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Bajo la lluvia

AlephZero01

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31 May 2010
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-No lo entiendo amor. ¿Era hoy?
-Sí. Te lo dije, este trabajo es importante. Debemos terminarlo hoy. Es para el miércoles.
-Pero habíamos hecho planes.
-Descuida mi vida. Te compensaré.

Usualmente Norma era una chica hacendosa y responsable. Aquel proyecto escolar se lo habían asignado desde hace como dos meses y medio. Sin embargo, una de las desventajas de trabajar en equipo es que debes atenerte a sus incompetencias. Y, al ser designada como líder del equipo, si algo salía mal era la culpa y la responsabilidad de ella más que de los otros. Por esa misma razón ella y sus compañeros se habían puesto a trabajar ese sábado desde muy temprano. Norma amaba a Ángel, pero ella tenía sus prioridades. Primero eran sus estudios, luego su novio.

A Ángel no le gustaba el modo de pensar de su novia. Habían hecho planes para pasar el día. Sólo podían verse una vez a la semana, dado que ella debía estudiar fuera y tenía que viajar 3 o 4 horas para llegar a la escuela. Y ese tiempo era sagrado para ellos. Sólo se dedicarían a ellos. Ni trabajo, ni escuela, ni nada. Sólo ellos dos. Por eso las palabras de Norma hicieron que él se frustrara.

Él pudo irse a su casa, en vez de estar aburriéndose viendo cómo Norma y su equipo trabajaban. Aún así, prefirió esperar. Después de todo, ellos tenían que irse tarde o temprano. No podía estar más equivocado. Cada minuto que pasaba Ángel se desesperaba más. No dejaba de mirar el reloj con impaciencia. Las seis de la tarde. Las siete de la noche. Las ocho y media.

Y entonces sucedió. Hacía tiempo que el equipo de Norma había dejado de trabajar, por lo que se disponían a platicar de trivialidades. Como era de esperarse, Norma trató de incluir a Ángel a la conversación. Si bien él era introvertido y distante, empezó a mostrarse poco cooperativo. Al grado de que Norma le daba uno que otro codazo de vez en cuando para que se calmara. "De ser por mí, decía Ángel para sí, ya los habría echado a patadas." Pero él no era dueño de la situación. Y por si fuera poco, había comenzado a llover. No era muy tarde, pero Ángel comenzó a hacerse ilusiones de que los amigos de su chica no se irían. Y así pasó.

Al final, como a las diez de la noche, Norma los logró acomodar a todos en su habitación. Uno de sus amigos se recostó como pudo en un sillón que estaba en la recámara, el cual estaba lleno de peluches. Otro de ellos tuvo que inflar un colchón de aire y pasar la noche allí. Las dos chicas que se habían presentado compartieron una bolsa doble para acampar. Finalmente, el último se sentó frente al escritorio de la anfitriona, apoyó su cabeza sobre éste y se quedó allí, en los brazos de Morfeo.

Como era costumbre, Norma y Ángel dormían juntos en la cama de ella. Sin embargo, esta vez los dos se daban la espalda. Estaban molestos el uno con la otra. La discusión previa lo hizo notar.

-No puedo creer que te comportes de esa forma-dijo Norma fúrica-. Teníamos que trabajar, y lo sabías.
-Vamos, debían terminar, según tú, hoy. Al final, perdieron el tiempo y no terminaron.
-Oye. Al menos llevamos la mitad. Creo que terminaremos mañana o el lunes.
-¡¿El lunes?! Pero si hoy teníamos planes. Sabes bien que estos días son para nosotros.
-Ya te dije que te voy a compensar. No eres un niño. Lo único que vas a lograr con tu actitud es que te mande al diablo.
-¡Bah!-dijo Ángel con una mueca de desagrado, y se alejó de ella.

Aún llovía. Era una lluvia tenue, pero persistente. Ángel observó el despertador de Norma. Las once y media de la noche. No podía dormir. Estaba bastante molesto.

