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Acabábamos de llegar de la playa. Carmen había estrenado su bikini celeste y eso me había puesto de mal humor. Y es que el dichoso bikini era precioso y muy sugerente, me encantaba; pero también a todos los moscones que no dejaban de mirarla en la playa. Sí, soy celoso.
Nos metimos en la ducha...
Te he hecho acudir a la cita con un traje de ejecutiva sin nada debajo, caminado por la calle con tu grandes tetas y tus pezones duros por la excitación, llamado la atención de los hombres que te susurran guarradas al pasar y la mujeres mascullan insultos por tu pinta de puta de lujo.
Ahora...