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Amarradaaaa!!!!............(incluye una foto)

Claumty

Becerro
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21 Abr 2010
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18
:mota:
tn


Nos hospedamos en un hotel poco usual en Sudáfrica y después de un día intenso y lleno de emociones, decidimos bañarnos y reunirnos en el bar de aquel lugar. Al cabo de algunas horas, empezamos a jugar y a realizar retos extremos, hasta que el fin llego mi turno, proponiéndome los ahí presentes, tomarme aquella pastilla con licor y vivir intensamente el resultado de las sensaciones que me provocara dicha combinación. Se trataba de un producto natural que ofrecían los lugareños por diversión, de una planta que existe en aquella región, la cual no es adictiva como la droga, pero crea sensaciones placenteras y extrañas. Una vez ingerido el único trago, empecé a sentir que mi cuerpo volaba y se apartaba mi conciencia de mi ser……., despertándome el tacto frío de la pared contra mi espalda, contrastando la sensación con el calor que desprendía mi cuerpo. Quizás llevaba demasiado tiempo con los brazos levantados sujetándome al perchero y subida sobre los altos tacones de mis zapatos de punta, o quizás solamente era la sensación de un tiempo prolongado. Noto percibir en la absoluta oscuridad, que tengo puestas solamente unas leves braguitas blancas de piel de ángel y una camisetita corta del mismo tejido que alguien tuvo a bien incorporar a mi cuerpo de manera previa. Me han vendado los ojos con un pañuelo suave. Lo absurdo de mi postura y la soledad en la que me han dejado me hacen sentir aún más insegura.
Desde la oscuridad y la nada, intuyo una presencia por fuera de aquel espacio reducido en el que me encuentro, moviéndose de forma felina, lo que hace que mi corazón empiece a marcar un ritmo sin duda acelerado de manera increíble, lo que me lleva en segundos al último recuerdo de aquel reto del que acepte ser participe. Ya no escucho música o ruidos y tampoco percibo el ambiente de humo y alcohol. El silencio ha seguido al sonido de una música lejana, de cadencia africana, sin letra para mi mente ofuscada.

Siento que llevo un tiempo interminable en esta postura. Nada me obliga a permanecer así. Pero me encuentro atada. No puedo soltarme. Tengo hormigueos en los brazos y me duelen las manos de sujetarme a los salientes del perchero de pared.
En instantes siento como se acerca a mí. Sus pasos se aproximan, abre una puerta. Huele a cera quemada de velas aromáticas y desprende un aroma exquisito y extraño. Noto su aliento en la piel tensa de mis piernas semidormidas. El aliento calido sube desde medio muslo hasta la altura de mi sexo. Posa los labios sobre el triangulo de fina tela. Aguanto la respiración. Noto su lengua dura sobre mi sexo. Despacio dibuja mi línea, humedeciendo lo que se me pega como una segunda piel. Estoy jadeando y apenas entra el aire en mis pulmones.
No presiona. Se limita a subir y a bajar su lengua por mi sexo, con calma, sin premura. Prolongando mi agonía. Tengo los músculos de las piernas tensos y mis pechos piden a gritos el calor de sus manos. Callo. No le voy a pedirle nada. Quedan huérfanos mis pechos, sintiendo el roce suave de la tela con cada temblor de mi carne.
Con dos dedos separa la tela empapada y pinza mi monte de Venus, tirando hacia arriba para alargar la línea cerrada entre los hinchados labios de mi sexo. Posa la boca de nuevo sobre la tela mojada. Es como si una membrana húmeda propagara las oleadas gozosas que provoca su lengua.

