chann
Bovino de alcurnia
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- 30 Ago 2007
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Hasta ahora no he comentado mucho por este foro, mucho menos compartido algo, sin embargo les traigo este relato, en total son dos pero he decidido compartirlo en dos tantos... Tienen relación el uno con el otro, pero sería extenderme demasiado...
Eh cambiado nombres, lugares y otros detalles por prudencia. Acepto que este relato no solo lo hice yo... Espero que lo disfruten, es algo largo... Pero de verdad espero que les agrade.
Qué más da la fecha… Basta con decir que no son de esos días que se acumulan poco a poco en el calendario; la hora… Un poco antes del anochecer, cuando el ajetreo citadino estaba en disminución, la rutina poco a poco iba mermando, dándole la bienvenida a un esperado fin de semana; gente que iba, que regresaba, que hacía planes, que se enclaustraba en sendos embotellamientos, en fin… Un anhelado fin de semana.
El viejo auto compacto zigzagueaba por aquella derruida carretera, después de librar uno de aquellos mares de vehículos cuyos propietarios desgastaban en vano las bocinas de sus autos, ya casi era de noche y algunas de las lámparas del alumbrado público despertaban de su letargo;
Andrés, subiendo un poco a la música del auto estéreo, resoplaba con alivio, faltaba poco para llegar al ansiado destino, la ventanilla completamente abajo dejaba entrar el aire fresco y se llevaba el caliente que imperaba dentro de aquel vehículo, hizo un cambio de marcha y el auto gano más velocidad.
-7:40- Resonó una voz rompiendo el silencio después de unos agobiantes minutos.
-¡Venga tío! ¡No te lo tomes tan apecho, hombre! ¿Qué son unos minutos más? Carajo que nadie puede ser tan puntual, tu flor debería ser comprensiva. – Terció una voz con un acento castellano marcado en la voz; Andrés miro por breves momentos a su acompañante, un tipo larguirucho, de tez blanca, pelo crespo, cejas pobladas y mentón afilado, con una pequeña asomando por la quijada.
- No todos los días festejas algo grande, Sebastián… Y lo más importante, no todos los días festejas a ese alguien especial; quedé con ella a las 7:30 y mira la hora que es, creo que yo estaría que me llevaba la chin…
-¡Venga, venga! ¡Que ya se todo ese rollo, colega!- Interrumpió Sebastián- Lo que se me hace increíble, es que después de todo los años que lleváis juntos no os hayáis hartado… ¡Y hablo por los dos!... Joder… Yo con apenas unos meses ya ando buscando donde comerme otro rosco.
Una luz en rojo fue la seña para hacer un alto total, el vehículo ronroneo un momento mientras el conductor relajaba un poco el cuello sobándose con la palma de la mano.
-De modo… Que tu solo buscas remojar la brocha nada más- Le miró Andrés.
-Si así le llamáis por aquí, mira, colega, en lo personal, yo soy de los tíos a los que les apetece encender un fogón, calentarme bien con él, y después, buscar otro leño, en lo que dure el calor, si sabéis a lo que me refiero- Sebastián rió con su propia ocurrencia, mientras que Andrés, divertido movía la cabeza en señal de desaprobación…
-No todos los leños arden igual, mi buen… Puedes encontrarte muchos los cuales solo sirven para calentarte una noche, pero te puedes encontrar con otros, que pueden durar mucho tiempo, tanto, como para quedarse dormido hasta el amanecer con su calor…
-Jajaja, de acuerdo tío, me partes, tú y yo tenemos diferentes conceptos en la manera de llevar una relación.
-Sí, lo mismo digo- puntualizo Andrés antes de poner en marcha de nuevo su vehiculo.
Después de unos minutos, el auto finalmente apagaba su motor en frente de una casa con muros de ladrillo rojo, unas gardenias adornaban la puerta de la reja y una luz blanca, alumbraba el camino de aquellos transeúntes que pasaban por enfrente de esa casa.
-…..Esta bien, te esperamos… No, Sebastián me acompaña, [-Apúrate maja- interrumpió éste] si… Ok, no le hagas caso y toma tu tiempo, bye- Andrés termino la llamada mientras miraba a su amigo, divertido.
-Eh pues… Que a mí también ya se me hizo tarde, hombre, quede con una tía a las 8:30 y mirad la hora, ¿Y tú le dices a Jazmín que se tome su tiempo?... Joder tío, de haber sabido tomo taxi- fingió estar molesto.
-Jajaja… Si, para la otra entonces fingiré que no te conozco cuando me veas pasar por la calle, Gilipollas… Además, créeme que vale la pena darle un poco más de tiempo del necesario a una chica cuando han quedado- Respondió Andrés, pero antes de articular palabra, Sebastián miró hacia la puerta de aquella vivienda de ladrillos rojos con los ojos como platos, una figura pequeña se hallaba de espaldas, cerrando la puerta de su casa, con una mochila morada al hombro, era una chica de metro y medio de estatura aproximadamente, vestida con una falda blanca que le llegaba a la rodilla, una blusa negra escotada y ceñida con una chamarra de piel de color marrón oscuro, el cabello, rubio, casi a mitad de espalda, llevaba un broche en el costado de la cabeza con forma de palomita blanca, dejando que una porción de su cabello cubriera un poco su lado derecho del rostro, dándole un aspecto infantil y tierno, zapatillas de color hueso y en el cuello llevaba un crucifijo dorado, el cual llegaba hasta su escote, donde se apreciaban dos turgentes pechos, incitadores a todo un festín de lujuria con ellos.
Andrés, miraba divertido a Sebastián y regresaba su mirada hacia aquella criatura que peleaba para cerrar la puerta de su casa.
-Ahora ¿Entiendes porque me eh quedado en este fogón desde hace años?
-De acuerdo, colega, te la compro y te envidio, y te digo algo con todo el cariño que de colegas se puede decir en momentos como este, que te den a por culo, cabronazo suertudo.
Andrés pudo notar como su amigo no dejaba de seguir con la mirada a la pequeña figura femenina que había emergido de ese hogar, aquella mujercita que después de lidiar con la puerta de su casa, caminaba dando pequeñas zancadas sobre sus zapatillas, se acercaba al auto con gracia y un aura tierna, a cada paso, los pechos rebotaban en aquella blusa oscura, el vaivén de la falda, dejaba apreciar un par de piernas torneadas y blancas, como el resto de la tez de Jazmín, de su rostro, se asomaban dos hileras de blancas perlas transformadas en una perfecta sonrisa, que llevaba especial dedicatoria para los ocupantes de ese auto en particular; pudo distinguir cierta llama en los ojos de Sebastián como el de un depredador que ha vislumbrado a una presa; sin embargo, sabía a ciencia cierta que preocuparse por algunas malas intenciones de parte de su amigo, con el que había compartido algunas ocurrencias desde hace un par de meses estaba de más, su amigo, gachupín, podría tener fama de casanova.. Pero jamás de roba novias, después de tranquilizar su mente sacudió un poco la cabeza y finalmente articuló palabra:
-Este… Sí, claro… Ahora si no es mucho pedir, comprenderás que estas sentado en un lugar exclusivo, ¿Sería mucha molestia si…..?
-¡No se diga más, macho! ¡Si yo viniera con una chica igual, te dejaba en medio de la calle sin deciros nada!- Dicho esto, Sebastián paso con dificultad a la parte trasera del sedán mientras, Andrés, salía para abrirle la puerta a su amada Flor.
-¡Hey! ¡Tío! Que mala pinta tenéis… ¿Os han dejado plantado esta noche?- Saludo ella imitando el acento español de Sebastián a modo de burla.
-Vale, maja. Que aquí el que se puede dar ese lujo, soy yo, Jajaja… El día en que alguien me deje plantado….
-Será porque finalmente te rasuraste esa piochita, que tanto llama la atención –interrumpió Jazmín- ¿Nos vamos?
El auto rugió nuevamente y tras avanzar a una velocidad moderada por la empedrada calle se incorporó a una vía rápida, ganó velocidad y finalmente se perdió entre los demás vehículos circundantes, cuyos muchos de los propietarios al igual, buscaban la ansiada distracción, percutora del fin de semana.
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Después de un rato, el compacto quedaría estacionado en un callejón aledaño a un pequeño restaurant, dos figuras sentadas en un solo lado aguardaban la llegada de algún mesero para poder encargar algo para cenar, Andrés Y Jazmín quedaban solos después de haber dejado a Sebastián en casa para que éste pudiera estar listo para su propia cita, ajenos al bullicio que en la calle poco a poco se formaba, la gente avanzaba con prisa, cargando e incluso empujando a niños pequeños que en la calle se quedaban rezagados… Solos, en un rincón apartado de las ventanas, con las manos entrelazadas, aguardaban pacientemente mientras charlaban, los ojos marrones de Andrés se clavaron en los añiles de su compañera y esta sonreía.
