! – respondió con trabajo.
¿Te esta haciendo venirte la verga de hule? – Bety contestó sí moviendo su cabeza - ¡Imagina como te vendrías si fuera otra verga de verdad!
Cuando terminé de decirlo, Bety pegó un alarido y su cuerpo se arqueó.
¡Mama mi verga mientras otro de coge! – le dije.
Ella no dijo nada, simplemente obedeció. Por la forma como movía su cuerpo y mamaba mi palo, sin duda se estaba viniendo. Tuvo un orgasmo muy largo. Imaginar que ella estuviera gozando con dos vergas me provocó la eyaculación. La cantidad de semen que aventé le provocó tos a Bety pero no impidió que siguiera masturbando mi palo. Terminamos. Aunque mis espermas quedaron en su boca y cara, la mayoría quedaron sobre mi pubis y abdomen.
¡Que bruto! ¡Cuanta leche! – dijo Bety mientras esparcía con su mano mi semen en mi abdomen.
¿Te imaginas si te hubiéramos aventado leche dos vergas? – le dije sin pensarlo.
¿Por qué me dices eso? – me dijo en voz baja – tú sabes que eso no puede ser.
¿No te gustaría que te aventáramos leche entre dos?
¡Ay ya cállate! no lo digas ni de broma……no se me vaya a antojar de a de veras.
¿Si te gustaría? – le pregunte emocionado esperando que me dijera que sí.
No lo se… a lo mejor…-luego corrigió- No, creo que lo no haría.
Bety me preguntó por otra cosa con la intención de cambiar la platica Ahí supe que verla mamando otro palo sería posible. Desde ese día, cada vez que cogíamos y Bety usaba el consolador, fingíamos que era la verga de otro hombre. Bety, de esa forma, alcanzaba unos orgasmos tremendos. Una noche después de coger, ella me preguntó por qué insistía en decirle que imaginara que se la cogía otro cabrón. Le respondí que a mi me calentaba esa situación y que también me había dado cuenta que ella se venía mucho cuando se lo mencionaba.
¿Y no te molesta la idea de que otro hombre me coja? – me dijo Bety muy seria.
No – le respondí- porque no es cierto, es solo es un juego.
Pero me lo dices como si desearas eso….como si de verdad otro me estuviera cogiendo….
Entonces, ¿Sí te imaginas que otro te esta cogiendo? – la interrumpí.
Sí…digo no – corrigió de inmediato- bueno… tu sabes que nada más he estado contigo.
¿No te gustaría probar otro miembro de verdad?
No… yo quisiera eso… pa’eso estas tú….. pa’cogerme – dijo titubeante
Bueno que no te coja, nada más que lo masturbes – le propuse.
¿Serías capaz de permitirlo? – me preguntó sorprendida.
Sólo una vez y si yo estoy presente…..
¡Ay no! Creo que yo no sería capaz de hacerlo…..
En eso sonó el teléfono e interrumpimos nuestra plática. Ya no volvimos al tema, pero yo ya sabía que pronto mi imaginación sería realidad.
Tiempo después hubo un taller de capacitación en la empresa donde trabajo para entrenarnos sobre el nuevo programa de computación para inventarios. Vinieron compañeros de Querétaro, Puebla, Tabasco y Veracruz. El taller fue por tres semanas. José Luis, el de Tabasco, fue el único que se quedó en la capital los fines de semana. Los otros por la cercanía de sus ciudades se iban el viernes en la tarde y regresaban en lunes muy temprano. Todos los días comíamos juntos, entable amistad con todos ellos. El segundo fin de semana invité a José Luis a visitar La Lagunilla, pues el me dijo que no conocía la ciudad de México. Nos acompaño Bety. Mientras visitamos zócalo y sitios cercanos, nos enteramos que era casado, con tres hijos y que era la primera vez que se separaba de su esposa en los 14 años de casados. Después de recorrer las colonias del centro, ya cerca de la noche, lo dejamos en su hotel. Tan pronto lo dejamos, Bety me comenzó a decir lo bien que la pasamos ese día. Después dijo que se veía que José Luis era buen tipo. El es moreno, delgado, con pelo ondulado y bigote recortado, más o menos de mi edad y estatura. Justo antes de llegar a casa, al bajar del coche me preguntó:
¿Qué crees que haga esa noche en el hotel solito sin su esposa?