Con la otra mano me separa las piernas. Me siento magnifica sobre mis tacones. Su lengua nerviosa busca mi clítoris. Lo acaricia a través de la tela. Pequeños toques. Golpea mi perla. Luego círculos, primero pequeños, cada vez mas amplios. Después de arriba hacia abajo. Su mano derecha no suelta la pinza de mi monte de Venus. El clítoris debe pugnar por salir de su habitual encierro. Adelanto la pelvis. Deseo que su lengua suba y baje desde el inicio de mi abertura hasta las profundidades de mi cuerpo. Me oigo gemir desde lejos, como si los sonidos de mi garganta me fueran ajenos.
Tenerle de rodillas ante mí me hace sentir una diosa por un momento, solo un engañoso momento. Pero no confió. Se que en breve. Este placer que me otorga debe ser un regalo, una concesión previa a su propio festín. A mi rendición incondicional a su poder orgulloso, solitario y que sabe mantener sobre si un control absoluto. Un control que nada tiene que ver con el que estoy perdiendo. Porque yo, a estas alturas, ya no soy yo. Solo soy una muñeca de trapo dispuesta a dejarme hacer lo que quiera.
Aun se demora más. Me licuo sobre mis propios muslos, mientras me voltea suavemente y busca mi ano a través de la tela pegada a mi piel. Recorre el perineo, se detiene en mi ano. Separa con las manos mis nalgas y su lengua recorre mi aro por encima de la membrana calida de la tela húmeda.
Deseo que me tome, que me penetre, pero no voy a pedírselo. Dejo mi cuerpo en sus manos para que dirija mi placer y el suyo.

Ahora se incorpora, me voltea nuevamente. Su aliento me dice que esta de pie frente a mi. Mi piel presiente la calidez de su cuerpo. Pone sus manos sobre las mías. Suavemente me libera del garfio en que se mantenían aferradas a los colgadores del perchero. Me duelen. La circulación de la sangre vuelve a mis dedos. Me toma de las muñecas y estira mis brazos en forma de cruz.
Aun me duelen, pero el recorrido de sus labios endulza la tortura.
Sus labios rozan mi cuello, pero no me besa. Solo recorre esos labios tiernos la superficie de mi piel húmeda. Esconde la cara bajo mi pelo. Me huele, pero no me basa. Deja que mis manos caigan a los dos lados de mi cuerpo. La sangre corre en un doloroso recorrido hasta la punta de mis dedos. Sus manos se apoderan de mis pechos. Los acaricia sobre la tela fina. Estoy temblando. Con su barbilla va bajando hasta llegar a mi seno. Primero su halito calido, después los labios comprimiendo mi pezón, después la lengua. Despacio. Nunca tiene prisa. Lame en círculos la tela, hasta que mi pezón queda erecto. Succiona. Ahora se detiene en el otro pecho.
Contracciones de placer se expanden por mi vientre. Bruscamente me toma de los hombros, tira de mi y me encuentro de bruces en la cama. No opongo resistencia cuando me levanta el trasero desde las caderas. Mis piernas quedan medio flexionadas, mi mejilla siente el tacto suave de la seda. Mis dedos se agarran como garfios a la tela. Sitúa la punta de su sexo en mi vulva abierta. Embiste dos veces. Me da un azote en la nalga. Me elevo como puedo sobre mis codos. Asiento las rodillas y me dispongo al más placentero de los ataques. Entra hasta el fondo de mí. Hago fuerza con todos mis miembros para evitar que me desplace en su embestida. Se mueve desde dentro hacia fuera de mi, de fuera a dentro. Mete dos dedos de la otra mano en mi conchita. Presiona la parte interna del clítoris buscando el contacto con su propia polla a través de la fina piel interior de mi cuerpo. Logra que las yemas de sus dedos toquen su glande. Se masturba, con el tabique de mi cuerpo en medio.
Le siento poderoso. Dominando, controlando. Acelera el ritmo de sus acometidas. Un espasmo de extremo placer me atraviesa, llevándome a un gemido poderoso que lo estimula aún más. Mientras noto como se corre dentro de mí con grandes sacudidas hasta quedar exhaustos.
Me besa tiernamente la espalda y toma suavemente mi cuerpo para recostarlo lentamente sobre aquel lecho preparado especialmente para mí. Me retira lentamente la seda de los ojos y descubro frente a mí un rostro simplemente divino, que me abraza y besa tiernamente, retirándose en la penumbra.
 
Me podrían auxiliar para sabre de que otra manera puedo subir mis fotos???, yo sí las puedo visualizar en los tres relatos que he publicado, pero es obvio que algunos lectores no, y me interesa volverlas a publicar!!!..............ALGUIEN ME PUEDE ORIENTAR??...........sólo las copié y pegue, pero creo que no se ven!!!.....gracias.