-¿Qué tanto te traes tú?, andas raro- le dijo ella de momento. El, mirándola con los ojos cargados de ternura, recordó el momento en que su amigo español, la había mirado… En su expresión, el apreció sorpresa, pero también un tanto de deseo, Si, no lo culpaba… Jazmín se veía hermosa esa noche, su piel blanca resaltaba con la luz del lugar, sus ojos azules parecían más grandes, su hermoso cabello rubio caía sobre sus hombros con elegancia, sus labios, marcados con un poco de brillo claro, sus pechos…. Si claro… ¡Como no ver disimuladamente esos hermosos pechos! Blancos, firmes, suaves, era imposible retener la mirada en los ojos de ella sin bajar un poco los propios hacia esos hermosos volcanes, ella, al percatarse de la vacilación de Andrés, cayó en cuenta de eso, fingió sentirse indignada y propinó un punta pie por debajo de la mesa en la espinilla de este, quien ahogo un grito…
-¿Van a ordenar?- Profirió finalmente la voz de una mesera que acudió solícita a su mesa, les tendió dos carpetas con el menú y espero pacientemente mientras los dos, hacían su selección; al cabo de unos minutos, regreso con los platillos elegidos y un par de servilletas.
-¿Algo más, señor?- Ofreció la chica.
-Pues por el momento no, señorita, gracias…-Respondió Andrés
-¿Algo para su hermanita?- se aventuró a preguntar de nuevo, Jazmín, indignada pero calmada, cogió la mano de Andrés y la llevo a sus labios, después de besarla le dijo
-Perdón señorita, es mi novio, no soy su hermanita.- La chica dirigió una mirada fría a Jazmín, asintió y se marchó… Andrés podía percibir la molestia de su chica, pero se limitó a sonreír…
-¿Te, parece gracioso?... ¿Es que no pensabas en actuar como mi tal?.... ¿Qué esperabas?- dijo con un tono severo, mientras sus ojos formaban dos rendijas escudriñando a su compañero que seguía sonriendo levemente.
-Exactamente esa reacción estaba esperando. He pasado varias veces defendiendo “lo que es mío”- respondió Andrés haciendo énfasis en casa palabra- es como para llenarse de orgullo que tu pareja defienda su lugar, que te muestre interés, y en pocas palabras… “Que marque su territorio”- sonrió. Jazmín no pudo evitar reírse, a pesar de que aún se encontraba un poco desairada.
-Pero vale, ¿Quieres que actúe como tal?, de acuerdo, amor- Amenazó Andrés y se acercó aún más a su compañera, con la mano izquierda sujetó la mejilla de ella, con la otra mano aparto el mechón de cabello del infantil rostro y, de un arranque de pasión, la besó desenfrenadamente. Su lengua jugaba con la de ella en un beso que parecía más que eso, un beso que le indicaba al mundo su lugar en la vida de esa chica, un ósculo que duró un par de minutos, en los que pasaban de la lengua, a las mordidas, a la muestra de deseo que se tenían. Para muchos, los presentes, solo era un beso, pero para ellos, era como hacer el amor mismo, algunos reían enternecidos al verlos, los más conservadores desviaban la mirada, jurando no haber visto nada, y para los que les quedo claro el acto, simplemente daban la media vuelta y seguían con sus vidas.
Respirando agitadamente, Andrés volvió a acomodarse en su sitio, relamiéndose los labios como si hubiera tomado de un néctar exquisito, la miró con ternura y con picardía, como si acabara de hacer una travesura la cual había disfrutado mucho…
-¿Ahora. Quedará claro que somos? – preguntó divertido. Ella, sonrió, volvió a despejar el cabello de su rostro mientras bajaba la cabeza y fijaba su mirada en la de él.
-A mí me queda claro algo en este momento.- respondió ella, sonriendo de manera pícara.
-Me queda claro, que si por mí fuera… Te arrancaba la camisa en este momento, niño- acto seguido se levantó, le rodeó con el brazo y le dijo al oído:
-Ahora, debo ir al tocador, por tu culpa… - Y caminó mirando por encima de su hombro al divertido hombre que dejaba en la mesa.
Andrés la vió alejarse, pudo apreciar que no era el único que lo hacía, era difícil no notarla, su pequeña estatura, su cabello rubio, su gracia al caminar… Notó más de una mirada sobre de él, como si trataran de comprender, qué le hacía especial ante los ojos de aquella criatura, su orgullo lo obligo a hincharse. Porque así es señores… “Yo soy el afortunado acompañante, pareja y amante de tan flamante señorita”, se decía para sus adentros, después de pensar en esto, miró el reloj, no podía esperar más tiempo para llegar a casa, sujetarla por la cintura, cargarla, llevarla a la alcoba, arrancarle el vestido, y hacerle el amor como tantas otras veces; decirle lo mucho que la amaba mientras la hacía suya una y otra vez, durante toda la noche si era preciso, y necesario.
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La tierra crujió bajo el peso de los neumáticos del viejo compacto cuando éste se aparcó finalmente en el destino final: La casa de Andrés. Éste, bajó del auto, lo rodeó y abrió la puerta de su acompañante, tendió la mano y de él ayudó a salir a su amada, las farolas de la calle les daban la bienvenida, el viento gélido de la temporada les golpeó el rostro y jugó un poco con la cabellera de Jazmín, ondeándolo un poco. Se agachó y del asiento trasero sacó la mochila morada de ella, colocándosela en el hombro, cerró de un portazo y, de la mano de su Flor, encaminaron dentro de la vivienda.
Jazmín miraba su figura en el espejo de la habitación después de un rato, con cierta dificultad, quitaba el broche en forma de palomita blanca de su cabello, se quitó el abrigo y lo puso en el respaldo de la silla del escritorio, se acomodó el pelo y se sentó en la cama, en espera de Andrés, quien había ido a ver si alguien se encontraba en casa.
-No hay nadie- llegó después de unos momentos a la habitación, donde Jazmín ya había encendido el televisor, aunque solo aparecían infomerciales.
-¿Casa, sola?- se levantó ella de la cama y se dirigió a él, caminando lentamente, mientras le miraba con picardía.
-Sí, al parecer hasta mañana por la tarde.- Respondió Andrés.
-Entonces… ¿Qué procede?... – Preguntó ella, recargo su cabeza en el pecho de él, mientras hurgaba con una mano en el interior de su camisa.
-Bueno… Creo que eso lo decides tú, amor, tú eres mi festejada, de modo que… Te daré el placer de elegir que procede… Y que es lo que quieres.- Sentenció Andrés.
-De ¿Verdad, puedo elegir lo que procede?....
-Sí.
-¿Puedo hacer lo que quiera?
-Sí.
-¿Vas a darme el gusto?
-Todo el gusto que desees.
-¿Harás todo lo que desee?
-Todo… TODO lo que mi niña DESEE- finalizó Andrés. Ella, se alejó de él, caminó un par de pasos de espalda, mirándolo con lujuria, acercó la silla giratoria del escritorio, quitó la chamarra del respaldo y la arrojó al piso, camino otro par de pasos de espaldas, sin dejar de ver a su extrañado novio y alcanzó uno de los cajones de la cómoda de la habitación, de ella extrajo dos bufandas, una bufanda tejida de color gris, algo gruesa, y una bufanda de tela polar de color azul con cuadros negros. Con ésta bufanda, se acercó lentamente de nuevo a él
-Te dije… Que si por mi fuera, te arrancaría la camisa- Le dijo suavemente, después, con una mano, empezó a desabrochársela botón por botón, el sólo le sonreía… Hizo ademán de acercarse a sus labios, pero ella, hábilmente, alcanzó a cubrir los ojos de éste con la bufanda, evitando que se acercara más.
-Espera… Aún no… Quiero que te sientes aquí- le dijo, acerco la silla del escritorio y el obedeció, ella se colocó a sus espaldas, apretó un poco más la bufanda sobre sus ojos, para evitar que esta se cayera
-Pasa tus manos a la espalda- le ordenó y el obedeció… Ella, con la otra bufanda, amarro las manos en el respaldo de la silla, dejándolo inmovilizado…
-Ahora, solo espera unos minutos, ¿Si, amor?... Debo prepararme para ti, ¿Ok?
-Mientras no me dejes aquí y te vayas a jugar tu sola con la consola, está bien- bromeó el… Pero Jazmín ya no contesto, la escuchó abrir su mochila, la escuchó sacar algo de ella, quizá su pijama, la escuchó desnudarse, después escucho un sonido elástico (Debían ser sus pantaletas, pensó), después, escucho otro, la oyó cerrar su mochila, caminar de nuevo hacia él, después… Ya no alcanzó a escuchar nada.
Del ruido, paso al olor, un delicioso aroma dulce impregno el ambiente, no cabía duda de que una mujer se encontraba en la habitación. “¡Y qué mujer!”, pensó Andrés, puede ser su perfume, o quizá un nuevo suavizante de ropa con el que debió lavar su pijama… Un aroma a canela, agradable… Y excitante.
-Amor, ¿Qué es……..?