No’mas imaginate – le respondí- …… ¿no te gustaría estar ahí para ayudarlo?
No seas cabrón- me respondió riendo al momento que abrió la puerta del carro y salió.
Esa noche mientras cogíamos empecé a insinuar que el consolador era la verga de José Luis. Bety no dijo nada, pero se alocó. No había duda que se imaginaba que José Luis se la estaba cogiendo. Me vine sobre su cara, ya había terminado de venirme y Bety me masturbó tratando de sacar más leche. ¿Quieres mas leche?- le pregunté. Ella movió su cabeza respondiendo que sí. Ya no salió más. Bety tenía la cara con espermas, pero mostraba satisfacción.
Mira como quedé- dijo Bety refiriéndose a su cara.
Y eso que querías más – le comenté - ¿Te imaginas si masturbaras a José Luis y te los echara?
Ya vas a empezar…. ¿No te importaría eso?
No si yo estoy presente, ya te lo dije.
¿En serio?
Claro solo por curiosidad….
¿A que te refieres? – dijo con tono cachondo.
Ahora que esta bien ‘cargado’ porque no ha cogido debe aventar mucha leche y me gustaría verte toda llena.
¿De verdad te gustaría verme así? – me preguntó Bety esperando una respuesta afirmativa.
La verdad sí ¿A ti no te gustaría masturbar otra verga?
¡Ay! no se que decirte…….a lo mejor sí…..por curiosidad, como dices.
Ya esta – este era mi chance- le voy a decir a José Luis….
A José Luuuiiiiiissssss pero casi ni lo conocemos…….-fingió sorpresa, yo sabía que le había gustado él.
¡Por eso! El se va a ir la próxima semana, así no habrá ningún problema.
¿Y crees que él acepte?
Tú no te preocupes, yo me encargo de eso.
Desde ese momento me puse a pensar como convencería a José Luis. Aunque imaginaba que cualquier cabrón aceptaría que le hicieran una chaqueta, lo difícil era decirle que sería mi mujer y que yo estaría presente.
El siguiente lunes, después de comer, platiqué con José Luis de diferentes cosas. Hablamos de cómo extrañaba a sus hijos, y su mujer desde luego. Le dije que yo lo entendía porque había estado en la misma situación. Para el miércoles me atreví a preguntarle si no se había conseguido a alguna mujer para ‘desahogarse’. Me dijo que no, pero que ganas no le faltaban porque ya sentía que ‘las palabras le salían solas’. Incluso me dijo que alguien del hotel le había dado una tarjeta de damas de compañía. Yo le dije que podía ayudarle, pero que tenía que prometerme tres cosas. Él escuchaba con atención todo lo que le decía.
¿Cuáles cosas? – me preguntó.
La primera – le respondí- es que tienes que ser discreto y no revelar jamás quien te ha ayudado. La segunda es que tú debes de hacer el mismo favor en alguna ocasión – le dije muy serio – eso es lo que yo estoy haciendo. Ya me ayudaron de esta forma y ahora regreso la ayuda – esto último por supuesto que era mentira, pero fue lo único que se me ocurrió.
¿Y la tercera? – me preguntó mostrando interés por la propuesta.
Que yo debo estar ahí.
¿Y eso? ¿Por qué? – dijo frunciendo las cejas
Es que te voy a ayudar con Bety, mi mujer – le dije directamente.
José Luis parecía no creer lo que le había dicho. Yo le aclaré que por eso estaría ahí. No salía de su asombro. Me propuso que porque no mejor contratar a una profesional. Yo le dije que esas habían sido las condiciones que me pusieron, que yo había aceptado.
Así no puedo aceptar – dijo José Luis.
¿Qué? ¿no te gusta Bety?
No es eso, ella es muy atractiva, sino que no estoy seguro que yo pueda hacer lo mismo después.
Eso lo decidirás posteriormente–le dije para convencerlo- así me sucedió a mi. Yo pensé lo mismo que tu……
¿Y Bety esta de acuerdo?
Ya lo hemos platicado hace tiempo – otra mentira – y sí….sí esta de acuerdo.
Finalmente aceptó, no sin antes advertirle que probablemente nada más sería una masturbación y que tenía que venirse donde Bety le dijera. Quedamos de vernos esa noche en su hotel.