:mota:
tn


Nos hospedamos en un hotel poco usual en Sudáfrica y después de un día intenso y lleno de emociones, decidimos bañarnos y reunirnos en el bar de aquel lugar. Al cabo de algunas horas, empezamos a jugar y a realizar retos extremos, hasta que el fin llego mi turno, proponiéndome los ahí presentes, tomarme aquella pastilla con licor y vivir intensamente el resultado de las sensaciones que me provocara dicha combinación. Se trataba de un producto natural que ofrecían los lugareños por diversión, de una planta que existe en aquella región, la cual no es adictiva como la droga, pero crea sensaciones placenteras y extrañas. Una vez ingerido el único trago, empecé a sentir que mi cuerpo volaba y se apartaba mi conciencia de mi ser……., despertándome el tacto frío de la pared contra mi espalda, contrastando la sensación con el calor que desprendía mi cuerpo. Quizás llevaba demasiado tiempo con los brazos levantados sujetándome al perchero y subida sobre los altos tacones de mis zapatos de punta, o quizás solamente era la sensación de un tiempo prolongado. Noto percibir en la absoluta oscuridad, que tengo puestas solamente unas leves braguitas blancas de piel de ángel y una camisetita corta del mismo tejido que alguien tuvo a bien incorporar a mi cuerpo de manera previa. Me han vendado los ojos con un pañuelo suave. Lo absurdo de mi postura y la soledad en la que me han dejado me hacen sentir aún más insegura.
Desde la oscuridad y la nada, intuyo una presencia por fuera de aquel espacio reducido en el que me encuentro, moviéndose de forma felina, lo que hace que mi corazón empiece a marcar un ritmo sin duda acelerado de manera increíble, lo que me lleva en segundos al último recuerdo de aquel reto del que acepte ser participe. Ya no escucho música o ruidos y tampoco percibo el ambiente de humo y alcohol. El silencio ha seguido al sonido de una música lejana, de cadencia africana, sin letra para mi mente ofuscada.
Siento que llevo un tiempo interminable en esta postura. Nada me obliga a permanecer así. Pero me encuentro atada. No puedo soltarme. Tengo hormigueos en los brazos y me duelen las manos de sujetarme a los salientes del perchero de pared.
En instantes siento como se acerca a mí. Sus pasos se aproximan, abre una puerta. Huele a cera quemada de velas aromáticas y desprende un aroma exquisito y extraño. Noto su aliento en la piel tensa de mis piernas semidormidas. El aliento calido sube desde medio muslo hasta la altura de mi sexo. Posa los labios sobre el triangulo de fina tela. Aguanto la respiración. Noto su lengua dura sobre mi sexo. Despacio dibuja mi línea, humedeciendo lo que se me pega como una segunda piel. Estoy jadeando y apenas entra el aire en mis pulmones.
No presiona. Se limita a subir y a bajar su lengua por mi sexo, con calma, sin premura. Prolongando mi agonía. Tengo los músculos de las piernas tensos y mis pechos piden a gritos el calor de sus manos. Callo. No le voy a pedirle nada. Quedan huérfanos mis pechos, sintiendo el roce suave de la tela con cada temblor de mi carne.
Con dos dedos separa la tela empapada y pinza mi monte de Venus, tirando hacia arriba para alargar la línea cerrada entre los hinchados labios de mi sexo. Posa la boca de nuevo sobre la tela mojada. Es como si una membrana húmeda propagara las oleadas gozosas que provoca su lengua.
Con la otra mano me separa las piernas. Me siento magnifica sobre mis tacones. Su lengua nerviosa busca mi clítoris. Lo acaricia a través de la tela. Pequeños toques. Golpea mi perla. Luego círculos, primero pequeños, cada vez mas amplios. Después de arriba hacia abajo. Su mano derecha no suelta la pinza de mi monte de Venus. El clítoris debe pugnar por salir de su habitual encierro. Adelanto la pelvis. Deseo que su lengua suba y baje desde el inicio de mi abertura hasta las profundidades de mi cuerpo. Me oigo gemir desde lejos, como si los sonidos de mi garganta me fueran ajenos.