-Norma-dijo con voz queda. Si ella estaba dormida, él no quería despertarla.
-¿Qué?-dijo ella escuetamente.
-Nada... Sólo quería decirte que... que lo siento. No debí actuar así.
-Acepto tu disculpa, pero aún estoy molesta contigo.
-Lo entiendo.

Norma tampoco podía dormir. Ella sabía bien que debía entregar ese trabajo. También sabía que el sábado iba a ser especial. Ángel había planeado un día bastante entretenido. Pasarían un buen rato. El haberle quitado ese tiempo sagrado a su chico la hizo sentirse mal. Sabía que eso no justificaba la actitud hostil de él. Pero en el fondo, Norma se sentía culpable por haberlo provocado. Trataba de pensar cómo compensar a su novio.

Ángel volvió a observar el reloj. Medianoche. Seguía lloviendo. Y se le ocurrió una gran idea en ese momento. Era algo descabellada. Pero había que intentarlo. Sólo debía convencer a Norma.

-Norma-dijo, esta vez esperando que aún estuviera despierta.
-¿Sí?-respondió ella con un tono más amable.
-Qué bueno que estás despierta.
-¿Por qué?
-Quiero que me compenses ahora.
-¿Ahora?-Norma sonó desconcertada-. Y según tú, ¿cómo voy a hacer eso?
-Con sexo.
-¿¡Qué!? ¿Aquí? ¡Estás loco!-trataba de hablar en un tono más bajo para evitar despertar a sus amigos-. Si alguien nos oye, nos vamos a meter en problemas. Y todo por tu calentura.
-¿Hacerlo aquí, con público? Suena tentador y excitante. Pero no es lo que tengo en mente.
-¿Entonces qué es?

Ángel no le respondió. Se volteó y le susurró en el oído algunas cosas antes de salir de la habitación. Norma no tenía idea de para qué quería él lo que le pidió. Dos batas y una manta grande. Las tomó del clóset y salió de la habitación como él le dijo.

Norma comenzó a buscarlo por la casa. Tal vez está preparando todo, pensó. Pero, por otro lado, ¿qué tanto podría estar preparando? Sin duda era una sorpresa para ella. Ángel solía sorprenderla muy a menudo. Ella esperaba todo, menos encontrar a su novio desnudo en la sala al bajar las escaleras.

-¿Este es tu gran plan? ¿Hacerlo en la sala de mis padres?-dijo ella visiblemente exaltada.
-Sólo déjate llevar. Confía en mí.
-Yo confío en tí. En lo que no confío es en que alguien baje y nos encuentre. Será mejor que te vistas-dijo ella buscando la ropa de él, pero no encontró nada-. Por cierto, ¿y tu ropa?
-Nadie va a bajar, tranquila. Es medianoche.
-Aún así, no haré nada. Esto no me gusta.
-No sabes lo que tengo en mente y ya estás diciendo que no. Confía en mí.

Al decir eso, Ángel se aproximó a su chica, seguro de lo que quería. Norma, por su parte, estaba temerosa. Quizá estaba demasiado al pendiente de que alguien bajara y los cachara en plena movida. Ella no sabría cómo responder. Podían tener sexo ellos dos cuando quisieran, pero sólo en la recámara de Norma. En eso estaba ella cuando él la tomó e hizo su jugada audaz. Comenzó a acariciar el cabello de la chica, a la vez que la besaba con ternura. Comenzó a jugar. Ella, si bien se mostraba reticente al principio, poco a poco iba cediendo a las caricias y los besos de su amante. Trataba de mantenerse alerta, pero él sabía dónde y cómo tocar a su pareja. Sin saberlo, Norma se hallaba abrazando y besando a su hombre.

Cuando lo creyó pertinente, Ángel se deslizó de entre los brazos de Norma, y se colocó detrás de ella. Sin perder tiempo, comenzó a masajear y a acariciar sus firmes y bien formados pechos sobre la tela de la pijama, a la vez que besaba su cuello y su nuca. Sus movimientos eran sutiles, algo firmes. Circulaba con sus dedos en espiral hacia los pezones, luego regresaba. Comenzaba en un lado y sin avisar se pasaba a otro punto. Aquellos movimientos casi aleatorios provocaron la excitación en la chica. Ella misma se desabotonó la camisa de la pijama, permitiéndole así a él tocar sus senos directamente. Las caricias se volvieron más intensas. Norma se iba perdiendo en el placer que sentía.