En cuanto llegué a la casa se lo dije a Bety. Ella reaccionó con preocupación y dijo que se estaba arrepintiendo. La animé decidiéndole que era la oportunidad esperada y cosas por el estilo. Le preocupaba que pensara José Luis que ella se prestara para masturbarlo. Yo le eché un resto de rollo hasta que la convencí. Además le dije que también me masturbaría a mí, para que se sintiera en confianza. ¿A los dos? – dijo sorprendida. Le respondí que de eso se trataba, que los dos nos tendríamos que venir sobre su cara. ¿Nada más la masturbación, verdad? – Aclaró. Sí nada más- le confirmé.
Por la noche, Bety salió del baño para vestirse. Ya tenía los pezones erectos. Esa era señal de que estaba excitada. Se vistió con lencería negra fina: brassier transparente y tanga de hilo dental; blusa roja; saco y falda negros. Yo también me sentía muy excitado. En el trayecto al hotel casi no hablamos, por la emoción, o respondíamos monosílabos. En el hotel, pasamos directamente al elevador, yo conocía el número de habitación. Me acerqué a Bety y le dije al oido: lo vas a disfrutar mucho. Luego le besé su cuello. Ella se retorció, como de costumbre. Yo aproveché para meter mi mano por debajo de su falda y tocarle su conchita. ¡Madre mía! ¡Su panty estaba mojadísima!
Esperate – me dijo – sino me vas a hacer terminar aquí.
Mi palo se puso a punto de reventar. Dejé de tocarle. Le di un beso en la boca, ella me correspondió. Fue como si selláramos nuestro pacto y estuviéramos dispuestos a disfrutar la noche.
Tan pronto tocamos la puerta, esta se abrió. José Luis nos esperaba con su bata de dormir. Pasamos al cuarto y nos pusimos cómodos. Bety y yo nos quitamos el saco y los dejamos sobre la cama. Los tres nos sentamos en el sofá, Bety en medio, yo a la izquierda de ella. Había una botella de whisky en la mesa de centro. Él nos invitó un trago, luego otro. Hablábamos de diferentes cosas. Se sentía un ambiente raro. Todos nos encontrábamos nerviosos. Nadie tomaba la iniciativa.
Empezamos cuando quieran…eh - supuse que yo era quien debía hablar.
¿Dónde? – secundó José Luis.
Aquí mismo – le respondí esperando la aprobación de Bety.
Sí, aquí está bien – dijo ella.
José Luis asintió. Recargó su espalda al sofá y estiró sus piernas. Desabrochó su bata, bajó el pantalón de su pijama, y quedó expuesto su miembro flácido. No pude evitar compararlo con el mío. Era ligeramente más grande que el mío y de color muy oscuro. Bety volteó a verme esperando mi permiso. Con la mirada le dije adelante. Temblorosa, quien sabe si por los nervios o por lo caliente, ella tomó el miembro con la mano derecha. Lo comenzó a masturbar despacio. El pito de José Luis no reaccionaba. Bety lo tomó un poco más fuerte sin éxito.
No se que pasa – dijo José Luis.
Acomódate mejor – le dije a Bety, para que estuviera en mejor posición.