-Chisss- lo cayó ella- A partir de este momento, no hablarás, no verás… Y no tocarás nada, hasta que yo lo diga ¿Ok?, asiente si entendiste mi amor.- Andrés asintió vigorosamente por respuesta. Una música suave empezó a escucharse tras breves minutos de estar en silencio de nuevo, una música hipnótica, embelesante, que, aunado con el aroma, incitaba por completo a una entrega con frenesí y desenfreno, no podía hablar, no podía ver, y lo más importante, no podía romper con la magia del momento si recurriera por completo a sus impulsos y a su instinto… Además, había dado su palabra… (Todo lo que ella deseara) No le quedaba más que esperar cualquier movimiento…
-Eres mío- le dijo ella al oído con un susurro, mordió el lóbulo de su oreja con suavidad y bajó sus labios a su cuello.- Eres, totalmente Mío- repitió ella, dejándose claro su total libertad sobre el cuerpo de su amado; un suave y delicioso sabor se apodero de los labios de Andrés proveniente de los labios de su amada Jazmín, ella, paso una pierna por encima de él, quedando un poco por encima de este sobre la silla, poco a poco se fue sentando sobre de él, inmersos en la pasión de tan exquisito beso. Nuevamente, ella se incorporó, y Andrés pudo notar como ella forcejeaba un poco con lo que pensó era la blusa de su pijama, poco después pudo sentir en el rostro la calidez, pudo percibir el aroma embriagador, pudo gozar del sabor delicioso del desnudo pecho de su flor, mientras ella llenaba de besos la frente de su amado…
-Sabes que son tuyos, mi amor… Y que puedes disponer de ellos cuando lo desees… Pero todo tiene su lugar, mi rey… Lo que no pudiste hacer en el restaurant, o en el auto, hazlo aquí y ahora… Yo soy tuya- Susurró ella… Andrés, hundió la boca en aquel manjar, con la lengua, fue contorneando la suavidad de aquellos pechos generosos, abriéndose paso sobre de ellos, encontró el pezón, al tenerlo en la boca, tiro de el con los dientes, lamió la delicada aureola, y succionó de el en repetidas ocasiones, Jazmín había empezado a gemir, a sollozar ese canto que debía ser música para los oídos para su amado, aquel canto que parecía estar en prosa, “así, sigue así”… “Todos tuyos”… Y un “me vuelves loca” eran el coro, el clímax y el estribillo, al unísono, ella movía las caderas, él, podía sentir en el pecho el vaivén de sus movimientos, podía sentir extrañamente un tipo de tela diferente a la habitual en las pijamas de su Flor, pudo percibir un aroma extra a el dulce que imperaba en la habitación, empezaba a oler a sexo… Al sexo de su amada, “Se está mojando”, pensó.
Después de un rato, Jazmín se apartó de él jadeando y respirando con agitación, Andrés podía sentir la mirada de su amada sobre de él, “-¿Ahora, que estará tramando?”- pensó, momentos después, sintió las manos de ella sobre el botón de su pantalón y de un tirón, le quito el cinturón, con dificultad, lo despojó de esa prenda dejándole solo en ropa interior.
-¡Eres mío!- jadeaba, él sonreía, podría responderle un “todo tuyo”, pero no podía mediar palabra por petición de ella, ya tendría momento de poder hacerlo a sus anchas, sintió su mano sobre su miembro por encima del bóxer, Andrés no pudo evitar dar un respingo de sorpresa.
-Tranquilo mi amor… Solo estoy reclamando lo que por derecho es mío- lo calmó ella, le bajo un poco la prenda y hábilmente liberó el miembro de su amado.- Todo mío…
Andrés, de pronto sintió su falo recubierto por una placentera calidez, Jazmín, lo había llevado completamente a su boca, y con un ritmo acelerado, lo metía y sacaba de esa húmeda cavidad…
-¡C-cara…Jo!...- Se le escapó de la garganta
-Chiissss…- Amor, no hables… -Le calló Ella sacando el pene de la boca y empezó a lamerlo poco después…- No sabes cómo me encanta… Tu pene… Es… Delicioso- Le decía entre lamidas, recorrió la extensión de su tamaño con la lengua, desde la base hasta el glande y de igual forma de regreso…
-Sé… Que te gusta mucho lo que te hago… Lo veo… Por la cabeza de tu pene… Se puso más roja… Y está más deliciosa… ¡Chiiss! No me digas nada… - Le decía mientras lo recorría entero. Andrés podía sentir como se le hinchaba más su falo… La manera en que Jazmín le hacía sexo oral era por demás satisfactoria, Si seguía de ese modo, terminaría por llenarle la boca con su leche… “-Por favor, para un momento… ¡Aun quiero disfrutar de ti por más tiempo!”- Pensaba, y como si lo pudiera escuchar, ella paró en ese momento…
-¡Delicioso, mi amor! ¡Como siempre!- le dijo ella mientras chasqueaba los labios.- Bueno, creo que llego el momento de hacerte, “sufrir”, un poco.
“¿Sufrir?”, se alarmo él, pudo sentir la mano de Jazmín sobre el nudo de la bufanda en su nuca, ella estaba a sus espaldas, finalmente le quitaría aquella venda de los ojos, él no podía esperar más para poder verla por completo.
-Cierra los ojos, cuando te diga, los abres, ¿Ok?- le pidió, el asintió en respuesta. La bufanda cedió, Andrés cerro los ojos como se lo habían pedido, sintió a Jazmín caminar a un lado de él… Del estéreo, empezó a sonar una melodía suave, ¿Tal vez de los años 80´s?... De inmediato pudo reconocer la canción: “when a man loves an woman” que sonaba volumen moderado
-Ya… Puedes abrirlos, mi amor- le dijo su amada con voz perceptiblemente tímida; sin esperar más, Andrés abrió desmesuradamente los ojos y lo que vió, hizo que por poco se cayera de su silla del asombro, gusto y excitación…
Jazmín estaba de pie, a unos tres metros de distancia de él, con las manos en la espalda, el cabello suelto, solo un mechón de este cubría la mitad de su angelical rostro, vestía un hermoso baby doll rosa, semitransparente, de la parte del pecho, en la cual salía una delicada tela que cubría su cintura, podrían traslucirse sus bellos senos, las coronas de estos estaban erguidos, sobresalían sobre la tela con un color rosa más marcado (“era obvio que estaba excitadísima, pues solo adquieren ese color cuando lo está”- pensó él), llevaba una tanga de corte brasileño con detalles de encaje y pedrería de un color más claro que el resto del conjunto, un liguero blanco y medias a juego con él, descalza… Mientras el la veía, ella se balanceaba de lado a lado en su lugar, como una niña que anda pidiendo permiso a sus papás para salir a jugar, mirándolo entre tímida y pícaramente…
-¿T-Te gusta?- le dijo mientras daba una vuelta sobre sus talones, la tela ondeó con el movimiento, la parte de la espalda estaba decorada con elegantes detalles de listones, la prenda íntima le cubría por apenas una porción de las nalgas, blancas, firmes, y redondas. –Lo alcance a comprar donde trabajaba… Lo vi y supuse que te gustaría mucho… - Le dijo mientras se mordía una uña…
-No es necesario que me respondas, veo que te encantó mucho mi amor… Ahora, cierra boquita que aún no termino.- Al ritmo de la canción, empezó a moverse, movía la cintura despacio, hipnóticamente al compás de la melodía, llevo sus manos a sus pechos y empezó a subirlas y bajarlas, en un momento dado, giró y se inclinó un poco, mostrando el espectáculo de su trasero a Andrés en todo su esplendor quien no daba crédito por lo que veía… Allí tenía, a la mujer que tanto le daba, que tanto le hacía feliz, contoneándose y vestida de manera provocativa para él, ella volvió a girar, su mirada era otra, era una mirada lujuriosa… “cachonda”… Se llevó una mano a la mejilla y la subió por el cabello, despejándose el rostro, metió un dedo a su boca y lo mordió sutilmente… El deseo se apodero de él de inmediato… ¡Que ganas de romper sus amarres! ¡Qué ganas de olvidarse de su palabra! ¡Qué ganas de tomarla por la cintura, romperle esa tanga y hacerla suya de una vez! ¡Simplemente que ganas, que deseos tenía!
-Amor… Ahora respóndeme… ¿Te gusto?...- Pregunto ella.
-Muchísimo…
-¿Te gusta, lo que ves?- se palmeó el trasero.
-No tienes ni idea…
- ¿Y… Que tienes ganas de hacer ahora?
-¡Quiero hacerte mía ahora mismo!
-Mmmmmmhhhh- Gimió ella- ¿Qué quieres hacerme mi amor?
-Amor…. ¡Quiero montarte de una vez!
-Aaaahhhh… Montarme… ¡Que rico!... Nunca me habías hablado así… ¿Tan excitado estas?...
-No tienes… Idea…
-Que más.- Le retó ella.
-¡Quiero… Destrozarte el culo, tantas veces, toda la noche!
-¡Que… Delicia!... Mmmmhhh- Volvió a gemir, mientras se tocaba la entrepierna.- Y que hay… ¿De esto?- le dijo mientras que con los dedos, se hacía de lado la tanga, dejándole ver su depilada y ya húmeda vagina- ¿Qué harás con mi “cosita”?.