Tenerle de rodillas ante mí me hace sentir una diosa por un momento, solo un engañoso momento. Pero no confió. Se que en breve. Este placer que me otorga debe ser un regalo, una concesión previa a su propio festín. A mi rendición incondicional a su poder orgulloso, solitario y que sabe mantener sobre si un control absoluto. Un control que nada tiene que ver con el que estoy perdiendo. Porque yo, a estas alturas, ya no soy yo. Solo soy una muñeca de trapo dispuesta a dejarme hacer lo que quiera.
Aun se demora más. Me licuo sobre mis propios muslos, mientras me voltea suavemente y busca mi ano a través de la tela pegada a mi piel. Recorre el perineo, se detiene en mi ano. Separa con las manos mis nalgas y su lengua recorre mi aro por encima de la membrana calida de la tela húmeda.
Deseo que me tome, que me penetre, pero no voy a pedírselo. Dejo mi cuerpo en sus manos para que dirija mi placer y el suyo.
Ahora se incorpora, me voltea nuevamente. Su aliento me dice que esta de pie frente a mi. Mi piel presiente la calidez de su cuerpo. Pone sus manos sobre las mías. Suavemente me libera del garfio en que se mantenían aferradas a los colgadores del perchero. Me duelen. La circulación de la sangre vuelve a mis dedos. Me toma de las muñecas y estira mis brazos en forma de cruz.
Aun me duelen, pero el recorrido de sus labios endulza la tortura.
Sus labios rozan mi cuello, pero no me besa. Solo recorre esos labios tiernos la superficie de mi piel húmeda. Esconde la cara bajo mi pelo. Me huele, pero no me basa. Deja que mis manos caigan a los dos lados de mi cuerpo. La sangre corre en un doloroso recorrido hasta la punta de mis dedos. Sus manos se apoderan de mis pechos. Los acaricia sobre la tela fina. Estoy temblando. Con su barbilla va bajando hasta llegar a mi seno. Primero su halito calido, después los labios comprimiendo mi pezón, después la lengua. Despacio. Nunca tiene prisa. Lame en círculos la tela, hasta que mi pezón queda erecto. Succiona. Ahora se detiene en el otro pecho.
Contracciones de placer se expanden por mi vientre. Bruscamente me toma de los hombros, tira de mi y me encuentro de bruces en la cama. No opongo resistencia cuando me levanta el trasero desde las caderas. Mis piernas quedan medio flexionadas, mi mejilla siente el tacto suave de la seda. Mis dedos se agarran como garfios a la tela. Sitúa la punta de su sexo en mi vulva abierta. Embiste dos veces. Me da un azote en la nalga. Me elevo como puedo sobre mis codos. Asiento las rodillas y me dispongo al más placentero de los ataques. Entra hasta el fondo de mí. Hago fuerza con todos mis miembros para evitar que me desplace en su embestida. Se mueve desde dentro hacia fuera de mi, de fuera a dentro. Mete dos dedos de la otra mano en mi conchita. Presiona la parte interna del clítoris buscando el contacto con su propia polla a través de la fina piel interior de mi cuerpo. Logra que las yemas de sus dedos toquen su glande. Se masturba, con el tabique de mi cuerpo en medio.
Le siento poderoso. Dominando, controlando. Acelera el ritmo de sus acometidas. Un espasmo de extremo placer me atraviesa, llevándome a un gemido poderoso que lo estimula aún más. Mientras noto como se corre dentro de mí con grandes sacudidas hasta quedar exhaustos.
Me besa tiernamente la espalda y toma suavemente mi cuerpo para recostarlo lentamente sobre aquel lecho preparado especialmente para mí. Me retira lentamente la seda de los ojos y descubro frente a mí un rostro simplemente divino, que me abraza y besa tiernamente, retirándose en la penumbra.
 
hay que Reportar a todo aquello que mienta con las fotooos
no se vale que nos engaen de esa manera!!
 
Esta si son imaginaciones, esta de maravilla lo q te dieron en sudafrica si alucina bn machin....que bien x ti en haberlo disfrutado.... una pregunta y la foto?
 
Me gusto tu relato, te felicito; la foto no es tan importante como
lo es tu facilidad para narrar sensaciones y estados de animo, quizás
falto algo de consistencia en el inicio del texto, pero nad importante
en realidad.
Muchas gracias.
 
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