Bety giró un poco su cuerpo, se inclinó un poco hacia él, dejando su rodilla derecha sobre el sofá y su pierna izquierda apoyada en el piso. Yo me senté sobre la mesa de centro para no perder detalle. Siguió intentando, pero no pasaba nada. - Por qué no lo acaricias con las dos manos- le dije a Bety. Ella puso los dedos y la palma de su mano izquierda por debajo de los huevos de José Luis, sobándoselos suavemente, la derecha seguía subiendo y bajando del miembro. Al cabo de unos momentos, el pito apenas y se engruesó un poco. –Quitate la blusa – le dije a Bety – haber si le estimula. Ella obedeció. Los pezones de Bety se veían completamente erectos a través de la fina tela del sostén. El efecto en José Luis fue notorio. Le creció el palo, aunque no estaba completamente parado. Bety siguió con su tarea. Yo me paré junto a ella y le desabroché el brassier. Bety no chistó nada, ayudó para que el sostén saliera de sus brazos. El efecto sobre José Luis fue evidente. Su verga se puso más erecta y de buen tamaño. Me recordó al consolador de Bety, pero de color más oscuro. Ella se emocionó, empezó a masturbarlo rápido y con fuerza. – Despacio, despacio – suplicó José Luis. Bety disminuyó su velocidad. Lo hacia lento pero firme. – Usa tus dos manos – pidió él, quien abrió sus piernas e hizo su cuerpo hacia atrás. Bety así lo hizo, una mano subía y bajaba, la otra masajeaba en círculos los testículos. Yo estaba ardiendo de caliente por ver a mi mujer masturbando a otro cabrón. Ella tenía los ojos cerrados, su respiración agitada se oía claramente. José Luis tenía su mano sobre el antebrazo de ella, guiando la velocidad de la chaqueta. Sobé mi verga sobre mi pantalón, estaba bien tiesa. Estiré mis brazos para acariciar una teta de Bety y su muslo. Mi mano derecha se deslizó por debajo de la falda hasta alcanzar su tanga. ¡Su concha estaba empapada! Al sentir mi caricia, Bety arqueó su cintura hacia abajo y levantó más su cola. Mis dedos se resbalaban sobre su sexo fácilmente. Le desabroché la falda a Bety y se la bajé, ella terminó de quitársela, regresando a la misma postura. Yo le di varios besos sobre sus costillas a Bety, desde su cintura hasta su axila. El cuerpo de Bety se retorció, y empezó a subir y bajar su mano sobre la verga de José Luis de manera rítmica. – ¿La tiene muy dura? – le pregunté a Bety. – Sí….y grande – respondió ella.
Al escuchar esto José Luis, estiró su mano para agarrar el otro seno de Bety. Ella no dijo nada, solo jadeó suavemente. Esto fue lo más que pude aguantar. Tuve unas ganas tremendas de cogerme a Bety. Con velocidad increíble me quité los pantalones y truza. Fui atrás de Bety, hice a un lado la tira de su tanga y le metí todo mi garrote. Ella dio un pequeño grito placentero. Me la estaba cogiendo con fuerza, ella no soltaba el palo de José Luis. Cada vez le daba el empellón más fuerte. En una de esas, se la empujé tan fuerte que el cuerpo de Bety cayó sobre el sofá, quedando su cabeza sobre el abdomen de José Luis. Bety volteó su rostro hacia la verga de él. Quedó a escasos centímetros del palo. Bety cogió los testículos de José Luis haciendo un anillo con sus dedos pulgar e índice sobre la base del miembro. Entendí que quería ver de cerca esa verga bien parada. Acercó su boca y le dio unos lengüetazos en la punta. Yo seguía cogiéndomela con una desesperación que nunca había sentido. Ella se incorporó, desde atrás donde yo estaba, se adivinaba que su cara debería estar exactamente arriba del miembro de José Luis. Él estiró sus dos brazos colocando sus manos sobre la nuca de Bety, forzándola a bajar su cabeza. Ella no se resistió, bajó su cabeza y luego otro poco más. Luego su cabeza subía y bajaba, era claro que se la estaba mamando a José Luis. - ¡Que bien la mamas Bety! – dijo José Luis. Yo se la metí con más ganas. A los pocos segundos mi verga pudo sentir las contracciones de la vagina de Bety ¡Se estaba viniendo! Su cuerpo se retorcía hacia un lado y otro. Su cabeza también subía y bajaba a más velocidad. En eso, José Luis pegó un alarido, Bety bajó su cabeza lo más que pudo y movía su cabeza hacia un lado y otro. José Luis pegó otro alarido, supuse que él se estaba viniendo dentro de la boca de ella. Ya no aguanté más, me quedé inmóvil por la eyaculación que me provocó esta situación. No quise sacársela a Bety, me vine dentro de ella. Quedé inmóvil, ella se encargaba de moverse y exprimirme el palo con sus contracciones vaginales. Bety dio un gritó y su cuerpo se sacudió con los espasmos finales de su orgasmo. Ella quedó aparentemente tranquila, quieta. Retiré mi verga semierecta de su vagina, escurriendo mucho semen. Me senté en el sofá. Bety tenía su cola todavía arriba, podía ver su culo y concha cubiertos con líquido viscoso y la tira de la tanga mal acomodada. Un hilo de semen escurrió de sus labios vaginales que se extendió rápidamente por la parte interior de su muslo. Bety se levantó para sentarse junto a mí. Con su mano se estaba quitando el semen alrededor de su boca. Sorprendida me dijo: - ¡Me tragué toda la leche! José Luis, quien seguía semi-acostado en el sofá con una cara de realmente haber disfrutado su corrida, no decía nada. Bety echó sus brazos alrededor de mi cuello y me dijo susurrando al oido: ¡Todavía estoy muy caliente cariño!