-Quiero… Hacerla mía… Quiero rompértela también… Sólo, suéltame… Y en vez de decirte lo que haré contigo, empezaré por hacerlo, amor… -Rugió Andrés, loco de deseo,
ella por respuesta, se sentó en el piso abierta de piernas enfrente de él, mirándolo con toda la lujuria que ya desbordaba de ella…
-Mmmmmhhh… Mi amor desesperado… Tendrás que esperar un poco más… Aún no te eh dado la orden de liberarte mi niño… -Sentenció.
-De modo que ¿Quieres romperme mi “conchita”?...- Le dijo y acto seguido, volvió a hacer de lado la ropa interior, y ante un absorto Andrés, comenzó a masturbarse.
Jazmín empezó con una letanía de gemidos y de suspiros, de su boca, surgían excitantes pujidos, sus dedos, ávidos, acariciaban su rosado clítoris, con la otra mano, libero uno de sus pechos y pellizcaba el pezón con fiereza, apretaba los dientes, gruñía, introducía de momentos dos dedos por su chorreante vagina, agitaba las piernas y sus caderas parecían haber salido de control, se balanceaban de adelante hacia atrás, en círculos, al ritmo del movimiento de sus dedos… Sus gemidos salían descontrolados, abría los ojos, y se encontraba con los de un deseoso Andrés, quien la veía asombrado desde su lugar, su pene parecía estar a punto de estallar por el deseo, ella le sonreía divertida, mientras, con toda la alevosía, se seguía masturbando…
-A-amo-or… ¡Me esto-y vini-endo!... ¡Me est-oy vini-endo, para ti!- Finalmente grito Jazmín mientras cerraba y abría sus piernas con frenesí… Su tez adquirió un color sonrosado mientras los espasmos hacían su aparición, por un momento, arqueó su espalda y se recostó sobre la alfombra, en efecto… Un orgasmo había hecho su presencia, Andrés la miraba, loco de deseo, mientras ella se colocaba en posición fetal, para luego incorporarse.
Ella lo miró, sonrió, y poco después llevó los pulgares a los costados de la tanga, y sin más, se despojó de la delicada prenda mostrándole su parte intima en todo su esplendor, húmeda y completamente depilada, cogió la tanga y con un dedo le dio de vueltas en frente de Andrés, la estiro con los pulgares y le dirigió una sonrisa burlona…
-Imagino que esto te gusto, ¿verdad?- él asintió…
-Ok…. Pues esto… Es tuyo, amor.- la volvió a tomar, la doblo y finalmente, la metió en el bolsillo del pantalón de él, que andaba botado por el suelo; Andrés no pudo evitar reír mientras la miraba con ojos encendidos.
Despacio, y contoneándose a cada paso, Jazmín volvió a acerarse a su amado mientras le devolvía una pícara mirada, el olor a su sexo aumento a gran medida en la habitación, un delicioso olor que invitaba a un exquisito festín, manjar de dioses para los hombres, su entrepierna mostraba las huellas frescas de su orgasmo provocado, la vista era increíble… Ya había liberado a sus dos turgentes pechos de su claustro, dejando en todo su esplendor, al par de pezones en ese momento teñidos de un color rosa oscuro, el baby doll ceñía su tierna estatura, dejando entrever su hermosa figura, debajo de la tela casi transparente, su pubis, húmedo, dejaba al descubierto su recién consentido clítoris a cada paso, las piernas, como las de una estatua griega, torneadas, firmes y sinuosas, enfundadas en unas medias blancas sostenidas por un hermoso liguero con detalles de encaje, el cabello rubio, ondeando en toda su extensión, caía por la espalda formando unos rizos muy poco definidos y sus ojos, unos bellos ojos de tinte cian que lo miraban con deseo, con amor, con diversión… Ante la vista, Andrés fue bombardeado por dos ideas, una afirmaba lo afortunado que era por tener consigo a tal portento de mujer… Y la otra, que no podía aguardar más para hacerla suya, para hacerle el amor como ella lo merecía…
-Ya. Ya no sufras. Bueno, no mucho- balbuceo Jazmín. Le miró de arriba abajo, estudiándolo, sonriente; giró hacia su mochila y de la bolsa central, extrajo un preservativo, rompió el paquetito con los dientes y sacó del interior el condón, con gracia, caminó hacia él y con las dos manos, lo colocó en el pene de su amado que estaba a punto de estallar de deseo…
Pasó su pierna derecha encima de el a modo de quedar enfrente, el miembro de Andrés estaba a escasos centímetros del sexo de ella, quien rodeo su cuello con los brazos mientras se mordía el labio inferior. – Te deseo… Ahora. Mucho no tienes idea.
Con avidez, se sentó sobre su falo, solo le bastó sentir la punta para saber que lo tenía en el camino correcto; lo sintió profundo, perforando muy dentro de su intimidad, resbalando por sus paredes, por sus pliegues y al unísono, ambos estallaron en gemidos.
Jazmín movía sus caderas en círculos encima de él, por su parte, Andrés lo disfrutaba; minutos después, ella pasó de ese movimiento a subir y a bajar del pene de su novio, y mientras lo hacía, gemía desenfrenadamente por la velocidad de su entrega; poco a poco, su sexo chasqueaba con más intensidad, era obvio que lo disfrutaba y mucho, se abrazó de él y recargo su cabecita en el hombro de su chico, besándolo con frenesí en el cuello.
-Ya… Mero mi amor… Ya casi… Ya casi… Casi.- Gemía ella.
-Yo también… Yo también amor… Estoy por venirme.- respondió Andrés.
-Hazlo… Sólo hazlo… Y mucho… Mucho.
Jazmín se arqueó sobre el cuerpo de Andrés dándole la bienvenida a otro orgasmo, su boca parecía emitir un gemido imperceptible, apretó muchos sus ojos y sus piernas le empezaban a temblar, él, por su parte, echó la cabeza hacia atrás, apretó los dientes mientras gruñía de placer. Ambos se entregaron por completo a sus orgasmos, a la culminación de su fusión, cuando quedaron satisfechos, permanecieron en esa posición, ella, abrazándolo, con la cabeza recargada en su hombro, el, con la suya sobre la cabeza de Jazmín, besándola, llenándose con su olor.
-Hablaste… Te dije que no lo hicieras hasta que yo te dijera.- Rompió el silencio ella.
-Era imposible no. Hacerlo, lo siento.- Andrés se disculpó.
-Sí. Lo sé ¿Lo olvidas? También me has hecho llegar a lo mismo… Creo que llegó el momento de desatarte… Ya hace sueño, ¿no?
-Por favor… Es lo segundo más grandioso que he escuchado el día de hoy- Sonrió él.
El tierno cuerpo de Jazmín se contoneaba por la habitación ya enfundado en su coqueta pijama, un conjunto de dos piezas, un pantalón pesquero a cuadros de color morado con lila y una blusa con un juego de gato en el frente (#) de manga corta, el cabello completamente suelto, reposaba sobre sus hombros y sobre lo largo a casi de la mitad de su espalda; Andrés reposaba en la cama con un pantalón de franela gris y una playera de manga corta de color blanca, la miraba acercándose a él, sonriente, sin saber porque, a su mente le llego el recuerdo de ese atardecer… La mirada encendida de Sebastián cuando miró a su flor, caminando hacia ellos con una sonrisa de perlas blancas, inocente y tierna… Si sólo la hubiera visto como él podía, hace unos momentos, con ese baby doll rosa, esas medias blancas y ese liguero… Si… Sería un motivo más para que este le envidiara… Pero ese gusto, ese privilegio era solo suyo, incluso en ese instante, el solo verla en esa tierna pijama, peleando en esos momentos con las cobijas de la cama, tratando de destenderlas para arroparse al fin, el cabello cayéndole por los hombros, cubriendo su rostro, y sobre todo, ese justo momento en el que ella se inclinaba para poder preparar su espacio para poder conciliar el sueño; Andrés le miraba el trasero mientras lo hacía, convencido de lo afortunado que era de poder tenerla para si en ese lugar, y con una sonrisa en la cara, como si de una travesura ordinaria se tratase, le propino una sonora palmada en el culo a su amada.
(…)
Gracias a los que llegaron a este ultimo apartado... La segunda parte es algo igual de extensa... Ya lo posteare con tiempo.
Eh cambiado nombres, lugares y otros detalles por prudencia. Acepto que este relato no solo lo hice yo... Espero que lo disfruten, es algo largo... Pero de verdad espero que les agrade.
Basado en hechos reales (siempre quise escribir eso)
Qué más da la fecha… Basta con decir que no son de esos días que se acumulan poco a poco en el calendario; la hora… Un poco antes del anochecer, cuando el ajetreo citadino estaba en disminución, la rutina poco a poco iba mermando, dándole la bienvenida a un esperado fin de semana; gente que iba, que regresaba, que hacía planes, que se enclaustraba en sendos embotellamientos, en fin… Un anhelado fin de semana.
El viejo auto compacto zigzagueaba por aquella derruida carretera, después de librar uno de aquellos mares de vehículos cuyos propietarios desgastaban en vano las bocinas de sus autos, ya casi era de noche y algunas de las lámparas del alumbrado público despertaban de su letargo;
Andrés, subiendo un poco a la música del auto estéreo, resoplaba con alivio, faltaba poco para llegar al ansiado destino, la ventanilla completamente abajo dejaba entrar el aire fresco y se llevaba el caliente que imperaba dentro de aquel vehículo, hizo un cambio de marcha y el auto gano más velocidad.
