Relatos e historias
Becerro
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- 29 Jul 2020
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Esta es una historia que matizamos con una amiga hace algún tiempo, quizás sea una pequeña parte de su evolución como mujer empoderada, te mando un abrazo donde estés.
Su nombre es Mariana, edad en el momento de la historia 28 años.
Como parte de la vida de una mujer profesional y exitosa es el poco tiempo para hacer algunas cosas del hogar, como la limpieza y el lavado de ropa, para lo cual se ha decidido a buscar cerca de casa un local donde se encarguen de sus trajes sastre, faldas y camisas del día a día y ella aprovechar el tiempo en el entrenamiento físico y mental que le han dado otra faceta de la vida. Resaltemos un poco la otra parte de la moneda, las relaciones que ha sostenido Mariana, algunos desastres amorosos, algunos chicos sin experiencia que no han hecho desatar todo el cumulo de placer que tiene aquella chica, casualmente conoce y se enreda con alguien, pero no ha sido la persona que tenga las capacidades para liberar de esa tensión a nuestra querida Mariana.
Afortunadamente encontró a una chica que le ayudaba con los quehaceres domésticos y a llevar su ropa a la tintorería y solo Mariana pasaba por ella al local, un sábado Mariana pasó por su ropa y entra en escena Alfredo que es como una especie de empresario ya que tiene bastantes negocios en esa colonia, un tipo de mente hábil y perversa así como una cachondez que se le emana de los ojos al momento de ver alguna chica pasar, el físico 1.85 moreno de esos de costa, 45 años, y un poco panzón pero para su edad aún el señor tenía una presencia de impacto.
Por fin Alfredo tenia el gusto de conocer a Mariana y cotejar la forma en que en dos años la medida de los trajes sastres, camisas y principalmente faldas han ido disminuyendo, amoldado por el expadex de la ropa el cuerpecito divino de nuestra amiga Mariana “No pues si es su ropa señorita” “a ver si luego me da unos tips para ponerme tan fit como usted no?” parte de los comentarios de nuestro amigo en el primer cruce de palabras, acompañado de una mirada lasciva recorriendo a Mariana y complementado con una erección que no pudo evitar “Lo que usted guste señorita, también yo se coser y zurcir, digo porque hay que ir ajustando las falditas a ese cuerpecito que usted se carga”, Mariana lo único que hizo ese día fue decir gracias y darse la vuelta para no seguir escuchando ni soportando la mirada tan lujuriosa que le aventaba Alfredo, gracias a que el segundo outfit oficial del cambio de Mariana eran esos leggins tan ajustados que le hacían notar el trabajo de gym y lo suculento que se veía ese trasero trabajado, paradito y redondeado, también por ayuda de algunos masajes y retoques de cirujano.
El tiempo pasó, cada miércoles o sábado Mariana tenía que aguantarse las miradas cachondas y los comentarios que Alfredo le hacía, ya había contratado a otro chico pero mañosamente nuestro amigo atendía personalmente a Mariana en la entrega de su ropa, planeando también la forma de engancharla y poderle meter mano a esas nalgas tan sabrosas que no sacaba de su mente, ¿Cuál era la estrategia?, fácil, no entregar toda su ropa para ver que pasaba, Mariana en sus habilidades tenia una memoria de registro de todas y cada una de sus prendas, primero remetió contra nuestra chica sobre algunas faldas y blusas a lo que la chica de limpieza contestó que ella no era capaz de robarle y menos unos trapos considerando la confianza que le ha brindado, haciendo recapacitar a Mariana y mandando a su chica a la tintorería a buscar sus prendas, Don Alfredo con cinismo al interrogatorio inicial respondió “pues que la venga a buscar ella a la bodega, si la encuentra yo mismo se la vuelvo a comprar”.
Mariana dio por un momento perdida su ropa, sin necesidad de ir a hacer un desmadre a aquel local, pero su ímpetu y recuerdos de burla no evitó de que fuera ese sábado para reclamar su ropa a la tintorería, donde Alfredo ya estaba ansiosamente esperando a su clienta con la invitación a que ella misma pasara a la bodega de la parte de arriba. Ni tarda ni desidiosa nuestra amiga accedió a pasar a la parte de arriba, donde solo Alfredo le cerró el ojo a su chalán y acompañó a la dama a la parte de arriba a un cuarto bajo llave donde había numerosos edredones, sabanas y prendas, así como una improvisada cama tamaño matrimonial. Continua en segunda parte
Su nombre es Mariana, edad en el momento de la historia 28 años.