Ángel le susurró en el oído a ella que se desnudara. Norma iba bajando la camisa despacio. A esa misma velocidad los besos de él bajaban a través de la columna vertebral de la chica por su espalda. Eso le provocaba a la chica una serie de placenteros escalofríos. Las manos del chico también bajaban a la misma celeridad. Ahora se posaban sobre su delgado vientre, y bajaban cada vez más, hasta llegar al pantalón de la pijama. Sin pedírselo, Norma bajó el pantalón, quedando sólo en panties. Tras los pantalones, Ángel le bajaba la prenda íntima para dejarla completamente desnuda. Él no dejaba de besar. Ahora estaba entre sus nalgas, haciendo círculos con la lengua. A Norma eso le excitaba sobremanera. Los besos bajaron más, hasta sus muslos, los cuales trataba alternadamente.

En cuanto llegó a las pantorrillas, Ángel se incorporó, y le pidió a Norma que le diera su ropa. Ella así lo hizo, y él metió las prendas en una bolsa de plástico. Había hecho lo mismo con su propia ropa, y disponía a hacerlo con las batas, pero en otra bolsa. Norma ahora comenzaba a vislumbrar lo que él se proponía.

-Ya entiendo. Pudiste decírmelo-su voz aún denotaba excitación.
-¿Y bien Norma, qué dices?
-No lo sé.
-Vamos. Aún llueve. Tenemos tiempo-al decir esto, Ángel le extendió la mano.

Norma accedió. Tomados de la mano, desnudos, con las batas embolsadas y con la manta salieron a la lluvia. Se dirigieron a las escaleras que llevaban al techo de la casa. Una vez arriba, Ángel extendió la manta sobre el techo, y automáticamente se sentó encima de ella. Norma hizo lo mismo. Como si alguien allá arriba supiera lo que estaba a punto de suceder, la lluvia comenzó a arreciar.

Ángel se colocó detrás de ella, y empezó a masajear sus senos y su sexo. Norma echaba sus brazos hacia atrás y acariciaba la cabellera del chico con ternura y pasión. En esa postura los dos se besaban. La intensidad del encuentro, aunada a la lluvia que provocaba escalofríos involuntarios en ambos, hizo que casi se corrieran.

Los dos se detuvieron abruptamente. Se observaron uno al otro como por un minuto, mientras se calmaban. Debían hacer que durara. Norma tomó la iniciativa, o más bien, el miembro de él con una mano, y se acercó lentamente. Comenzó a jugar con la verga de Ángel, acariciando la entrada de su vagina. Le daba pequeños golpes a su clítoris con el glande. Como estaban sus cuerpos mojados, Norma sintió bastante placer al hacerlo. Ángel también disfrutaba del encuentro. Para no quedarse de brazos cruzados él comenzó a acariciar los pechos y la parte interna de los muslos de la chica. La excitación volvía a su punto. Sin hacerse de rogar, Norma guió el falo de él, y lo metió de un golpe en su concha. Con lo mojada que estaba su abertura, y la lubricación extra que brindaba el agua, el acto de empalarse tan bruscamente le resultó muy placentero. Ella abrazó a Ángel y se comenzó a mover con frenesí. La cabalgata era muy fuerte, y Norma no tardó en llegar al orgasmo, el cual manifestó con un abrazo más profundo, como si quisiera fundirse con su amado.

Mientras ella se recuperaba, él la colocó en cuatro puntos, y volvió a embestira por su vagina. Sujetaba con firmeza las caderas de la joven y se movía "jazzeando". Rápido, lento, rápido, lento. Norma se volvía loca con esa sensación, y se hallaba a la puerta del segundo orgasmo. El cambio de velocidad también resultó benéfico para Ángel, a la vez que placentero. Antes de que ella se corriera, él tuvo un orgasmo, que lo llevó a mantenerse estático, dentro de ella. Siguió moviéndose, para que ella se corriera por segunda vez.