-7:40- Resonó una voz rompiendo el silencio después de unos agobiantes minutos.
-¡Venga tío! ¡No te lo tomes tan apecho, hombre! ¿Qué son unos minutos más? Carajo que nadie puede ser tan puntual, tu flor debería ser comprensiva. – Terció una voz con un acento castellano marcado en la voz; Andrés miro por breves momentos a su acompañante, un tipo larguirucho, de tez blanca, pelo crespo, cejas pobladas y mentón afilado, con una pequeña asomando por la quijada.
- No todos los días festejas algo grande, Sebastián… Y lo más importante, no todos los días festejas a ese alguien especial; quedé con ella a las 7:30 y mira la hora que es, creo que yo estaría que me llevaba la chin…
-¡Venga, venga! ¡Que ya se todo ese rollo, colega!- Interrumpió Sebastián- Lo que se me hace increíble, es que después de todo los años que lleváis juntos no os hayáis hartado… ¡Y hablo por los dos!... Joder… Yo con apenas unos meses ya ando buscando donde comerme otro rosco.
Una luz en rojo fue la seña para hacer un alto total, el vehículo ronroneo un momento mientras el conductor relajaba un poco el cuello sobándose con la palma de la mano.
-De modo… Que tu solo buscas remojar la brocha nada más- Le miró Andrés.
-Si así le llamáis por aquí, mira, colega, en lo personal, yo soy de los tíos a los que les apetece encender un fogón, calentarme bien con él, y después, buscar otro leño, en lo que dure el calor, si sabéis a lo que me refiero- Sebastián rió con su propia ocurrencia, mientras que Andrés, divertido movía la cabeza en señal de desaprobación…
-No todos los leños arden igual, mi buen… Puedes encontrarte muchos los cuales solo sirven para calentarte una noche, pero te puedes encontrar con otros, que pueden durar mucho tiempo, tanto, como para quedarse dormido hasta el amanecer con su calor…
-Jajaja, de acuerdo tío, me partes, tú y yo tenemos diferentes conceptos en la manera de llevar una relación.
-Sí, lo mismo digo- puntualizo Andrés antes de poner en marcha de nuevo su vehiculo.
Después de unos minutos, el auto finalmente apagaba su motor en frente de una casa con muros de ladrillo rojo, unas gardenias adornaban la puerta de la reja y una luz blanca, alumbraba el camino de aquellos transeúntes que pasaban por enfrente de esa casa.
-…..Esta bien, te esperamos… No, Sebastián me acompaña, [-Apúrate maja- interrumpió éste] si… Ok, no le hagas caso y toma tu tiempo, bye- Andrés termino la llamada mientras miraba a su amigo, divertido.
-Eh pues… Que a mí también ya se me hizo tarde, hombre, quede con una tía a las 8:30 y mirad la hora, ¿Y tú le dices a Jazmín que se tome su tiempo?... Joder tío, de haber sabido tomo taxi- fingió estar molesto.
-Jajaja… Si, para la otra entonces fingiré que no te conozco cuando me veas pasar por la calle, Gilipollas… Además, créeme que vale la pena darle un poco más de tiempo del necesario a una chica cuando han quedado- Respondió Andrés, pero antes de articular palabra, Sebastián miró hacia la puerta de aquella vivienda de ladrillos rojos con los ojos como platos, una figura pequeña se hallaba de espaldas, cerrando la puerta de su casa, con una mochila morada al hombro, era una chica de metro y medio de estatura aproximadamente, vestida con una falda blanca que le llegaba a la rodilla, una blusa negra escotada y ceñida con una chamarra de piel de color marrón oscuro, el cabello, rubio, casi a mitad de espalda, llevaba un broche en el costado de la cabeza con forma de palomita blanca, dejando que una porción de su cabello cubriera un poco su lado derecho del rostro, dándole un aspecto infantil y tierno, zapatillas de color hueso y en el cuello llevaba un crucifijo dorado, el cual llegaba hasta su escote, donde se apreciaban dos turgentes pechos, incitadores a todo un festín de lujuria con ellos.
Andrés, miraba divertido a Sebastián y regresaba su mirada hacia aquella criatura que peleaba para cerrar la puerta de su casa.
-Ahora ¿Entiendes porque me eh quedado en este fogón desde hace años?
-De acuerdo, colega, te la compro y te envidio, y te digo algo con todo el cariño que de colegas se puede decir en momentos como este, que te den a por culo, cabronazo suertudo.
Andrés pudo notar como su amigo no dejaba de seguir con la mirada a la pequeña figura femenina que había emergido de ese hogar, aquella mujercita que después de lidiar con la puerta de su casa, caminaba dando pequeñas zancadas sobre sus zapatillas, se acercaba al auto con gracia y un aura tierna, a cada paso, los pechos rebotaban en aquella blusa oscura, el vaivén de la falda, dejaba apreciar un par de piernas torneadas y blancas, como el resto de la tez de Jazmín, de su rostro, se asomaban dos hileras de blancas perlas transformadas en una perfecta sonrisa, que llevaba especial dedicatoria para los ocupantes de ese auto en particular; pudo distinguir cierta llama en los ojos de Sebastián como el de un depredador que ha vislumbrado a una presa; sin embargo, sabía a ciencia cierta que preocuparse por algunas malas intenciones de parte de su amigo, con el que había compartido algunas ocurrencias desde hace un par de meses estaba de más, su amigo, gachupín, podría tener fama de casanova.. Pero jamás de roba novias, después de tranquilizar su mente sacudió un poco la cabeza y finalmente articuló palabra:
-Este… Sí, claro… Ahora si no es mucho pedir, comprenderás que estas sentado en un lugar exclusivo, ¿Sería mucha molestia si…..?
-¡No se diga más, macho! ¡Si yo viniera con una chica igual, te dejaba en medio de la calle sin deciros nada!- Dicho esto, Sebastián paso con dificultad a la parte trasera del sedán mientras, Andrés, salía para abrirle la puerta a su amada Flor.
-¡Hey! ¡Tío! Que mala pinta tenéis… ¿Os han dejado plantado esta noche?- Saludo ella imitando el acento español de Sebastián a modo de burla.
-Vale, maja. Que aquí el que se puede dar ese lujo, soy yo, Jajaja… El día en que alguien me deje plantado….
-Será porque finalmente te rasuraste esa piochita, que tanto llama la atención –interrumpió Jazmín- ¿Nos vamos?
El auto rugió nuevamente y tras avanzar a una velocidad moderada por la empedrada calle se incorporó a una vía rápida, ganó velocidad y finalmente se perdió entre los demás vehículos circundantes, cuyos muchos de los propietarios al igual, buscaban la ansiada distracción, percutora del fin de semana.
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Después de un rato, el compacto quedaría estacionado en un callejón aledaño a un pequeño restaurant, dos figuras sentadas en un solo lado aguardaban la llegada de algún mesero para poder encargar algo para cenar, Andrés Y Jazmín quedaban solos después de haber dejado a Sebastián en casa para que éste pudiera estar listo para su propia cita, ajenos al bullicio que en la calle poco a poco se formaba, la gente avanzaba con prisa, cargando e incluso empujando a niños pequeños que en la calle se quedaban rezagados… Solos, en un rincón apartado de las ventanas, con las manos entrelazadas, aguardaban pacientemente mientras charlaban, los ojos marrones de Andrés se clavaron en los añiles de su compañera y esta sonreía.
-¿Qué tanto te traes tú?, andas raro- le dijo ella de momento. El, mirándola con los ojos cargados de ternura, recordó el momento en que su amigo español, la había mirado… En su expresión, el apreció sorpresa, pero también un tanto de deseo, Si, no lo culpaba… Jazmín se veía hermosa esa noche, su piel blanca resaltaba con la luz del lugar, sus ojos azules parecían más grandes, su hermoso cabello rubio caía sobre sus hombros con elegancia, sus labios, marcados con un poco de brillo claro, sus pechos…. Si claro… ¡Como no ver disimuladamente esos hermosos pechos! Blancos, firmes, suaves, era imposible retener la mirada en los ojos de ella sin bajar un poco los propios hacia esos hermosos volcanes, ella, al percatarse de la vacilación de Andrés, cayó en cuenta de eso, fingió sentirse indignada y propinó un punta pie por debajo de la mesa en la espinilla de este, quien ahogo un grito…
-¿Van a ordenar?- Profirió finalmente la voz de una mesera que acudió solícita a su mesa, les tendió dos carpetas con el menú y espero pacientemente mientras los dos, hacían su selección; al cabo de unos minutos, regreso con los platillos elegidos y un par de servilletas.
-¿Algo más, señor?- Ofreció la chica.