Como parte de la vida de una mujer profesional y exitosa es el poco tiempo para hacer algunas cosas del hogar, como la limpieza y el lavado de ropa, para lo cual se ha decidido a buscar cerca de casa un local donde se encarguen de sus trajes sastre, faldas y camisas del día a día y ella aprovechar el tiempo en el entrenamiento físico y mental que le han dado otra faceta de la vida. Resaltemos un poco la otra parte de la moneda, las relaciones que ha sostenido Mariana, algunos desastres amorosos, algunos chicos sin experiencia que no han hecho desatar todo el cumulo de placer que tiene aquella chica, casualmente conoce y se enreda con alguien, pero no ha sido la persona que tenga las capacidades para liberar de esa tensión a nuestra querida Mariana.
Afortunadamente encontró a una chica que le ayudaba con los quehaceres domésticos y a llevar su ropa a la tintorería y solo Mariana pasaba por ella al local, un sábado Mariana pasó por su ropa y entra en escena Alfredo que es como una especie de empresario ya que tiene bastantes negocios en esa colonia, un tipo de mente hábil y perversa así como una cachondez que se le emana de los ojos al momento de ver alguna chica pasar, el físico 1.85 moreno de esos de costa, 45 años, y un poco panzón pero para su edad aún el señor tenía una presencia de impacto.
Por fin Alfredo tenia el gusto de conocer a Mariana y cotejar la forma en que en dos años la medida de los trajes sastres, camisas y principalmente faldas han ido disminuyendo, amoldado por el expadex de la ropa el cuerpecito divino de nuestra amiga Mariana “No pues si es su ropa señorita” “a ver si luego me da unos tips para ponerme tan fit como usted no?” parte de los comentarios de nuestro amigo en el primer cruce de palabras, acompañado de una mirada lasciva recorriendo a Mariana y complementado con una erección que no pudo evitar “Lo que usted guste señorita, también yo se coser y zurcir, digo porque hay que ir ajustando las falditas a ese cuerpecito que usted se carga”, Mariana lo único que hizo ese día fue decir gracias y darse la vuelta para no seguir escuchando ni soportando la mirada tan lujuriosa que le aventaba Alfredo, gracias a que el segundo outfit oficial del cambio de Mariana eran esos leggins tan ajustados que le hacían notar el trabajo de gym y lo suculento que se veía ese trasero trabajado, paradito y redondeado, también por ayuda de algunos masajes y retoques de cirujano.
El tiempo pasó, cada miércoles o sábado Mariana tenía que aguantarse las miradas cachondas y los comentarios que Alfredo le hacía, ya había contratado a otro chico pero mañosamente nuestro amigo atendía personalmente a Mariana en la entrega de su ropa, planeando también la forma de engancharla y poderle meter mano a esas nalgas tan sabrosas que no sacaba de su mente, ¿Cuál era la estrategia?, fácil, no entregar toda su ropa para ver que pasaba, Mariana en sus habilidades tenia una memoria de registro de todas y cada una de sus prendas, primero remetió contra nuestra chica sobre algunas faldas y blusas a lo que la chica de limpieza contestó que ella no era capaz de robarle y menos unos trapos considerando la confianza que le ha brindado, haciendo recapacitar a Mariana y mandando a su chica a la tintorería a buscar sus prendas, Don Alfredo con cinismo al interrogatorio inicial respondió “pues que la venga a buscar ella a la bodega, si la encuentra yo mismo se la vuelvo a comprar”.
Mariana dio por un momento perdida su ropa, sin necesidad de ir a hacer un desmadre a aquel local, pero su ímpetu y recuerdos de burla no evitó de que fuera ese sábado para reclamar su ropa a la tintorería, donde Alfredo ya estaba ansiosamente esperando a su clienta con la invitación a que ella misma pasara a la bodega de la parte de arriba. Ni tarda ni desidiosa nuestra amiga accedió a pasar a la parte de arriba, donde solo Alfredo le cerró el ojo a su chalán y acompañó a la dama a la parte de arriba a un cuarto bajo llave donde había numerosos edredones, sabanas y prendas, así como una improvisada cama tamaño matrimonial. Continua en segunda parte