Yo procedí a besar su cuello. Ella se retorció gimiendo suavemente, su mano tomó mi semierecto miembro. Lo masturbó con firmeza. Lo puso completamente erecto en muy poco tiempo. - ¡Mámalo! – le dije. Bety se hincó sobre el sofá e inmediatamente llevando su boca a mí palo. Lo mamaba con ganas, nunca había yo sentido que lo mamara de esa manera. José Luis desnudo se acercó a nosotros, su miembro ya se encontraba casi erecto totalmente. Él tocó el hombro de Bety para llamar su atención. Ella voltió a verle y estiró su mano para alcanzar su verga y masturbarlo. Cuando sintió que estaba completamente parada, agarró mi palo con su mano izquierda y llevó su boca a la verga de José Luis. Así estuvo alternándose, masturbando a uno, mientras se lo mamaba al otro. Bety comenzó a mover su cadera hacía arriba y abajo, en señal de que quería ser penetrada. De repente ella se levantó. Se puso delante de mí dándome la espalda, abrió sus piernas e hizo a un lado su tanga. Se dejó caer sobre mi palo, yo la tomé de su cintura para guiarla. Entró hasta el fondo. Ella recargó su espalda sobre mi pecho y empezó a mover su cadera en círculos. Yo le besé su espalda y cuello, ella se movía más rico. José Luis se puso a besarle y mamarle sus pechos. Bety comenzó a gemir fuerte. Ella tomó con sus manos la cabeza de José Luis a la altura de sus oídos. Yo pensé que iba a retirarla, pero no. Ella lo fue llevando hacia el centro de su pecho, luego a su abdomen, y más abajo. José Luis se hincó en medio de nosotros. Bety abrió sus piernas lo más que pudo para darle acceso a la cara de José Luis. Quería sentir su boca en su sexo mientras yo la penetraba. ¡Ahí! ¡Ahí! – dijo ella, supuse que le chupaba el clítoris. Él se puso como loco comiéndole su conchita. La base de mi verga sintió varias veces los lengüetazos de José Luis. Ahora Bety no gemía, gritaba y gritaba: ¡Me vengo! ¡Me vengo! Se movía tanto que yo puse mis manos sobre sus caderas y las empujaba hacia mi verga para que no se saliera. Nunca había escuchado gritar así a Bety. Después de su tremendo orgasmo, ella quedó respirando muy agitada. Yo seguía moviendo mi cadera pues quería venirme otra vez. En eso José Luis se puso de pie y habló: – ¡Yo también te quiero coger!
¡Siéntate! – le respondió Bety.
Él obedeció inmediatamente, se sentó a mi lado derecho en la misma posición que yo. Bety se puso de pie, se sacó la tanga y se hincó frente a José Luis. La boca de Bety se fue directa al miembro de José Luis. - ¡Quiero ponértela durísima! – dijo Bety. Ella inició una mamada de película. Tomó con su mano la base de la verga y la masturbaba con movimientos cortos, mientras con su boca y lengua le daban atención especial a la punta. Yo me quede mirándole absorto. Estaba masturbándome y disfrutando viendo como Bety se la mamaba a José Luis. - ¡Ya está! ¡Ya está! – dijo José Luis desesperado. Bety se paró, puso la rodilla derecha en el sofá, al lado de la cadera de José Luis. Su pie izquierdo quedó momentáneamente del otro lado. Con su mano apuntaló la verga de él y dejó caer su cuerpo clavándosela toda. Bety comenzó a cabalgar a José Luis con entusiasmo. Cada vez que caía daba un pequeño grito de placer. José Luis, teniéndola de frente, tomó sus muslos con las manos para apoyarse mientras su boca buscaba una de las tetas de Bety. Yo fui a sentarme a la mesa de centro, para tenerlos frente a mí. ¡Que bruta! ¡Como se la clavaba Bety! Se impulsaba para arriba hasta casi sacarse por completo la verga y se dejaba caer, luego hacía su cadera hacia delante y atrás con fuerza. Los músculos de sus piernas y alrededor de su sexo se veían tensos apretando el palo de José Luis. Bety repetía una y otra vez estos movimientos. Yo me hipnoticé por el bamboleo de sus nalgas y la forma de cómo su vagina se clavaba la verga de José Luis. Ya no escuchaba los gritos de Bety, tenía la vista fija en la forma espectacular de cómo se la cogían. Por supuesto que me estaba masturbando muy fuerte. José Luis apoyó sus manos en las nalgas de Bety, acompañando todos sus movimientos. Yo quería participar con ellos pero no sabía como. Me acerqué a Bety, a besarle y morderle suavemente su cuello. Ella no paraba de gemir. - ¿Lo estas disfrutando? – le dije al oido. -¡Mucho! – respondió jadeante. Yo puse mi mano sobre su cintura y la bajé buscando su concha. Con las yemas de mis dedos sentía como entraba y salía la verga de José Luis. De esta forma toqué el culito de Bety. Ella reclamó:
¡¿Qué me haces?! - retiré mi mano rápidamente.