-Pues por el momento no, señorita, gracias…-Respondió Andrés
-¿Algo para su hermanita?- se aventuró a preguntar de nuevo, Jazmín, indignada pero calmada, cogió la mano de Andrés y la llevo a sus labios, después de besarla le dijo
-Perdón señorita, es mi novio, no soy su hermanita.- La chica dirigió una mirada fría a Jazmín, asintió y se marchó… Andrés podía percibir la molestia de su chica, pero se limitó a sonreír…
-¿Te, parece gracioso?... ¿Es que no pensabas en actuar como mi tal?.... ¿Qué esperabas?- dijo con un tono severo, mientras sus ojos formaban dos rendijas escudriñando a su compañero que seguía sonriendo levemente.
-Exactamente esa reacción estaba esperando. He pasado varias veces defendiendo “lo que es mío”- respondió Andrés haciendo énfasis en casa palabra- es como para llenarse de orgullo que tu pareja defienda su lugar, que te muestre interés, y en pocas palabras… “Que marque su territorio”- sonrió. Jazmín no pudo evitar reírse, a pesar de que aún se encontraba un poco desairada.
-Pero vale, ¿Quieres que actúe como tal?, de acuerdo, amor- Amenazó Andrés y se acercó aún más a su compañera, con la mano izquierda sujetó la mejilla de ella, con la otra mano aparto el mechón de cabello del infantil rostro y, de un arranque de pasión, la besó desenfrenadamente. Su lengua jugaba con la de ella en un beso que parecía más que eso, un beso que le indicaba al mundo su lugar en la vida de esa chica, un ósculo que duró un par de minutos, en los que pasaban de la lengua, a las mordidas, a la muestra de deseo que se tenían. Para muchos, los presentes, solo era un beso, pero para ellos, era como hacer el amor mismo, algunos reían enternecidos al verlos, los más conservadores desviaban la mirada, jurando no haber visto nada, y para los que les quedo claro el acto, simplemente daban la media vuelta y seguían con sus vidas.
Respirando agitadamente, Andrés volvió a acomodarse en su sitio, relamiéndose los labios como si hubiera tomado de un néctar exquisito, la miró con ternura y con picardía, como si acabara de hacer una travesura la cual había disfrutado mucho…
-¿Ahora. Quedará claro que somos? – preguntó divertido. Ella, sonrió, volvió a despejar el cabello de su rostro mientras bajaba la cabeza y fijaba su mirada en la de él.
-A mí me queda claro algo en este momento.- respondió ella, sonriendo de manera pícara.
-Me queda claro, que si por mí fuera… Te arrancaba la camisa en este momento, niño- acto seguido se levantó, le rodeó con el brazo y le dijo al oído:
-Ahora, debo ir al tocador, por tu culpa… - Y caminó mirando por encima de su hombro al divertido hombre que dejaba en la mesa.
Andrés la vió alejarse, pudo apreciar que no era el único que lo hacía, era difícil no notarla, su pequeña estatura, su cabello rubio, su gracia al caminar… Notó más de una mirada sobre de él, como si trataran de comprender, qué le hacía especial ante los ojos de aquella criatura, su orgullo lo obligo a hincharse. Porque así es señores… “Yo soy el afortunado acompañante, pareja y amante de tan flamante señorita”, se decía para sus adentros, después de pensar en esto, miró el reloj, no podía esperar más tiempo para llegar a casa, sujetarla por la cintura, cargarla, llevarla a la alcoba, arrancarle el vestido, y hacerle el amor como tantas otras veces; decirle lo mucho que la amaba mientras la hacía suya una y otra vez, durante toda la noche si era preciso, y necesario.
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La tierra crujió bajo el peso de los neumáticos del viejo compacto cuando éste se aparcó finalmente en el destino final: La casa de Andrés. Éste, bajó del auto, lo rodeó y abrió la puerta de su acompañante, tendió la mano y de él ayudó a salir a su amada, las farolas de la calle les daban la bienvenida, el viento gélido de la temporada les golpeó el rostro y jugó un poco con la cabellera de Jazmín, ondeándolo un poco. Se agachó y del asiento trasero sacó la mochila morada de ella, colocándosela en el hombro, cerró de un portazo y, de la mano de su Flor, encaminaron dentro de la vivienda.
Jazmín miraba su figura en el espejo de la habitación después de un rato, con cierta dificultad, quitaba el broche en forma de palomita blanca de su cabello, se quitó el abrigo y lo puso en el respaldo de la silla del escritorio, se acomodó el pelo y se sentó en la cama, en espera de Andrés, quien había ido a ver si alguien se encontraba en casa.
-No hay nadie- llegó después de unos momentos a la habitación, donde Jazmín ya había encendido el televisor, aunque solo aparecían infomerciales.
-¿Casa, sola?- se levantó ella de la cama y se dirigió a él, caminando lentamente, mientras le miraba con picardía.
-Sí, al parecer hasta mañana por la tarde.- Respondió Andrés.
-Entonces… ¿Qué procede?... – Preguntó ella, recargo su cabeza en el pecho de él, mientras hurgaba con una mano en el interior de su camisa.
-Bueno… Creo que eso lo decides tú, amor, tú eres mi festejada, de modo que… Te daré el placer de elegir que procede… Y que es lo que quieres.- Sentenció Andrés.
-De ¿Verdad, puedo elegir lo que procede?....
-Sí.
-¿Puedo hacer lo que quiera?
-Sí.
-¿Vas a darme el gusto?
-Todo el gusto que desees.
-¿Harás todo lo que desee?
-Todo… TODO lo que mi niña DESEE- finalizó Andrés. Ella, se alejó de él, caminó un par de pasos de espalda, mirándolo con lujuria, acercó la silla giratoria del escritorio, quitó la chamarra del respaldo y la arrojó al piso, camino otro par de pasos de espaldas, sin dejar de ver a su extrañado novio y alcanzó uno de los cajones de la cómoda de la habitación, de ella extrajo dos bufandas, una bufanda tejida de color gris, algo gruesa, y una bufanda de tela polar de color azul con cuadros negros. Con ésta bufanda, se acercó lentamente de nuevo a él
-Te dije… Que si por mi fuera, te arrancaría la camisa- Le dijo suavemente, después, con una mano, empezó a desabrochársela botón por botón, el sólo le sonreía… Hizo ademán de acercarse a sus labios, pero ella, hábilmente, alcanzó a cubrir los ojos de éste con la bufanda, evitando que se acercara más.
-Espera… Aún no… Quiero que te sientes aquí- le dijo, acerco la silla del escritorio y el obedeció, ella se colocó a sus espaldas, apretó un poco más la bufanda sobre sus ojos, para evitar que esta se cayera
-Pasa tus manos a la espalda- le ordenó y el obedeció… Ella, con la otra bufanda, amarro las manos en el respaldo de la silla, dejándolo inmovilizado…
-Ahora, solo espera unos minutos, ¿Si, amor?... Debo prepararme para ti, ¿Ok?
-Mientras no me dejes aquí y te vayas a jugar tu sola con la consola, está bien- bromeó el… Pero Jazmín ya no contesto, la escuchó abrir su mochila, la escuchó sacar algo de ella, quizá su pijama, la escuchó desnudarse, después escucho un sonido elástico (Debían ser sus pantaletas, pensó), después, escucho otro, la oyó cerrar su mochila, caminar de nuevo hacia él, después… Ya no alcanzó a escuchar nada.
Del ruido, paso al olor, un delicioso aroma dulce impregno el ambiente, no cabía duda de que una mujer se encontraba en la habitación. “¡Y qué mujer!”, pensó Andrés, puede ser su perfume, o quizá un nuevo suavizante de ropa con el que debió lavar su pijama… Un aroma a canela, agradable… Y excitante.
-Amor, ¿Qué es……..?
-Chisss- lo cayó ella- A partir de este momento, no hablarás, no verás… Y no tocarás nada, hasta que yo lo diga ¿Ok?, asiente si entendiste mi amor.- Andrés asintió vigorosamente por respuesta. Una música suave empezó a escucharse tras breves minutos de estar en silencio de nuevo, una música hipnótica, embelesante, que, aunado con el aroma, incitaba por completo a una entrega con frenesí y desenfreno, no podía hablar, no podía ver, y lo más importante, no podía romper con la magia del momento si recurriera por completo a sus impulsos y a su instinto… Además, había dado su palabra… (Todo lo que ella deseara) No le quedaba más que esperar cualquier movimiento…
-Eres mío- le dijo ella al oído con un susurro, mordió el lóbulo de su oreja con suavidad y bajó sus labios a su cuello.- Eres, totalmente Mío- repitió ella, dejándose claro su total libertad sobre el cuerpo de su amado; un suave y delicioso sabor se apodero de los labios de Andrés proveniente de los labios de su amada Jazmín, ella, paso una pierna por encima de él, quedando un poco por encima de este sobre la silla, poco a poco se fue sentando sobre de él, inmersos en la pasión de tan exquisito beso. Nuevamente, ella se incorporó, y Andrés pudo notar como ella forcejeaba un poco con lo que pensó era la blusa de su pijama, poco después pudo sentir en el rostro la calidez, pudo percibir el aroma embriagador, pudo gozar del sabor delicioso del desnudo pecho de su flor, mientras ella llenaba de besos la frente de su amado…
-Sabes que son tuyos, mi amor… Y que puedes disponer de ellos cuando lo desees… Pero todo tiene su lugar, mi rey… Lo que no pudiste hacer en el restaurant, o en el auto, hazlo aquí y ahora… Yo soy tuya- Susurró ella… Andrés, hundió la boca en aquel manjar, con la lengua, fue contorneando la suavidad de aquellos pechos generosos, abriéndose paso sobre de ellos, encontró el pezón, al tenerlo en la boca, tiro de el con los dientes, lamió la delicada aureola, y succionó de el en repetidas ocasiones, Jazmín había empezado a gemir, a sollozar ese canto que debía ser música para los oídos para su amado, aquel canto que parecía estar en prosa, “así, sigue así”… “Todos tuyos”… Y un “me vuelves loca” eran el coro, el clímax y el estribillo, al unísono, ella movía las caderas, él, podía sentir en el pecho el vaivén de sus movimientos, podía sentir extrañamente un tipo de tela diferente a la habitual en las pijamas de su Flor, pudo percibir un aroma extra a el dulce que imperaba en la habitación, empezaba a oler a sexo… Al sexo de su amada, “Se está mojando”, pensó.