Pero aún faltaba. Ángel tenía total control sobre sus eyaculaciones, por eso su miembro no flaqueó ni un segundo. De hecho, parecía que ese fierro se ponía más duro y erguido en la segunda vuelta. Con cuidado, recostó a la exhausta Norma sobre la tela y, estando de rodillas, la penetró, de nuevo, por el frente. Norma ya no reaccionaba como debiera, estaba muy cansada. Pero decidió hacer un último esfuerzo, a modo de no dejar a su novio a medias. Había que hacerlo. Era justo. Ella alzó sus manos, y se dispuso a acariciar el delgado cuerpo del joven que la empotraba con la misma pasión que hacía unos minutos. Ángel correspondió a las caricias de ella moviendo sus manos sobre el vientre y el botón de placer de la chica. Cuando sentía el clímax por tercera vez, Norma decidió reprimirlo. Si iba a explotar, que fuera excelso.

Sin decir más, Angel tomó a Norma por los brazos y, arqueando su cuerpo hacia atrás, la levantó en plena penetración. Ella trató de incorporarse, pero él le dijo que no lo hiciera. Así, la chica parecía una muñeca de trapo, la cual se movía con los embates de él. El pene de Ángel no era grande. De hecho, era pequeño. Pero él sabía sacarle ventaja. Y la ventaja que obtuvo con esa posición era que, a cada movimiento, la punta frotaba el punto G de Norma. Ella se dispuso a colaborar haciendo círculos con sus caderas, para que el placer de él fuera más intenso. Eso provocó que los dos fueran juntos in crescendo en una espiral que guiaba al clímax. Los dos gemían con fuerza. Total, nadie los vería. O quizá la lluvia, que en un principio le había jugado una mala broma a Ángel y que ahora era su cómplice, ahogaba sus jadeos, a modo de que ese encuentro fuera lo más íntimo y privado posible.

Al sentir ambos el éxtasis absoluto, se liberaron como merecían, dejándose llevar por sus orgasmos. Se sujetaron los brazos con fuerza, y los dos se arquearon hacia atrás. Era como tratar de separarse involuntariamente, y a la vez mantenerse unidos. Los dos se corrieron a la vez. Esta vez, Ángel eyaculó de forma abundante dentro de Norma, quien al mismo tiempo dejaba salir sus jugos amatorios en un potente chorro. Una vez más, la lluvia los acompañó en el grand finale, pues se observó en ese preciso instante una serie de relámpagos que iluminaron el cielo, como grabando en la memoria de la tierra y del cielo lo majestuoso y mágico del encuentro.

Ambos terminaron exhaustos. Como pudieron, se sentaron uno junto a la otra. Ya no llovía. Aún estaba nublado, excepto por un agujero en el cielo que dejaba pasar la luz de la luna llena. Pero ya no llovía. La lluvia fue partícipe de aquel espectáculo. Y cuando terminó, simplemente se marchó. Ángel y Norma premanecieron abrazados, mirando el cielo. Del sexo de ella brotaban los jugos de los orgasmos de los dos. Éstos se mezclaban con el agua que se encharcaba, para diluirse, para llevarse la evidencia de lo que había sucedido. Serían entregados a la lluvia, para que los conservara como recuerdo.

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He aquí mi segundo relato. Espero les guste. Acepto sus comentarios.

Por cierto, los invito a leer "El pañuelo". Aquí está el link:
http://ba-k.com/showthread.php?t=1378075
 
Un relato corto muy bien logrado, con muy buena ortográfia y un gran hilo redactor, que narra sutilmente una historia tierna y más erotica que pornográfica, la lectura y los dialogos no cansan y resultan creibles, quiza un poco más de detalles en el climax final le hubiesen caido bien, me gusto.
 
Gracias por tu comentario Lilibeth. Me dio gusto que te encantara. No sé si le faltó al clímax o no, pero pensé que era alargarme demasiado.
 
muy bn!!!!! pero siento ke le falto un poko de extacis al final, un poko mas de detalle, pero sigue asi, tienes flow!!!
 
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