¡Síguele! ¡No quites tu mano! – me suplicó Bety- ¡Que se siente muy rico! ¡Síguele!
Entendí que le gustaba la sensación de mis dedos sobre su agujerito trasero. Le seguí sobando su culito. Ella empezó una serie de quejidos en señal de que se acercaba su orgasmo. Poco a poco mi dedo medio se fue abriendo paso en su agujero, cuando tuvo casi la mitad adentro, dio un alarido tremendo y su cuerpo comenzó a temblar. ¡Se estaba viniendo! Quería hablar pero no podía, solo se escuchaban una especie de gruñidos y quejidos. Tardo un buen tiempo viniéndose. Cuando su cuerpo dejo de temblar, -¡Me vengo!- gritó José Luis. Bety se separó de él diciéndole: ¡échamelos en la cara!
Apenas y le dio tiempo a Bety de sentarse y a José Luis ponerse de pie, cuando el chorro de semen salió. Cayó sobre el cabello arriba de la frente de ella, el siguiente sobre su nariz, luego vinieron muchos que cayeron sobre su rostro. José Luis se seguía masturbando y la leche saliendo. Yo no pude más, ver como le tiraban los espermas sobre la cara a Bety, me provocó tanto que también me vine. Desde luego que también los tiré sobre su rostro. Como estaba de lado a ella, el primer chorro le cayó cerca de la oreja. Los espermas salían con mucha fuerza, resbalaban de las mejillas a su hombro y pecho. Ella voltió su cara hacia mi palo, los siguientes chisguetes cayeron en su cara. Ella tenía una mano sobándose la concha, su cuerpo se sacudía y ella sollozaba placenteramente, seguramente tenía otro orgasmo. Me vine muchísimo, a pesar de que minutos antes ya me había venido. Bety se sentó en el sofá exhausta. Con su mano embarraba el semen en su cara, cuello y pecho. Con su dedo medio levantó un poco de semen y lo llevó a su boca. Chupó su dedo varias veces, todas después de juntar semen.
José Luis y yo también nos sentamos en el sofá. Poco después Bety fue al baño a limpiarse. José Luis aprovechó para agradecerme la noche. Según él, no se imaginaba que fuera a ser así – la verdad que ni yo lo pensé tampoco – y que estaba considerando pagar el favor con otro cabrón, aunque no estaba seguro de su mujer aceptara.
Tienes que encontrar la forma de convencerla – le dije – ya ves, Bety no quería y mira como lo disfrutó.
¿Y tú, como te sientes? – me preguntó con curiosidad.
Pues…..siento que devolví el favor que me hicieron – no me atreví a decirle la verdad, ni manifestarle que yo también disfruté mucho ver a mi mujer cogida por él.
En el coche de regreso a casa, le pregunté a Bety si tenía alguna opinión. Ella dijo que jamás se imaginó venirse tanto como esta noche. Estuve interesado en saber más detalles.
¿Qué fue lo más que te gustó?
¡Todo! – respondió ella – bueno…….cuando metiste tu dedo en mi colita….fue lo que más me gustó…...
¿Qué te lo metiera en el ano? – le pregunté un poco asombrado.
Bueno….tener tu dedo y el miembro de José Luis adentro....los dos al mismo tiempo…
¿Te animarías a intentarlo otra vez?
¡Quizás! – respondió sonriendo.
Tuvimos otras experiencias, fueron sugerencias de Bety. Las contaré después. Espero que les haya gustado ésta.