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Jamás estarás solo. Viajarás muy lejos, mi pequeño Kal-el, pero no te abandonaré ni aún cuando la muerte nos lleve. La riqueza de nuestras vidas pasará a ti. Todo lo que tengo, lo que he aprendido, mis sentimientos, todo eso y más pasará a ti, hijo mío. Seré tu compañero todos los días de mi vida. Harás de mi fuerza la tuya. Verás mi vida a través de tus ojos y yo la tuya a través de los mios. El hijo se convertirá en padre y el padre, en hijo. Este es mi legado, todo lo que puedo darte, Kal-el.