Después de un rato, Jazmín se apartó de él jadeando y respirando con agitación, Andrés podía sentir la mirada de su amada sobre de él, “-¿Ahora, que estará tramando?”- pensó, momentos después, sintió las manos de ella sobre el botón de su pantalón y de un tirón, le quito el cinturón, con dificultad, lo despojó de esa prenda dejándole solo en ropa interior.
-¡Eres mío!- jadeaba, él sonreía, podría responderle un “todo tuyo”, pero no podía mediar palabra por petición de ella, ya tendría momento de poder hacerlo a sus anchas, sintió su mano sobre su miembro por encima del bóxer, Andrés no pudo evitar dar un respingo de sorpresa.
-Tranquilo mi amor… Solo estoy reclamando lo que por derecho es mío- lo calmó ella, le bajo un poco la prenda y hábilmente liberó el miembro de su amado.- Todo mío…
Andrés, de pronto sintió su falo recubierto por una placentera calidez, Jazmín, lo había llevado completamente a su boca, y con un ritmo acelerado, lo metía y sacaba de esa húmeda cavidad…
-¡C-cara…Jo!...- Se le escapó de la garganta
-Chiissss…- Amor, no hables… -Le calló Ella sacando el pene de la boca y empezó a lamerlo poco después…- No sabes cómo me encanta… Tu pene… Es… Delicioso- Le decía entre lamidas, recorrió la extensión de su tamaño con la lengua, desde la base hasta el glande y de igual forma de regreso…
-Sé… Que te gusta mucho lo que te hago… Lo veo… Por la cabeza de tu pene… Se puso más roja… Y está más deliciosa… ¡Chiiss! No me digas nada… - Le decía mientras lo recorría entero. Andrés podía sentir como se le hinchaba más su falo… La manera en que Jazmín le hacía sexo oral era por demás satisfactoria, Si seguía de ese modo, terminaría por llenarle la boca con su leche… “-Por favor, para un momento… ¡Aun quiero disfrutar de ti por más tiempo!”- Pensaba, y como si lo pudiera escuchar, ella paró en ese momento…
-¡Delicioso, mi amor! ¡Como siempre!- le dijo ella mientras chasqueaba los labios.- Bueno, creo que llego el momento de hacerte, “sufrir”, un poco.
“¿Sufrir?”, se alarmo él, pudo sentir la mano de Jazmín sobre el nudo de la bufanda en su nuca, ella estaba a sus espaldas, finalmente le quitaría aquella venda de los ojos, él no podía esperar más para poder verla por completo.
-Cierra los ojos, cuando te diga, los abres, ¿Ok?- le pidió, el asintió en respuesta. La bufanda cedió, Andrés cerro los ojos como se lo habían pedido, sintió a Jazmín caminar a un lado de él… Del estéreo, empezó a sonar una melodía suave, ¿Tal vez de los años 80´s?... De inmediato pudo reconocer la canción: “when a man loves an woman” que sonaba volumen moderado
-Ya… Puedes abrirlos, mi amor- le dijo su amada con voz perceptiblemente tímida; sin esperar más, Andrés abrió desmesuradamente los ojos y lo que vió, hizo que por poco se cayera de su silla del asombro, gusto y excitación…
Jazmín estaba de pie, a unos tres metros de distancia de él, con las manos en la espalda, el cabello suelto, solo un mechón de este cubría la mitad de su angelical rostro, vestía un hermoso baby doll rosa, semitransparente, de la parte del pecho, en la cual salía una delicada tela que cubría su cintura, podrían traslucirse sus bellos senos, las coronas de estos estaban erguidos, sobresalían sobre la tela con un color rosa más marcado (“era obvio que estaba excitadísima, pues solo adquieren ese color cuando lo está”- pensó él), llevaba una tanga de corte brasileño con detalles de encaje y pedrería de un color más claro que el resto del conjunto, un liguero blanco y medias a juego con él, descalza… Mientras el la veía, ella se balanceaba de lado a lado en su lugar, como una niña que anda pidiendo permiso a sus papás para salir a jugar, mirándolo entre tímida y pícaramente…
-¿T-Te gusta?- le dijo mientras daba una vuelta sobre sus talones, la tela ondeó con el movimiento, la parte de la espalda estaba decorada con elegantes detalles de listones, la prenda íntima le cubría por apenas una porción de las nalgas, blancas, firmes, y redondas. –Lo alcance a comprar donde trabajaba… Lo vi y supuse que te gustaría mucho… - Le dijo mientras se mordía una uña…
-No es necesario que me respondas, veo que te encantó mucho mi amor… Ahora, cierra boquita que aún no termino.- Al ritmo de la canción, empezó a moverse, movía la cintura despacio, hipnóticamente al compás de la melodía, llevo sus manos a sus pechos y empezó a subirlas y bajarlas, en un momento dado, giró y se inclinó un poco, mostrando el espectáculo de su trasero a Andrés en todo su esplendor quien no daba crédito por lo que veía… Allí tenía, a la mujer que tanto le daba, que tanto le hacía feliz, contoneándose y vestida de manera provocativa para él, ella volvió a girar, su mirada era otra, era una mirada lujuriosa… “cachonda”… Se llevó una mano a la mejilla y la subió por el cabello, despejándose el rostro, metió un dedo a su boca y lo mordió sutilmente… El deseo se apodero de él de inmediato… ¡Que ganas de romper sus amarres! ¡Qué ganas de olvidarse de su palabra! ¡Qué ganas de tomarla por la cintura, romperle esa tanga y hacerla suya de una vez! ¡Simplemente que ganas, que deseos tenía!
-Amor… Ahora respóndeme… ¿Te gusto?...- Pregunto ella.
-Muchísimo…
-¿Te gusta, lo que ves?- se palmeó el trasero.
-No tienes ni idea…
- ¿Y… Que tienes ganas de hacer ahora?
-¡Quiero hacerte mía ahora mismo!
-Mmmmmmhhhh- Gimió ella- ¿Qué quieres hacerme mi amor?
-Amor…. ¡Quiero montarte de una vez!
-Aaaahhhh… Montarme… ¡Que rico!... Nunca me habías hablado así… ¿Tan excitado estas?...
-No tienes… Idea…
-Que más.- Le retó ella.
-¡Quiero… Destrozarte el culo, tantas veces, toda la noche!
-¡Que… Delicia!... Mmmmhhh- Volvió a gemir, mientras se tocaba la entrepierna.- Y que hay… ¿De esto?- le dijo mientras que con los dedos, se hacía de lado la tanga, dejándole ver su depilada y ya húmeda vagina- ¿Qué harás con mi “cosita”?.
-Quiero… Hacerla mía… Quiero rompértela también… Sólo, suéltame… Y en vez de decirte lo que haré contigo, empezaré por hacerlo, amor… -Rugió Andrés, loco de deseo,
ella por respuesta, se sentó en el piso abierta de piernas enfrente de él, mirándolo con toda la lujuria que ya desbordaba de ella…
-Mmmmmhhh… Mi amor desesperado… Tendrás que esperar un poco más… Aún no te eh dado la orden de liberarte mi niño… -Sentenció.
-De modo que ¿Quieres romperme mi “conchita”?...- Le dijo y acto seguido, volvió a hacer de lado la ropa interior, y ante un absorto Andrés, comenzó a masturbarse.
Jazmín empezó con una letanía de gemidos y de suspiros, de su boca, surgían excitantes pujidos, sus dedos, ávidos, acariciaban su rosado clítoris, con la otra mano, libero uno de sus pechos y pellizcaba el pezón con fiereza, apretaba los dientes, gruñía, introducía de momentos dos dedos por su chorreante vagina, agitaba las piernas y sus caderas parecían haber salido de control, se balanceaban de adelante hacia atrás, en círculos, al ritmo del movimiento de sus dedos… Sus gemidos salían descontrolados, abría los ojos, y se encontraba con los de un deseoso Andrés, quien la veía asombrado desde su lugar, su pene parecía estar a punto de estallar por el deseo, ella le sonreía divertida, mientras, con toda la alevosía, se seguía masturbando…
-A-amo-or… ¡Me esto-y vini-endo!... ¡Me est-oy vini-endo, para ti!- Finalmente grito Jazmín mientras cerraba y abría sus piernas con frenesí… Su tez adquirió un color sonrosado mientras los espasmos hacían su aparición, por un momento, arqueó su espalda y se recostó sobre la alfombra, en efecto… Un orgasmo había hecho su presencia, Andrés la miraba, loco de deseo, mientras ella se colocaba en posición fetal, para luego incorporarse.
