Dragut
Bovino de alcurnia
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Francamente, resulta harto difícil mantener la atención
fija en un alegato contra la explotación infantil
recitado por una joven que calza unas zapatillas Nike.IX Asamblea Europea de Coordinadoras ONGD 2009
Vine aquí cargado de ilusiones y me marcharé con las manos vacías de esperanzas, con los oídos cargados de grandilocuencia y retórica, con los ojos llenos de intrigas e insidias, de ese cainismo endémico que de cuando en cuando ataca a los movimientos sociales. Sinceramente no sé qué hago aquí, pero ya que vine me sumergiré en medio de este obsceno juego de mesa del “no sé qué haces tú pero nosotros hacemos mucho más”. Nos señaláis con el dedo inquisitivamente a los que llevamos alimentos y consuelo a las gentes empobrecidas en vez de discursos incendiarios y nos llamáis despectivamente “asistencialistas”. Decís que nos mueve la caridad y no la solidaridad entre los pueblos. Alguien sostenía indignado que quienes aportamos comida o medicinas le seguimos el juego al sistema porque usamos al propio sistema como interlocutor, en vez de a los pueblos oprimidos.
¿Sabéis qué tienen de malo vuestros discursos, por qué no los podemos llevar allá?
Porque los discursos no se comen.
Ni siquiera los vuestros, tan cargados de dogmas, frases prefabricadas y consignas polvorientas pero al mismo tiempo tan vacíos de contenido como los estómagos de aquellos a quienes se presumen dirigidos.
Quizás se trate sólo de que al fin y al cabo hablamos de realidades diferentes. De miserias diferentes, de injusticias diferentes, de hambres diferentes.
Tengo plena conciencia de que en muchas partes del planeta la gente lo está pasando mal, francamente mal. Pero en los lugares que yo conozco no se trata de que no puedas publicar algo en la prensa, ni de que te persigan y encarcelen por tus ideas ni de que se torture ni se prive de sanidad o servicios esenciales públicos al pueblo, no. Se trata simplemente de que estás mirando a alguien, giras la cabeza, y cuando lo vuelves a mirar ya ha muerto. De que no entra ni una maldita caloría en sus organismos para que el corazón siga bombeando, los riñones drenando o los pulmones filtrando oxígeno. Algo tan elemental y tan poco espectacular y tan silencioso como eso.
Ahí no hay interlocutores que valgan, ellos no quieren esperanzas de un mundo mejor ni más justo ni más libre, sólo quieren una dosis de agua con glucosa que les permita seguir respirando un día más. Una dosis de agua con glucosa que cuesta 20 céntimos de euro; una moneda que muchos de vosotros ni siquiera os agacharíais a recoger del suelo. Estoy seguro que podéis entender el asco y la rabia que siento cuando oigo hablar de revoluciones y mundos mejores entre parafernalia festiva y la discoteca del hotel donde la mayoría de vosotros habéis pasado la noche.
No estamos poniendo parches, estamos salvando vidas. Pero una vez más es la maldita, asesina y planeada trampa del sistema. Sí, yo quisiera que los niños de alguna aldea de algún país empobrecido recibieran educación y formación para el día de mañana regir el destino de su propio pueblo y para ello deberíamos garantizar su educación mediante escuelas pero, maldita sea, ¿qué pasa si sabes que cuando esa escuela estuviera terminada ya no quedaría un solo niño vivo en la aldea? Y sabes que igual los saques a ellos (¡¡a sus organismos!!) adelante, pero que al no haberse construido nunca esa escuela estás condenando a sus hijos. Y quisieras que tuvieran cosechas aseguradas pero no puedes pedirles que siembren el grano porque ya tuvieron que comerse las semillas, y quisieras que araran la tierra pero no puedes prometerles que no vendrá otra guerra a llenársela de minas y además no tienen arados y aunque los tuvieran no les quedan fuerzas para moverlos.
Esa es la mil veces odiosa y frustrante lucha entre lo urgente y lo importante. Lo que te muerde las entrañas pensando que estás construyendo castillos de arena en la playa mientras sube la marea.
Es entonces que piensas que no hay nada más elemental, más primitivo, más a ras del suelo que la vida humana. Nada que escape tanto a cualquier consideración ideológica, metafísica o humana.
Ahí, justo en ese punto, es cuando dejan de importarme los interlocutores y los mundos mejores... y mi rabia y mi asco se convierten en agua con glucosa.
No tenéis derecho a criticarnos. Vuestra palabrería queda bien en las memorias de actividades de las asociaciones para recabar subvenciones que os permitan seguir el discursito revolucionario por los bares. Decía Steinbeck que el sentimiento genera el concepto y que del concepto deviene la acción. Vosotros sois demasiado cobardes como pasar a la acción, demasiado cretinos como para ver el concepto y demasiado hipócritas como para que os surja siquiera el sentimiento.
Ahora esta monjita de la caridad se retira para que podáis cambiar el mundo desde vuestros sillones y sigáis criticando a aquellos otros hombres y mujeres presentes que con su trabajo, sacrificio y dedicación por los demás os dejan en evidencia con cada vida que salvan.
Que disfrutéis de vuestro otro mundo posible, vosotros que podéis esperar.
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Abrazotes (saltando a la barricada)