Hace un año, 34 peruanos morían a manos de otros peruanos.
Sí, esa es la cruda y triste verdad. 34 peruanos, policías y civiles, morían a manos de otros compatriotas.
Hasta el día de hoy siguen las preguntas.
Sigue persistente la interrogante de por qué muchos no han sido capaces de condolerse por todos los fallecidos. Unos, como el Presidente, solo hablan de los polícías; otros, a pesar de las evidencias, siguen hablando de genocidio de indígenas. Felizmente hay a quienes le importan las familias de los 34 fallecidos y que considera esta fecha como dolorosa para todos los peruanos.
Sigue abierta la pregunta de porque durante muchos años ignoramos a la selva y la miramos como simple objeto de exotismo o sinónimo de juerga o calentura. Olvidamos que allí viven miles de peruanos, con formas diversas de sentir, vivir, pensar y de entender lo que significa el desarrollo.
Aun sigo pensando en como hemos metido tanta interpretación ideológica a lo ocurrido. Desde Hernando de Soto tratando de vender “el misterio del capital” bajo el mito del “buen salvaje al que hay que meter al capitalismo”, pasando por los políticos del oficialismo que en pleno siguen esgrimiendo la teoría falaz del complot y la manipulación, para terminar en los seudo idílicos que desde la izquierda radical siguen pensando que Bagua fue un hito para acabar con “la hegemonía neoliberal” en el Perú. (Eso, para no hablar de los casi fachos que pedían meter bala o napalm) Todos tratando de jalar agua para su molino. Como me recuerdan a los políticos en la época del conflicto armado interno: apristas, fujimoristas, izquierdistas, populistas y pepecistas de la manito en procurar entender todo para atacar al enemigo político y no para solucionar el problema.
Sigue flotando en el aire varias preguntas: ¿por qué el Gobierno fue tan obtuso en no darse cuenta que tenía que consultar las normas que afectaban a las comunidades nativas? ¿por qué manejó tan mal el conflicto social y terminó, con sus respuestas, activando a los sectores más radicales de la protesta? ¿por qué no se comprendió que las comunidades nativas no son un todo, sino que cada una tiene su propio estilo e idiosincracia? ¿por qué tuvimos que esperar 34 muertos y un año para tener una Ley de Consulta Interna ad portas de ser promulgada?
Independientemente de juicios penales y de responsabilidades políticas - que deben aclararse en su totalidad - Bagua nos mostró como la desconfianza, la incomprensión, la imposición y finalmente, la carencia de institucionalidad (¿que fue del INDEPA?) nos llevan a días tan tristes como los de hace un año.
Hace un año, 34 peruanos morían a manos de otros peruanos. Por eso hoy sigue doliendo lo que ocurrió.