Ella lo miró, sonrió, y poco después llevó los pulgares a los costados de la tanga, y sin más, se despojó de la delicada prenda mostrándole su parte intima en todo su esplendor, húmeda y completamente depilada, cogió la tanga y con un dedo le dio de vueltas en frente de Andrés, la estiro con los pulgares y le dirigió una sonrisa burlona…
-Imagino que esto te gusto, ¿verdad?- él asintió…
-Ok…. Pues esto… Es tuyo, amor.- la volvió a tomar, la doblo y finalmente, la metió en el bolsillo del pantalón de él, que andaba botado por el suelo; Andrés no pudo evitar reír mientras la miraba con ojos encendidos.
Despacio, y contoneándose a cada paso, Jazmín volvió a acerarse a su amado mientras le devolvía una pícara mirada, el olor a su sexo aumento a gran medida en la habitación, un delicioso olor que invitaba a un exquisito festín, manjar de dioses para los hombres, su entrepierna mostraba las huellas frescas de su orgasmo provocado, la vista era increíble… Ya había liberado a sus dos turgentes pechos de su claustro, dejando en todo su esplendor, al par de pezones en ese momento teñidos de un color rosa oscuro, el baby doll ceñía su tierna estatura, dejando entrever su hermosa figura, debajo de la tela casi transparente, su pubis, húmedo, dejaba al descubierto su recién consentido clítoris a cada paso, las piernas, como las de una estatua griega, torneadas, firmes y sinuosas, enfundadas en unas medias blancas sostenidas por un hermoso liguero con detalles de encaje, el cabello rubio, ondeando en toda su extensión, caía por la espalda formando unos rizos muy poco definidos y sus ojos, unos bellos ojos de tinte cian que lo miraban con deseo, con amor, con diversión… Ante la vista, Andrés fue bombardeado por dos ideas, una afirmaba lo afortunado que era por tener consigo a tal portento de mujer… Y la otra, que no podía aguardar más para hacerla suya, para hacerle el amor como ella lo merecía…
-Ya. Ya no sufras. Bueno, no mucho- balbuceo Jazmín. Le miró de arriba abajo, estudiándolo, sonriente; giró hacia su mochila y de la bolsa central, extrajo un preservativo, rompió el paquetito con los dientes y sacó del interior el condón, con gracia, caminó hacia él y con las dos manos, lo colocó en el pene de su amado que estaba a punto de estallar de deseo…
Pasó su pierna derecha encima de el a modo de quedar enfrente, el miembro de Andrés estaba a escasos centímetros del sexo de ella, quien rodeo su cuello con los brazos mientras se mordía el labio inferior. – Te deseo… Ahora. Mucho no tienes idea.
Con avidez, se sentó sobre su falo, solo le bastó sentir la punta para saber que lo tenía en el camino correcto; lo sintió profundo, perforando muy dentro de su intimidad, resbalando por sus paredes, por sus pliegues y al unísono, ambos estallaron en gemidos.
Jazmín movía sus caderas en círculos encima de él, por su parte, Andrés lo disfrutaba; minutos después, ella pasó de ese movimiento a subir y a bajar del pene de su novio, y mientras lo hacía, gemía desenfrenadamente por la velocidad de su entrega; poco a poco, su sexo chasqueaba con más intensidad, era obvio que lo disfrutaba y mucho, se abrazó de él y recargo su cabecita en el hombro de su chico, besándolo con frenesí en el cuello.
-Ya… Mero mi amor… Ya casi… Ya casi… Casi.- Gemía ella.
-Yo también… Yo también amor… Estoy por venirme.- respondió Andrés.
-Hazlo… Sólo hazlo… Y mucho… Mucho.
Jazmín se arqueó sobre el cuerpo de Andrés dándole la bienvenida a otro orgasmo, su boca parecía emitir un gemido imperceptible, apretó muchos sus ojos y sus piernas le empezaban a temblar, él, por su parte, echó la cabeza hacia atrás, apretó los dientes mientras gruñía de placer. Ambos se entregaron por completo a sus orgasmos, a la culminación de su fusión, cuando quedaron satisfechos, permanecieron en esa posición, ella, abrazándolo, con la cabeza recargada en su hombro, el, con la suya sobre la cabeza de Jazmín, besándola, llenándose con su olor.
-Hablaste… Te dije que no lo hicieras hasta que yo te dijera.- Rompió el silencio ella.
-Era imposible no. Hacerlo, lo siento.- Andrés se disculpó.
-Sí. Lo sé ¿Lo olvidas? También me has hecho llegar a lo mismo… Creo que llegó el momento de desatarte… Ya hace sueño, ¿no?
-Por favor… Es lo segundo más grandioso que he escuchado el día de hoy- Sonrió él.
El tierno cuerpo de Jazmín se contoneaba por la habitación ya enfundado en su coqueta pijama, un conjunto de dos piezas, un pantalón pesquero a cuadros de color morado con lila y una blusa con un juego de gato en el frente (#) de manga corta, el cabello completamente suelto, reposaba sobre sus hombros y sobre lo largo a casi de la mitad de su espalda; Andrés reposaba en la cama con un pantalón de franela gris y una playera de manga corta de color blanca, la miraba acercándose a él, sonriente, sin saber porque, a su mente le llego el recuerdo de ese atardecer… La mirada encendida de Sebastián cuando miró a su flor, caminando hacia ellos con una sonrisa de perlas blancas, inocente y tierna… Si sólo la hubiera visto como él podía, hace unos momentos, con ese baby doll rosa, esas medias blancas y ese liguero… Si… Sería un motivo más para que este le envidiara… Pero ese gusto, ese privilegio era solo suyo, incluso en ese instante, el solo verla en esa tierna pijama, peleando en esos momentos con las cobijas de la cama, tratando de destenderlas para arroparse al fin, el cabello cayéndole por los hombros, cubriendo su rostro, y sobre todo, ese justo momento en el que ella se inclinaba para poder preparar su espacio para poder conciliar el sueño; Andrés le miraba el trasero mientras lo hacía, convencido de lo afortunado que era de poder tenerla para si en ese lugar, y con una sonrisa en la cara, como si de una travesura ordinaria se tratase, le propino una sonora palmada en el culo a su amada.
(…)
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El portazo del sedán fue sonoro cuando la coqueta figura de Jazmín habría salido del vehículo por completo, los rayos finales del sol rebotaban por toda la superficie de tabiques rojos de la casa de ella como despidiéndose de ellos, deseándoles las buenas noches; pese a ya no ir enfundada en su elegante vestimenta de la tarde anterior, no podía pasar desapercibida, unos jeans ajustados, sus zapatillas color hueso, una blusa blanca con cuello en V, su chamarra de piel de color marrón sobre sus hombros y el cabello rubio, como su mejor accesorio, jugando en la espalda con el viento, el momento final del fin de semana llegaba enfrente de esa cálida casa: la despedida… El domingo terminaba para ellos en ese instante; un abrazo largo, un beso interminable y un intercambio de miradas sagaces como ritual para despedir el día y el mismo fin de semana… Luego de un interminable momento, la figura de Jazmín desaparecía a través de una puerta, mientras, la de Andrés, se introducía en el interior de un viejo Sedán blanco, que con un rugido anunció su marcha y se fue, inmerso en la carretera, con el reflejo de la luz del sol en las ventanas, perdiéndose en la lejanía de la calle.
El portazo del sedán fue sonoro cuando la coqueta figura de Jazmín habría salido del vehículo por completo, los rayos finales del sol rebotaban por toda la superficie de tabiques rojos de la casa de ella como despidiéndose de ellos, deseándoles las buenas noches; pese a ya no ir enfundada en su elegante vestimenta de la tarde anterior, no podía pasar desapercibida, unos jeans ajustados, sus zapatillas color hueso, una blusa blanca con cuello en V, su chamarra de piel de color marrón sobre sus hombros y el cabello rubio, como su mejor accesorio, jugando en la espalda con el viento, el momento final del fin de semana llegaba enfrente de esa cálida casa: la despedida… El domingo terminaba para ellos en ese instante; un abrazo largo, un beso interminable y un intercambio de miradas sagaces como ritual para despedir el día y el mismo fin de semana… Luego de un interminable momento, la figura de Jazmín desaparecía a través de una puerta, mientras, la de Andrés, se introducía en el interior de un viejo Sedán blanco, que con un rugido anunció su marcha y se fue, inmerso en la carretera, con el reflejo de la luz del sol en las ventanas, perdiéndose en la lejanía de la calle.
Gracias a los que llegaron a este ultimo apartado... La segunda parte es algo igual de extensa... Ya lo posteare con tiempo.