______lena______
Bovino de la familia
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Escuchar el jadeo de la pareja mientras se hace el amor puede ser la clave para una plena satisfacción sexual. La audiofília es la búsqueda del placer sexual a través de los sonidos, especialmente aquellos implicados en la relación erótica, como los gemidos, suspiros, gritos o algunas palabras emitidas durante el coito. Los audiofílicos también se excitan oyendo estos sonidos a través de puertas o paredes.
Son muchas las personas que reconocen que disfrutan más cuando su pareja grita o gime al hacer el amor, pero si la persona está más preocupada por los sonidos emitidos que por el acto sexual íntegro, se puede estar en presencia de una parafília.
Revisaremos la tendencia de aquellas personas que sólo pueden experimentar una relación sexual satisfactoria a través de ser estimulados con ciertos sonidos. Para ello recurriremos a lo que se le define como “Un modelo de audición”.
Es decir, un modelo que explica el proceso de percepción sonora y como se le dota de significación a los sonidos. Para el audiofílico, lo que escucha es justo lo que despierta su excitación y logra sublimarla en un orgasmo.
Aunque pudiera parecer insólito, una canción de cuna para dormir a un bebé puede ser el detonante para una pasional entrega sexual.. No es raro que durante el acto sexual se disfrute cuando la pareja dice cosas al oído. Las palabras pueden ser desde cariñosas hasta ofensivas. Denigrar a la pareja con adjetivos descalificativos durante la copula puede estimularle.
Para el audiofílico le es indispensable escuchar sonidos que le disparen la libido y solo así podrá alcanzar el máximo placer sexual. En el acto de oír no solo está funcionando el oído, que capta el sonido y lo envía al cerebro, sino también el Sistema auditivo central que es el responsable de los movimientos psicológicos de la percepción sonora. Aquello que escuchamos pasa por el cerebro y le da un valor psicológico. Es por eso que para el audiofílico tales o cuales sonidos lo transportan a estados de excitación.
Esta necesidad por los sonidos se vuelve imperiosa y no sería improbable que la pareja de un audiofílico tenga que llamarlo de algún modo especial, cantarle alguna canción, recitarle algún poema o emitir ciertos sonidos durante la cópula.
La imagen sonora necesita ser fortalecida por el sentido visual. El sentido del oído necesita que la vista confirme lo que ha percibido y por este motivo al escuchar algo lo relacionamos visualmente. Esto puede darnos una idea de cómo el audiofílico se transporta, como si la estuviera viendo, a la escena que le trae el recuerdo excitante. La psicoacústica describe la forma en que se percibe el sonido y explica que la audición humana no siempre da la misma respuesta ante un estímulo sonoro, sino depende de la significación subjetiva que le demos basados en el sentimiento de satisfacción o insatisfacción.
Existen muchas palabras populares para excitarse: Pídemelo!, dime vaquero!, grita mi nombre! dime palabrotas! Quien es tu rey?, Sí, así!.
Son muchas las personas que reconocen que disfrutan más cuando su pareja grita o gime al hacer el amor, pero si la persona está más preocupada por los sonidos emitidos que por el acto sexual íntegro, se puede estar en presencia de una parafília.
Revisaremos la tendencia de aquellas personas que sólo pueden experimentar una relación sexual satisfactoria a través de ser estimulados con ciertos sonidos. Para ello recurriremos a lo que se le define como “Un modelo de audición”.
Es decir, un modelo que explica el proceso de percepción sonora y como se le dota de significación a los sonidos. Para el audiofílico, lo que escucha es justo lo que despierta su excitación y logra sublimarla en un orgasmo.
Aunque pudiera parecer insólito, una canción de cuna para dormir a un bebé puede ser el detonante para una pasional entrega sexual.. No es raro que durante el acto sexual se disfrute cuando la pareja dice cosas al oído. Las palabras pueden ser desde cariñosas hasta ofensivas. Denigrar a la pareja con adjetivos descalificativos durante la copula puede estimularle.
Para el audiofílico le es indispensable escuchar sonidos que le disparen la libido y solo así podrá alcanzar el máximo placer sexual. En el acto de oír no solo está funcionando el oído, que capta el sonido y lo envía al cerebro, sino también el Sistema auditivo central que es el responsable de los movimientos psicológicos de la percepción sonora. Aquello que escuchamos pasa por el cerebro y le da un valor psicológico. Es por eso que para el audiofílico tales o cuales sonidos lo transportan a estados de excitación.
Esta necesidad por los sonidos se vuelve imperiosa y no sería improbable que la pareja de un audiofílico tenga que llamarlo de algún modo especial, cantarle alguna canción, recitarle algún poema o emitir ciertos sonidos durante la cópula.
La imagen sonora necesita ser fortalecida por el sentido visual. El sentido del oído necesita que la vista confirme lo que ha percibido y por este motivo al escuchar algo lo relacionamos visualmente. Esto puede darnos una idea de cómo el audiofílico se transporta, como si la estuviera viendo, a la escena que le trae el recuerdo excitante. La psicoacústica describe la forma en que se percibe el sonido y explica que la audición humana no siempre da la misma respuesta ante un estímulo sonoro, sino depende de la significación subjetiva que le demos basados en el sentimiento de satisfacción o insatisfacción.
Existen muchas palabras populares para excitarse: Pídemelo!, dime vaquero!, grita mi nombre! dime palabrotas! Quien es tu rey?, Sí, así!.